29.12.19

Cerrando 2019: la música


Seguimos el balance del año, esta vez con una entrada dedicada a la música. Este año el número de canciones ha bajado significativamente, por circunstancias personales, aunque el número de artistas, álbumes y temas ha aumentado, lo que traducido significa que he escuchado menos música, pero más variada.

Una vez más encabezan la lista nombres conocidos de siempre. Tenemos que irnos hasta la posición #8 para encontrar nuevos artistas. Predominan estilos tranquilos y música relajada.



Los álbumes más escuchados: sin novedad. Destacar el disco de versiones bluegrass de Metallica, que y conocía pero me han enganchado hasta el punto de comprar el cd físico.



Sin más comentarios. Este año tampoco he podido atender mucho a las novedades, pese a tener el servicio de novedades de Prophecy Records, por ejemplo. Me voy guiando por recomendaciones que cazo y sobre todo por la guía de Angry Metal Guy, que estas últimas semanas ha estado dando listas de lo mejor del año de las que he rescatado algunas cosas. Escribí un par de reseñas mínimas en el tag de música que podéis leer, pero ningún lanzamiento me cautivó de verdad. A ver qué nos trae 2020.


26.12.19

Cerrando 2019: los cómics


En cuanto a cómics, este año mis lecturas han bajado en número considerablemente. De llegar a 170 el año pasado, en 2019 llegué solo a 131. De este total, he conformado una lista de 18 títulos que incluyo como los mejores del año y que he publicado en Papel en Blanco.

25.12.19

Cerrando 2019: Las series


Al igual que en el caso de las películas, las circunstancias personales me han permitido visionar muchas temporadas enteras de series. Este año ha superado en mucho al anterior en este aspecto (las lecturas han sido las que han salido perdiendo de este desequilibrio). A continuación hago un somero repaso a lo visto durante 2019:

· Antes de Cristo  (Única - 6 ep.). Otra serie de Movistar+ que vi por recomendación de una ex alumna y a la que hice caso ni que fuera por si podía aprovechar algo para la asignatura de Latín. Me equivoqué. Quizá es que no conecto con este tipo de humor a lo Muchachada Nui.
 
· Black Mirror (Temporada 3 y 4). Me había quedado atascado en el episodio Nosedive hace años (he puesto ese episodio varias veces en clase para reflexionar sobre el poder de las redes sociales) y por fin seguí adelante. Me ha gustado mucho en general el tono y la capacidad de sorpresa que sigue teniendo. Como leí hace poco, "los finales de Black Mirror están entre lo jodido y lo muy jodido". Pues eso. Grandes capítulos, como San Junipero, permiten hacer volar la imaginación hacia un futuro demasiado cercano.

· The Bletchley Circle (Temporada 1 y 2). Vieja recomendación que me hizo Corominas hace años y que aproveché ahora que está disponible en Netflix. Interesante punto de partida en el que unas mujeres que trabajaron descifrando códigos en la IIGM se unen para intentar parar a un asesino en serie. La segunda temporada rebaja un poco las expectativas y termina teniendo algunas soluciones de trama a lo Chicas del cable.


· La catedral del mar (Temporada única). Escribí una entrada en este blog sobre este despropósito.


· Chernobyl (Única - 5 ep.). Los que me sigáis sabréis que soy aficionado a lo relacionado con Chernobyl, su accidente nuclear, etc. por culpa de la saga de videojuegos Stalker (luego vendría la película, la novela original de los Strugaski, etc.). Esta miniserie no es documental pero intenta reconstruir de forma realista lo que ocurrió en la central nuclear de Ucrania. De lo mejor del año.

· Las chicas del cable (Temporada 4). Es uno de mis placeres culpables anuales; una serie que intenta ser un cruce entre el heroísmo casual de The Bletchley Circle y el sentimentalismo de Call the Midwife, todo agitado en una coctelera pretendidamente feminista. Por lo demás, la cuarta temporada es ya un despropósito completo en detalles y argumento.

· Daybreak (Temporada 1). Basada en un cómic que (dicen) tiene un tono más dramático, aquí nos encontramos con una visión adolescente, y por tanto, desenfadada, autorreferencial y plenamente consciente de ser un producto de ficción, lo que le da un toque divertido.


· La Frecuencia Kirlian (Temporada 1). Una serie argentina de cortos animados desarrollados en torno a una extraña radio en una extraña ciudad. Disponible en Netflix, pocos episodios y muy cortos, la despachais en una hora o dos. Curiosona.

· Game of Thrones (Temporada 6, 7 y 8). Otro maratón que hicimos para ponernos al día antes del inicio de la última temporada: no iba a consentir comerme más spoilers de los que me había comido ya. Bueno, qué decir que no se haya dicho ya. ¿Buen final? Sí, supongo. ¿Demasiado precipitada la trama de Daenerys? Igual sí, yo no soy un fan letal ni un forofo que se sabe los libros de pe a pa. Para mí, los últimos cinco minutos de la temporada sobran y son como un cachondeo hacia el espectador: ¿Tyrion reinvindicando el valor de las historias como un Neil Gaiman de todo a cien? De 1º de Guionistas. ¿Y esos últimos momentos en el consejo del rey mientras todo es cachondeo y la cámara se aleja? Venga ya.

