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3.1.25

Cerrando 2024: los libros y los cómics

Me doy por satisfecho con las lecturas de 2024. He leído 45 libros; para que nadie se lleve a engaño, 15 eran títulos LIJ muy breves, 6 eran poesía y 2 teatro. He leído un poco de todo, aunque dos libros me han atascado bastante el avance, uno por su longitud (La guerra de las trincheras, lectura que me ocupó meses) y otro por su aridez relativa (¡Submarino...!).

Aunque entre los 45, como decía, hay novela, hay ensayo científico, entrevistas, reflexión pedagógica o filosofía, veréis que el top está copado, nuevamente, por mi interés por la divulgación histórica y la historia bélica.

 
· La guerra de las trincheras, de Ismael López (Ático de los Libros, 2024). Un libro que me ocupó meses; lo que tiene de volumen lo tiene de minuciosidad. Un libro que disecciona la Iª Guerra Mundial en el Frente Occidental de manera detallada y en todos los aspectos, desde los más sociales hasta los políticos, pero sobre todo en los militares. Un estudio yo diría que definitivo.

· Blackwater: La riada (I) y El dic (II), de Michael McDowell (Blackie Books, 2024). Esta saga ha sido sin duda el éxito de la temporada. Lo tiene todo para ser atractiva, al menos para mí: ambientación american gothic, saga familiar, una caracterización y desarrollo de los personajes excelente, toques sobrenaturales muy en la vena de Stephen King... Ya he leído que las entregas son irregulares, pero estas dos primeras son dos novelitas (recordad que viene a ser una única novela que el escritor ideó en entregas) excelentes.

· Hermanos de sangre, de Stephen E. Ambrose (Ático de los Libros, 2024). No es una novedad, porque este año lo que hizo fue reeditarse en rústica. Tras ver la serie por segunda vez, leí el magnífico libro de Ambrose, un autor -como el otro que comentaremos- clásico en la literatura de memorias bélicas de la IIGM, sobre la compañía Easy  del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista, parte de la 101ª División Aerotransportada norteamericana. Magníficas memorias, que amplían y profundizan lo que vemos en la serie. El tono biográfico hace que no tengas que ser un lector culoduro de libros de operaciones militares, porque no es ése el rollo.
 
· El día más largo y Un puente lejano, de Cornelius Ryan (Crítica 2024 reed., 2023). en el 80 aniversario de los acontecimientos del Desembarco de Normandía (junio) y la operación Market-Garden en Holanda (septiembre),  acudí a estos dos clásicos de la literatura bélica. Ryan, al igual que Ambrose, es un autor que te lo pone muy fácil: su estilo periodístico, casi biográfico o novelesco, aunque ya más denso, hace que sean lecturas muy amenas y unas aproximaciones muy buenas a los hechos. Son lo que son: bibliografía clásica del tema que abren las puertas a querer saber más sobre el tema.

· Fe, esperanza y carnicería, de Seán O'Hagan con Nick Cave (Sexto Piso, 2024). Un libro que es una serie de entrevistas con el bad seed que arroja mucha luz biográfica sobre cómo afrontó el músico la muerte de su hijo adolescente y cómo han sido concebidos sus últimos álbumes. Entre tanto, reflexiones sobre el arte, la vida y la muerte, y, sobre todo la religión y la trascendencia. Gran libro.

· Prométeme que te pegarás un tiro, de Florian Huber (Ático de los Libros, 2024). Reedición en tapa blanda de la edición de 2022, se trata de un libro escrito de forma brillante y que arroja luz a un momento oscuro de la historia: la oleada de suicidios en Alemania tras la caída del Tercer Reich. Huber se adentra en los años de ascenso de Hitler para intentar explicar el porqué del fanatismo que suscitó el dictador y cómo esas ideas llevaron al suicidio de centenares de alemanes. Escalofriante y esclarecedor.

· La calavera, de Jon Klassen (Blackie Books, 2024). Un cuento inspirado en la tradición nórdica que Jon Klassen ilustra en un estilo vintage precioso. Una niña que huye y que encuentra una calavera en una vieja mansión. Los dos hablan. ¿Qué se hará de ellos? Como buen cuento infantil, también tiene un poso de reflexión y una doble lectura para los adultos. Una edición exquisita y una historia magnífica, que enamora sólo con ojearla.

· La revolución rusa, de Victor Sebestyen (Ático de los Libros, 2024). El historiador húngaro, especialista en siglo XX, Victor Sebestyen traza en La revolución rusa un panorama general de la caída del régimen del zar y las luchas bolcheviques que llevaron a la Revolución y más tarde a los soviets. Con una mirada crítica y afilada, este ensayo desvela el corpus de violencia sobre el que se asentó el leninismo y sus consecuencias. Muy ameno (se lee en un suspiro) y muy buena introducción al tema.

9.8.24

20 libros que me gustaría leer

 

Esta semana tuve unas horas libres y quise grabar una cosilla para mi abandonado canal de Youtube. Regrabé la presentación del canal y este vídeo en el que selecciono 20 libros de mi biblioteca que me gustaría empezar a leer y aún así esperan pacientes su turno. ¿Tenéis muchos vosotros?

1.1.24

Cerrando 2023: los libros

 


Este 2023 he leído 54 libros, diez más que en 2022 y que se queda muy cerca de la cifra de 2020, que fueron 53. Naturalmente, si alguien se maravilla por esta cifra, en la que no están incluidos los cómics, debo decir, para que quede constancia, que 15 de ellos eran de LIJ, y por tanto bastante breves, otros 8 de poesía y 4 bolsilibros. 

Uno de los factores que contribuyó a que mi cifra se incrementara este año fue que descubrí que podía leer en el bus (en el que he ido al trabajo todo el año) sin marearme; de esta manera, pude completar hasta 10 del total en mis viajes (aproximadamente una hora y media cada día). He leído un poco de todo y he seguido escorándome hacia el ensayo histórico. Tenéis mis impresiones en las entradas de diario de lectura en este blog, y el balance de mejores lecturas, en este artículo de Papel en Blanco.

