22.9.23

La Fundación Sophia en Mallorca

Hace años (concretamente 20), publiqué la noticia de abajo. Y muchos después, quizá ahora hace 10, vino a mi trabajo una señora en nombre de Fundación Sophia, para pedirme educadamente que retirara este post. Ya no recuerdo muy bien la conversación, pero lo que me acojonó es que tirando del hilo de internet, acabó llegando a mi lugar de trabajo. Tampoco es que lo esconda, pero vamos, que se tomaron sus molestias para llegar a mí. Les dije que me lo pensaría y para ahorrarme problemas la borre.

Hoy he visto en redes contenido que no sólo no desmiente lo que puse, sino que lo confirma. Como dije, borré en su momento el post. Hoy lo vuelvo a subir como aviso a navegantes. Y añado información útil.

· "El Govern pide a la Policía que investigue la aparición de sectas.

Las familias de adeptos a la Fundación Sophia afirman que se les inculcan ideologías totalitarias y alienantes". Algunos de nosotros ya nos olimos el tufillo que desprendía este supuesto "centro de estudios filosóficos" cuando apareció, con métodos misteriosamente parecidos a los de otra infausta secta, la Nueva Acrópolis. Después ha resultado que detrás de esta fundación estaban los capitostes de esa secta. Desde aquí esperamos que la Policía haga un buen trabajo y tome todas las medidas necesarias contra estos sinvergüenzas que se aprovechan de los pobres de espíritu. Noticia completa (Fuente: Diario de Mallorca).

31.8.23

Resumen de un verano

60 días.

17 libros.

37 cómics.

16 películas.

71 partidas.

5 sesiones de rol.

No está mal.


27.7.23

Diario de lecturas (XXXI): bolsilibros

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En el mundo de los bolsilibros hay de todo. Si bien me encanta lo mal que escriben autores como Joseph Berna o Ada Coretti, en esa miríada de autores y obras hay infinitas calidades literarias. Así he conocido la obra de Law Space, pseudónimo de Enrique Sánchez Pascual, padre, por cierto, de Enrique Sánchez Abulí, el creador de Torpedo. En esta novelita Soy un humanoide de 1981 nos encontramos una muy decente historia de posthumanismo, escrita con una calidad literaria a años luz de otros autores de bolsilibros. El último hombre nacido de mujer plantea una callada revolución para desprogramar a los serviles humanoides que la clase alta explota como trabajadores. Transhumanismo, identidad, microdrones... A pesar de las limitaciones del formato, se le ha de conceder el mérito de pensar a lo grande en esta novelita de 96 pgs. El "Solo para adultos" parece más algo que se le impusiera al escritor, que tuvo que meter con embudo alguna escena erótica para vender, que sin embargo salva bien e integra coherentemente en la historia. Y destaco también la inteligencia de jugar con el título y el final del libro. Un buen descubrimiento, que demuestra que falta mucho por estudiar en este género de novelas populares, el pulp español por excelencia. 

Me escapé del infierno de Ada Coretti: Bueno | Libros Ambigú

Sin embargo, me ha decepcionado terriblemente el siguiente título: Me escapé del infierno, de Ada Coretti, una autora a la que sigo y que tiene un estilo francamente malo que, sin embargo, puede disfrutarse bastante una vez entras en su juego. Pero en esta novela, que juega con asesinos psicópatas que han perdido la memoria, no encontramos las características habituales de sus libros (aquí un post muy bueno sobre la autora). Nada sobrenatural: la historia se convierte en una historia de detectives para averiguar quién pudo matar a los personajes que van espichando.

19.5.23

The Crow: Curare y La piel del lobo

Recién he acabado de leer The Crow: Curare, otra pieza del puzzle de James O'Barr sobre la venganza y el descenso a los infiernos del ser humano en la serie que le ha valido la fama. Edita este tomo Yermo Ediciones en 2013. 

En The Crow: Curare, James O'Barr se acompaña de Antoine Dodé, dibujante francés que se acerca al estilo manga, para una historia protagonizada por un policía retirado que ha malgastado su vida personal por su trabajo.
 