23.12.19

Cerrando 2019: Rol


Este 2019 ha sido el año definitivo de la recuperación del rol en mesa para mí. Si el año pasado empezaba a recuperar esa tónica con partidas dispersas, además de lo que he podido introducir en el colegio, este 2019 ha sido el de poder conseguir una cierta regularidad, lo que ha permitido volver a jugar a un ritmo más o menos compatible con el de la vida familiar de un cuarentañero.

1. La habitación sin sellar (La llamada de Cthulhu). Una muy buena partida para Cthulhu Actual (bueno, actual... la ambientamos tal como se sugiere, en los 90), que me ha llevado a crear un proyecto para Lengua Castellana en 3º de ESO en torno a un proceso judicial. La partida, una típica investigación de mansión, muy buena, con unos buenos jugadores. Tenéis reseña y podcast aquí.

2. La maldición de Fierezel (Walpurgis). Una partida muy loca para el sistema rolero de películas de serie B. Contamos con la inestimable ayuda de la DJ María en el cole.

3. Huida rebelde (Star Wars D6). Repetí esta introducción por excelencia para los fans de Star Wars de 1º de ESO, pero el resultado fue regulero. El problema de los horarios de juego y unos jugadores noveles que vienen del mundo del videojuego le restaron algo de sabor a la avetura.

4. Down Hills (Ratas en las paredes). Una de las partidas del año, esta adaptación a nuestro grupo de El chiste del bufón. Un grupo de jugadores de 1º y 2º de ESO se pusieron en la piel de unos niños engañados por una fuerza superior... y el resultado de su implicación fue genial. It + Stranger Things + Las Tierras del sueño. Tenéis post y podcast sobre nuestra experiencia aquí.

5. Apocalipsis Cthulhu (Gumshoe en las paredes). Pepe Pedraz pasó por la isla y tuvimos la ocasión de juntarnos algunos adultos (Oscar Recio, Josep R. Cerdà, Miquel Flexas y servidor) para tener el privilegio de ser dirigidos por este monstruo. Y no decepcionó. Con una adaptación propia del sistema El rastro de Cthulhu con apuntes de Ratas en las paredes, Pepe nos dirigió lo que alcanzó en una sesión de este libro publicado por Edge. Sólo diré que la experiencia me hizo ver una forma diferente de dirigir que he podido aplicar desde entonces.

11.12.19

Diario de lecturas (XX)

Sigo con algunas lecturas fuera de las novedades, títulos que leo por alguna deria o son fruto de algún préstamo. El diario gatuno de Junji Ito: Yon y Mu (Tomodomo, 2015) es una lectura que me prestó un alumno y en la que el mangaka de terror más conocido en Occidente se saca de la manga una serie sobre su relación con los gatos. Así que aquí tenemos a un hombre capaz de dibujar las historias más inquietantes del mundo (Uzumaki, Hellstar Remina, etc.) que se pasa al costumbrismo amable, aun más, a la moda de los mangas sobre gatos (El dulce hogar de Chi, Su majestad el gato, Soy un gato, La abuela y su gato gordo...). Y bien, ¿qué puede aportarnos Ito a esta moda? La verdad es que nada.

Porque Ito sabe hacer una cosa bien. Pero esa cosa no es una historia amable y costumbrista. E Ito apuesta, consciente de que hacer algo "normal" de un tema tan trillado no le llevará a ningún sitio, por aplicar su gramática del horror y de lo grotesco a un contexto cómico como es su vida privada: él, el gran mangaka de terror, siendo un calzonazos y un súbdito más de sus dos minimos. De la disonancia entre el libro de estilo del terror del autor y su temática surge esta obra esperpéntica y absurda. ¿Qué tal resulta la mezcla? No muy afortunada, en mi opinión. Como si fuera un ejercicio de estilo en el que pedir a Lovecraft que escribiera un relato de humor ambientado en sus mitos. No pasa de ser una curiosidad que los acérrimos de Junji Ito podrán valorar mejor. Ellos, y los aficionados a los gatos para los que cualquier cosa relacionada con estos felinos esté bien.

