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22.8.25

Diario de un verano (2-IV): séptima semana. Recuento bibliográfico.


 La temperatura ha mejorado; me veo con ímpetu para hacer algo. He conseguido aumentar un poco el ritmo de lectura. Actualmente tengo empezados Lobezno Omnigold 2: Vuelta a lo básico, el segundo integral de la serie regular, aunque me está dando perezón porque arranca con la inclusión del prestigio Lobezno & Nick Furia: Conexión Escorpio; Locas (integral 1) de Jaime Hernandez, a ver si esta vez le pillo el tranquillo, pero llevo unas 80 páginas y no hay manera, no conecto; sigo con La Ilíada, estoy atascado en el canto XIII, no es que no me guste, pero tengo que estar con ánimos para seguir; Legado de gigantes, de Jaume Aurell, tiene buena pinta, pero el prólogo me ha hecho arrugar la nariz en algunas consideraciones ideológicas que el autor plantea... espero que no sea para tanto; La meva família i altres animals, de Gerald Durrell: se nota que este Durrell era el naturalista de la familia, porque el énfasis de este inicio de su trilogía de Corfú la pone en la naturaleza y en los animales... Veremos si soy capaz de terminarlo, porque lo tengo en préstamo de la biblioteca. Además, compré varios títulos sobre historia de la piratería, que no he empezado: La edad de oro de la piratería de Hugh F. Rankin, e Historia general de los piratas de Daniel Defoe (para complementar la experiencia del juego Golden Age of Piracy: 1718). Y hoy mismo he recogido en Gotham el tomo Omnigold de La Patrulla-X 12, cuando finaliza Claremont y se da inicio el X-Men de Jim Lee. Entre todas esas páginas ando metido este mes. ¿Sois de tener empezados muchos libros vosotros?

10.7.25

Otros 20 libros de mi biblioteca que quiero leer (Vídeo)

 


Como ahora hace casi un año, esta semana he tenido no unas horas libres, ¡unos días! y he querido actualizar el apartado libresco de mi ahora copado por los wargames canal de Youtube. Así que en un rato que he tenido, he grabado este vídeo donde comento otros 20 libros de mi biblioteca que me gustaría empezar a leer y aún así esperan pacientes su turno. Y digo "otros 20" porque es la segunda parte de otro vídeo que puedes ver aquí

27.5.25

Ritos nocturnos, mi primer poemario. Reflexiones (I)

Parece mentira, pero últimamente he estado hablando de mi libro en todas mis redes, excepto en este rincón medio olvidado que es Cisne Negro, el blog seminal que se mantiene bajo viento y marea en marcha. 

En abril, publiqué en la editorial Sloper mi primer (¿y último?) poemario, Ritos nocturnos. ¿Poemario? ¿Pero este tío no hacía guiones de cómic, y reseñas y...? Sí. 

Para hablaros de Ritos nocturnos voy a permitirme en este mi blog retrotraerme a mi infancia. Cuando me preguntaban de pequeño qué quería ser, yo pensaba "escritor", pero nunca lo dije en voz alta. Aún hoy dudaría de calificarme con ese sustantivo. Pero es innegable que la pasión de mi vida han sido las palabras, como atestigua este blog con casi 25 años, mis años de fanzineo, mi web, mis múltiples páginas de reseñas, y un largo etcétera de colaboraciones con medios modestos que me han permitido colaborar.

Desde pequeño, efectivamente, he tenido ese gusanillo de escribir. He escrito multitud de cuentos, de intentos (nunca acabados) de novelas, incluso fragmentos de teatro... y sí, poemas. Al principio, muy rimbombantes y sonrojantes, claro. Rimados, medidos, en la tradición de lo que había aprendido. Poemas de amor para la chica de la que estaba enamorado en ese momento. Sinceros, ¡ojo! Sentidos. Quizá demasiado afectados. Pero, al final y al cabo, estaban marcando un camino donde lo importante no era la meta, sino el camino que iba haciendo a cada verso.

Fue en la universidad donde mi interés por la poesía se expandió. Con los estudios de Filología pude bucear en toda la historia de la poesía en español, y sobre todo con las clases de Literatura Contemporánea y asignaturas como Comentario de Textos Poéticos pude conocer a muchos autores y mucha poesía diferente. De esa época viene mi afición por una serie de autores que me impactaron mucho, gracias a las clases del también poeta Francisco Díaz de Castro. Poetas como Francisco Brines, José Hierro, José A. Goytisolo, Gil de Biedma (releído mejor, porque en COU lo odié), y especialmente Guillermo Carnero, José María Álvarez (a los que pude ver recitar en persona) o Luis Alberto de Cuenca me dieron una visión de la poesía alineada con la vida (o la vida alineada con la poesía) que amé especialmente.

