En el disco Streetcleaner de Godflesh (1989):
Aunque en su momento no me di cuenta, ahí va un parecido razonable entre las portadas de Cruelty and the Beast de Craddle of Filth, y la de Adore de Smashing Pumpkins. Curiosamente ambas son del mismo año y sólo distan unos meses (la primera es de abril; la segunda, de junio). A pesar de que en un primer vistazo, incluso podríamos aventurar que se trata de la misma modelo, en el caso de la portada de Craddle of Filth, la banda contrató al fotógrafo Stu Williamson para fotografiar a la propietaria de un club nocturno y modelo Louisa Morando, quien previamente había bailado para la banda en vivo.
El arte de Adore consistía casi en su totalidad en fotografías en blanco y negro tomadas por Yemchuk, muchas de las cuales presentaban a la modelo Amy Wesson. El parecido estilístico quizá se agudiza en esta portada alternativa:
Estoy en un punto de inflexión personal en la que no sé hacia dónde tirar. Como sabréis, llevo desde 2008 escribiendo en prensa y otros medios sobre cómic, pero últimamente el hacerlo no me satisface. La gran mayoría de novedades no me llama la atención y la mayor parte de lo que leo son títulos que he de reseñar y que en muchas ocasiones no hubiera leído por propia iniciativa. Hay sorpresas agradables (y de ahí surgen normalmente mis mejores lecturas del año), pero a cambio es mucho tiempo de leer cosas que realmente no me apetece leer. Al mismo tiempo, a pesar de que intento ser profesional a la hora de escribir sobre esos títulos, el impacto de lo que pueda decir yo es totalmente inapreciable, si nos atenemos a las frías estadísticas. Hay cientos de páginas que se dedican a lo mismo, pero lo hacen mejor, seguramente porque también lo hacen desde una pasión que hoy por hoy estoy perdiendo. Tampoco ayuda que en la web que dirijo, no estrictamente sobre cómics, me haya quedado prácticamente solo a bordo.
Quizá ha sido causa (¿o efecto?) de este distanciamiento del cómic el hecho de que también como autor de cómic estoy totalmente varado. El joven Lovecraft no puede seguir, pese a que habría material para ir haciendo un integral y una nueva entrega, porque Bart Torres está en un momento también complicado de su vida y pese a lo mucho que he insistido, insisto e insistiré, no se ve con fuerzas/tiempo/ánimo para seguir. Evidentemente, yo no continuaré EJL sin él. Al mismo tiempo, el resto de proyectos de cómic que he intentado empezar y que necesitan a una persona que dibuje, han caído en saco roto. No es culpa de nadie, yo entiendo que un/a dibujante tiene que comer y que embarcarse en un cómic sin una garantía de nada no es algo que dé seguridad. Aún así, me duele el haber sido rechazado por todas las personas a las que he propuesto un proyecto, aunque no sea ese rechazo algo personal (supongo).
He llegado a plantearme la posibilidad de pedirme unos meses de excedencia de mi trabajo real (soy profesor, como sabréis) para dedicarme a esos side projects, para escribir esa novela gráfica entera o diseñar ese juego y desde ahí poderlos mover de forma más segura. Pero no sé si es un lujo que valdrá la pena.
De la misma forma, en otras aficiones que también me llaman, y a las que me he acercado con vehemencia en los últimos años, recuperando alguna (rol), profundizando (juegos de mesa) o iniciándome (wargames) me siento un recién llegado que no tiene mucho que ofrecer en un panorama ya colapsado de contenidos. ¿Con qué autoridad puedo hablar de wargames si apenas llevo dos años en el mundillo y hay jugadores que llevan 30? Monto un podcast y apenas es escuchado por sus integrantes... ¿Por qué seguir?
Y en todo esto me causa inquietud, desasosiego, malestar... el efecto burbuja de las redes. Veo a todo el mundo compartir sus partidas, y jugar a rol todas las semanas, gente que no deja de jugar, y publicar contenido, y sacar videos, y grabar podcasts y... Y yo aquí, con un grupo presencial que se ha disuelto, con unas Máscaras de Nyarlathotep que he tenido que abortar habiéndome dejado como 300€ entre la edición nueva de Chaosium y las props de la HPLHS... Con una situación personal que no me deja apenas huecos, huecos que no puedo compatibilizar con las pocas personas que tengo, con un entorno cargado amigos con hijos pequeños... Y yo mismo, claro, con dos niñas y una familia que me limitan mucho.