10.12.19

Parecidos razonables (XXXI): Otomo vs. Lafebre

Parecidos razonables entre la portada de Los buenos veranos 5: la fuga, de Zidrou y Jordi Lafebre (Norma, 2019) y World Horror Apartment/¡Qué horror de apartamento!, de Satoshi Kon y Katsuhiro Otomo  (Planeta, 1994): 



9.12.19

Parecidos razonables (XXX): La sombra de Frank Frazetta

¿Recordáis la famosa ilustración Death Dealer de Frank Frazetta? Se ha convertido en un estándar del fantástico que tiene infinidad de homenajes, voluntarios o involuntarios, en el mundo del cómic. Aquí algunos:








Y aquí la original, para que la recordéis:



Bonus track de parecidos razonables:
· Marduk vs. Frazetta
· Elric de Melniboné vs. Grendel vs. Princess of Mars
· Spartacus vs. Rotting Christ
· Aznar vs. malo de Assassin's Creed 2
· José Carlos Llop vs. Calamardo
· Antony and the Johnsons vs. Sopor Aeternus
· Amorphis vs. Wolfmother vs. Magritte
· Shamrain vs. Tesla
· Aborted vs. Municipal Waste 
· Manowar vs Turrican

8.12.19

Sobre sostenibilidad, comodidad y otras preocupantes hierbas

[Una divagación sin rumbo pero centrada en la sostenibilidad de nuestro modo de vida] 

Llevo ya un tiempo en que la visita a una gran superficie o supermercado me pone nervioso. Ver los pasillos absolutamente llenos de productos en sus lineales me provoca una sensación de desconcierto de intranquilidad. Porque al ver toda esa exposición de productos caducables no puedo evitar pensar todo el tiempo en su malgasto. En que muchos de ellos irán directamente a la basura. En que el 90% de los productos de un hipermercado están envueltos en plástico o son recipientes de plástico, un plástico que apenas se recicla y que va a estar siempre ahí. Siempre. Y cada vez más escuchamos noticias de un mar lleno de plásticos, de continentes de plástico a la deriva... Es que no hace falta ir a buscar la noticia: te pega una bofetada personalmente cuando vas a la playa, cuando caminas por el campo, cuando paseas por la ciudad. Todo está infestado de envases de plástico, que la gente no sabe o no quiere o le da igual reciclar. La cumbre climática reciente de Madrid ha sido como todas las demás: mucha palabrería, mucho postureo, muchas firmas, pero nada en claro. Eso sin contar que los principales países contaminantes ni siquiera estaban presentes.

Y pienso en el futuro cercano. Un futuro cada vez más cercano en el que el petróleo empezará a escasear. Y por tanto el plástico. Y deberemos cambiar nuestra manera de vivir de forma drástica, porque todo será diferente. Algunas comunidades ya están limitando el uso de bolsas de plástico, pero hoy mismo, a pesar de la prohibición de venderlas, se siguen usando. ¿Cómo nos llevaremos las frutas y verduras, pensará alguien? Pues en la cesta de la compra de la abuela, como se hizo toda la vida, o cómo se hace ya en los mercados ecológicos. No hay bolsa de plástico. Como mucho, alguna de papel. Pero lo que hay que hacer es directamente cesta de mimbre. Como la abuela. Porque vamos a tener que volver en muchos sentidos a lo que hacían los abuelos.

¿El qué? Se acabará comprar raciones individuales de todo. Cualquier producto se encarecerá, y por tanto, cuanto más pequeño sea, más valdrá. Tendremos que comprar más al por mayor. No sólo se encarecerá el plástico, sino todo lo que es transportado, por lo tanto, todos aquellos productos que vienen de la otra punta del mundo o se dispararán o dejarán de estar disponibles. Tendremos que volver al producto local, como se hizo siempre. 

Habrá que arremangarse para sacarnos del pozo de mierda en que se habrá convertido este planeta. ¿Qué problema hay, se te van a caer los anillos por recoger los desperdicios de otros si haces una excursión al campo? No: contribuirás a no degradar la tierra y con suerte servirás de modelo a los demás.

Todo esto son ideas inconexas que se me iban agolpando mientras escribía, a cuento de algo que he pensado y subido a Facebook: ojalá la gente se tome igual de bien las medidas que en un futuro cercan tendrán que tomarse y que sacrificarán comodidad por sostenibilidad como las medidas que ya se han tomado sacrificando libertad por seguridad. En el segundo caso (restricción de libertades, controles continuos, grabaciones, etc.) nos han dicho que era por nuestra seguridad, y hemos callado y agachado la cabeza, como si no hubiera alternativa. En el primero, los liberales nos dirán, aunque el puto planeta se esté yendo a la mierda, que legislar según qué tipo de cosas en beneficio del medio ambiente es atentar contra la libertad individual y el libre comercio. Algunos lo creerán de verdad porque tienen el cerebro sorbido, pero muchos de los que se alarman ante este tipo de restricciones son empresas con intereses de por medio. 

Soy consciente de que no descubro América, de que todo esto muchos lo sabéis, pero hay que actuar ya, joder. Hay que cambiar las cosas. Hay que denunciar la proliferación de plásticos, hay que quejarse a los supermercados, hay que optar en última instancia por una voluntad individual de cambiar algunos hábitos. 

La próxima vez que estéis en la cola del súper, fijaos en los carritos que tenéis delante. Todo está emplasticado. Da miedo.Todo lo que nos llevamos, todo, o el 90% al menos, está sobreempaquetado y conservado en plástico. Es demencial.