En esa época estuve haciendo mis pinitos, publicando algún que otro poema en mi propio fanzine Cisne Negro, en la revista Lázaro que publicábamos los alumnos en la Facultad; en la revista La Bolsa de Pipas e incluso en alguna que otra antología. En 2001 participé en el Certamen Art Joven de Palma para jóvenes creadores, con un poemario llamado Citerea en ruinas, que se llevó una mención especial sin premio. Creo recordar que participé en otras ocasiones, pero nunca gané nada más.

Mis años de poesía fueron especialmente de juventud, puede decirse. Una parte importante de mis lecturas poéticas (y de mis escriturancias) son de aquella época feliz y despreocupada. Leí mucho durante los años de Filología (¡lo lógico, ¿no?!), pero ojalá hubiera leído aún más. Fueron años de descubrir a Ángel González, a los novísimos, a Ana Merino, a Kavafis, a Stevenson como poeta, a Safo, la poesía tradicional japonesa, al Borges poeta... Y a muchos, muchos otros, que ahora mismo no recuerdo. Con muchos de estos y de los anteriormente citados, mi ideal me llevó a encontrar (quizá sólo a buscar) una voz que apelara a una vida pasada por el filtro de la poesía, e incluso yo diría hasta cierto punto que a poetizar la vida. Pero a poetizar en el sentido de un malditismo intelectual, de una superioridad de esa vida cerebral intensa. Y la salvación por el filtro de la belleza. Fueron años en que me identificaba con ese bastardo de Hank Moody -interpretado por David Duchovny- en Californication. Porque eso era lo que quería. Pero está claro que una cosa eran los Ideales y otra cosa lo que este tímido patológico, este ser perezoso, cobarde y amargado podía conseguir en realidad. [Seguiremos trazando las líneas de Ritos nocturnos en posteriores entradas]

Puedes comprar Ritos nocturnos en:

-La web de Sloper [AQUÍ].

-En Amazon (me dejas un porcentaje extra a mí con este enlace) [AQUÍ].

-En Todostuslibros a través de tu librería cercana. [AQUÍ].

-En general, en cualquier librería si lo encargas primero (lo más probable es que no lo tengan en estock)  

3.1.25

Cerrando 2024: los libros y los cómics

Me doy por satisfecho con las lecturas de 2024. He leído 45 libros; para que nadie se lleve a engaño, 15 eran títulos LIJ muy breves, 6 eran poesía y 2 teatro. He leído un poco de todo, aunque dos libros me han atascado bastante el avance, uno por su longitud (La guerra de las trincheras, lectura que me ocupó meses) y otro por su aridez relativa (¡Submarino...!).

Aunque entre los 45, como decía, hay novela, hay ensayo científico, entrevistas, reflexión pedagógica o filosofía, veréis que el top está copado, nuevamente, por mi interés por la divulgación histórica y la historia bélica.

 
· La guerra de las trincheras, de Ismael López (Ático de los Libros, 2024). Un libro que me ocupó meses; lo que tiene de volumen lo tiene de minuciosidad. Un libro que disecciona la Iª Guerra Mundial en el Frente Occidental de manera detallada y en todos los aspectos, desde los más sociales hasta los políticos, pero sobre todo en los militares. Un estudio yo diría que definitivo.

· Blackwater: La riada (I) y El dic (II), de Michael McDowell (Blackie Books, 2024). Esta saga ha sido sin duda el éxito de la temporada. Lo tiene todo para ser atractiva, al menos para mí: ambientación american gothic, saga familiar, una caracterización y desarrollo de los personajes excelente, toques sobrenaturales muy en la vena de Stephen King... Ya he leído que las entregas son irregulares, pero estas dos primeras son dos novelitas (recordad que viene a ser una única novela que el escritor ideó en entregas) excelentes.