Resumen: nada de lo que hago me parece que tenga mucho sentido. ¿Es cuestión de prioridades? ¿Tengo que dejar de hacer cosas? ¿Tengo que focalizar? Nunca se me ha dado bien centrarme en una sola cosa, y al mismo tiempo siento que si sólo me dedicara a una me aburriría terriblemente. Supongo que en último término la respuesta es hacer lo que te haga ganas sin mirar si tiene impacto o no, y en ese sentido cosas como el podcast de Inmacudados, aunque no lo escuche ni Cristo, sí que me gusta y me llena. ¿La clave es ésa? No lo sé. No sé nada.
· Kryptograf - Eldorado Spell (2022): como dicen en AMG, web de la que siempre parto para escuchar novedades, ésta es la enésima banda que de tíos que decide juntarse para declarar su amor incondicional a Black Sabbath. No es su primer largo, pero este Eldorado Spell de Kryptograf entra a la primera, cosa que es muy de agradecer y algo que se ha convertido casi en mi primer filtro: hay demasiadas novedades como para forzarle a uno a darle más y más oportunidades. Eldorado Spell se deja escuchar y efectivamente tiene ecos de Black Sabbath, "the closest comparator is Black Sabbath circa 1971, with the record’s fuzzy doom vibes echoing Master of Reality in particular", aunque también oigo ecos de Witchcraft. En todo caso, disco muy meritorio, que no es exactamente una mera copia del grupo de Ozzy y compañía, sino que tiene su particular mezcla de psicodelia y riffs doom que le permiten destacar diversos momentos muy chulos. Pistas destacadas: Asphodel, Lucifer's Hand.
Una de las cosas que más acusa su caída este año en mis actividades es el número de artículos escritos. Con las reseñas de Ultima Hora que han quedado reducidas a aparecer cada 15 días, su republicación en Papel en Blanco se ha resentido. La situación de Papel en Blanco ya la he mencionado en el post que resume el balance actual. El resto de divisiones personales sigue con cifras más o menos iguales al año anterior, en Bebé a Mordor logro con esfuerzo cumplir con mi post mensual, y me embarco en otra utopía que es El Desafío de las Águilas, un blog donde escribir sobre wargames y libros de historia bélica.
Iconotropía: 27*
Cisne Negro: 23
Immaculúdica: 6
*sin terminar de actualizar
Total: 139, una cifra que cae en picado considerando los 209 posts del año pasado y los 393 de 2018.
Este año, en cuanto a cómics, la tendencia ha seguido a la baja, pese a que recuperado la cifra de 2019 (121 cómics leídos) tras un 2020 en que toqué fondo (111), considerando que en 2018 llegué hasta 184 (y recordemos que esta cifra no incluye libros-libros). Como ya he señalado en otros posts de balance, este año he empezado a sentir más fuertemente que otros la desafección con el mundillo del cómic. Como en un círculo vicioso, el poco tiempo del que disponía para leer, y sobre todo para escribir, ha hecho que tampoco me interesara por las novedades editoriales (o, sabiendo de las pegas que ponen algunas editoriales, ya ni lo intentaba), y esto a su vez ha hecho que mis lecturas se limitaran a las que llegan por defecto, que a su vez no siempre son lecturas que haría por iniciativa propia, por lo que las iba demorando, y por tanto tenía menos tiempo para leer y escribir, con lo que volvemos a la situación inicial.
En fin, 121 cómics leídos, con un poco de todo, y el resultado, lo mejor del año, lo tenéis en este post de Papel en Blanco.
Este año puedo darme por satisfecho con los números en cuanto a juegos de mesa. Fueron 511 partidas, superando el año pasado, aunque una parte importante tienen truco: aprendí a juzgar a ajedrez y eso hice que jugase muchísimo. Aunque, evidentemente, sigo siendo un pésimo jugador. Otro factor fue el encontrar el Onirim como app en el móvil. Un juego que en físico sería muy, muy pesado por la cantidad de veces que hay que barajar las cartas, en app se hace una maravilla. La verdad es que lo jugué demasiado y ahora mismo no tengo ganas de verlo ni en pintura.