Vamos a tener que replantearnos todos nuestros hábitos de consumo en un futuro cercano, y no nos va a gustar. Y muchos sectores nos dirán que eso va contra la democracia, contra la libertad de elección, que esos malditos rojos quieren que sólo comamos verduras y vayamos en bicicleta. Como si fuera libertad de elección optar por lo que nos destruye. ¿Es un atentado contra nuestra libertad no poder comer fruta o verdura que no es de temporada? Para algunos sí.

Algunos sectores son tan rídiculos, tan infinitamente imbéciles, que son como lemmings marchando hacia su propia extinción, pero satisfechos por llevar los bolsillos llenos de dinero.

¿Sabéis una cosa? Por mucho que avance la tecnología, no creo que el dinero sea comestible en el futuro.

Por suerte, parece que en los últimos meses, debido precisamente a la Cumbre Climática de Madrid, los medios son más sensibles al tema. Como si el tema no fuera la deria de cuatro abrazaárboles, sino algo más real. Porque cada vez las evidencias están más delante de nuestra cara como para poder negarlas. Mirad Murcia y el desastre en el que está sumido el Mar Menor, consecuencia de los vertidos y de la agricultura intensiva, que ha envenenado la tierra y el agua para conseguir esa superproductividad que, de todas maneras, luego termina en el cubo de basura. Éste caso es el ejemplo perfecto de cómo no hacer las cosas: un gran ecosistema se va a la mierda o está a un tris de estarlo, y los remedios que se ponen son parches que, encima no son bien recibidos por los agricultores, que se consideran "humillados". El problema es mucho más profundo y radica en el origen del sistema. Necesitamos volver al cultivo natural, no intensivo, sin agentes agresivos hacia la tierra, usar la permacultura, la rotación de cultivos o el descanso de la tierra, medidas todas que van en contra de capitalismo salvaje en el que estamos inmersos y que hacen peligrar todo el sistema tal como está instaurado. La mala noticia es que su no aplicación lo que hace peligrar es todo lo demás: el ecosistema que hace posible nuestra supervivencia.

En todo este entramado se hace difícil decir quién es culpable y quién tiene que actuar para cambiar las cosas. La respuesta probable es TODOS. Cierto es que sin un apoyo institucional o empresarial, los individuos poco podremos hacer, pero es también la presión individual y luego social la que genera los cambios.

No es una cuestión sólo de reciclar. Reciclo y ya está, he cumplido con mi deber. No, amigo, no es así. Parece que con reciclar los envases o meter cada desecho en su contenedor ya hemos hecho nuestra parte (algunos ni siquiera llegan a eso. En según qué barrios, la conciencia de separación de residuos es nula, y es tristísimo. La gente, lo siento, no tiene NI PUTA IDEA de cómo usar correctamente los contenedores). El verdadero reto es cambiar de hábitos. Aquí van algunas cosas muy sencillas que todos podemos hacer y no cuestan mucho esfuerzo:
  • Ante todo, reducir el consumo, no comprar raciones pequeñas o individuales, intentar cuidar de las cosas para que nos duren lo máximo posible. Como nuestros padres hacían.
  • Optar por envases de cartón, cristal o madera antes que plástico.
  • Castigar a las grandes superficies que sobreempaquetan su mercancía.
  • Preferir mercados locales y tiendas de proximidad antes que grandes superficies.
  • Fomentar el consumo de producto ecológico, local, y, si puede ser también, de comercio justo.
  • No usar más bolsas de plástico: en lugar de ello, de ropa, o de papel, o en todo caso, de más de un uso.
  • Pedir las sobras en un restaurante. No es humillante ni de poca clase. Estamos evitando derrochar comida.
  • Consumir menos carne. En serio, las alternativas a día de hoy son muchas y son sabrosas. No digo que se deje de consumir del todo. Pero hacerse flexivegetariano (básicamente vegetariano, pero comiendo carne ocasionalmente) es una buena forma de contribuir al bienestar del planeta. Pensad que la mayor parte del terreno cultivable del planeta es para alimentar al ganado, que a su vez nos alimenta a nosotros, no para el ser humano directamente.
  • Reciclar la ropa o depositarla en contenedores que la recogen y que no hacen negocio con ella.
  • Acudir al mercado de segunda mano. En nuestro país, hemos tenido siempre la impresión de que comprar ropa de segunda mano era algo muy de pobres, y sin embargo, en muchos países es algo normal. Cada vez son más usuales los mercadillos de segunda mano, donde podemos encontrar de todo y a buen precio.
  • Usar papel de periódico para envolver regalos. A la hora de montar una fiesta, ágape o reunión cualquiera, pensar en la cantidad de residuos plásticos que podemos llegar a generar.
  • Comprar a granel los productos que uno pueda consumir así.
  • Ser conscientes, sobre todo, de que el precio que pagamos por casi todo es fruto de la explotación de alguien, del eslabón más débil de la cadena. La ropa de Primark y de muchas marcas es tan barata porque viene de donde viene, y porque es de mala calidad. En las grandes superficies los precios son baratos porque su poder económico permite llegar a una extorsión legal con los productores. Y así con todo. "Yo compraría productos ecológicos, pero no me lo puedo permitir", habréis oído. Bueno, quizá el problema es que ÉSE es el precio real del producto. No quiero decir que no se consuma nada, lo que digo es que seamos consciente que no estamos pagando lo que valen las cosas, y que si algún día tenemos que hacerlo, vamos listos. Teniendo esto en mente, consumamos de forma responsable. 