8.12.23

La salvación por la poesía

Esos poemas grabados en mi memoria, ¿están ahí, son memorables porque son intrínsecamente buenos? ¿O porque sus palabras se han simplemente grabado a fuego en nuestro interior, y como una letanía u oración, sabemos que tienen que ser así y no de otra forma, que no podrían ser de otra manera? ¿Simplemente nos hemos acostumbrado a esas palabras, su pronunciación es un ritual, una manera de sentirnos cómodos en una parcela de palabras que ya conocemos? Volver a esos poemas tan queridos es de alguna manera como sentirse en casa. A mí me gustaría poder transmitir ese escalofrío que me producen esas palabras encadenadas, que juntas producen un embrujo (¿no son acaso las fórmulas mágicas lo mismo?). Esos poemas como “Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable” o “Yo sé un himno gigante y extraño” o “Qué joven eres, Dios mío, qué joven eres”, o “En un viejo país ineficiente, algo así como España entre dos guerras”, o “Me gustas cuando dices tonterías” o “Recuerde el alma dormida”, o “En tanto que de rosa y de azucena”, o “¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?” o “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo”, o “Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo, no sé!”, o “Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte”... Algunos ejemplos que me vienen a la cabeza. Sí, son fórmulas mágicas, antiguas combinaciones de palabras que se han vuelto sagradas. No sobra ni falta nada. Me gustaría poder transmitir lo maravilloso de ese trabajo de orfebrería, cómo sus autores fueron capaces de cifrar en palabras pensamientos y sensaciones tan potentes que consiguieron albergar vida en su interior. Estos poemas están vivos, son ya una entidad independiente de sus creadores, son ideas que flotan en el éter y que han conseguido incorporarse de alguna forma. Alcanzar esto es conseguir el mayor éxito como ser humano. Debe de ser una fantasía platónica, pero lo pienso de forma irrenunciable. Ni ahora ni antes este prodigio impresionó a mis alumnos. No al menos a la mayoría. ¿Por qué entonces sigo intentándolo cada año? Transmitir esa conexión profunda, ese "escalofrío", es un desafío, especialmente en la enseñanza, donde cada estudiante reacciona a la literatura de manera única. Continuar intentándolo año tras año refleja la esperanza y la creencia en el poder transformador de la literatura, en la posibilidad de que, aunque sea para unos pocos, esos poemas puedan convertirse en algo más que palabras, en entidades vivas que enriquezcan y transformen vidas, tal como lo han hecho con la mía.

27.7.23

Diario de lecturas (XXXI): bolsilibros

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En el mundo de los bolsilibros hay de todo. Si bien me encanta lo mal que escriben autores como Joseph Berna o Ada Coretti, en esa miríada de autores y obras hay infinitas calidades literarias. Así he conocido la obra de Law Space, pseudónimo de Enrique Sánchez Pascual, padre, por cierto, de Enrique Sánchez Abulí, el creador de Torpedo. En esta novelita Soy un humanoide de 1981 nos encontramos una muy decente historia de posthumanismo, escrita con una calidad literaria a años luz de otros autores de bolsilibros. El último hombre nacido de mujer plantea una callada revolución para desprogramar a los serviles humanoides que la clase alta explota como trabajadores. Transhumanismo, identidad, microdrones... A pesar de las limitaciones del formato, se le ha de conceder el mérito de pensar a lo grande en esta novelita de 96 pgs. El "Solo para adultos" parece más algo que se le impusiera al escritor, que tuvo que meter con embudo alguna escena erótica para vender, que sin embargo salva bien e integra coherentemente en la historia. Y destaco también la inteligencia de jugar con el título y el final del libro. Un buen descubrimiento, que demuestra que falta mucho por estudiar en este género de novelas populares, el pulp español por excelencia. 

Me escapé del infierno de Ada Coretti: Bueno | Libros Ambigú

Sin embargo, me ha decepcionado terriblemente el siguiente título: Me escapé del infierno, de Ada Coretti, una autora a la que sigo y que tiene un estilo francamente malo que, sin embargo, puede disfrutarse bastante una vez entras en su juego. Pero en esta novela, que juega con asesinos psicópatas que han perdido la memoria, no encontramos las características habituales de sus libros (aquí un post muy bueno sobre la autora). Nada sobrenatural: la historia se convierte en una historia de detectives para averiguar quién pudo matar a los personajes que van espichando.

6.5.23

Diario de lecturas (XXX)

Hace un par de años que mis índices de lectura son paupérrimos. A medida que mis hijas se van haciendo mayores, parece que el trabajo se multiplica y sólo encuentro un momento para leer cuando voy a la cama, antes de caer rendido otro día más. Como vi venir, este año la lectura de Normandía 1944 de James Holland me está costando mucho: más de 700 páginas que, aunque muy interesantes, no logro configurar en mi cabeza cuando el autor baja al terreno de lo concreto y describe escaramuzas tácticas que, simplemente, no puedo representar en la cabeza. Llevo cinco meses con el libro y todavía me quedan 200 páginas.

Pero hete aquí que una circunstancia azarosa hizo que mis lecturas se reactivaran hace un par de meses. Dos tapones muy gordos en los oídos (me temo que facilitados por el uso de auriculares "intraoído"), me llevaron, primero, a buscar auriculares de diadema para mis viajes en bus (llevo todo el curso yendo al trabajo en este servicio público, lo que se traduce en una hora y media cada día de trayectos), segundo, a intentar leer en el bus, al menos en el primer transbordo, en el que siempre me puedo sentar y no es demasiado movido. Siempre me he mareado leyendo en el coche, pero ha resultado que, en este pequeño lapso de quizá 20m. del primer bus que cojo, que va prácticamente en línea recta hasta donde me bajo, sí que he podido leer con comodidad. Y eso me ha animado mucho. Empecé por terminar La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, recomendación de Silvia Broome, y me entusiasmó. La pasión de este hombre, su completo convencimiento en las ideas humanistas, me llegaron mucho y me dieron fuerzas para seguir adelante en mi trabajo. Seguí con otro libro de Ordine, Los hombres no son islas, que, a pesar de que tiene muchas coincidencias literales con lo que cuenta el autor en su libro anterior, el compendio de textos de autores clásicos que tratan temas directamente relacionados con nuestra vida (el amor, la consideración de pareja, el racismo, el clientelismo de la universidad, el humanismo, etc.) es realmente excelente y resulta una guía fantástica por si algún día uno quiere entrar en esos clásicos por sí mismo. 