Una de las cosas que ha reactivado el número ha sido la reapertura del Aula de Juegos en tiempos de postcovid, lo que ha hecho que pueda volver a jugar con los chicos siguiendo las normas higiénicas. Otro tipo de reuniones con adultos no he tenido, y el resto han sido partidas en solitario.
Voy a destacar, como el año pasado, los juegos que más me han gustado durante este 2021, sin atender si son novedad del año o no.
Estuve mirando a ver si podía encontrar algún juego de Flying Frog, porque recordaba uno de los videotochos de Chemapamundi sobre uno de ellos y me quedé con la cantinela. Encontré el A Touch of Evil 10th Anniversary y fui a por él. Aunque es una edición sobreproducida, un festival de azar, es un ameritrash gótico muy divertido. Si puedo encontrar alguna de sus expansiones, me haré con ellas.
Cartógrafos es un flip and write en el que tenemos que ir componiendo un mapa encajando las piezas que nos van dando de manera que consigamos la máxima puntuación. En el fondo es como jugar a Tetris, pero con algunos elementos de interacción con los demás, y el hecho de que se han puesto a la venta nuevos blocks que van cambiando sutilmente la experiencia del juego. Con mi MinionD9 he jugado bastante y le ha gustado. Es un juego que también llevaré al cole.
Fief es un juego de gestión y guerra medievales. No es precisamente rápido, pero recompensa mucho. En el juego, reclamaremos aldeas, pediremos el diezmo o la talla, estableceremos alianzas con otros jugadores por medio de matrimonios, nos ordenaremos obispo, cardenal e incluso papa, batallaremos, haremos asedios... La verdad es que como simulación del statu quo medieval está bastante bien. Lo jugamos en el cole y a pesar de ser un juego largo y de una secuencia de turno infinita, les gustó mucho. Tengo ganas de volver a sacarlo.
The Lamps Are Going Out es una gran táctico de la IGM que ha tenido opiniones encontradas, pero creo que funciona bastante bien. Tiene un componente histórico muy fiel a la realidad, al menos, así como van entrando las potencias en guerra y lo que hacen, a pesar de tener pequeños fallos (el track de la guerra en África).
Zona es un juego que me gusta, primero por su temática: es evidente que está inspirado tanto en la novela Roadside Picnic de los Strugatski como en mi querida saga de videojuegos Stalker, así que no podía no gustarme. Creo que consigue trasladar a la mesa bien el agobio del juego, aunque creo que debería ser un colaborativo y no un competitivo. O una expansión o unas reglas caseras acabarán por limar las asperezas que tiene.
1918/1919 Storm in the West es un wargame ambientado en el final de la IGM de Ted Raicer. Parecía, por el setup, que iba a ser un juego muy estático, pero no fue así. Una tabla de combate demoledora, y una continua lucha por ir ganando territorio. En las dos partidas que jugué me lo pasé muy bien, y sobre todo el bando que resulta más interesante de jugar es el alemán, que tiene todas las de perder, pero si hace un uso inteligente de la defensa y se repliega en los bastiones que le quedan, tiene una posibilidad.
Otros juegos que también me han gustado mucho este año van desde el party Taco Gato Cabra Queso Pizza, la continuación de la campaña de Mice & Mystics con mi hija, el nuevo juego del creador de Ciudadelas, Vampiro: Vendetta... Me quedo seguir con Hellboy y Star Wars Imperial Assault.
Llegué tarde a Arkham Horror LCG, pero llegué (y he de decir que
justo antes de la reedición). Y me encantó. Jugué los casos de la caja
básica y luego me vine arriba comprando el ciclo de Carcosa. La verdad
es que no me esperaba que un juego de cartas fuera tan evocador e
interesante.
Los fiascos del año: Lusitania, Dragoon, Sylla.
Una de las cosas que me ha gustado comprobar es que he vuelto sobre algunos wargames en solitario tras un año de jugar por primera vez y he notado como este año me ha dado rodaje y perspectiva cuando los he vuelto a desplegar (Konigsberg, Celles, etc.), que me han permitido, con la sabiduría acumulada, jugarlos y disfrutarlos de manera diferente. Me quedo con esta satisfactoria sensación de haber madurado a lo largo de un año de wargames.