Los cómics de The Crow son siempre pura emoción. Lo han sido desde el primero de ellos, el original, que te golpea con el impacto emocional del dolor del protagonista. Es un ejercicio de catarsis y es una bella obra maestra. Aquí, argumentalmente lo podríamos ver como un cómic flojo que cae en una serie de clichés del género policiaco: es así, sin duda. Su virtud consiste en la fuerza con la que te golpea, fuerza que tú le devuelves al Cuervo para que ejecute su venganza. Si has leído algo de El Cuervo probablemente sabrías decir de qué va Curare o cómo va a acabar, pero eso no hace que lo disfrutes menos. Porque lloras cuando el detective le pide perdón a la niña por no haber podido salvarla, y porque quieres ver cómo el hijo de puta que la ha matado muera como la sabandija que es. Lo dicho: emociones.
 
Yermo editó Curare junto a La piel del lobo, cuyo título en inglés es "Skinning the wolves", que da una mejor idea de lo que va. Esta otra miniserie escrita está también por James O'Barr, quien además pone algunas variantes de portadas. Brutales, como la que acompaña este párrafo.

 
Si la violación y muerte de una menor es uno de los peores infiernos que puede crear el ser humano, no podía faltar el definitivo... En La piel del lobo, El Cuervo visita un campo de concentración nazi.  No hay que darle muchas vueltas al argumento: El Cuervo se levanta para vengar a un padre asesinado junto a su familia por un coronel obsesionado por jugar al ajedrez con sus víctimas. Maniqueísmo total con un malo sin aristas, totalmente inhumano, en una historia que busca lo que ya habrás supuesto.
 
La piel del lobo es una catarsis a lo bestia para uno de los peores momentos de la humanidad, casi una mera excusa para matar nazis, que ya me va bien. Pero James O'Barr tiene tiempo de apuntar ciertos detalles históricos, como el señalar a todos los culpables de facto. Al final de la historia, los prisioneros escapan de un campo de concentración que ha sido destruido hasta los cimientos. Los supervivientes le dicen al Cuervo que irán a la ciudad más próxima. Él les advierte: "No vayáis a la ciudad. Sabían lo que pasaba aquí y no hicieron nada. Voy a visitarlos".
 
En resumen, la virtud de O'Barr es que te sacude en lo más íntimo y te lleva en un carrusel de emociones por el lado más oscuro del ser humano. Curare y La piel del lobo no son quizá los mejores Cuervos pero son una lectura visceral que te removerá y te hará sentir vivo.
 
No quiero terminar sin dejar aquí el artículo que escribí sobre el Cuervo original, que para mí sigue siendo una obra maestra del cómic, y recomendaros encarecidamente su lectura.    

6.5.23

Diario de lecturas (XXX)

Hace un par de años que mis índices de lectura son paupérrimos. A medida que mis hijas se van haciendo mayores, parece que el trabajo se multiplica y sólo encuentro un momento para leer cuando voy a la cama, antes de caer rendido otro día más. Como vi venir, este año la lectura de Normandía 1944 de James Holland me está costando mucho: más de 700 páginas que, aunque muy interesantes, no logro configurar en mi cabeza cuando el autor baja al terreno de lo concreto y describe escaramuzas tácticas que, simplemente, no puedo representar en la cabeza. Llevo cinco meses con el libro y todavía me quedan 200 páginas.

Pero hete aquí que una circunstancia azarosa hizo que mis lecturas se reactivaran hace un par de meses. Dos tapones muy gordos en los oídos (me temo que facilitados por el uso de auriculares "intraoído"), me llevaron, primero, a buscar auriculares de diadema para mis viajes en bus (llevo todo el curso yendo al trabajo en este servicio público, lo que se traduce en una hora y media cada día de trayectos), segundo, a intentar leer en el bus, al menos en el primer transbordo, en el que siempre me puedo sentar y no es demasiado movido. Siempre me he mareado leyendo en el coche, pero ha resultado que, en este pequeño lapso de quizá 20m. del primer bus que cojo, que va prácticamente en línea recta hasta donde me bajo, sí que he podido leer con comodidad. Y eso me ha animado mucho. Empecé por terminar La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, recomendación de Silvia Broome, y me entusiasmó. La pasión de este hombre, su completo convencimiento en las ideas humanistas, me llegaron mucho y me dieron fuerzas para seguir adelante en mi trabajo. Seguí con otro libro de Ordine, Los hombres no son islas, que, a pesar de que tiene muchas coincidencias literales con lo que cuenta el autor en su libro anterior, el compendio de textos de autores clásicos que tratan temas directamente relacionados con nuestra vida (el amor, la consideración de pareja, el racismo, el clientelismo de la universidad, el humanismo, etc.) es realmente excelente y resulta una guía fantástica por si algún día uno quiere entrar en esos clásicos por sí mismo. 