· Hermanos de sangre, de Stephen E. Ambrose (Ático de los Libros, 2024). No es una novedad, porque este año lo que hizo fue reeditarse en rústica. Tras ver la serie por segunda vez, leí el magnífico libro de Ambrose, un autor -como el otro que comentaremos- clásico en la literatura de memorias bélicas de la IIGM, sobre la compañía Easy  del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista, parte de la 101ª División Aerotransportada norteamericana. Magníficas memorias, que amplían y profundizan lo que vemos en la serie. El tono biográfico hace que no tengas que ser un lector culoduro de libros de operaciones militares, porque no es ése el rollo.
 
· El día más largo y Un puente lejano, de Cornelius Ryan (Crítica 2024 reed., 2023). en el 80 aniversario de los acontecimientos del Desembarco de Normandía (junio) y la operación Market-Garden en Holanda (septiembre),  acudí a estos dos clásicos de la literatura bélica. Ryan, al igual que Ambrose, es un autor que te lo pone muy fácil: su estilo periodístico, casi biográfico o novelesco, aunque ya más denso, hace que sean lecturas muy amenas y unas aproximaciones muy buenas a los hechos. Son lo que son: bibliografía clásica del tema que abren las puertas a querer saber más sobre el tema.

· Fe, esperanza y carnicería, de Seán O'Hagan con Nick Cave (Sexto Piso, 2024). Un libro que es una serie de entrevistas con el bad seed que arroja mucha luz biográfica sobre cómo afrontó el músico la muerte de su hijo adolescente y cómo han sido concebidos sus últimos álbumes. Entre tanto, reflexiones sobre el arte, la vida y la muerte, y, sobre todo la religión y la trascendencia. Gran libro.

· Prométeme que te pegarás un tiro, de Florian Huber (Ático de los Libros, 2024). Reedición en tapa blanda de la edición de 2022, se trata de un libro escrito de forma brillante y que arroja luz a un momento oscuro de la historia: la oleada de suicidios en Alemania tras la caída del Tercer Reich. Huber se adentra en los años de ascenso de Hitler para intentar explicar el porqué del fanatismo que suscitó el dictador y cómo esas ideas llevaron al suicidio de centenares de alemanes. Escalofriante y esclarecedor.

· La calavera, de Jon Klassen (Blackie Books, 2024). Un cuento inspirado en la tradición nórdica que Jon Klassen ilustra en un estilo vintage precioso. Una niña que huye y que encuentra una calavera en una vieja mansión. Los dos hablan. ¿Qué se hará de ellos? Como buen cuento infantil, también tiene un poso de reflexión y una doble lectura para los adultos. Una edición exquisita y una historia magnífica, que enamora sólo con ojearla.

· La revolución rusa, de Victor Sebestyen (Ático de los Libros, 2024). El historiador húngaro, especialista en siglo XX, Victor Sebestyen traza en La revolución rusa un panorama general de la caída del régimen del zar y las luchas bolcheviques que llevaron a la Revolución y más tarde a los soviets. Con una mirada crítica y afilada, este ensayo desvela el corpus de violencia sobre el que se asentó el leninismo y sus consecuencias. Muy ameno (se lee en un suspiro) y muy buena introducción al tema.

9.8.24

20 libros que me gustaría leer

 

Esta semana tuve unas horas libres y quise grabar una cosilla para mi abandonado canal de Youtube. Regrabé la presentación del canal y este vídeo en el que selecciono 20 libros de mi biblioteca que me gustaría empezar a leer y aún así esperan pacientes su turno. ¿Tenéis muchos vosotros?

1.1.24

Cerrando 2023: los libros

 


Este 2023 he leído 54 libros, diez más que en 2022 y que se queda muy cerca de la cifra de 2020, que fueron 53. Naturalmente, si alguien se maravilla por esta cifra, en la que no están incluidos los cómics, debo decir, para que quede constancia, que 15 de ellos eran de LIJ, y por tanto bastante breves, otros 8 de poesía y 4 bolsilibros. 

Uno de los factores que contribuyó a que mi cifra se incrementara este año fue que descubrí que podía leer en el bus (en el que he ido al trabajo todo el año) sin marearme; de esta manera, pude completar hasta 10 del total en mis viajes (aproximadamente una hora y media cada día). He leído un poco de todo y he seguido escorándome hacia el ensayo histórico. Tenéis mis impresiones en las entradas de diario de lectura en este blog, y el balance de mejores lecturas, en este artículo de Papel en Blanco.

