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22.7.25

Hasta siempre, Ozzy

No ha sido un sábado negro, sino un martes. Esta tarde hemos sabido del fallecimiento de Ozzy Osbourne, el cantante y líder de Black Sabbath. Una noticia que me ha cogido totalmente por sorpresa y me ha dejado infinitamente triste. Sólo tenía ganas de coger el teclado para dejar algunos pensamientos. Mañana me imagino que quien más quien menos querrá opinar sobre el tema. A mí me apetece ahora simplemente recordar lo que ha significado para mí la música de Ozzy.

Yo tenía 14 o 15 años y mi amigo Manu decidió que tenía que iniciarme en la buena música. Y vaya si lo hizo: de todas aquellas cintas que me dejó, muchas se convirtieron en compañeras de viaje para toda la vida. Recuerdo que Manu quiso empezar con trilogía fundacional del rock duro y el heavy metal, la sagrada tríada Led Zeppelin - Deep Purple - Black Sabbath. De Deep Purple ya conocía algunas cosas. De Led Zeppelin, la primera cinta que Manu me prestó fue el IV. Y de Black Sabbath, no recuerdo qué cinta fue, pero seguramente debió ser la del álbum Paranoid. Con Black Sabbath me pasó como con Joy Division: empezamos mal. La primera canción que escuché de ellos, y quizá la más popular, la que radian insistentemente Rock.fm o Los 40 Classic, fue Paranoid. Y no me gustó Paranoid. Nunca me ha gustado. La tolero, pero no es ni de lejos la más representativa de Black Sabbath. Fue icónica, pero ni siquiera considero que sea un ejemplo de lo que toca el grupo. Así que empezamos mal. Estuve a punto de abandonar. Recuerdo pensar que de esa tríada, Black Sabbath eran los que me gustaban menos. Pero luego fui escuchando el resto del álbum. Y de su discografía. Y entendí.

Black Sabbath es un hito en la música, es un género en sí mismo. (Hablemos aquí sólo de los Sabbath de Ozzy, la etapa de Dio también tiene sus momentos excepcionales). Para mí, los primeros seis discos de estudio (de Black Sabbath a Sabotage) más el último de reunión (13) son geniales. Son carne de la historia de la música. La fusión entre el blues y el rock, las atmósferas lúgubres y, finalmente, la pesadez de las guitarras y el bajo hicieron de Black Sabbath algo excepcional.

Led Zeppelin se quedó dentro de mí como mi grupo favorito desde esa edad en la que los descubrí; Deep Purple... Bueno, les tengo cariño y los escuché mucho en esa época, pero son, de los tres, los que menos me han interesado. Pero Black Sabbath... Son otra liga. Imposible no caer rendido con sus álbumes.

Yo apenas sé toca el bajo eléctrico, pero sólo por sentir las notas de Hand of Doom, Solitude, Into the Void o Lord of this World en mis dedos, valió la pena comprarlo y practicar en mi habitación.

Por eso estoy TAN, pero TAN contento de que pudiera despedirse a lo grande hace un mes en el concierto Back to the Begining, que parecía otra de esas pantomimas de último-último concierto-ahora sí ya de verdad como los Scorpions, pero sin embargo algo debía de olerse Ozzy para que lo prepara tan bien. He visto algunos segundos del concierto, Ozzy está claramente enfermo, pero su entereza, su arrojo, sus ganas, y sobre todo, el amor que el público le transmite debió de ser de las mejores cosas que se haya llevado con él.

 

Hoy acaba una era de la música. Buenas noches, dulce príncipe, y que vuelos de ángeles (del infierno) canten sobre tu descanso. Ozzy, vivirás para siempre en tus discos. 

 

27.12.24

Cerrando 2024: la música

Musicalmente, este 2024 ha destacado porque he escuchado mucha más música que otros años (y eso que sólo tengo los datos que se pueden registrar informáticamente). Veamos la información de Last.Fm:

Con 13.969 escuchas, ha sido el mejor año desde 2013 (16.311), y creo que ha sido fundamentalmente por una mera cuestión laboral: mi horario laboral empieza a las 9h y estoy desde las 7.50 en el puesto, con lo que aprovecho para desayunar, adelantar trabajo... y escuchar música. Creo que eso ha sido definitivo a la hora de hacer tan buena marca.