Llevado por el culturalismo, en el buen sentido, de Ordine, revisé mi biblioteca en busca de libros breves que pudiera leer en ese pequeño lapso de autobús. Y volví a Borges, autor que en la universidad me había apasionado. Leí Discusión, pequeños ensayos y conferencias de diversos temas, sobre todo literatura, filosofía y cine, y luego Los conjurados, un poemario que, si no he entendido mal, es el último libro publicado por el argentino. Del primero, me encantó su erudición, hasta el límite de lo pedante, pero a Borges siempre se lo perdono. Muchas veces se me escapan las referencias que utiliza, y además la manera que tiene de decirlo no es precisamente la más sencilla (esto lo noto ahora, no creo que lo advirtiera hace veinte años), pero su sutil y soterrado humor me conforta. Respecto al segundo, me llamaron la atención varios pasajes, y sobre todo el aire personal que transpira la primera parte del poema. Luego la erudición vuelve a abrirse paso, y nos encontramos con los temas de Borges de siempre: la eternidad, el tiempo, el eterno retorno... Pero en Los conjurados el tamiz lo pone un autor ya ciego, y probablemente consciente de que está agotando sus días. Me estremeció. Por ejemplo, éste, que no parece de Borges:

Tríada

El alivio que habrá sentido César en la mañana de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo, del coraje y del hacha.

El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo.

Lo cierto es que ante la idea de otro año en que mis lecturas fueran escasas, las últimas circunstancias me han animado, han hecho que recuperara la ilusión por leer y me han insuflado, de alguna manera, el espíritu humanista, filosófico y literario de los autores que he leído.

2.5.23

El síndrome de la cornucopia o la sobreabundancia contemporánea


Escribo por segunda tercera vez este artículo después de que la versión original se perdiera en la purga de usuarios de La Voz en el Muro, un fallido proyecto de portal de contenidos creados por los usuarios.

Pero como Ramon Llull después del naufragio en el que perdió sus obras, sólo me quedan ideas de lo que una vez puse por escrito. El artículo hablaba sobre la instantánea disponibilidad de los contenidos en internet, la amplísima oferta, la frustración por no llegar a todo, y lo que todo ello nos hace sentir. Dejo por aquí las impresiones que recuerdo.

Actualmente, uno busca cualquier película, cualquier canción, cómic, videojuego... Y en la mayoría de los casos, con una búsqueda bien hecha, obtendrá lo que quiere en menos de diez minutos, incluida su descarga.

Hemos llegado a un punto en que tenemos muchísimo más de lo que podremos disfrutar en nuestra vida. Se le ha llamado síndrome de Diógenes digital, pero yo prefiero llamarle síndrome de la cornucopia, donde la red es una pradera del País de Jauja dispuesta a ofrecernos todo lo que queremos y más. No sé vosotros, pero yo tengo más videojuegos en Steam de los que podré jugar nunca (además de algunos en formato físico que compré y nunca llegué a instalar), más música de la que podré escuchar nunca (centenares de cds, y luego decenas de dvds llenos de mp3, y luego discos duros físicos de gigas y gigas de música, sumando miles o decenas de miles de álbums), más películas de las que podré ver (un montón de copias físicas de rebajas, incluso ediciones metálicas que no he estrenado, películas que tengo almacenadas en soportes rígidos o cds, algunas desde 2003 y sin haber visto; y ahora con las plataformas digitales ya es el acabóse) y más libros y cómics de los que podré leer en lo que me queda de vida. Ahora, a esto le podría añadir los juegos de mesa. Me engaño con la ilusión de que sí, pero no.

Siempre digo que, cuando compramos un producto cultural, sea una película, un libro, un juego... lo que en realidad querríamos comprar es el tiempo necesario para disfrutar de ese producto. Y eso no es así. Pensamos que "algún día", bajamos tal película o tal pdf "por si acaso luego tumban esa página* y no soy capaz de volverlo a encontrar", e incluso la más divertida: "cuando me jubile tendré tiempo", ¡cuando todavía nos falta media vida laboral o más! (*mira por donde, este pensamiento me vino bien cuando se cargaron el repositorio rolero The Trove.Net).