6.5.23

Diario de lecturas (XXX)

Hace un par de años que mis índices de lectura son paupérrimos. A medida que mis hijas se van haciendo mayores, parece que el trabajo se multiplica y sólo encuentro un momento para leer cuando voy a la cama, antes de caer rendido otro día más. Como vi venir, este año la lectura de Normandía 1944 de James Holland me está costando mucho: más de 700 páginas que, aunque muy interesantes, no logro configurar en mi cabeza cuando el autor baja al terreno de lo concreto y describe escaramuzas tácticas que, simplemente, no puedo representar en la cabeza. Llevo cinco meses con el libro y todavía me quedan 200 páginas.

Pero hete aquí que una circunstancia azarosa hizo que mis lecturas se reactivaran hace un par de meses. Dos tapones muy gordos en los oídos (me temo que facilitados por el uso de auriculares "intraoído"), me llevaron, primero, a buscar auriculares de diadema para mis viajes en bus (llevo todo el curso yendo al trabajo en este servicio público, lo que se traduce en una hora y media cada día de trayectos), segundo, a intentar leer en el bus, al menos en el primer transbordo, en el que siempre me puedo sentar y no es demasiado movido. Siempre me he mareado leyendo en el coche, pero ha resultado que, en este pequeño lapso de quizá 20m. del primer bus que cojo, que va prácticamente en línea recta hasta donde me bajo, sí que he podido leer con comodidad. Y eso me ha animado mucho. Empecé por terminar La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, recomendación de Silvia Broome, y me entusiasmó. La pasión de este hombre, su completo convencimiento en las ideas humanistas, me llegaron mucho y me dieron fuerzas para seguir adelante en mi trabajo. Seguí con otro libro de Ordine, Los hombres no son islas, que, a pesar de que tiene muchas coincidencias literales con lo que cuenta el autor en su libro anterior, el compendio de textos de autores clásicos que tratan temas directamente relacionados con nuestra vida (el amor, la consideración de pareja, el racismo, el clientelismo de la universidad, el humanismo, etc.) es realmente excelente y resulta una guía fantástica por si algún día uno quiere entrar en esos clásicos por sí mismo. 

Llevado por el culturalismo, en el buen sentido, de Ordine, revisé mi biblioteca en busca de libros breves que pudiera leer en ese pequeño lapso de autobús. Y volví a Borges, autor que en la universidad me había apasionado. Leí Discusión, pequeños ensayos y conferencias de diversos temas, sobre todo literatura, filosofía y cine, y luego Los conjurados, un poemario que, si no he entendido mal, es el último libro publicado por el argentino. Del primero, me encantó su erudición, hasta el límite de lo pedante, pero a Borges siempre se lo perdono. Muchas veces se me escapan las referencias que utiliza, y además la manera que tiene de decirlo no es precisamente la más sencilla (esto lo noto ahora, no creo que lo advirtiera hace veinte años), pero su sutil y soterrado humor me conforta. Respecto al segundo, me llamaron la atención varios pasajes, y sobre todo el aire personal que transpira la primera parte del poema. Luego la erudición vuelve a abrirse paso, y nos encontramos con los temas de Borges de siempre: la eternidad, el tiempo, el eterno retorno... Pero en Los conjurados el tamiz lo pone un autor ya ciego, y probablemente consciente de que está agotando sus días. Me estremeció. Por ejemplo, éste, que no parece de Borges:

Tríada

El alivio que habrá sentido César en la mañana de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo, del coraje y del hacha.

El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo.

Lo cierto es que ante la idea de otro año en que mis lecturas fueran escasas, las últimas circunstancias me han animado, han hecho que recuperara la ilusión por leer y me han insuflado, de alguna manera, el espíritu humanista, filosófico y literario de los autores que he leído.

2.1.23

Cerrando 2022: los libros

En Papel en Blanco he comentados los 6 o 7 libros que más me han gustado de las lecturas que he hecho durante este año (los cómics no cuentan, van en otra lista).

Como indico en el post y en el anterior de resumen, las lecturas este año han bajado a niveles mínimos (44 títulos), pero he disfrutado mucho de este puñado de títulos destacados (otros de LIJ van reseñados en Bebé a Mordor, y los cómics en su entrada particular). Espero que 2023 traiga, si no más número de lecturas, al menos el mismo goce de las pocas que haga.

 

22.7.22

El Desafío de las Águilas

En Wordpress el año pasado inicié una nueva aventura, El Desafío de las Águilas, un blog para dar salida a mis inquietudes en cuanto a juegos de simulación histórica y literatura bélica. Dio inicio en 2021 y ha despegado un poco más este verano con algunas reseñas de juegos y una celebrada entrevista con el diseñador Stefan Ekström. Echadle un ojo si os interesa el tema.