Tened en cuenta que nuestra actitud, nuestro posicionamiento sobre el tema y sobre todo nuestras acciones pueden ser un ejemplo para los demás, que el ser humano es gregario y que necesitamos de muchas personitas haciendo el bien para que resulten un Bien mayor para todos.

22.10.19

Jugando a 'Nemesis': sensaciones

Este texto lo escribí en un grupo de FB, pero para que no se pierda en éter internáutico, lo dejo aquí también:

Ayer estrenamos Nemesis con una partida colaborativa a cinco. Quizá no la mejor forma de empezar a jugar (se alargó mucho). Los objetivos no eran moco de pavo: la nave tenía que llegar a la tierra, el nido y la reina tenían que ser eliminados, había que descubrir todas las salas, enviar una señal y llevar un huevo para investigar.
Al principio la cosa iba bastante bien, los motores respondían. La capitana descubrió unas cuantas salas desde la sala de vigilancia y los aliens se hicieron de rogar. Encontramos muy pronto el nido y eliminamos los huevos además de coger uno para uno de los objetivos.
Pero a medida que la cosa avanzaba la cosa se fue poniendo más y más chunga, sobre todo a la hora de la fase de evento de evolución de los intrusos. Ahí empezó el caos, con adultos saliendo a cascoporro, gente infectada... El explorador pudo poner rumbo a la Tierra (íbamos para Marte) y consiguió llevarse un cadáver de bicho para descubrir que tenía una debilidad específica.
Terminaron cayendo el explorador, la piloto, el mecánico...
Al final apareció la reina y entre la capitana y el soldado la pudimos matar. Quedaba solo llegar a la cámara de hibernación, que estaba en llamas. El soldado arregló el sistema antiincendios para apagarla y de paso que un intruso desocupara la cámara. Con las últimas fuerzas, llegamos al hibernatorio, con los putos aliens pisándonos los talones. Al final, en la tirada de ruido para poder hibernar salió un adulto, que mató al soldado, y muy a duras penas la capitana pudo terminar con él, y ponerse a hibernar con el deber cumplido. Por los pelos no, lo siguiente.
Mi impresión: la narrativa desplegada muy buena, fue casi como una peli de Alien (de las buenas). Ahora, la cosa entre explicación y juego se fue a más de cuatro horas, eran las 3am y estábamos para el arrastre. Seguramente nos equivocamos en muchas cosas, pero estuvo muy bien. Si le he de poner un pero es que en full cooperativo a 5 no es la mejor opción. Se tienen que cumplir los objetivos de todos y eso es durillo. Creo que semicooperativo a 4 debe funcionar mejor.

9.10.19

Reseñas extremas mínimas (XVIII)

· Silence in the Snow: Levitation Chamber. Al tipo de música que factura este dúo de Oakland formado por la cantante y guitarrista Cyn M y el batería Trevor DeSchryver (Wolves in the Throne Room) ahora lo podemos llamar shoegaze, dream pop... Pero a poco que uno escuche, sabrá que este grupo es casi un homenaje/plagio a Siouxsie & The Banshees. Tanto en las atmósferas, como en la voz de Cyn, nos encontramos con una reelaboración de la segunda época del grupo gótico británico (Tinderbox), cuando se habían sacudido el polvo punk y sus melodías eran más personales. Escucho este disco y no puedo evitar pensar que es una grabación perdida de Siouxsie. Eso no es malo, ojo. Pero en fin.

· Tool: Fear Inoculum. Tenía que ser el disco del año, qué digo, de la década, la vuelta de los más grandes, tras hacernos esperar trece (13) putos años de rumores. Este álbum puede convertirse en el Duke Nukem Forever del metal, el Chinese Democracy del siglo XXI. Y es que sí, el disco suena a Tool y es el progressive metal artístico y lleno de detalles de Tool... Pero después de unas cuantas audiciones atentas se revela un disco plomizo, con pocas ideas, sin alma. Con muchas canciones superando los diez minutos de duración, es Tool haciendo lo de siempre. Y eso está bien. Pero si en trece años no puedes aportar nada a lo que ya has hecho, es normal que bandas que empezaron copiándote (Soen, por ejemplo) resulta que ahora mismo tengan propuestas más interesantes. Una gran decepción, porque, como muchos, quería que me gustara este disco. Me he esforzado porque así fuera. Pero no. No está mal, pero a estas alturas de la vida le pedíamos algo más al grupo. Hasta la portada parece hecha con Paint y una imagen de stock en diez minutos.