Para 2022 me gustaría poder seguir jugando a buen ritmo con el nuevo equipo que tengo en el Aula de Juegos (tengo una buena lista de cosas que quiero probar con ellos antes de que algunos se vayan); me gustaría también seguir ahondando en mi reciente pasión por los wargames y probar los que tengo sin estrenar y prepararme para la avalancha que viene (por cierto, tengo una docena de cajas por llegar de varios mecenazgos... no sé dónde lo meteré todo); y por último, me gustaría poder volver a encontrar una rutina de juego con mi grupo habitual... Juegos, desde luego, los habrá. Todavía tengo muchísimos por estrenar; en 2022 me gustaría al menos sacar algunos de ellos y reducir su número.
Este 2021 ha visto cómo progresivamente volvíamos a las mesas de forma presencial, aunque mirando la lista no lo parezca. Han sido 12 historias, a pesar de que algunas de ellas no se acabaron. Año simplemente continuista a la espera de poder retomar el rol presencial de una vez.
1. Mentiras (Ecos disonantes) (online). Una nueva entrega de Ecos disonantes, ambientado en un instituto lleno de secretos,que pude jugar como jugador.
2. Cuestión de fe (Ecos disonantes) (online). En esta ocasión hice una especie de hack del módulo Fe de Ecos disonantes porque tenía una idea muy clara de la historia que quería contar: una historia que se había forjado un contexto en partidas anteriores con la creación del distópico Banco Jesús Libertador. Aquí tenéis la intro en video que hice.
3. Black Betty (Walpurgis) (online). Walpurgis es un juego que me encanta y que es prácticamente un título desconocido: se enfoca en recrear el espíritu de las películas de serie B de horror y ciencia ficción de los 60, 70 y 80. En esta ocasión, la inspiración vino de un bolsilibro de Bruguera, tipo de narrativa que está llena de semillas de rol para juegos como éste. En Black Betty (cariñoso nombre de la nave en homenaje a la canción que versiona Nick Cave), una nave de exploración tiene que descender a un planeta hostil... y muy inteligente.
4. El último adiós (playtesting) (online). El gran Óscar Recio ha estado probando una campaña / sistema / juego con varios grupos de juego, y yo tuve la suerte de estar en uno de ellos junto a los magníficos Julia de BaM, Lycosaedro y Pepe Pedraz. Un honor participar en este proyecto que pinta de maravilla y en el que espero poder aportar mi granito de arena según se vaya desarollando.
5. La rebelión (Follow) (online). Follow quiere ser un sistema universal de narración, y lo es, pero me esperaba algo más... rolero. Se trata de un juego de secuencias narrativas con mucho margen para contar buenas historias, pero se vende como juego de rol cuando no lo es. Si tienes un buen grupo dispuesto a contar una historia por turnos, sí puede ser una buena experiencia. Quizá el problema es mío, por tener una expectativas que no se correspondían exactamente con el producto. Pero sigo pensando que puede ser un buen juego, sobre todo adaptándolo a un aula.
6. La habitación sin sellar (La llamada de Cthulhu). [Inacabada] Cuando dirigí esta historia, hace unos años en el colegio, fue un éxito total, y me dio la idea de escenificar en clase un juicio teniendo como base los resultados de aquella partida. Pero llegó el covid y no pudo ser. Así que al volver a la "normalidad", volví a probar suerte con un grupito de 4º muy bueno, pero la cosa fue languideciendo entre sesiones presenciales y online, y actualmente no la hemos terminado. Ni que decir tiene que mi segunda intención al jugarla tampoco podrá cumplirse en esta ocasión.
7. El viajero perdido (Tiny Dungeon). El verano anterior había iniciado a mi hija de 7 años al rol con este sistema, que me parece perfecto para eso, y este verano volvimos a probarlo con una amiguita suya. El resultado no fue tan interesante, pero la experiencia de introducción siempre me es grata.