28.12.21

Cerrando 2021: los libros

En Papel en Blanco he comentados los 4 o 5 libros que más me han gustado de las lecturas que he hecho durante este año (los cómics no cuentan, van en otra lista).

Como en el post comento, 

Simplemente añadir que después de dos años con números más bajos, recupero la cifra de 2017 llegando a la sesentena de títulos. Como veremos, tanto libros como cómics son los indicadores que más han bajado en los últimos años. Puedes leer la entrada completa aquí.

28.9.21

Diario de lecturas (XXVII): cómics que no me gustaron

 · Sweet Tooth (integral 1 de 2), de Jeff Lemire (ECC, 2020). Lemire se ha convertido en uno de los guionistas y autores completos más productivos y populares de los últimos años en el mainstream americano (no sé cuántas veces se habrá escrito ya esta frase); sus trabajos en Marvel y DC, de esta forma encumbrado, le han permitido seguir haciendo otras obras más personales e "indies" por su cuenta o en pequeños sellos. En Sweet Tooth la cosa le funcionó hasta el punto de que le compraron los derechos para una adaptación en Netflix. Leído el primer todo de los dos integrales de la serie, me encuentro con un cómic que respira clichés por todos lados. Lemire ya los ha usado antes (como cuando aprovecha para su propia relectura del género superheroico en Black Hammer. Muy original: después de Alan Moore, de Peter David, de Kurt Busiek, de Grant Morrison, él también tenía que darnos la suya), pero en Sweet Tooth todo funciona a medio gas, como una película de sobremesa de la tele. Ahora vemos un guiño (¿un homenaje, simplemente un lugar común?) a los personajes de tío macho crepuscular de Clint Eastwood, ahora un deje de The Walking Dead, ahora un poco extraña relación paternofilial de The Road de Cormac McCarthy o Lobo Solitario y su cachorro, ahora reciclamos una idea propia (el germen de su Family Tree es lo mismo que esta serie, ¿o fue al revés? No importa porque todo queda en casa)... Y el resultado es la relectura de rigor, supongo, del drama postapocalíptico que se ha puesto de moda en los últimos años. Tampoco podíamos pedirle a este hombre que fuera bueno en todo lo que hace, ¿no?


· Aspirina, de Joann Sfar (Fulgencio Pimentel, 2020). De uno de mis autores favoritos, Joann Sfar ha pasado de ser poco menos que un fraude para mí. De una obra ingente, he leído, creo, la gran mayoría de lo publicado en español, y después del deslumbramiento inicial que me provocó, con sus primeras entregas de El gato del rabino, El profesor Bell, Vampir o Klezmer o sus contribución en los orígenes de La mazmorra, sus cómics me vienen provocando cada vez más aversión. Primero, por su absurda capacidad de ir generando series al mismo tiempo que las abandona por aburrimiento  (El minúsculo mosquetero, el del clan prehistórico, cómo era, esperad un momento... Ah, sí, Los viejos tiempos, un solo tomo). Segundo, porque esa estética pictórica de la que ha hecho bandera su estilo (a saber, dibujar a impulsos, olvidarse de una construcción de personajes con rasgos fijos, cambiar bruscamente de grosor de trazo, de estilo, sin que eso responda a ninguna necesidad narrativa, sino solamente al capricho) me enerva cada vez más. En Aspirina, Sfar se saca de la manga dos cacho álbumes de más de cien páginas (¿era así el formato original francés?), publicados aquí en un solo volumen, para hacerle un spinoff a este personaje que habíamos conocido en Vampir, porque parecía que el personaje de la adolescente gótica vampira molaba y podía dar de sí... ¿Pero qué tenemos? Una historia que va a trompicones, y que entiendo que Sfar va realizando a medida que se la inventa, porque ése es su estilo, ésa es su marca de la casa, y que no lleva a ningún sitio. Porque aquí ya Sfar no se pone ya a filosofar sobre la religión, la vida o el arte como en El gato del rabino o en sus series más sesudas, sino que es avanzar por avanzar, y en el segundo tomo, cuando el personaje de Aspirina ya no es más que una comparsa de lo que parece más una partida de rol (¿es aficionado también a rol Sfar? ¿hay algo que no haga? Muchos guiños paródicos a esta afición en este cómic), la trama ya se descontrola por completo. El resultado es que durante casi 300 páginas me he aburrido soberanamente con un Sfar que no sé a qué juega, sin chispa, sin una pizca de interés. El segundo tomo de Aspirina es de 2018 y acaba con un final abierto. ¿Sfar amenaza con más?