· A Perfect Circle: Eat the Elephant. Maynard volvía por partida doble, y a pesar de que había dicho que APC era un grupo en una vía muerta, aquí tenemos el cuarto trabajo de su proyecto más "femenino" (como alguna vez ha indicado). Y la verdad, si tengo que quedarme con uno de los dos nuevos trabajos de este hombre que considero que tiene una de las mejores voces del panorama actual, seguramente sería con este Eat the Elephant, y eso a pesar de la que debe de ser una de las peores portadas musicales de los últimos diez años. A ver, no voy a mentir, siempre he sido más de APC que de Tool; para escuchar Tool tienes que estar mentalmente en condiciones, es una música muy cerebral, mientras que APC es más emocional. Así que este álbum consigue lo que pretende: seguir la línea de sus antecesores sin traicionar su esencia. Otro día podríamos hablar de las expectativas que tenemos en un grupo dependiendo de lo fanáticos que seamos y de qué queremos de ellos: que innoven y sigan explorando su personalidad, o que permanezcan inalterables en aquello que nos enamoró de ellos.

· Monolord: No Comfort. Todo lo que dijimos con anterioridad en la entrega XVIII a propósito de Magic Circle se podría decir de nuevo aquí para este disco de los suecos Monolord. Si es que ya lo dicen en Angry Metal Guy: "It’s a recipe for short-lived success; while I enjoy drinking at this particular well, I can only do so for a short time before moving on". Grupo de doom/stoner que factura el enésimo disco perdido de la primera época de Black Sabbath, Monolord nos ofrece riffs monolíticos, tempo lento y voz que, cómo no, recuerda a Ozzy, y suena extrañamente lejos del micro. Si quien escucha tiene paciencia, podrá atisbar detalles de calidad, pero en un conjunto que, para mí, está sobreexplotado.

13.7.19

Diario de lecturas (XIX)

Algunos apuntes de lecturas recientes que no tienen cabida en mis espacios de reseña habituales. 
Visitamos la Biblioteca Pública Can Sales de Palma. Mi objetivo prioritario era dejar una buena pila de libros en la mesa de bookcrossing, fruto de la última revisión y expurgación de mi propia biblioteca (me asombró lo rápido que volaron la mayoría de ellos: viejas ediciones de Tagore, las memorias de Groucho, algún libro de la carrera de Historia de la UNED) y otra gran pila la subí a la sección Infantil/juvenil como donación, principalmente títulos recientes de Kalandraka. Hay que reconocer el gran trabajo que hace esta editorial gallega, sobre todo en la promoción de la poesía para niñ@s, un género muy, muy complicado, con ventas seguramente peores. 

Una de las mejores tiras de la recopilación.

Allí leí el volumen de Max Las aventuras de Guillermo y Miguel, una recopilación de la serie de tiras cómicas Trampantojos que ya habían aparecido anteriormente y al parecer habían sido objeto de una exposición en Alcalá, la tierra del autor de Cervantes. Max es seguramente el autor vivo más importante del cómic español. Mi admiración por él va más allá de todo lo que pueda escribir, y es un honor conocerle en persona e incluso haber presentado uno de sus libros en Palma. A Max le encanta jugar con referentes literarios. En una constante en su obra: por mucho que sus inicios estuvieran en la época de la móvida, la línea chunga, y las revistas de cómic de filosofía punk, Max es un autor cultivado, de múltiples referentes, tanto artísticos, como filosóficos, musicales o literarios. Quizá es una de las cosas por la que más admiro su obra: la capacidad por conciliar alta y baja cultura de una forma tan natural como respirar. En estas tiras, en principio dedicadas a Shakespeare y Cervantes, Max se deja llevar por las anécdotas, así como por la crítica social actual, y crea unas tiras amables, con un humor blanco muy clásico, casi de TBO. Cuando más brilla es cuando (¿inspirado quizá en el Tom Gauld? Es innegable que ambos tienen intereses culturales parecidos) abre esos trampantojos a la literatura en general, y se lanza a conexiones imposibles pero divertidísimas entre el Quijote y Freud, Beckett y Borges, o Poe y el movimiento galego Nunca Mais. La recopilación es muy breve, y supongo que Max ha seguido haciendo trampantojos, y me dejó con ganas de seguir leyendo. Es más, éste es el tipo de cómic que quiero hacer, y aunque ya lo había leído entero en la biblioteca, lo cogí para revisarlo en casa e inspirarme.