Llevado por el culturalismo, en el buen sentido, de Ordine, revisé mi biblioteca en busca de libros breves que pudiera leer en ese pequeño lapso de autobús. Y volví a Borges, autor que en la universidad me había apasionado. Leí Discusión, pequeños ensayos y conferencias de diversos temas, sobre todo literatura, filosofía y cine, y luego Los conjurados, un poemario que, si no he entendido mal, es el último libro publicado por el argentino. Del primero, me encantó su erudición, hasta el límite de lo pedante, pero a Borges siempre se lo perdono. Muchas veces se me escapan las referencias que utiliza, y además la manera que tiene de decirlo no es precisamente la más sencilla (esto lo noto ahora, no creo que lo advirtiera hace veinte años), pero su sutil y soterrado humor me conforta. Respecto al segundo, me llamaron la atención varios pasajes, y sobre todo el aire personal que transpira la primera parte del poema. Luego la erudición vuelve a abrirse paso, y nos encontramos con los temas de Borges de siempre: la eternidad, el tiempo, el eterno retorno... Pero en Los conjurados el tamiz lo pone un autor ya ciego, y probablemente consciente de que está agotando sus días. Me estremeció. Por ejemplo, éste, que no parece de Borges:

Tríada

El alivio que habrá sentido César en la mañana de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo, del coraje y del hacha.

El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo.

Lo cierto es que ante la idea de otro año en que mis lecturas fueran escasas, las últimas circunstancias me han animado, han hecho que recuperara la ilusión por leer y me han insuflado, de alguna manera, el espíritu humanista, filosófico y literario de los autores que he leído.

29.12.21

Diario de lecturas (XXVIII): bolsilibros

Igual que me gusta volver sobre viejas películas de terror de los 60, 70 y 80 (y cada vez más, los 90 y adelante), sobre todo cuanto peores mejor, cada año me gusta leer algunas de los centenares de novelitas pulp que he ido amontonando como coleccionista. En los últimos meses he leído algunas que me gustaría comentar brevemente.

· El alquimista de la serpiente ciega, de Ralph Barby. No había leído ningún relato de este señor, y con éste me ganó. Situado en el Londres moderno (de los 70, entiendo, o al menos es lo que me imagino), Barby nos lleva hasta un antro de mala muerte regentado por un hombre misterioso y cuyos clientes tienen unas acciones del local que no pueden vender porque todos los que lo hacen acaban muertos... Magnífico mcguffin de inicio porque nos lleva a otro lado a poco de empezar, y la verdad es que es tan interesante que me ha inspirado para alguna partida de rol, por lo que no voy a comentar más la trama, pero incluye magos encerrados en criptas, túneles secretos bajo Londres y misteriosas autopsias que no tienen explicación. Barby me gana con esta primera lectura.

 

· Yo compré un castillo, de Ralph Barby. Decidí seguir investigando la narrativa de este autor, y en esta ocasión, nos presenta un planteamiento un tanto surreal y humorístico: una señora viuda sale del bingo con unas libras de más y acaba en una casa de subastas comprando la maqueta de un castillo, cuando ella pensaba que lo que adquiría a un precio absurdo era un castillo real. Lo que ocurre es que la maqueta es realmente un castillo, y en su interior sigue un malvado noble y su alquimista en tamaño diminuto, castigados por un maldición de la que sólo se podrán liberarse de ella con el consiguiente sacrificio de jóvenes vírgenes... que la pobre viuda deberá proveer. Un divertimento que bien podría haber sido una película de Jess Franco, con situaciones de humor, rituales satánicos y jovencitas desnudas corriendo por entre pasillos llenos de telarañas. 

· Besando a la muerte, de Ada Coretti. Si Ralph Barby abraza lo fantástico y no pretende en ningún momento ofrecer una explicación racional a los hechos que cuenta en sus libros, Ada Coretti no puede evitarlo. Ya he comentado en alguna ocasión que Ada Coretti es una escritora deleznable: es una versión femenina de Joseph Berna (investigué y creo haberme asegurado de que no era un pseudónimo suyo), en la que hace un uso extensivo del punto y aparte sin ningún sentido narrativo, utiliza constantemente fórmulas del lenguaje oral en sus descripciones, y en general, su idea de escribir es más bien nula. Pero, además, en sus historias sobrenaturales, siempre hay un culpable oculto que devuelve los hechos a la esfera de la racionalidad. En esta ocasión, se trata de una misteriosa novia de blanco velo que va azotando con látigos a las sucesivas novias de un tal Tully, cuando no se lía a hachazos con algunas de sus pobres víctimas. Pero como si fuera un episodio de Scooby Doo, aquí siempre encontraremos una mano negra que ha orquestado todo el tinglado con un propósito. Y este libro no es una excepción. Mención aparte hay que hacer de los párrafos enteros que la autora se autofusila, ¡dentro del propio libro!, y que comenté en un hilo de Twitter (aquí en La danza de los esqueletos; aquí en Besando a la muerte).  Pero eso no es óbice, como en Joseph Berna, de que se haya convertido de forma automática en una de mis autoras de bolsilibros favoritos, precisamente porque, en este tipo de literatura pulp, cuanto peor, mejor.

28.12.21

Cerrando 2021: los libros

En Papel en Blanco he comentados los 4 o 5 libros que más me han gustado de las lecturas que he hecho durante este año (los cómics no cuentan, van en otra lista).

Como en el post comento, 

Simplemente añadir que después de dos años con números más bajos, recupero la cifra de 2017 llegando a la sesentena de títulos. Como veremos, tanto libros como cómics son los indicadores que más han bajado en los últimos años. Puedes leer la entrada completa aquí.

9.4.21

Diario de lecturas (XXV)

 Nuevas impresiones al vuelo con lecturas propias y voluntarias o de la Biblioteca Can Sales de Palma.

· Venecia, de Jiro Taniguchi (Ponent Mon). Confieso que no conocía esta obra de Taniguchi hasta que la vi en la tebeoteca de Can Sales, y eso que no es nueva (se editó en 2017). Realizada para Louis Vuitton Travel Book, es la excusa perfecta de Taniguchi para realizar un retrato de Venecia a las acuarelas. Ya sólo por los dibujos este cómic vale la pena: su extremo realismo, su uso del color característico son la excusa para visitar este ¿manga? ¿cómic de viaje? Pero además, Taniguchi, para darle aún más marca de la casa, enmarca la obra en la búsqueda de la huella de los abuelos del narrador, en algo que no sé discernir si es autobiográfico o puramente ficticio. En todo caso interesante cómo vuelve a usar los temas de la memoria  y la reflexión peripatética tan usual en él.

· Lady Snowblood 1, de Kazuo Koike y Kazuo Kamimura (Planeta). En el confinamiento pude ver la primera adaptación al cine de este cómic, y me apeteció recuperar el manga ya que en su momento nunca lo leí. Koike, el afamado guionista de Asa el ejecutor y Lobo solitario y su cachorro entrega aquí una serie de venganza serializada por capítulos, menos extensa (sólo 2 volúmenes), llena de sangre, sexo y personajes torturados.  