 

· El tatuaje, de Jérôme Pierrat y Alfred (Flower Press, 2020). Enmarcado en una colección llamada La Gran Tebeoteca del Saber, este cómic pretende ser una introducción a un tema de interés popular. Esta tercera, tras el universo y los zombis, nos lleva a un repaso histórico por la trayectoria del tatuaje como manifestación artística. Y aunque el tema resulta muy interesante, y la panorámica es muy completa (desde el hombre prehistórico, pasando por su sentido tribal, la apropiación cultural, la cultura de bajos fondos, y finalmente su "democratización" en el siglo XXI), el resultado es poco ágil. El texto del historiador Jerôme Pierrat se impone al dibujo de Alfred, que hace lo que puede, y lo hace muy bien, pero termina siendo una cantidad tal de información la que proporciona, que la lectura se hace farragosa y aburrida. Desconozco la experiencia que tenga el guionista trabajando con un dibujante, pero comente un error muy básico, y es el de atiborrar de texto cada página, incapaz de renunciar a una parte de la información en favor de la imagen. De esta forma, la obra acaba siendo más un texto ilustrado que un cómic, quizá también por culpa de un formato que deba cumplir (¿número limitado de páginas?). Un tema atractivo tratado de forma algo torpe; quizá sea interesante ver cómo han planteado el mismo trabajo en otros temas el resto de autores de esta serie documental gráfica.

9.4.21

Diario de lecturas (XXV)

 Nuevas impresiones al vuelo con lecturas propias y voluntarias o de la Biblioteca Can Sales de Palma.

· Venecia, de Jiro Taniguchi (Ponent Mon). Confieso que no conocía esta obra de Taniguchi hasta que la vi en la tebeoteca de Can Sales, y eso que no es nueva (se editó en 2017). Realizada para Louis Vuitton Travel Book, es la excusa perfecta de Taniguchi para realizar un retrato de Venecia a las acuarelas. Ya sólo por los dibujos este cómic vale la pena: su extremo realismo, su uso del color característico son la excusa para visitar este ¿manga? ¿cómic de viaje? Pero además, Taniguchi, para darle aún más marca de la casa, enmarca la obra en la búsqueda de la huella de los abuelos del narrador, en algo que no sé discernir si es autobiográfico o puramente ficticio. En todo caso interesante cómo vuelve a usar los temas de la memoria  y la reflexión peripatética tan usual en él.

· Lady Snowblood 1, de Kazuo Koike y Kazuo Kamimura (Planeta). En el confinamiento pude ver la primera adaptación al cine de este cómic, y me apeteció recuperar el manga ya que en su momento nunca lo leí. Koike, el afamado guionista de Asa el ejecutor y Lobo solitario y su cachorro entrega aquí una serie de venganza serializada por capítulos, menos extensa (sólo 2 volúmenes), llena de sangre, sexo y personajes torturados.  

 · Crying Freeman 1, de Kazuo Koike y Ryochi Ikegami (Planeta). Otra recuperación, en este caso sentimental, porque Crying Freeman fue de los primeros mangas que se editaron en España, en la primera oleada que llegó de Cómics Fórum con Dragon Ball, y que en aquella ocasión venían de una edición americana de Vid. Mafias contra mafias, otro personaje protagonista atormentado (está siendo usado por la mafia), dibujo espectacular de Ikegami... Lectura rápida y entretenida.


· Mary, que escribió Frankenstein, de Linda Bailey y Júlia Sardà (Impedimenta). Confieso que cogí este libro ilustrado por dos motivos: por el tema, y por el divino dibujo de Júlia Sardà, que me encantó en Los Liszt o Atticus el chico difícil. Una sencilla biografía con un dibujo magnífico que casa perfectamente con la historia que cuenta.




24.12.20

Diario de lecturas (XXIV)

Quise este año dedicarme a leer más por mi cuenta y no obligado por la tiranía de las novedades, que, aunque no lo parezca, es una esclavitud laboral como cualquier otra, aunque a veces resulte placentera. Pero no lo he conseguido. A decir verdad, incluso he leído menos que en 2019, cosa que ya comentaremos en los posts de balance del año. Qué le vamos a hacer. 