8. El atraco a Sampson & Co. (Ecos disonantes) (online). Volví a dirigir el primer Eco, El atraco, para mi grupo avanzado del Aula de Juegos una vez había terminado ya el curso y siendo ya ex alumnos, y eligieron el robo de un banco en el Oeste... ¡Nunca lo habría imaginado! A partir de ahí la cosa se puso rara... No terminó demasiado bien, pero creo que fue una buena sesión.
9. Operation Ice Dragon (La llamada de Cthulhu) (online). [Inacabada] Con el mismo grupo que la historia anterior, empezamos este módulo que apareció en el último número publicado de Bayt Al Azif, modificándolo un poco: lo emplacé en una estación científica soviética tras la IIGM. No terminó de funcionar como hubiera querido, me notaba poco ágil; no la acabamos y tampoco insistí en ello. A pesar de ello, creo que tiene potencial.
10. 246 Corbitt Street (La llamada de Cthulhu) (online). [Inacabada] Un clásico revisitado en un one-shot ambientado en la era moderna y que se conecta con el módulo más jugado de todos los tiempos de este juego. La cosa pintaba muy bien, pero por reiterados problemas de agenda no lo pudimos acabar. Una pena.
11. La mina perdida de Phandelver (Dungeons & Dragons). [En marcha] El año pasado, un grupito de chicos de 6º empezó a jugar a rol en los patios en free style. Yo les dejé el material de D&D y les prometí que al año siguiente jugarían conmigo. Así que ahora que ya han llegado a ESO, aquí están: cogimos los personaje pregenerados de la Caja de Inicio y nos lanzamos a la aventura. A pesar de lo ocasional y de lo breve (jugamos en lapsos de 25 minutos un par de veces a la semana), me encanta jugar con ellos. De momento, sólo empezar, ya había habido una baja y han decidido ir a Phandelver a intentar revivir al compañero dejando de lado su misión principal :)
12. La vergüenza del héroe (Dungeon Hack). Fijándome en cómo se tomaban los últimos juegos de mesa que hemos probado en el cole, me di cuenta de que el nuevo grupito de comedor que se ha formado en el Aula de Juegos iba a ser muy proclive a jugar a rol, y no me equivoqué. Así que para variar un poco, y por fin aprovechar este mecenazgo que tenía muerto de risa desde que se entregó, aproveché para jugar un mazmorreo típico con Dungeon Hack. La verdad es que está muy bien: una destilación del D&D con pocas reglas y poco tinglado. Jugamos una de las partidas del manual y la cosa fluyó muy bien, así que a la vuelta de vacaciones tengo pensada una gran aventura para seguir explotando este sistema.
13. (Extra) Mapeando las catacumbas. Casi terminando el año pruebo Mapeando las catacumbas, jueguito de rol en solitario. El juego es un poco lo que hacía Escape the Dark Castle pero con papel, lápiz, dados y tablas. En la primera partida, bajamos un nivel por una maltrecha escalera de mano, encontramos a un sicaro loco y atado, seguimos profundizando por una estrecha brecha, y llegamos a una sala donde un herrero hace que el de nuestro equipo se rebele contra el grupo. Resultado: los dos que quedaban espichan y fin. Admito que el sistema puede generar narrativas interesantes, pero no sé si me quedo con el juego de cartas.