Afortunadamente, con algunas cosas he podido poner freno. En los videojuegos, las famosas rebajas de Steam no me afectan porque los videojuegos fue a lo primero que renuncié cuando entendí que mi vida se encapsulaba. No es que lo haya dejado del todo, pero es algo que tampoco echo mucho de menos. Con la música pasa otro tanto, antes bajaba un montón de novedades mensuales, gracias a las infinitas posibilidades de la descarga directa, sobre todo del mundo del metal, y apenas podía echarles alguna oída. Ahora compro muy pocos cds ya no compro cds (ya tengo suficientes, y siempre acabo escuchando lo mismo... cosas de la edad) y el ansia por bajar cosas la ha solventado el streaming gratuito en páginas como Deezer, Youtube o Bandcamp. Con los libros y cómics me he frenado mucho casi en seco, porque además con el trabajo en Papel en Blanco y Ultima Hora, tengo lectura de sobra sin pagar. El lado negativo de ello es que muchas veces leo cosas que no me interesan o que no hubiera leído por voluntad propia. (A este respecto, leed la entrada La focalización y el problema de las redes).

Este año [¿2019?] me propuse dejar un poco de lado la dictadura de la novedad y de la lectura por compromiso a la que me obliga mi trabajo para disfrutar un poco más personalmente de lo que quiero leer. Lo conseguí a medias, sí es cierto que intenté elegir más lecturas (y relecturas) totalmente voluntarias, pero al mismo tiempo con el rabillo del ojo veía como la pila de libros por leer iba subiendo hasta límites absurdos (calculo que ahora mismo ronda el metro y poco más de altura).

Pero a lo que vamos: el enfrentamiento que quería exponer es el de la materia contra el tiempo. Cuando tengo un momento para instalar un videojuego, miro la lista de más de 400 títulos... y no sé qué poner, porque tengo 5 ó 6 opciones que me apetecen lo mismo. Hace poco leía sobre el juego de mesa de This War of Mine, basado en un videojuego. Me puse a comparar precios, y al ir a consultar el del videojuego... ¡Me di cuenta de que tenía el juego en Steam desde 2017 y ni siquiera lo recordaba! Cuando subo a la biblioteca y me apetece leer un libro, tengo tantas opciones, pero tantas, que me agobio. Repaso estanterías y baldas, y empiezo a localizar libros que tengo muchas ganas de leer: siete, ocho, nuevo, doce... Y me empiezo a poner nervioso, porque lo que tendría que ser el espacio más calmado, relajado y cómodo de la casa me está empezando a estresar. A veces husmeo en alguna balda, y descubro libros que ni recuerdo que tenía. Alguna vez he estado a punto de comprar un libro que ya tenía, si no es que lo he hecho realmente.¿Es sólo la parálisis del análisis lo que me afecta? Yo creo que es algo más: es el lado oscuro del consumismo riéndose de mí en la cara. ¿No querías todo esto? ¡Ya lo tienes! ¿Y ahora, qué? Es una lucha destinada al fracaso.
[Aquí se corta el borrador de mi digresión, pero ahora mismo no me veo capaz de seguirla. Sirva esta muestra para hacerse una idea de lo que quería decir.]

3.2.23

Parecidos razonables (XLVII): Portada de Áureo vs. Frank Frazetta

Parecidos razonables (imagino que homenaje consciente) entre el cuadro El cerebro, de Frank Frazetta (1967) y la portada del juego de rol Áureo (2021), obra de Cuco Carrillo (el autor del libro, no he podido localizar quién es el autor de la portada en concreto).




9.1.23

Cerrando 2022: los juegos de mesa

 

 

Quizá la única buena cifra (considerable) de 2022 en estos balances de ocio que hago aquí ha sido la de juegos de mesa: 668 partidas, que superan ampliamente las 511 anteriores. A ello ha contribuido, sobre todo, el poder abrir de nuevo el Aula de Juegos Immaculúdica del cole donde trabajo, y, al menos en la primera parte del año, gracias al horario ampliado del comedor debido al covid. De repente teníamos dos horas netas para jugar de lunes a jueves (excepto reuniones y otras cosas), y si a eso añadimos un grupito de 3º de ESO de gente muy guapa que me acompañó en todo lo que les propuse (euros, temáticos, rol...), no puedo sino estar agradecido. Este grupo ahora está en 4º y sólo me quedan 5 meses de disfrutarlos, así que espero que sigan queriendo compartir su tiempo conmigo. No saben el bien que me hacen.






