21.5.03

El encanto de un mito

Hoy quería comentar una interpretación que leo en "La necesidad del mito" de Rollo May, libro al que ya hice referencia en anteriores días, del cuento de "La bella durmiente", titulado "Rosa silvestre" original. La interpretación -que nos remite al conocido libro de "Psicoanálisis de los cuentos de hadas"- es muy interesante; pero siguiendo con mis lecturas, en esta ocasión el segundo tomo de "Los mitos griegos" de Robert Graves, ha habido un fragmento que de verdad me ha deleitado y es el siguiente. En el capítulo "Paris y Helena" (págs. 342 y ss.), se nos describe el conocido Juicio de Paris, por el que se decidirá a qué diosa se le entregará la manzana de oro, la que Éride lanzó con la inscripción "Para la más bella" en la boda de Peleo y Tetis. Paris, aún humilde pastor, pide a las diosas que respeten su fallo, puesto que es un simple mortal, expuesto a cometer los errores más estúpidos. Las diosas acatan su decisión. Y las deliciosas líneas de Graves dicen:
" -¿Bastará con juzgarlas tal como están? -preguntó Paris a Hermes- o deberán desnudarse?
-Tú debes decidir las reglas de la competencia -contestó Hermes con una sonrisa discreta.
-En ese caso, ¿tendrían la bondad de desnudarse?
"

Imaginad lo que sentiría Paris al dirigir esa sugerencia a las diosas y contemplar, una por una, a las tres divinas, Hera, Atenea y Afrodita, en el más sublime esplendor de sus cuerpos desnudos. Es una escena sencillamente imborrable, que en el arte no ha tenido la prodigación de otras: aquí, la recreación clásica, la decimonónica, la minimalista y la más extravagante.

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