 · Crying Freeman 1, de Kazuo Koike y Ryochi Ikegami (Planeta). Otra recuperación, en este caso sentimental, porque Crying Freeman fue de los primeros mangas que se editaron en España, en la primera oleada que llegó de Cómics Fórum con Dragon Ball, y que en aquella ocasión venían de una edición americana de Vid. Mafias contra mafias, otro personaje protagonista atormentado (está siendo usado por la mafia), dibujo espectacular de Ikegami... Lectura rápida y entretenida.


· Mary, que escribió Frankenstein, de Linda Bailey y Júlia Sardà (Impedimenta). Confieso que cogí este libro ilustrado por dos motivos: por el tema, y por el divino dibujo de Júlia Sardà, que me encantó en Los Liszt o Atticus el chico difícil. Una sencilla biografía con un dibujo magnífico que casa perfectamente con la historia que cuenta.




24.12.20

Diario de lecturas (XXIV)

Quise este año dedicarme a leer más por mi cuenta y no obligado por la tiranía de las novedades, que, aunque no lo parezca, es una esclavitud laboral como cualquier otra, aunque a veces resulte placentera. Pero no lo he conseguido. A decir verdad, incluso he leído menos que en 2019, cosa que ya comentaremos en los posts de balance del año. Qué le vamos a hacer. 


Ya en tiempo de descuento, he terminado estas dos lecturas. En primer lugar, Just one more thing, la autobiografía de Peter Falk (Arrow Press, 2008). Presa de la colombofilia que he desarrollado en los últimos meses gracias a la emisión en bucle de la serie Colombo en Paramount Network (resulta que no es una serie como tal, sino una saga de largometrajes rodados a razón de varios por año), me hice con estas memorias del actor. Efectivamente, como reza su contraportada, es un libro ligero, un anecdotario sobre la carrera del actor, contado de forma ágil y deslabazada, lleno de momentos divertidos y extravagantes fruto de 60 años de carrera. Ahora bien, lo compré pensando sobre todo en poder leer detalles relacionados con el teniente, y, por contra, Falk parece intentar distanciarse del personaje por el que se hizo famoso relativizando su peso en esta autobiografía. Efectivamente, sólo le dedica unas 65 páginas de un total de 280. Es legítimo, claro: una manera de declarar que no fue un actor de un solo papel. Relegado al principio de su carrera a interpretar mafiosos, actuó en numerosas películas rodadas alrededor del mundo, de las que me quedo un puñado de títulos para revisar (The Cheap Detective, Anzio) y otras para re-revisar (La princesa prometida, Un cadáver a los postres). Una lectura ligera y anecdótica, pero al menos me ha parecido, durante un rato, estar teniendo una conversación con Peter Falk.


También leí sobre la campana Furari (Ponent Mon, 2012), un Taniguchi que recuperé en algún saldo de Ponent y que había dejado languidecer en la biblioteca, pero la ocasión de venderlo me hizo cogerlo con premura antes de desembarazarme de él. Furari es una obra a medio camino entre El caminante y El gourmet solitario. En ella, el personaje principal es una especie de funcionario retirado de la era Edo que se dedica a la observación astronómica, y que con sus paseos quiere medir distancias para lograr calcular la circunferencia de la tierra. En sus paseos diarios nos hace ver la belleza de la naturaleza y de las cosas cotidianas. Al mismo tiempo que Taniguchi hace un retrato idealizado del Japón del período Edo, una visión poética muy conectada con el arte del haiku, de la depuración de la palabra y su relación con la naturaleza, hace su aparición el elemento de realismo mágico que es costumbre en el autor. En este caso, se trata de una especie de visión a lo El señor de las bestias que el protagonista siente cuando conecta con uno de los animales con los que tropieza en sus paseos, lo que le permite al autor tomar una perspectiva diferente que extraña su propia mirada o la del personaje. Al mismo tiempo original y el típico cómic de Taniguchi, resulta una lectura agradable y zen, de esas que te hacen conectar con lo básico, como es costumbre en este autor.

17.10.20

Parecidos razonables (XXXVIII): Agatha Christie vs. Katatonia

Conceptos parecidos entre la portada del libro de Agatha Christie Un puñado de centeno (A Pocketful of Rye), publicado por Fontana en 1958 y el clásico álbum de Katatonia Brave Murder Day (1996). Dado que la portada también se usó en la edición en sueco (En ficka full med rag), no es impensable que la banda pudiera inspirarse en ella.

 



14.5.20

Diario de la plaga: día 63

En Cartas del que regresa, Hugo Von Hofmannsthal pone por escrito su desasosiego espiritual al volver a Alemania, pero en una de sus cartas encuentra algo que le saca de su spleen: encuentra una exposición de un pintor desconocido y sus cuadros le vuelven loco. Le arrojan a otro mundo, le abren ventanas que ni siquiera sabía que tenía en su cerebro. Gracias a la visita de esa exposición, nos dice, su ánimo cambia de tal manera que consigue encarar el negocio que tenía que realizar con excelentes resultados. La exposición en cuestión resulta ser de Van Gogh, y Von Hofmannsthal, uno de los primero que lo reivindica en 1907. 

Un cuadro que ha hecho una de mis más brillantes alumnas durante el confinamiento.

El sentimiento de maravilla que siente el escritor hoy ya no es posible. Estamos bombardeados constantemente por novedades, por nuevas obras, nuevas películas, nuevas canciones, nuevos documentales, nuevos libros, nuevos cuadros, nuevas representaciones, fusiones, reinterpretaciones, combinaciones, descubrimientos, cada día podemos descubrir a un nuevo artista, una nueva poeta, y por consiguiente, ese sentimiento de maravilla queda anestesiado por esa avalancha de novedades. Has parpadeado y tienes cinco nuevas series con nuevas temporadas para ver, han estrenado diez películas, editado veinte libros y treinta discos, y publicado cien juegos de mesa, rol y ordenador. Y todo queda en un eterno poner en la cola de pendiente aquellas cosas que quieres experimentar. Pero ese sentimiento de maravilla, ¿dónde va a germinar ante tal infinita combinación?

Llevamos dos meses enteros encerrados y tan sólo la suerte hará que la imprudencia de la grey, el populacho (ese ente abstracto llamado "la gente", en el que uno nunca se incluye), no provoque que tengamos que quedar un tiempo equivalente. Por lo pronto, el conseller autonómico acaba de anunciar que las clases no se retomarán hasta el curso que viene, lo que parecía de pura lógica, pero con los políticos nunca se sabe. 