Haciendo un comentario muy por encima de esta enorma lista, querría destacar algunos títulos. Uno de los títulos del año, sin duda, sería The Thing, el juego de roles ocultos que sacó este año GenX. Es una fiesta, muy temático, refleja muy bien la película y cuantos más jugadores, más divertido es. 


 

Dos juegos solitarios que he disfrutado porque me han creado una extraña sensación de paz y tranquilidad mientras los jugaba: The Mission (HQ en español) y Silent Victory (GMT). Gestionando la cristiandad o hundiendo barcos japoneses en el Pacífico, los dos me han resultado muy amenos. 

Un juego que me ha gustado y por el que me he interesado bastante por conocer la revolución norteamericana ha sido la serie Battles of American Revolution, con el tripack Guildford-Saratoga-Brandywine. No acabo de controlar las reglas del todo, pero estoy seguro de que, cuando vuelva, una vez leídos dos o tres libros sobre la época, aún me gustarán más. 


Tardó mucho en llegar, pero al final lo hizo: Dungeon Degenerates es un dungeon crawler con un estilo cafre-punk, dirección artística de cómic underground y paleta cromática para arrancarte los ojos. Muy interesante, con cientos y cientos de cartas de encuentros y enemigos, y con una rejugabilidad muy alta. No llega a ser rol (spóiler: ningún juego de mesa llegará nunca al nivel de jugar a rol de verdad), pero es muy divertido.


El año pasado ya destaqué The Lamps Are Going Out, y es que me gustan estos grandes estratégicos de la IGM, así que este año repetí con Imperial Tide, una especie de Senderos de gloria light, pero que sigue dando la impresión de jugar la IGM bastante bien. 

 

Otros juegos que me han gustado jugados durante este año: Lock Up, un euro con temática carcelaria-fantástica que pasó muy desapercibido y que es muy divertido, con más interacción entre jugadores de lo que suele ser habitual; Band of Brothers, un táctico que me gustaría introducir en el cole; El dilema del rey, un legacy que gustó en nuestro grupo a pesar de que aún no lo hemos terminado.

 


Los fiascos del año: Karak, El jurado, Saladdin, 303 Squadron, y mención aparte, Hellboy. Mi propósito era jugar los 6 casos de este juego estas navidades, pero creo que al terminar el tercero lo desmonté y volveré a él más adelante. Lo estoy jugando con la MinionD10 y a ella le gusta, pero a mí se me está haciendo muy repetitivo y limitado. Edge cometió un error al sacar el core básico y nada más. Si lo hubiera editado ahora, en esta euforia que vivimos, seguramente habría podido vender la edición KS con toda su mandanga o al menos vender las expansiones aparte. Pero el juego básico es muy muy limitado, y enseguida te cansas de matar a las putas ranas todo el rato. Es una pena, el juego tiene unos componentes de 10, los dados, las fichas, las minis... Pero le falta más variedad.  

 

Para 2023 me conformaría con llegar a los niveles de 2021, porque soy consciente que la cifra astronómica de este año ha sido fruto de un cúmulo de circunstancias que no creo que se repitan fácilmente. Una de las cosas que me gustaría poder hacer es jugar más en grupo y menos solo, e intentar profundizar aún más en los wargames en compañía. Tengo esa esperanza.

6.1.23

Cerrando 2022: la música

Compruebo con estupefacción que el año pasado no realicé mi balance musical de 2021. Bueno, de todas maneras no habría mucha diferencia entre el anterior de 2020 y el de 2022 que hoy publico, más para mí mismo que por nada más. 2022 ha sido un año que ha visto crecer el número de escuchas, pero año tras año mi cerebro de cuarentón se va anquilosando y reconfortándose en la música que ya conozco. Siempre he tenido una curiosidad natural hacia nuevas músicas -ahí están las reseñas mínimas que sigo sacando-, pero de nuevo el tiempo juega en contra de ir haciendo descubrimientos. Cuando uno no tiene tiempo, va a tiro fijo. Y por tanto, a lo que ya conoce y ama.

Los 60 álbums más escuchados en 2022:

Pocas sorpresas, exceptuando algún grupo de dungeon synth y un disco de Katatonia sobre el que no había profundizado.


Los grupos más escuchados este año son viejos conocidos.

Sin sorpresas: Katatonia, Gardel, Billie Holiday (que además, cuando hay pistas en las que canta con orquesta se indexan diferente, por lo que podría estar más arriba; idem del Coro del Monasterio de Silos o [The Lord Weird] Slough Feg), Tom Waits...

