19.6.15

Volviendo a lo grande

Es habitual que, cuando somos fans de un grupo y éste saque nuevo álbum, nos decepcione. Sea porque su estilo ha virado a algo que nos desagrada o, por el contrario, porque se ha estancado y ha vuelto a hacer lo que siempre hace, las posibilidades de esa decepción son muchas. Yo creo que este sentimiento no tiene que ver tanto con cuán fan sea uno (¿cuanto más fan letal, más talibán?) sino más bien en si el grupo consigue dar un paso adelante combinando dos ingredientes básicos: quiénes son y qué quieren ser. Por eso siempre es un placer escuchar nuevos trabajos de bandas que uno ama y no sólo no sufrir una decepción, sino una agradable sorpresa, que lleva a la alegría primero y a la euforia proselitista después. En el último medio año, o así, he podido escuchar algunos nuevos álbumes que me han devuelto la fe (o la han mantenido) en algunos grupos que me gustan mucho. Veamos cuáles:

· Faith No More: Sol Invictus (2015). Se han hecho de rogar mucho; este disco y la consiguiente reunión de Faith No More se venía anunciando desde hace por lo menos dos años. Y hay que pensar que su último trabajo, Album of the Year, tenía, ¡argh!, dieciocho. Madre mía, dieciocho. ¿Y que han conseguido con Sol Invictus? Pues retomar su carrera como si apenas mediaran meses o años de su último disco, y no casi dos décadas. Y era difícil, vista la dispersión del sr. Patton en los últimos año. Pero suena definitivamente a Faith No More, sin encasillarse en géneros, sin repetirse pero siendo reconocibles desde la primera canción. 

· Opeth: Pale Communion (2014). Si habéis seguido la carrera de Opeth sabréis de que tanto a Mikael Akerfeldt como a su amiguito Steven Wilson de Porcupine Tree les ha dado, merced a sus gustos musicales, por rememorar/revivir el prog rock de los años 70. La cosa empezó en serio con el anterior Heritage de Opeth, siguió en Storm Corrosion, el álbum homónimo del proyecto paralelo que estos dos amigos crearon precisamente para dar rienda suelta a estas inquietudes, y finalmente ha acabado (ejem, bueno, "acabado"... de momento, quiero decir) con este Pale Communion. Dicen que a la tercera va la vencida y en este caso es cierto. De los tres álbums, Pale Communion es el más perfecto, el que mejor concilia la carrera de Opeth con ese amor por las atmósferas progresivas que intenta evocar Akerfeldt. Sigue sin haber guturales, pero no es otro Damnation: es un paso adelante a lo que Heritage representaba, pero depurado al máximo. Incluso el álbum se cierra con un bonus track (en ediciones especiales) consistente en una versión de Solitude de Black Sabbath.


· Ghost Brigade: IV - One with the Storm (2014). Ghost Brigade es un grupo que me ha ido ganando poco a poco. Sus dos primeros discos me parecieron buenos, pero Until Fear No Longer Defines Us me enamoró. Temeroso de lo que podría encontrarme, me enfrenté a One with the Storm para descubrir un disco compacto, sólido, del característico sonido de estos finlandeses, pesado, con riffs muy poderosos y una combinación muy buena de voces limpias y guturales. Su cuarto álbum sigue en la misma línea, pero manteniendo originalidad y frescura. No sabría precisar qué toca Ghost Brigade (en last.fm las etiquetas no se ponen de acuerdo: ¿doom, progressive metal, melodic death, dark metal?), pero me encantan, y este disco es genial.

· Paradise Lost: The Plague Within (2015). Y finalmente, Paradise Lost. En los últimos dos discos de estudio, Paradise Lost parecía luchar por encontrar de nuevo una fuerza que retomara la primera época de su carrera. Faith Divides Us, Death Unites Us y Tragic Idol devolvía a los mejores Paradise de los últimos años con un discos que, si bien eran más gothic metal que otra cosa, mejoraban en mucho sus anteriores trabajos. Pero no era suficiente para Holmes y cia. En The Plague Within vuelven al doom más característico, a los guturales primigenios (combinando con voces limpias, claro), en un disco con el que los antiguos fans llorarán de emoción.

18.6.15


Volví a ver El club de los poetas muertos por enésima vez. Esta vez se la puse a los alumnos de 3º de ESO. He perdido la cuenta de las veces que la he visto, empezando por la primera vez cuando todavía estaba en bachillerato, hasta hoy. Y, a pesar de que siempre encuentro cosas nuevas en las sucesivas revisiones, nunca ha cambiado mi opinión sobre ella.

Esta vez me ha parecido más deprimente que nunca, no sé por qué. La escena que más me ha conmovido ha sido aquella en la que el profesor Keating, tras el suicidio de Neil, recoge de su pupitre el libro que le prestó para la reunión del club (no he encontrado el plano, sólo este inmediatamente anterior al que corresponde la imagen de arriba). Entonces vuelve a leer el poema inicial, y se echa a llorar. Es una escena muy corta, pero muy sentida, y da una idea del sentido de la responsabilidad que tenemos los profesores para con nuestros alumnos. Este revisionado, como digo, me ha parecido uno de los más tristes que he hecho de la película. Nuestra libertad tiene un precio, y Neil encuentra la libertad en la muerte, incapaz de afrontar la realidad y el deseo. Esa pulsión de los extremos de la adolescencia es llevada a sus últimas consecuencias. 

Todos los adolescentes piensan en la muerte. Recuerdo leer unas lineas privadas de mi primera pareja en un cuaderno: "Muerte, eres la hermana de Morfeo, siento que me llamas..." Sólo son fantasías, coqueteos, ideas estrambóticas que nos bullen en la juventud. Pero ahí están; y necesitas ser mentalmente estable para no escuchar demasiado a esas sirenas. Neil prefiere evitar más enfrentamientos y termina con todo. Eso no era lo que Keating le había enseñado, pero la adolescencia es fuego: hay que ir con mucho cuidado de quemar a alguien o de quemarse uno mismo. Una vez más la responsabilidad del profesor, su compromiso ético.

[Tenía ganas de tener tiempo y escribir algo aquí, en plena libertad. Y esto es lo que ha salido.]
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...