En el 2022 que entra tengo varios propósitos: me gustaría poder retomar Las máscaras de Nyarlathotep de forma presencial, ese sería mi principal deseo. También me gustaría jugar a algo de Vampiro, probar el rol en solitario con Ironsworn y Mapeando las catacumbas, para ver de una vez qué puñetas significa este concepto. También me gustaría darle un par de vueltas a un par de ideas que tengo y ver qué posibilidades hay de que vean la luz. Y, en fin, me mucho gustaría probar un montón de sistemas que tengo en la recámara y que aún no he estrenado, sobre todo los de Pepe Pedraz: Trueque, 7 Días de travesía... A otros los tengo en diferentes situaciones Never Going Home me llamaba mucho al principio, pero desde que he estado leyendo mucho sobre la IGM su enfoque sobrenatural ahora no me parece tan interesante; me gustaría también probar Vaesen, del que hice un all-in en inglés del que ahora me arrepiento un poco, pese a que las calidades de la edición son de 10; Camaradas me gustaría jugarlo proponiendo una distopía parecida a El cuento de la criada; Liminal estuvimos a punto de estrenarlo en el cole e incluso hicimos fichas... luego la cosa se torció, pero el tema de fantasía urbana en un contexto no tan plomizo como Vampiro puede dar de sí; Kids on Bikes actualmente no me llama mucho, quizá la vena nostálgica ochentera pueda reactivar mis ganas cuando se estrene la nueva temporada de Stranger Things; lo que sí tengo ganas de dirigir es Las cosas que dejamos atrás; Tiny Frontiers es una versión espacial del Tiny Dungeon, y me vendría bien para gente joven o nuevos jugadores, lo tengo en la recámara para iniciaciones; Coriolis, juego en el que también me metí all-in, y que parece que tiene un lore espectacular, pero que a la hora de la verdad no sé a qué grupo sacar; y finalmente juegos que de momento descarto como Girl Underground o Barbazul, demasiado chungos como para poder jugarlos. Y me estoy dejando más juegos que he ido comprando y poniendo en la estantería. Con todo, este 2022 caerán más seguro: mínimo Alien Caja de Inicio y Trueque Noir, algunas de las cosas que saque Edge para La llamada, Vaesen Bretaña cuando esté en español, más lo que está pendiente de entregarse (Hermanos de la Costa, Old School Classics) y vete a saber qué más. Hoy mismo he visto el planning de The Hill Press para el nuevo año y he respirado tranquilo al comprobar que no había nada que realmente me apetezca probar... En suma, que espero que el 2022 me reserve, al menos, otras 12 partidas para continuar con este amor que es para mí jugar a rol.
Igual que me gusta volver sobre viejas películas de terror de los 60, 70 y 80 (y cada vez más, los 90 y adelante), sobre todo cuanto peores mejor, cada año me gusta leer algunas de los centenares de novelitas pulp que he ido amontonando como coleccionista. En los últimos meses he leído algunas que me gustaría comentar brevemente.
· El alquimista de la serpiente ciega, de Ralph Barby. No había leído ningún relato de este señor, y con éste me ganó. Situado en el Londres moderno (de los 70, entiendo, o al menos es lo que me imagino), Barby nos lleva hasta un antro de mala muerte regentado por un hombre misterioso y cuyos clientes tienen unas acciones del local que no pueden vender porque todos los que lo hacen acaban muertos... Magnífico mcguffin de inicio porque nos lleva a otro lado a poco de empezar, y la verdad es que es tan interesante que me ha inspirado para alguna partida de rol, por lo que no voy a comentar más la trama, pero incluye magos encerrados en criptas, túneles secretos bajo Londres y misteriosas autopsias que no tienen explicación. Barby me gana con esta primera lectura.
En Papel en Blanco he comentados los 4 o 5 libros que más me han gustado de las lecturas que he hecho durante este año (los cómics no cuentan, van en otra lista).
Como en el post comento,
Simplemente añadir que después de dos años con números más bajos, recupero la cifra de 2017 llegando a la sesentena de títulos. Como veremos, tanto libros como cómics son los indicadores que más han bajado en los últimos años. Puedes leer la entrada completa aquí.
Este año, en cuanto a los indicadores que siempre valoro en este blog de ocio, los resultados han sido mejores que en 2020, que, por otra parte, fue un año excepcional. Han mejorado las marcas de películas, de lectura de libros y de cómics, las partidas... En general el único indicador que no ha aumentado ha sido el de temporadas de series, y seguramente el de posts escritos. El detalle lo publicaré más adelante actualizando esta entrada.
Este año he visto cambiar claramente mis prioridades. Lo cierto es que cada vez me interesa menos el cómic, tanto como lector como divulgador. Además, noto que cada semana voy apretado, forzado a escribir, y aunque a veces quede satisfecho de lo que escribo, noto que me quedo en la superficie, que no soy capaz de realizar un análisis que muchos de los demás divulgadores o críticos hacen. Y como de creadores de contenido sobre cómic en las redes hay muchísimos, que además escriben mucho más (en cantidad, y algunos en calidad), a lo largo de 2021 he notado un progresivo desafecto con esta parte de mi trabajo/ocio. Seguiré escribiendo porque tengo un compromiso con Ultima Hora, pero no me satisface como antes.