Álbumes destacados: Discorauged Ones, un "viejo" descubrimiento, porque era un álbum de Katatonia que no tenía controlado y me gustó mucho. De estos 16 más escuchados, quizá el más actual sea New Organon, que cumple muy bien como nuevo trabajo de Slough Feg.


Y no puedo decir mucho más: si en algún momento escucho algo, lo tenéis en mis Reseñas Mínimas que he reseñado bajo este tag. No creo que el 2023 corrija esta tendencia, así que sólo me queda anclarme en mis viejos vicios.


5.1.23

Reseñas extremas mínimas (XXVII)

Hace tiempo que tengo algunas reseñas colgadas a medio escribir, así que para no postergarlo más voy cerrando el artículo con lo que tengo escrito. Como siempre, AMG ha ayudado a encontrar nuevas músicas a las que prestar una oreja.

· I Am The Night - While The Goods Are Sleeping (2022). ¿Queréis embarcaros a un viaje a la nostalgia del buen black metal sinfónico de los 90? Este proyecto, de intuitivo título y miembros pasados y presentes de Omnium Gatherum, Insomnium, Abhorrence y Paradise Lost, es un homenaje clarísimo a las obras maestras que cimentaron la tercera ola de black metal, especialmente de Emperor y Dissection. Títulos tan evidentes como I am the night u Ode to the Nightsky (alguien comenta "sounds like 90s Ihsahn making a guest appearance on a bonus track for Storm of the Light's Bane", y no se me ocurre mejor descripción) nos indican ya las intenciones del grupo. Un ejercicio de nostalgia, pues, realizado de forma impecable. Como dicen en Last Rites, "I Am the Night really, really loves In the Nightside Eclipse, and they’re quite good at illustrating that point".
    
 
· Desmond Doom - Surf-Goth (EP) / B-Sides(2022). Otro viaje de nostalgia, en este caso al corazón del post-punk. En la línea de lo que hicieron en su momento She Wants Revenge y luego grupos como She Pasts Away, este Desmond doom recrea los sonidos ochenteros del gótico bailón de Sisters of Mercy. La propia banda describe su música como “Joy Division meets The Smiths in Eastern Europe”, supongo que por cuestiones de márketing y memeces de moderneo, porque aquí lo que suena son los ecos de la banda de Eldritch (vale, en Take Me Back sí que se reconoce la influencia de Ian Curtis). Efectivamente, escuchando el B-Sides, resuenan también los dejes de Joy Division e incluso de The Cure en Tears of Mothers. Una de las cosas que ma dan un poco de rabia es el no querer adscribirse a una corriente por cuestión de parecer moderno. ¿Cómo diferenciar un grupo que busca hacern una especie de relectura irónica de esta música y alguien que simplemente se suma al estilo porque es lo que le gusta y se siente parte de esa "tradición"? Ah, la posmodernidad.

2.1.23

Cerrando 2022: los libros

En Papel en Blanco he comentados los 6 o 7 libros que más me han gustado de las lecturas que he hecho durante este año (los cómics no cuentan, van en otra lista).

Como indico en el post y en el anterior de resumen, las lecturas este año han bajado a niveles mínimos (44 títulos), pero he disfrutado mucho de este puñado de títulos destacados (otros de LIJ van reseñados en Bebé a Mordor, y los cómics en su entrada particular). Espero que 2023 traiga, si no más número de lecturas, al menos el mismo goce de las pocas que haga.

 

1.1.23

Cerrando 2022: los posts

Este año he sentido que mi actividad había descendido claramente, sobre todo por el ritmo errático de publicaciones de reseñas en Ultima Hora, que han marcado mi poca escritura y por consiguiente publicación en Iconotropía y Papel en Blanco. En mi trabajo he aumentado la carga de horas y eso se ha notado: al no tener ningún día libre, no lo puedo dedicar a escribir como hacía antes. Otra de las cosas que he tenido que dejar un poco ha sido las colaboraciones con Bebé a Mordor. Pero si nos atenemos a los fríos números, los artículos han aumentado respecto a 2021, y eso ha sido por el cambio de rumbo (a positivo) que ha tenido Papel en Blanco. Este año 2022 se ha consolidado una nueva plantilla de redactores que ha aumentado el ritmo y la calidad de la web, con la aportación de hasta 4 colaboradores más. Por otra parte, a cambio de dejar más abandonados Iconotropía y el mundo del cómic y el cajón de sastre que es Cisne Negro en el último lustro, me he enfocado más en mi interés por la Historia, los conflictos bélicos y los wargames en El Desafío de las Águilas.