En la sección de infantil/juvenil, mientras mi hija releía con delectación Astérix y Cleopatra por enésima vez, leí también El carter de l'espai, de Guillaume Perrault (Ed. Joventut), un cómic infantil (recomendado a partir de 9 años) sobre un cartero que reparte el correo por el espacio. Al pobre hombre le cambian su ruta habitual y tiene que ir de planeta en planeta, algo que en principio le molesta bastante porque es un hombre de rutinas fijas. Tiene malas experiencias en cada uno de los planetas que visita, hasta que al final se dará cuenta que había prejuzgado mal esa nueva tarea. Cuando lo descubre, ve toda la labor de su día con otros ojos. Curiosa vuelta de tuerca que yo, ingenuo lector que soy, no había visto venir, y que habla sobre salir de la zona de comfort y arriesgarse a hacer cosas nuevas. Es una pena que cómics tan interesantes como éste, editado en 2018, tengan un circuito totalmente diferente al resto; quiero decir, este cómic transita el circuito de librerías generalistas, y seguramente (por cuestiones de distribución que tienen que ver con las editoriales) no llegue a las librerías especializadas.

Y ahora vamos con dos críticas que no me resisto a hacer. Son dos cómics que no me han gustado, pero de los que me gustaría dejar unas líneas por escrito aunque sean para mí mismo, porque mi política habitual es no hablar de aquello que no me ha gustado. El primero es Perrito contra gatito, de Andy Riley (Astiberri, 2019). Vaya por delante que a mí este autor (Conejitos suicidas) nunca me ha gustado. En este Perrito contra gatito se marca unas tiras cómicas sobre... perros y gatos domésticos, un tema que parece que tiene tirón en cuanto a público, pero que no es en absoluto original: a saber, perro tonto, gato listo y maquinador. ¿Dónde lo hemos visto? ¿En Garfield, en Ciudadano Can, en los cómics de The Oatmeal, en los cuatrocientos cómics de gatos de José Fonollosa, en los mil mangas que actualmente se venden sobre gatos (El dulce hogar de Chi, Su majestad el gato, El gato gordo de la abuela, etc.)? Quizá el cómic guste a los afortunados propietarios de mascotas, y eso contando que no hayan leído nunca un tebeo sobre ellas. Para los demás, es un ejercicio repetitivo. Si vas a hacer un cómic sobre este tema, más vale que tengas algo nuevo que decir o que al menos tu pericia al lápiz haga que valga la pena.

Y termino con Esta mierda me supera, de Charles Forsman (Sapristi, 2019), cómic que pronto tendrá adaptación en Netflix, como la había tenido su anterior The End of the Fucking World. Ya su predecesora no me había gustado, no por su peculiar y limitado estilo retro de dibujo, deudor absoluto del Popeye de E.C. Segar y otros artistas de la tira cómica clásica, sino por esa visión de la adolescencia absolutamente negra y desprovista de cualquier esperanza, mezclada con el empleo de una violencia explícita que choca frontalmente con el estilo de dibujo. Sí, seguramente ese efecto es el que el autor busca. Y en Esta mierda me supera, Forsman vuelve sobre los mismos temas: el angst adolescente y, sobre todo, el gran drama romántico: el yo, yo, yo. Todo es vivido con una sensibilidad exacerbada, y eso lo representa Forsman con una protagonista, Sydney, que tiene unos poderes psicokinéticos capaces de hacer mucho daño. Se trata de una versión oscura y pesimista de la Eleven de Stranger Things o de un mutante descarriado de la Academia Charles Xavier. Sydney es una chica de quince años que fuma porros, tiene relaciones sexuales (primera desconexión emocional con el cómic) y acaba de descubrir que le gustan las chicas. Su mejor amiga tiene un novio de mierda, su madre tiene un trabajo de ídem, y su padre volvió de la guerra de Irak como si fuera otra persona. El cómic es una alegoría de la adolescencia como la encrucijada de la vida donde la incapacidad de ponerse en el lugar del otro tiene que solucionarse de forma positiva para la sociedad: si no, las consecuencias son terribles, como en este cómic. Lo dicho: esta mierda me supera.

28.4.19

Reseñas extremas mínimas (XVII)

· Fórn - The Departure of Consciousness. La mezcla de doom (o funeral doom) con sludge y postrock a veces me acaba cargando un poco y si un disco no me entra a la primera con algún destello de genialidad es difícil que entre en él. Escuchando en Deezer el último disco de los bostonianos Fórn, Rites of Despair, el ojo se me fue a la miniatura de su disco anterior, The Departure of Consciousness (2014). Y la verdad es que éste me ha entrado bastante mejor. Quizá es porque consigue construir muy bien una atmósfera opresiva y amenazante a base de unas guitarras muy lentas y depresivas. De una reseña en internet: "Fórn self-identifies their brand of music as a combination of funeral doom and sludge, but this album is so much more than the sum of those two parts. (...) Originally released digitally last year, the album was recorded over a nasty New England winter—and for all its twists and turns, it’s a direct product of its inception: it’s nasty, cold, and full of surprises". Me parece un álbum que puede establecer una conexión entre el funeral doom plano pero meticuloso de Catacombs y el caos primigenio de Portal.