Los Toreadores lo dividían en "artistas" y "farsantes".

No he podido avanzar mucho en mis lecturas; llevo un año malísimo. El único cómputo que ha salido beneficiado, creo, es de películas. Por las noches estoy demasiado cansado, y además he cogido el hábito de coger varios libros para releer fragmentos, consultar, revisar... Y todo eso son lecturas que no pueden contabilizarse. También he hecho algunas lecturas rápidas de libros que he decidido liberar cuando podamos volver a la biblioteca, como el insípido Bestiario de Apollinaire, en una edición atroz de Lleonard Muntaner. Releo muchos manuales de rol (es impresionante como cada vez olvido la mecánica de InSpectres) y, sobre todo, busca aventuras que me parezcan ideales para jugar.


Pero siempre, por fortuna, hay algún tipo de curiosidad, que me lleva a abrir una puerta hasta entonces entornada, y que me permite vislumbrar, no nada en concreto, sino la ilusión de todo un territorio nuevo por descubrir. Ahora mismo, esa puerta se llama wargames, y a pesar de que sean juegos de reglamentos intrincados, que necesitan de muchas horas y de varios participantes, es la ilusión que me ilumina.  No es un wargame ortodoxo, pero pude probar Pavlov's House, y me entusiasmó la narrativa que pude engarzar jugando solo, defendiendo un solitario edificio de la fría Stalingrado, con el constante asalto de los panzers por las calles que enfilan al norte, y los bombardeos sobre las posiciones soviéticas en el Volga. El camarada Pavlov murió tras un ataque directo, pero pudimos resistir el embite teutón hasta el final del juego. Pequeñas ilusiones, pequeños sentimientos de maravilla encapsulados en fichas de cartón.

13.7.19

Diario de lecturas (XIX)

Algunos apuntes de lecturas recientes que no tienen cabida en mis espacios de reseña habituales. 
Visitamos la Biblioteca Pública Can Sales de Palma. Mi objetivo prioritario era dejar una buena pila de libros en la mesa de bookcrossing, fruto de la última revisión y expurgación de mi propia biblioteca (me asombró lo rápido que volaron la mayoría de ellos: viejas ediciones de Tagore, las memorias de Groucho, algún libro de la carrera de Historia de la UNED) y otra gran pila la subí a la sección Infantil/juvenil como donación, principalmente títulos recientes de Kalandraka. Hay que reconocer el gran trabajo que hace esta editorial gallega, sobre todo en la promoción de la poesía para niñ@s, un género muy, muy complicado, con ventas seguramente peores. 

Una de las mejores tiras de la recopilación.

Allí leí el volumen de Max Las aventuras de Guillermo y Miguel, una recopilación de la serie de tiras cómicas Trampantojos que ya habían aparecido anteriormente y al parecer habían sido objeto de una exposición en Alcalá, la tierra del autor de Cervantes. Max es seguramente el autor vivo más importante del cómic español. Mi admiración por él va más allá de todo lo que pueda escribir, y es un honor conocerle en persona e incluso haber presentado uno de sus libros en Palma. A Max le encanta jugar con referentes literarios. En una constante en su obra: por mucho que sus inicios estuvieran en la época de la móvida, la línea chunga, y las revistas de cómic de filosofía punk, Max es un autor cultivado, de múltiples referentes, tanto artísticos, como filosóficos, musicales o literarios. Quizá es una de las cosas por la que más admiro su obra: la capacidad por conciliar alta y baja cultura de una forma tan natural como respirar. En estas tiras, en principio dedicadas a Shakespeare y Cervantes, Max se deja llevar por las anécdotas, así como por la crítica social actual, y crea unas tiras amables, con un humor blanco muy clásico, casi de TBO. Cuando más brilla es cuando (¿inspirado quizá en el Tom Gauld? Es innegable que ambos tienen intereses culturales parecidos) abre esos trampantojos a la literatura en general, y se lanza a conexiones imposibles pero divertidísimas entre el Quijote y Freud, Beckett y Borges, o Poe y el movimiento galego Nunca Mais. La recopilación es muy breve, y supongo que Max ha seguido haciendo trampantojos, y me dejó con ganas de seguir leyendo. Es más, éste es el tipo de cómic que quiero hacer, y aunque ya lo había leído entero en la biblioteca, lo cogí para revisarlo en casa e inspirarme.

En la sección de infantil/juvenil, mientras mi hija releía con delectación Astérix y Cleopatra por enésima vez, leí también El carter de l'espai, de Guillaume Perrault (Ed. Joventut), un cómic infantil (recomendado a partir de 9 años) sobre un cartero que reparte el correo por el espacio. Al pobre hombre le cambian su ruta habitual y tiene que ir de planeta en planeta, algo que en principio le molesta bastante porque es un hombre de rutinas fijas. Tiene malas experiencias en cada uno de los planetas que visita, hasta que al final se dará cuenta que había prejuzgado mal esa nueva tarea. Cuando lo descubre, ve toda la labor de su día con otros ojos. Curiosa vuelta de tuerca que yo, ingenuo lector que soy, no había visto venir, y que habla sobre salir de la zona de comfort y arriesgarse a hacer cosas nuevas. Es una pena que cómics tan interesantes como éste, editado en 2018, tengan un circuito totalmente diferente al resto; quiero decir, este cómic transita el circuito de librerías generalistas, y seguramente (por cuestiones de distribución que tienen que ver con las editoriales) no llegue a las librerías especializadas.

Y ahora vamos con dos críticas que no me resisto a hacer. Son dos cómics que no me han gustado, pero de los que me gustaría dejar unas líneas por escrito aunque sean para mí mismo, porque mi política habitual es no hablar de aquello que no me ha gustado. El primero es Perrito contra gatito, de Andy Riley (Astiberri, 2019). Vaya por delante que a mí este autor (Conejitos suicidas) nunca me ha gustado. En este Perrito contra gatito se marca unas tiras cómicas sobre... perros y gatos domésticos, un tema que parece que tiene tirón en cuanto a público, pero que no es en absoluto original: a saber, perro tonto, gato listo y maquinador. ¿Dónde lo hemos visto? ¿En Garfield, en Ciudadano Can, en los cómics de The Oatmeal, en los cuatrocientos cómics de gatos de José Fonollosa, en los mil mangas que actualmente se venden sobre gatos (El dulce hogar de Chi, Su majestad el gato, El gato gordo de la abuela, etc.)? Quizá el cómic guste a los afortunados propietarios de mascotas, y eso contando que no hayan leído nunca un tebeo sobre ellas. Para los demás, es un ejercicio repetitivo. Si vas a hacer un cómic sobre este tema, más vale que tengas algo nuevo que decir o que al menos tu pericia al lápiz haga que valga la pena.