Ya en tiempo de descuento, he terminado estas dos lecturas. En primer lugar, Just one more thing, la autobiografía de Peter Falk (Arrow Press, 2008). Presa de la colombofilia que he desarrollado en los últimos meses gracias a la emisión en bucle de la serie Colombo en Paramount Network (resulta que no es una serie como tal, sino una saga de largometrajes rodados a razón de varios por año), me hice con estas memorias del actor. Efectivamente, como reza su contraportada, es un libro ligero, un anecdotario sobre la carrera del actor, contado de forma ágil y deslabazada, lleno de momentos divertidos y extravagantes fruto de 60 años de carrera. Ahora bien, lo compré pensando sobre todo en poder leer detalles relacionados con el teniente, y, por contra, Falk parece intentar distanciarse del personaje por el que se hizo famoso relativizando su peso en esta autobiografía. Efectivamente, sólo le dedica unas 65 páginas de un total de 280. Es legítimo, claro: una manera de declarar que no fue un actor de un solo papel. Relegado al principio de su carrera a interpretar mafiosos, actuó en numerosas películas rodadas alrededor del mundo, de las que me quedo un puñado de títulos para revisar (The Cheap Detective, Anzio) y otras para re-revisar (La princesa prometida, Un cadáver a los postres). Una lectura ligera y anecdótica, pero al menos me ha parecido, durante un rato, estar teniendo una conversación con Peter Falk.


También leí sobre la campana Furari (Ponent Mon, 2012), un Taniguchi que recuperé en algún saldo de Ponent y que había dejado languidecer en la biblioteca, pero la ocasión de venderlo me hizo cogerlo con premura antes de desembarazarme de él. Furari es una obra a medio camino entre El caminante y El gourmet solitario. En ella, el personaje principal es una especie de funcionario retirado de la era Edo que se dedica a la observación astronómica, y que con sus paseos quiere medir distancias para lograr calcular la circunferencia de la tierra. En sus paseos diarios nos hace ver la belleza de la naturaleza y de las cosas cotidianas. Al mismo tiempo que Taniguchi hace un retrato idealizado del Japón del período Edo, una visión poética muy conectada con el arte del haiku, de la depuración de la palabra y su relación con la naturaleza, hace su aparición el elemento de realismo mágico que es costumbre en el autor. En este caso, se trata de una especie de visión a lo El señor de las bestias que el protagonista siente cuando conecta con uno de los animales con los que tropieza en sus paseos, lo que le permite al autor tomar una perspectiva diferente que extraña su propia mirada o la del personaje. Al mismo tiempo original y el típico cómic de Taniguchi, resulta una lectura agradable y zen, de esas que te hacen conectar con lo básico, como es costumbre en este autor.

17.11.20

Parecidos razonables (XL): Emmanuelle vs. Vidas samuráis vs. Julito Iglesias

Parecido razonable en la composición, postura, y atrezzo de la icónica portada de Emmanuelle (Just Jaeckin, 1974) y la portada del libro Vidas samuráis, de Julia Sabina (Destino, 2020).


Bonus track para la portada de El amor, de Julio Iglesias (CBS, 1975), que por su año de aparición tienen todo el sentido de que sí fuera un parecido intencionado.




27.7.20

Parecidos razonables (XXXIV): Ready vs. Ecos disonantes

No se trata en este ocasión de un parecido razonable al uso, ni posibles casos de inspiración, copia o plagio, sino el uso en un lapso muy corto de tiempo de la misma ilustración (¿de stock?) en dos libros diferentes. El primero es Ready, un libro juvenil obra de Madeleine Féret-Fleury y Marushka Hullot-Guiot, y publicado por Anaya (2020). El segundo es la portada de uno de los cuadernillos del juego de rol Ecos disonantes titulado El atraco (The Hills Press, 2019).


 

11.4.20

Diario de lecturas (XXIII)

No sé si ya he comentado aquí que hace unos diez años empecé a interesarme por la literatura fantástica popular española, lo que se conoce como "bolsilibros", esos pequeños libros muy baratos que editaba Bruguera y que cuentan con decenas de miles (sin exagerar) de títulos. Seguro que vuestros abuelos tenían algún libro de Marcial Lafuente Estefanía por casa. No sé si hay tesis escrita sobre el tema, pero bien la valdría, porque hay una cantidad de material ingente sobre el que investigar (mi yo académico, siempre con ideas...). Bien, de manera que con los años he ido acumulando una colección modesta (si tenemos en cuenta el volumen total de libros que se publicó de todos los géneros); mis género favorito sin duda es el terror; también le doy bastante a la ciencia ficción (curiosamente no se editaron libros de fantasía heroica o medieval, habría que averiguar por qué... quizá simplemente no había lectores), pero en los últimos años también me he abierto a otros géneros, como el western (mejor si es weird western, pero eso es difícil de dilucidar sólo con la portada o el título), las historias de espías o las bélicas. A las románticas aún no me he atrevido.