Lo mismo me pasa con la dirección de Papel en Blanco. He acabado solo frente al timón durante la mayor parte del año, con colaboraciones puntuales que he agradecido mucho. El 2021 tenía que haber sido el de la migración del servidor y un nuevo empuje a la web, pero no he conseguido captar a las personas que hubiera querido, y Papel en Blanco tiene que ser un trabajo en equipo. Así que Papel en Blanco sigue y seguirá a medio gas mientras al frente siga sólo yo. Cancelé la migración a Wordpress y volví a Medium, que no me gusta, pero es mejor porque es gratis y ya estoy acostumbrado. De ninguna manera añadiré un gasto anual para conseguir menos visitas aún y ningún beneficio. Seguiré en Papel en Blanco actualizando como pueda hasta que no dé más de mí o decida cerrar definitivamente el proyecto o traspasarlo a alguien a quien le importe de verdad.
No obstante, este año inicié un nuevo espacio, fruto de mi proverbial falta de foco. En El desafío de las águilas he creado un microespacio para hablar solamente de wargames y de libros de historia bélica. Es mi pasión y es lo que he descubierto en el último año que me mueve. Es algo muy minoritario, es un nicho dentro de un nicho como dicen, pero es lo que ahora me llama. Es lo que quiero hacer. Así que ahí seguiré, subiendo con ilusión entradas que llevan mucho trabajo, sin una periodicidad regular, pero con muchas ganas.
Y es que en el fondo es todo una cuestión de tiempo.
Una de las cosas que añoro es hacer cómics. Durante este años he tanteado a no menos de 5 o 6 autores para dos proyectos que tengo en mente, y tristemente han declinado todos. En algunos de ellos es normal, porque son autores con una carrera y entiendo que tengan sus propios proyectos trazados y no quieran arriesgarse a la moto que les vende alguien que sólo hace esto de forma secundaria y sólo ha publicado un cómic, aunque sea en 4 volúmenes. De la gente que está despegando y es novel me duele un poco más, porque creo que podría haberse sumado a una bonita idea, pero cada cual, evidentemente, tiene su vida. Me gustaría, además, proseguir con mi obra ya consolidada, pero no consigo la manera de motivar a Bart para seguir adelante. No quiero forzar nada, pero es un buen amigo y lamento que la distancia que nos separa haga que no podamos entendernos mejor. Una de las cosas que más me gustaría es sentir la emoción de crear juntos. Ayer estaba empezando a ver la serie documental Get Back y volvió a golpearme esa magia que se crea cuando varias personas colaboran en sacar algo adelante. Me encantaría volver a sentirla de nuevo.
Ojalá 2022 traiga nuevos horizontes que me confirmen en algunas ideas, desechen otras y me lleven a poder dedicarme a lo que más deseo.
Desafortunada coincidencia en novedades en juegos de mesa que salieron durante la feria de Essen de 2021: Bitoku, editado por Devir, y Equinox, editado por Plan B. El tema, la composición e incluso la paleta de color son extrañamente parecidos. Hay que decir en su favor que de ambos hay edición con portadas alternativas:
· Aspirina, de Joann Sfar (Fulgencio Pimentel, 2020). De uno de mis autores favoritos, Joann Sfar ha pasado de ser poco menos que un fraude para mí. De una obra ingente, he leído, creo, la gran mayoría de lo publicado en español, y después del deslumbramiento inicial que me provocó, con sus primeras entregas de El gato del rabino, El profesor Bell, Vampir o Klezmer o sus contribución en los orígenes de La mazmorra, sus cómics me vienen provocando cada vez más aversión. Primero, por su absurda capacidad de ir generando series al mismo tiempo que las abandona por aburrimiento (El minúsculo mosquetero, el del clan prehistórico, cómo era, esperad un momento... Ah, sí, Los viejos tiempos, un solo tomo). Segundo, porque esa estética pictórica de la que ha hecho bandera su estilo (a saber, dibujar a impulsos, olvidarse de una construcción de personajes con rasgos fijos, cambiar bruscamente de grosor de trazo, de estilo, sin que eso responda a ninguna necesidad narrativa, sino solamente al capricho) me enerva cada vez más. En Aspirina, Sfar se saca de la manga dos cacho álbumes de más de cien páginas (¿era así el formato original francés?), publicados aquí en un solo volumen, para hacerle un spinoff a este personaje que habíamos conocido en Vampir, porque parecía que el personaje de la adolescente gótica vampira molaba y podía dar de sí... ¿Pero qué tenemos? Una historia que va a trompicones, y que entiendo que Sfar va realizando a medida que se la inventa, porque ése es su estilo, ésa es su marca de la casa, y que no lleva a ningún sitio. Porque aquí ya Sfar no se pone ya a filosofar sobre la religión, la vida o el arte como en El gato del rabino o en sus series más sesudas, sino que es avanzar por avanzar, y en el segundo tomo, cuando el personaje de Aspirina ya no es más que una comparsa de lo que parece más una partida de rol (¿es aficionado también a rol Sfar? ¿hay algo que no haga? Muchos guiños paródicos a esta afición en este cómic), la trama ya se descontrola por completo. El resultado es que durante casi 300 páginas me he aburrido soberanamente con un Sfar que no sé a qué juega, sin chispa, sin una pizca de interés. El segundo tomo de Aspirina es de 2018 y acaba con un final abierto. ¿Sfar amenaza con más?