Un vistazo a los discos más escuchados:

https://www.tapmusic.net/collage.php?user=cisnenegro&type=12month&size=10x10&caption=true

De nuevo, año tras otro se confirma que las novedades cada vez me interesan menos, y voy a tiro fijo a mi zona de confort, que por suerte es MUY amplia. Muchas de los primeros puestos, también hay que decir, están copados por bandas sonoras de ambientación, la mayor parte de las veces para jugar a rol o a juegos de mesa (Rambo III, Indiana Jones, Drácula, Heroes of Telemark, Call of Duty, música de la guerra civil americana o de su guerra de independencia...).

15.12.24

Reseñas mínimas (XXXI)

Yehezkel Raz - Preludes, Book 2 - Torrents - 33rpm: letras de canciones |  Deezer

· Yehezkel Raz - Preludes (2019). Esta sí que puede ser considerada una escucha casual en su sentido etimológico, porque se disparó en Spotube tras escuchar el álbum Closing Times de Tom Waits, posiblemente porque la primera entrega de estos preludios de Raz tiene una pista con ese título. ¿Qué es esto? Es música clásica contemporánea. Raz escribe unas composiciones minimalistas al piano que me recuerdan en ciertos momentos a Chopin, por el lirismo que su sencillez a veces transmite. Tanto el Book 1 como el Book 2 [cuando edito esto para subirlo, veo que hay al menos 4 libros] son ciertamente álbumes de otoño (o invierno), para tener de fondo mientras lees o bebes un té bien caliente al lado del fuego. No puedo evitar, por otra parte, pensar que estas composiciones, podrían ser también la musica de fondo del menú de inicio de un videojuego cozy. Pero aquí entraríamos en disquisiciones demasiado sesudas sobre qué tipo de música vale la pena ser escuchada fuera de su contexto, así que concluiremos en que es una escucha muy agradable.


· A Swarm of the Sun - An Empire (2024). Recomendación directa de mi página de referencia Angry Metal Guy, este álbum venía introducido por estas palabras: "Imagine the best parts of Katatonia, Anathema, My Dying Bride and Agalloch all submerged into a minimalist post-metal miasma". Con estas palabras, tenía que escuchar el álbum. ¿Y qué nos encontramos aquí? Si digo la verdad, al ser mencionados estas bandas, no sé qué idea me había hecho de qué escucharía, pero no era esto. Porque An Empire es un disco de post-metal, en el que lo más importante es la creación de un paisaje sonoro. Largas composiciones que son parte de un todo, y así deben ser escuchadas. Claro, eso hace más difícil prestar atención al álbum en esta vida espídica que llevamos. Primer tema, This Will End in Fire, 7 minutos: delicado, una carta de presentación exquisita; segundo, Heathen, 12 minutos: un etéreo teclado va marcando una progresión que vira en el minuto 5 y llega a adentrarse en el reino del shoegaze; tercer tema, The Pyre, ¡18 minutos! Y sin embargo, si uno tiene la paciencia y el tiempo suficiente para dedicárselos al álbum, encontramos un grupo que se acerca más a Goodspeed You! Black Emperor que a los anteriormente mencionados, y que se especializada en una atmósfera que te envuelve y va in crescendo. Nada de guturales, sólo muy buena instrumentación, poderosa pero frágil a la vez. Un gran álbum que, repito, necesita que no lo consumas como fast food


· Graveyard Rodeo - At the Verge (1994). No recuerdo cómo demonios terminé recalando en este álbum (quizá en alguna lista de lo mejor de aquel año 94), porque no es mi rollo exactamente. Un álbum de mediados de los 90 de una banda que empezó su carrera en 1979, clasificado unas veces como sludge y otras como groove metal (un género que nunca me ha quedado claro qué es), otras como thrashcore; a mí personalmente me parece que es un crossover curioso que al no estar en tierra de nadie suena original (al menos a mí, claro). Bases thrash, pero con muchos cambios y muchos apuntes en diferentes direcciones (Sepultura, Acid Bath). Ideal para poner mientras juegas a algún videojuego de carreras urbanas.

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