Y termino con Esta mierda me supera, de Charles Forsman (Sapristi, 2019), cómic que pronto tendrá adaptación en Netflix, como la había tenido su anterior The End of the Fucking World. Ya su predecesora no me había gustado, no por su peculiar y limitado estilo retro de dibujo, deudor absoluto del Popeye de E.C. Segar y otros artistas de la tira cómica clásica, sino por esa visión de la adolescencia absolutamente negra y desprovista de cualquier esperanza, mezclada con el empleo de una violencia explícita que choca frontalmente con el estilo de dibujo. Sí, seguramente ese efecto es el que el autor busca. Y en Esta mierda me supera, Forsman vuelve sobre los mismos temas: el angst adolescente y, sobre todo, el gran drama romántico: el yo, yo, yo. Todo es vivido con una sensibilidad exacerbada, y eso lo representa Forsman con una protagonista, Sydney, que tiene unos poderes psicokinéticos capaces de hacer mucho daño. Se trata de una versión oscura y pesimista de la Eleven de Stranger Things o de un mutante descarriado de la Academia Charles Xavier. Sydney es una chica de quince años que fuma porros, tiene relaciones sexuales (primera desconexión emocional con el cómic) y acaba de descubrir que le gustan las chicas. Su mejor amiga tiene un novio de mierda, su madre tiene un trabajo de ídem, y su padre volvió de la guerra de Irak como si fuera otra persona. El cómic es una alegoría de la adolescencia como la encrucijada de la vida donde la incapacidad de ponerse en el lugar del otro tiene que solucionarse de forma positiva para la sociedad: si no, las consecuencias son terribles, como en este cómic. Lo dicho: esta mierda me supera.

6.8.18

Diario de lecturas (XVIII)

De nuevo aprovecho el fondo de Can Sales para recuperar algunas lecturas que se me habían pasado o de las que me había quedado con ganas. De nuevo quiero felicitar el extraordinario trabajo que está haciendo esta biblioteca de Palma para tener una gran oferta de cómic, tanto en la comicteca como en la planta infantil-juvenil.

· En primer lugar, tenemos Astrid Bromuro: Cómo atomizar a los fantasmas, de Fabrice Parme (Dibbuks). A pesar de que este álbum es el segundo de la serie, puede leerse perfectamente. Las aventuras de esta jovenzuela de padres repipis y espíritu indomable, son exquisitas. En esta ocasión, a Astrid la envían a un internado carísimo en el que hay unos fantasmas que no descansan en paz. ¿Podrá junto a sus nuevas amistades resolver el misterio de sus muertes? Astrid Bromuro es un excelente cómic infantil, con una preciosa linea de dibujo de regusto añejo, como de revista de los años cincuenta. La narración es clásica, pero en ocasiones Parme nos sorprende con algunos ejercicios más complejos (en este tomo, la bajada por una escalera que nos permite ver todo el internado en una especie de corte transversal). Por si la historieta no hubiera bastado, el álbum ofrece como material extra una serie de pasatiempos que exploran los elementos de la narrativa gráfica: el uso del color, los guiones, la caracterización de personajes. No están porque sí, sino para jugar con el trabajo de un autor de cómics. Recomendable al 100%.

· Los diarios de Cereza 1: El zoo petrificado, de Aurélie Neyret y Joris Chamblain (Alfaguara). Hace tiempo que me rondaba este cómic, máxime cuando su carta de presentación es que ha sido galardonado con el Premio al Mejor Cómic Infantil de Angoulème. El problema es que, al ser editado por una editorial de libros, ha quedado un poco fuera del circuito de las librerías especializadas. Así que en la última Feria del Libro compré un álbum sin fijarme, y, ¡horror! era el tercero de la serie. Por suerte, en Can Sales tenían esta primera entrega, donde se nos presenta a Cereza, la protagonista,  y a sus amigas. Juntas descubren a un misterioso señor que cada día sale del bosque con botes de pintura. ¿Qué hace? ¿Dónde va? La respuesta la encontrará Cereza siguiéndolo y descubriendo su secreto. El zoo petrificado es un cómic que mezcla la narrativa a modo de diario (de ahí su nombre) con el cómic. Valores como el amor por la naturaleza, la amistad, la aventura, el respeto hacia los animales, el valor de las personas ancianas... son alguno de los que la lectura introduce de una manera sencilla y sin querer dar lecciones. El dibujo es una maravilla, y el color hace de ésta una obra visualmente muy atractiva. Los personajes no dejan de ser planos, pero una cosa que tiene este cómic es que la emoción recorre toda la trama y sacude al lector. Otra gran recomendación.

· Y finalmente, Valerosas 2, de Penelope Bagieu (Dibbuks), una nueva entrega del cómic ya comentado aquí anteriormente. ¿Qué decir ya que no dijera antes? No lo sé: la autora nos presenta más ejemplos de mujeres valientes, transgresoras, de ideas claras, y que tuvieron que luchar enconadamente en un mundo de hombres para hacerse escuchar, notar o ver. Me reitero en mi opinión: Valerosas es un cómic imprescindible. No sólo porque la autora recupera la intrahistoria de estas mujeres (lo que en inglés llaman herstory por oposición a history), muchas de ellas silenciadas o simplemente ignoradas por una cultura todavía demasiado patriarcal, sino porque la habilidad de Bagieu para la sintetización y el humor con las herramientas del cómic es fantástica. Este cómic tiene mucho valor didáctico en clase, y no sólo eso: es una excelente herramienta para demostrarles a ellas que pueden hacer lo que quieran, y a ellos que hay que respetar esa voluntad. 

Trío de muy buenas lecturas esta vez, por tanto, y trío de recomendaciones abrumadoras.