Por fin, durante el verano, he podido avanzar la pila interminable de cómics que tenía pendientes por leer. ¡Hasta el punto de quedarme sin novedades! Así que he aprovechado para ir tirando de estantes olvidados donde tengo cómics pendientes de leer de hace años, para ver qué hago con ellos.
Parecidos razonables entre la portada del disco Poison Palinopsia (2021), del grupo Qrixkuor, y la icónica portada del Lateralus de Tool (2001). En este caso estoy convencido de que el parecido no es casual y el artista de la portada (Daniel Corcuera aka Nekronikon) se inspiró en la de Alex Grey, aunque en su Instagram dice que el parecido no fue intencionado...
Poison Palinopsia (2021)
Lateralus (2001)
He aquí una curiosa historia que empezaba siendo un solo parecido razonable que usaba una fotografía artística de autor que terminó convirtiéndose en una foto prácticamente de stock.
La foto en cuestión fue tomada por el fotógrafo Toni Frissell en 1947 en una atracción de feria en Weeki Wachee Springs, Florida. El grupo de jazz de Bill Evans y Jim Hall la utilizó en 1962 para su álbum Undercurrent. A partir de ahí lo que sabemos es que la imagen quedó libre de derechos de autor y desde entonces ha sido utilizada innumerables veces como portada de álbums o incluso de libros. A continuación os pongo algunas:
Tenéis un artículo más detallado en inglés sobre el tema en Music to Eat.
Visualmente, el juego te lleva a esos arcades que tan buen sabor de boca nos dejaron en la niñez a los que vivimos los 80 y 90. A mí me recuerda a los mencionados Out Run, Chase HQ, a Super Hang On, Lotus III ya en PC... Los gráficos no pretenden realismo, sino acercarnos a ese sabor pixelado de la época. Destaca su estética en colores cálidos y pasteles, scrolls verticales y horizontales del fondo muy buenos (en el estilo de lo que se usaba en aquella época) y un movimiento que se hace fluido, y una vez vas ganando práctica y mejores coches, se maneja a las mil maravillas.
80's Overdrive es un juego que te gustará si viviste aquella época y buscas un juego que puedas jugar ahora y tenga la jugabilidad que recuerdas (porque, amigo, vuelve ahora a probar el Lotus III o el Chase HQ de 8 o 16 bits... Ya te digo que no es como lo recuerdas. Comprobado). Tiene suficientes modos de juego (contrarreloj, competición, y además un editor de niveles) como para tener una gran rejugabilidad. A pesar de los pequeños guiños para los jugadores más jóvenes (contrincantes que te envían emojis), si eres un millenial o tienes menos de 30 años, es probable que lo veas con otros ojos y no te guste.
A favor: estética 16 bit totalmente conseguida, buena música, fluidez en los controles, dificultad progresiva y ajustada.
En contra: no se puede redefinir el teclado (algo totalmente absurdo, y hasta que no te acostumbras a llevar los controles con la izquierda, te sientes algo "incómodo" jugando); quizá me hubiera gustado un poco más de variedad en cuanto a los vehículos que encuentras en carretera.