Resumen
Papel en Blanco:   71 (cuenta común), 23 (usuario propio) = 94, mejor que el año pasado (73 posts), pero lejos de los 127 de 2020.

Iconotropía: 21 
Cisne Negro: 11
Immaculúdica: 7

Bebé a Mordor: 6

El Desafío de las Águilas: 13

Total: la cifra sorprendentemente aumenta respecto al año pasado: 152; en 2021 fue de 139; mientras que en 2020 fueron 209 y, o tempora o mores, 393 entradas en 2018.

31.12.22

Cerrando 2022: los cómics

 


Este año, en cuanto a cómics, la tendencia ha seguido a la baja, pese a que superé por poco la cifra de 2021(121 cómics leídos), tras un 2020 en que toqué fondo (111), considerando que en 2018 llegué hasta 184 (y recordemos que esta cifra no incluye libros-libros). Este año lo que tengo que destacar en cuanto a cómic es que di un golpe sobre la mesa y me dediqué más insistentemente en recuperar cosas que me interesaba leer de verdad. Y así, (re)leí los cuatro integrales de Hellboy, el primero de Sandman, buena parte del Spriggan, todo Gideon Falls de nuevo, todo Buenas noches, Punpun (por la insistencia de una buena alumna), todo Dr. Slump (que no había terminado desde que finalizó la primera edición de la colección hace años), casi todo el Daredevil de Mark Waid que tengo en casa, y buena parte del Hulk de Peter David (en diversas ediciones de Fórum). Estoy muy contento de estas relecturas, y me gustaría en este 2023 hacer lo propio con House of Secrets, todo lo que tengo de Astrocity de Busiek (que no sé si tengo completa), o quizá todo Scalped o todo Starman, o recuperar Buddy y los Bradley para hacer otra relectura de Todo Odio.


 

La tónica en cuanto a novedades es la misma que el año pasado: muchas lecturas de trabajo que en muchas ocasiones no me apetecían pero que a veces constitutían una gran sorpresa. Este año no he tenido mucho tiempo para escribir, lo que se ha traducido, como ya indiqué el año pasado, en un círculo vicioso de no leo-no escribo-no pregunto por novedades-porque no leo-no escribo. En fin, balance total: 129 cómics leídos, con un poco de todo, y el resultado, lo mejor del año, lo tenéis en este post de Papel en Blanco.

30.12.22

Cerrando 2022: resumen

Como cada año por estas fechas, hago un balance de lo que ha significado para mí el año, al menos en lo personal-secundario. 

A falta de hacer el desglose total en los posts sobre cada cosa, este 2022 ha sido un año irregular y extremo en sus números. He tocado fondo en cuanto a lectura de libros, con la peor cifra en los últimos años, y salvada en los últimos días para igualarla a la de 2019. Para más inri, la mayor parte de esas lecturas son infantil-juvenil, por lo que la cantidad de páginas es irrisoria. En cómics he conseguido llegar al umbral mínimo de los últimos años; el número de películas se ha desplomado, así como el rol que he podido jugar. Lo único que ha incrementado sus cifras (¿el tiempo se ha ido invertido ahí, se ha balanceado? La verdad, no lo sé) son las temporadas de series y las partidas a juegos de mesa. 

Lo comenté a finales del año pasado; tras la pandemia mis intereses viraron sensiblemente en cuanto a mi forma de ocio. De videojuegos habréis notado que jamás hablo, puesto que llegó un momento en mi vida en que tuve que renunciar a cosas y ésa fue la primera. En mi amplio abanico de intereses, los videojuegos tenían todas las papeletas para salir de la ecuación, por su potencial adictividad y por ser otra causa que me mantuviera pegado a un monitor. Y renuncié, y no los echo de menos. Sigo jugando poquito cuando tengo un rato y algo que me llame la atención, pero ni de broma es algo a lo que dedique mucho tiempo a lo largo del año, por muchos juegos que tenga o que vaya comprando, ingenuo de mí, durante las rebajas de todo el año. Como decía, mis intereses me llevaron a internarme en el camino de los juegos de mesa y especialmente en los wargames, y con ellos también mis lecturas cambiaron para focalizarse en temas históricos y bélicos. La Historia es un tema que siempre me ha interesado, pero el experimentarla "de primera mano" me ha hecho ir más allá y descubrir un ilusionante nuevo mundo en la divulgación histórica. 