30.5.18

El juego está en la actitud

Cuando vi entre las novedades de Paidós el libro ¿Jugamos? Cómo el aprendizaje lúdico puede transformar la educación estuve tentado de pedir un ejemplar para reseñarlo en Papel en Blanco. Pero últimamente se me están acumulando de forma escandalosa las lecturas, de forma que la pila de libros pendientes puede fácilmente alcanzar el metro de altura, así que desistí de hacerlo. En su lugar, pensé, lo compraré yo mismo y lo leeré cuando pueda. De chill, dicen mis alumnos. Hoy me ha llegado y empecé su lectura por aquello de ver qué enfoque tiene.
No he avanzado mucho en su lectura (apenas cuarenta páginas), y en las primeras, su autora, Imma Marín, ya avisa de que espera que el libro resulte inspirador, y que no es su intención que éste sea un recetario de actividades para llevar directamente al aula. Confieso que esto me contrarió en parte, porque en todo esto de las nuevas pedagogías estoy un poco cansado de puntos de vista teóricos y de que intenten convencerme de sus bondades: quiero pasar a la acción, quiero ejemplos, actividades, modelos a seguir, sugerencias, propuestas de trabajo. Pero bueno, vamos a darle una oportunidad, dije.

En el segundo capítulo, cuando la autora se basa en las ideas de Huizinga aparecidas en Homo Ludens (Alianza, 1995), subraya la importancia del juego no sólo como vía de aprendizaje sino como fenómeno cultural. La actitud lúdica, dice, tiene que ver con la capacidad de asombrarnos, con la curiosidad, con las "ganas de"..., con la creatividad (...).

Y he aquí donde el libro me produce un primer electroshock. Va a parecer una tontería, algo traído por los pelos, pero desde hace años, muchos años, a veces me ronda por la cabeza esta frase: "tengo unas ganas de...!", que muchas veces nunca se completa. Muchas veces no, nunca. Tengo esta frase en mente en muchas ocasiones, y es como un pensamiento espontáneo, no sé de dónde viene ni qué quiere decirme. Y encontrarme una referencia directa en el libro... Me ha tocado personalmente.

La autora sigue: Es una actitud ante la vida. Y más adelante:  La capacidad de jugar no está en los objetos ni en las actividades que se nos proponen, sino en nosotras mismas [Imma Marín usa el femenino como plural genérico]. Es nuestra capacidad de mirar lúdicamente.

Y entonces todo encaja. Vuelvo a pensar en mí, y me recuerdo yendo de camino al cole (incluso recuerdo la calle y el tramo donde estaba) pensando en los deberes como si de conseguir los anillos de Sonic se tratara. Entonces ya veía los deberes hechos como bonus que me aportarían "puntos" o ventajas.  Y pienso en cuando empecé a estudiar Inglés, relativamente ya muy tarde (6º de EGB/Primaria), y cómo me pareció muy fácil porque era como un juego, un juego de misterio en el que resolver los mensajes en clave. Y pienso en cómo me gusta enfocar el estudio del análisis sintáctico como si fuera un juego de encontrar al culpable a base de pistas y de formular interrogatorios. Y pienso cómo, aún ahora, en casa, sigo pensando en términos de bonus a la hora de realizar las tareas domésticas. Así que, sin haber leído una página más del libro, pienso que igual sí tengo esa actitud de juego de la que habla la autora, la he tenido toda la vida. Y que quizá eso pueda usarlo en toda su amplitud algún día en clase si me enseñan cómo he de hacerlo.

Y ya está. Esta era la reflexión que quería dejar por escrito antes avanzar más en el libro y de que se me olvide.

6.5.18

Diario de lecturas (XVII)

Comparto aquí breves impresiones de las últimas lecturas que me llevé de la Biblioteca Can Sales de Palma, que desde el año pasado ha renovado la comicteca ampliando su espacio y dedicándole un rincón temático en la planta baja. Es encomiable el trabajo que están realizando sus bibliotecari@s promoviendo la lectura del cómic en esta biblioteca.

El primer cómic que leí fue La levedad, de Catherine Meurisse (Impedimenta), más que nada por todos los compañeros críticos que la habían leído y hablaban excelencias de ella. Ojo, que ha vendido más de 85.000 ejemplares en Francia en un momento en que las ventas no son las de antaño. La novela gráfica es un testimonio de Catherine Meurisse, una de las dibujantes del equipo de Charlie Hebdo. El día 7 de enero de 2015, la alarma de su despertador no suena y eso hace que llegue tarde a la reunión del equipo de diseñadores de la revista Charlie Hebdo que fue interrumpida por el conocido ataque terrorista que se saldó con la muerte de varios de los autores de la revista. Esta circunstancia del azar sirve a la autora para analizar sus sentimientos, que muchas veces aparecen en los supervivientes de la catástrofe, de vacío, de por qué yo no, de replantearse todo en lo que uno cree. Meurisse, con una risa amarga, en un estilo muy Charlie Hebdo, da cuenta de esas circunstancias de su día a día, desnuda su depresión, y las mil maneras en las que la encara, hasta encontrar algo en lo que apoyarse: la creación, la belleza. Efectivamente, mis compañeros tenían razón, se trata de un cómic fantástico, que sabe bucear en la psique de su autora sin resultar pedante ni autocomplaciente. Es un documento descarnado de un proceso de luto y reconfiguración, casi de resiliencia. Posiblemente hubiera votado esta obra como mejor del año 2017 si la hubiera leído a tiempo.

Como lo hubiera hecho con esta otra, Valerosas 1, de Penélope Bagieu (Dibbuks). El problema, muchas veces, es que uno no puede llegar a todos los cómics que querría por propia cuenta, y de tanto en tanto se escapan joyas como ésta. Nuevamente debo el mérito de haber descubierto esta obra a mis compañeros críticos de la ACDCómic, que llamaron la atención sobre este título, y afortunadamente lo encontré en Can Sales como nueva adquisición de este mes. De Pénélope Bagieu he de decir que he leído el resto de su obra publicada en castellano (Josephine, ¡Mi vida es lo más!, etc.) y es francamente olvidable: cómic a la moda actual para lectoras no habituales de este medio, en el que se frivoliza sobre las costumbres de la vida moderna de una mujer. Pero lo mismo que son cómics, podrían haber sido monólogos en un teatro. Pero en Valerosas, la autora usa un enfoque totalmente distinto. Se trata de breves biografías de mujeres que, como dice el subtítulo "sólo hacen lo que quieren hacer". Desde personajes más conocidas como Margaret Hamilton, la bruja de El mago de Oz, hasta Tove Jansson, autora de los Mumins, a otras desconocidas, Bagieu traza las vidas de estas mujeres de forma divertida e inteligente. No sólo es interesante el cómic por su trasfondo feminista, por el hecho de visibilizar a todo un colectivo de mujeres que, con pequeños o grandes hechos, han transformado el mundo, sino porque es un buen cómic: la autora emplea el lenguaje del cómic de una forma excepcional, y tanto la elipsis entre viñetas, cuidando siempre de la economía del lenguaje usado, como el humor están magistralmente administrados en este cómic. Otro título imprescindible.