· Magic Circle - Departed Souls. La influencia de Black Sabbath en el metal es infinita, y las bandas, no ya de imitadores, sino que han querido seguir su legado más puro, no se quedan de atrás. Magic Circle crea en Departed Souls (2019) otro de esos discos que podría ser "el álbum perdido" de Black Sabbath entre sus primeros seis discos de estudio. Tanto en la afinación de las guitarras como en la de la voz principal, aquí es todo sabbath setentero, con cierto regusto (quién lo iba a decir) de los Deep Purple de la misma época. Con este disco me pasa como con muchos otros del mismio estilo: te sorprende positivamente en una primera escucha, los disfrutas dos o tres veces... Y luego lo que tienes ganas de poner son los viejos álbums originales de Black Sabbath.

· Superlynx - New Moon. Lo dicho arriba para Magic Circle podría aplicarse también a este trío formado en Oslo con cantante femenina al frente. Buenos riffs, voz solvente, todo perfecto para recrear ese sonido doom-stoner setentero. Y no está mal (el riff de Valley of Lepers, por ejemplo), pero el conjunto termina produciéndome el efecto antes mencionado. En general, la idea de la audición de todos estos discos vino, como siempre, instigada por las reseñas de Angry Metal Guy

26.4.19

Un despropósito como una catedral


¿Que un campesino entra en la ciudad de Barcelona con una ballesta al hombro y ningún guardia ve nada extraño? No pasa nada.

¿Que se nos dice que los bastaixos acarrean en su tiempo libre las piedras de Montjuïc hasta la catedral como ofrenda de devoción, pero por lo que vemos en la serie no hacen nada más en todo el día? No pasa nada. 

¿Que las mujeres, excepto las niñas y las prostitutas, deberían ir con el pelo recogido según los usos de la época y aquí las vemos a todas luciendo melena? No pasa nada. 


¿Que en la serie vemos a una Santa Inquisición con tribunales plenamente operativos, pese a que históricamente no se fundó como tal hasta cien años después? No pasa nada. 

¿Que, pese obviar el punto anterior, la pena por herejía (que no fuera reincidente) eran unos latigazos o como mucho el destierro de la ciudad, y aquí nos pintan que por “yacer con una judía”, Arnau será como mínimo quemado en la hoguera? No pasa nada. 

¿Que el hermano del protagonista, pese a ser un miembro sumamente devoto de la Iglesia, hasta el punto del fanatismo, termina suicidándose, es decir, cometiendo pecado mortal y contraviniendo todas las enseñanzas en las que cree? No pasa nada. 

¿Que, en fin, la serie parece basada en subvertir completamente la férrea ordenación estamental de la época, haciendo que el personaje pase de siervo a burgués adinerado, y de burgués a noble? No pasa nada.

¿Qué parte de culpa de todo esto tiene la novela original y qué la serie? No tengo ni idea, pero realmente no tiene importancia, porque aquí no pasa nada.

Y hasta aquí mi crítica de La catedral del mar (Atresmedia, 2018).

19.4.19

Parecidos razonables (XXIX): Ragnarok vs. Ratas en las paredes

De nuevo un caso de parecidos razonables en el mundo de los juegos de rol con un ejemplo muy cercano. En primer lugar, portada del juego Ragnarok (3ª edición), de Luis A. Madorrán, publicado por T&T (2018).


Abajo, arte para la pantalla de Ratas en las paredes, juego de rol de The Hills Press (2019). La primera foto son las dos caras interiores de la pantalla. La segunda son las dos caras exteriores.



Se da la coincidencia de que se trata de dos juegos de rol de horror editados en el lapso de más o menos un año, ambos por mecenazgo, y que en el arte aquí mostrado se han inspirado en el mismo motivo, el de un tablón de pared lleno de recortes, fotografías y mapas conectados demostrando una relación entre ellos. 
Cabe decir también que la portada de Ragnarok 3ª ed. iba a ser muy diferente, cuando las opiniones de los mecenas hicieron cambiar el diseño por completo. Tenéis más información en el blog del juego.

27.2.19

Parecidos razonables (XXVIII): Tiny Frontiers vs. High Space

Parecido razonable entre dos juegos de rol que han prácticamente coincido en su campaña de micromecenazgo en Verkami. Por una parte, High Space, una ambientación de ciencia ficción para Savage Worlds creada por Patrick Taylor y publicada en inglés por StoryWeaver Games. Tenéis su campaña (ahora ya terminada) en Verkami aquí. Por otra parte, Tiny Frontiers, un juego de rol futurista minimalista creado por Alan Bahr y editado por Akuma Studio y Gallan Knight Games. Cuando escribo estas líneas, la campaña acaba de empezar en Verkami aquí. En ambas portadas (recordemos, ambos son juegos de rol cuya salida ha coincidido en el tiempo) presentan una estructura muy parecida de una nave en el espacio con la misma perspectiva y paleta de colores, con estrellas a contraluz y un planeta cercano.



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