
Voy a aprovechar una circunstancia de actualidad para terminar un post que lleva en borrador como dos años. Y es que nunca me vi capaz de concluir el post que empecé a escribir sobre Sasha Grey. Pero ya que ésta ha declarado estos días que
abandona su carrera de actriz porno, será cuestión de hacerle un homenaje (y no al personaje). Después del corte, imágenes NSFW (avisados quedáis).
Sasha Grey, que tiene ahora mismo 23 años, se definía a sí misma como "actriz porno existencialista". Ignoro si ha leído mucho Camus o Sartre, pero sin duda se sale de lo común en ese frívolo mundo del cine para adultos: tiene algo especial si cita una película de Jean-Luc Godard como una de sus favoritas, la vemos disfrazada de Wonder Woman o Misfits' fiend, o su nombre artístico está tomado parcialmente de la obra de Oscar Wilde. Y es que con Sasha Grey pasa algo curioso. Sin duda su físico es espectacular: su juventud y su cuerpo son de una lubricidad incontestable. Quizá es esa mezcla explosiva de aparente inocencia juvenil que destila, la avezada concupiscencia que es capaz de aflorar, y ese punto culturalista que es el plus a quien exige algo más al sexo que lo puramente carnal. Me recuerda a algunos de los poemas de José María Álvarez. Por ejemplo, éste, Anatron:
No existían. He aquí un producto
del siglo XX en sus finales. Genuino:
Esta criatura,
aún ni siquiera adolescente,
vestida y maquillada como puta,
exhibiendo (ignoro si sintiendo)
lumbre de furia sensual,
fantástica,
letal.
Esas piernas, ese culo, ese cuerpo
moldeado por la lycra,
no Son ya piernas, culo, cuerpo,
-como no lo es esa mirada
pervertida- capaces
de una devastación
normal. Esos ojos, esa
boca, ese rostro con ese maquillaje,
es otra dimensión de la belleza
y la sensualidad que controlábamos.
Mientras tú aún estás pensando
en Lampedusa, el Rey Anuro, o en el Ramayana o en
Rimbaud,
o dándole vueltas a la Guerra de los Treinta Años,
o qué sé yo, pensando aún que nuestras vidas
son esos ríos, según Manrique,
que van al mar / morir,
este Ser de la Noche,
bizarre déité como diría
el disipado Baudelaire, ha descubierto
que ni Gatopardos ni Wallenstein,
ni siquiera el mar/morir. Sino que todo
es, simplemente, una molestia,
y que toda molestia ha de evitarse.
La televisión, y en el colegio,
y en su familia, ha aprendido
que el mundo es suyo.
Y ah, cómo retoza,
cómo brilla, fantástica, a las luces
de este bar, qué hermoso es ese rostro
sin destino, excitante, cómo mastica
nuestras entrañas, ese juguillo que le resbala
por la comisura de los labios...
Por fin, la quintaesencia
de la sonrisa de la Esfinge,
morfina de la desesperación,
que bailará, llamándonos
más allá de la cenizas, las ruinas, los despojos,
por fin, la dulce mano
que sostendrá, arrancado del cadáver,
el corazón aún latiendo del Horror.
Lo único que no me gusta de esta chica es su especialización en toda clase de perversiones extremas del porno. Su juventud, su aparente fragilidad a la vez que su exótico salvajismo lúbrico deberían ser más del refinamiento que canta el poeta, y no como alguna de las sórdidas escenas que Sasha Grey ha rodado, consiguiendo no poca fama de actriz sin ningún tipo de límites. Pero se lo perdonamos: basta con ignorar esas bravatas que la juventud (recordemos su edad) y la vanidad le han llevado a cometer.
Recientemente Steven Soderberg se fijó en ella para una de sus películas (de cine comercial: The Girlfriend Experience) y parece ser que el giro que va a dar su carrera será hacia ahí. Algo tiene esta chica, sin duda. Para despedirla, pues, vayan aquí algunos versos más del maestro Álvarez, que de esto sabe un rato:
Gracias por concederme la inmensidad de este momento,
por ennoblecer mi carne con este estremecimiento.
Déjame agradecértelo. Te brindo mi placer.
Y después entro en ti, me adormezco, soñando
con aquellos viejos reyes que se hacían enterrar
bajo montículos de conchas marinas.
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