Y ahora vamos al otro lado de la balanza. Tomé prestado también Chiisakobee 2, de Minetarô Mochizuki (ECC), una adaptación de una novela de Shûgorô Yamamoto ambientada en el periodo Edo que Mochizuki opta por trasladar al Japón contemporáneo. La serie ha tenido bastante éxito, recibiendo el Premio a la excelencia en el Japan Media Arts Festival de 2013, y siendo incluida en la selección oficial del Festival Internacional de la Bande Dessinée de Angouleme 2016. De nuevo, en nuestro país mis compañeros de la ACDCómic la señalaron como una serie a tener en cuenta, y yo mismo leí su primer tomo cuando salió, pero decidí dejarlo ahí. Ahora tenía la oportunidad de seguirla desde la biblioteca y así lo hice. Sentimientos encontrados ante la lectura. Porque cuando estaba en medio de ella, entendí por qué no la continué. La historia del heredero de una constructora que decide trabajar por sí mismo, y de paso tiene que hacerse cargo de una serie de niños huérfanos... no termina de llegarme. Mochizuki cambia radicalmente de registro desde su genial Dragon Head, y se planta aquí con una historia costumbrista de ritmo totalmente japonés: es decir, pausada, con decenas de transiciones, con mucho mundo interior... Y al final del segundo tomo puede uno entrever el juego al que quiere jugar Mochizuki y entrar en él... Pero a mí me cuesta horrores. Y no es sólo una cuestión de tempo de la narrativa, porque pueden gustarme los mangas de este estilo... Es sólo que uno no acaba de empatizar con los personajes, todos me terminan pareciendo muy lejanos, entiendo poco sus motivaciones, y por tanto, me interesa más bien poco lo que pueda sucederles. Como son cuatro tomos en total, si puedo terminarla a través de la biblioteca, lo haré, para ver si el conjunto me hace cambiar de opinión.

Y finalmente, otra novedad del mes en la biblioteca que tomé prestada: Tormenta, tomo integral de la serie regular por Greg Pak, Víctor Ibáñez y Barrionuevo (Panini). Es una serie originalmente publicada en 2014-2015, cuando en Marvel, conscientes de que un nuevo píublico de mujeres podía tener interés real en los cómics, surgió esa explosión de series con protagonistas femeninas. Tormenta fue uno de esos personajes. No enfocado hacia nuevas lectoras como Chica Ardilla o Ms. Marvel, Tormenta tiene el handicap de tener que comulgar con una enorme continuidad a sus espaldas, y aunque en Marvel no han tenido reparos en obviar esas continuidades cuando han querido, éste no es el caso. Así que el cómic se queda entre dos tierras: parece dirigido al fan de siempre, que conoció a la Tormenta original de Claremont y Smith, cuando llevaba el peinado de cresta la primera vez. Pak hace un cómic al uso, es decir, los lectores acérrimos de Marvel no creo que puedan ponerle muchos peros a esta serie: aventuras independientes, hechos de la continuidad general Marvel que terminan afectando a la colección (la muerte de Logan, ¿eres de los que tampoco lo sabía, como yo? Felicidades), caras conocidas de toda la vida (Calisto, Forja, Gambito) que los más jóvenes posiblemente desconozcan... ¿El resultado? El resultado es regular. Pak hace un guion de oficio que ni destaca para bien o para mal. Bastante previsible en algunas ocasiones y demasiado enredado en el conocimiento previo de los lectores, para mi gusto. Los dibujantes españoles del tomo, especialmente Víctor Ibáñez (proveniente de la cantera Joso), hacen un buen trabajo. Ibáñez sobre todo, para el que ha sido todo un tour de force trabajar con Marvel. Su estilo me recuerda en ocasiones a Brent Anderson o a Neal Adams, aunque en la entrevista posterior al tomo el dibujante no los cita como influencias. Interesante esta charla, además, porque se comenta que desde la editorial se insistió en no sexualizar a la protagonista con grandes atributos, y eso está bien. Pero de la misma manera que se ha tenido esta perspectiva de género en el diseño, en el guion se podría haber explotado mucho más tanto esta perspectiva de género como la de raza, que en este cómic no tiene ninguna importancia. En resumen: un cómic Marvel de lo más normal. O al menos para mí, que ya a este tipo de obras les exijo un plus para poderlas recomendar.

3.1.17

Cerrando 2016: los libros y los cómics

Un año de lecturas: 63 libros y 170 cómics (cuatro libros más pero ocho cómics menos que 2016; balance final: cuatro volúmenes menos que el año pasado). Hay que decir que en cuanto a libros, una parte importante han sido libros de LIJ, poesía, o bolsilibros, a los que me he enganchado este año (9 novelitas y un volumen que incluía otras seis, Monstruos en el oeste, por el que me he metido en este tipo de literatura pulp cañí). De los libros que más me han gustado, centrándome en novedades del mismo año, ya escribí un post para Papel en Blanco. En cuanto a cómics, seguramente haga lo mismo en días próximos.

29.11.16

ASMR en español - Visión del infierno, por Víctor Hugo


Este fragmento corresponde al libro Lo que dicen las mesas parlantes, editado recientemente por Wunderkammer, una obra que os recomiendo mucho para descubrir al Víctor Hugo más espiritista. En este fragmento, los asistentes (la familia Hugo) reciben a un espíritu autodenominado Drama (¿William Shakespeare?) que quiere dictarles una nueva obra. Están presentes Charles Hugo, hijo del escritor Victor Hugo, y su mujer. En esta intervención, la figura de Infierno habla a Paraíso y le explica lo que es la condición humana y el propio infienro.

15.11.16

Rimas LXXVIII, XLIV y XXX de Bécquer


Aquí tenéis un pequeño trabajo hecho por alumnas de 4º de ESO del curso 2016/2017 sobre tres rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Espero que os guste.

5.11.16

Vlog: ¿Por qué cursar Estudios Literarios?


Nuevo vídeo en mi canal. Ante mi sorpresa, el video anterior sobre ¿Quieres estudiar Filología? ha alcanzado en visitas al basuri-video viral que hice sobre el infame Dalas, el youtuber y presunto escritor. Así que me he animado a hacer otro sobre la misma temática: por qué elegir una carrera de Letras. Que lo disfrutéis. Y recordad, ¡l@s filólog@as son sexys!
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