A este último género llego a causa de un interés creciente en la Segunda Guerra Mundial surgido de jugar a Orquesta Negra, Secret Hitler, y Memoir 44 en mesa ut infra diximus, y de estar preparando un apasionante módulo para Pulp/Achtung Cthulhu, que espero que vea la luz para el final de la cuarentena, siendo generosos. Eso me llevó a buscar películas clásicas del género, ambientadas en este conflicto, o a seguir fanáticamente series pseudodivulgativas en canales temáticos como Ingeniería abandonada o Bases secretas nazis, que dan muchas ideas al menos para jugar a rol. 

Así que rebusco en mi colección de bolsilibros y descubro, ¡oh maravilla! que tengo un título de la colección Metralla, Los guerreros de la noche, de Rocco Sarto. Me apresuro a leerla, porque, como quizá sabréis, sólo son 95 páginas (siempre son 95 páginas) y siempre es una lectura ligera.

Y me encuentro con un libro muy bien escrito, al menos para los estándares de bolsilibro. Dos de mis autores favoritos de estas novelas son Curtis Garland y Joseph Berna. Mientras que el primero es un puro escritor pulp, el segundo escribe lo que viene a ser la versión literaria de las películas de destape de los 70 y los 80. Los libros de Berna son horribles, en ellos las chicas terminan indefectiblemente sin ropa, y con todo, el protagonista, que es un poco canalla, como si fuera una comedia de Lope siempre acaba casándose con la chica. Las novelas de Berna me gustan a pesar de ellas mismas, porque uno sabe lo que va a leer; Berna nunca decepciona porque el cumple lo que promete. Pero Rocco Sarto está a otro nivel.

Lo de Sarto es literatura que vuela más alto. Le gusta demorarse en la creación de un ambiente, en dotar a sus personajes de un marco creíble. En Los guerreros de la noche, la escena inicial nos lleva al París ocupado por los nazis, en una escena nocturna y lluviosa de manos de un tirador solitario. Los personajes no pueden desarrollarse mucho, pero se nota el esfuerzo de Sarto en hacerlos algo más que meras marionetas que se agitan al ritmo frenético de la acción. El autor utiliza un vocabulario amplio, a veces incluso sorprendente, y el uso de metáforas y comparaciones está mucho más trabajado que en otros autores. Al final puede que la anécdota del libro no pueda desarrollarse  demasiado, o que el deus ex machina o las coincidencias estén a la orden del día como características de este medio, pero me llevo una muy buena impresión de este autor. Ya he localizado otros títulos suyos en mi biblioteca. El próximo de ellos en caer será Asalto al planeta negro, de la colección Héroes del Espacio. Seguiremos informando.


22.7.18

Diario de los muertos: recopilación

Como quizá sabréis, este año apareció mi libro, editado por Edicions UIB, sobre George A. Romero y su filmografía zombi. Lo podéis encontrar aquí y aquí.

Sea como toma de contacto, sea como expansión del tema, llevo unos cuantos artículos dedicados al cine de zombis, no sólo del director norteamericano. He pensado en recopilarlos aquí para tener un índice a mano. La mayor parte de ellos están publicados en el blog de RIRCA, el grupo de investigación de la UIB con el que trabajo.

· Diario de los muertos (VII): ‘Day of the Dead: Bloodline’ (2018)
· Diario de los muertos (VIII): ‘La venganza de los zombies vivientes’ (1989)

5.11.16

Vlog: ¿Por qué cursar Estudios Literarios?


Nuevo vídeo en mi canal. Ante mi sorpresa, el video anterior sobre ¿Quieres estudiar Filología? ha alcanzado en visitas al basuri-video viral que hice sobre el infame Dalas, el youtuber y presunto escritor. Así que me he animado a hacer otro sobre la misma temática: por qué elegir una carrera de Letras. Que lo disfrutéis. Y recordad, ¡l@s filólog@as son sexys!
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