Una cosa que ha cambiado en 2022 y de la que estoy muy contento es el giro que ha dado, para bien, la dirección de Papel en Blanco. Este año se han incorporado cuatro personas más al staff, y si contamos a una quinta que empezó a finales de 2021, puedo decir que finalmente hemos llegado a completar un bonito equipo que hace que la página esté mucho más viva de lo que ha estado en años. Cada uno con sus intereses particulares y su forma de escribir, han traído interés, variedad y calidad a la página. Estoy contentísimo de ello. Junto a ellos, los veteranos, que se pasan más o menos por la página, y siempre es una alegría volver a leerlos. Lo único que lamento es seguir sin tener a la mejor del equipo. A ella. A Silvia Broome. No pido para el año nuevo que vuelva a escribir, pero sí espero que al menos se encuentre mejor para que todos podamos disfrutar de la luz de su inteligentísima pluma algún día. Porque es una de las mejores personas que he conocido y se merece que le pasen cosas buenas.

Con el caudal de trabajo que mis aficiones me producen, una de las cosas en las que tuve que ceder fue en la colaboración con Bebé a Mordor. Julia sólo me ha puesto facilidades para que siga ofreciendo mi contribución, y tengo que agradecérselo, porque es un equipo tan bonito y que hace un trabajo tan bueno, que sólo tengo buenas palabras desde que empecé a colaborar con ellos. Seguiré escribiendo en Bebé a Mordor en la medida de lo posible en 2022. 

El proyecto que sigue ilusionándome porque es el más personal es El Desafío de las Águilas, donde sigo escribiendo sobre wargames y libros de historia bélica, y donde este año he podido también ofrecer algunas entrevistas a diseñadores de juegos que personalmente creo que han quedado bastante bien. Durante 2023 me gustaría seguir ofreciendo contenido de esta manera. Yo no soy de youtubes ni de tiktoks, ni puedo hacer más podcasts de los que consigo hacer en Inmacudados (arrastrando a mis alumnos), lo mío es lo escrito: lo he sabido siempre, desde pequeñito. La palabra escrita para mí ha sido la salvación, la vida. Internet me dio la oportunidad de darle rienda suelta, y así será siempre, a pesar de que las infinitas mutaciones de la web la lleven hacia lo visual. 

¿Y Cisne Negro, este blog? Queda, como hace años que permanece, como un cajón de sastre, un lugar al que acudir cuando tengo la necesidad de escribir algo que no se ajusta a ninguna de las otras páginas donde publico, o cuando es algo personal, o un apunte, o algo que quiero recordar, o algo que, en definitiva, me configura como el ser vitriólico que soy.  

No he podido, como hubiera querido, otro año más, retomar el trabajo de cómic con Bart Torres. Pero sí hay una chispa de luz al final del camino en otro proyecto del que, si todo va bien, podríais tener noticias en 2023. Prefiero no adelantar nada porque el destino es muy puñetero y basta que avances algo para que termine por no cuajar. Pero en cuanto a ello, estoy muy ilusionado. Seguiremos informando.

También tengo otros proyectos lúdicos que me gustaría completar durante 2023. Idem de lo anterior: no quiero dar pistas y que luego tenga que desdecirme. 

¿Qué me gustaría de 2023? Para empezar, enfocar mis lecturas hacia lo que verdaderamente quiero leer, como ya he hecho buenamente en 2022. El placer de releer o de leer cosas porque me da la gana, que puede parecer obvio, ¿no? pero que con tanta lectura para mis medios, a veces queda eclipsado. Disfrute tanto volviendo a leer La compañía del anillo... Me reencontré con la sensación de asombro que iluminó mi lectura de adolescente. Ese tipo de sensación, de lectura en libertad, es lo que quiero para este nuevo año. En definitiva, hacer cosas y disfrutar de ellas. Feliz año a todos.

22.7.22

El Desafío de las Águilas

En Wordpress el año pasado inicié una nueva aventura, El Desafío de las Águilas, un blog para dar salida a mis inquietudes en cuanto a juegos de simulación histórica y literatura bélica. Dio inicio en 2021 y ha despegado un poco más este verano con algunas reseñas de juegos y una celebrada entrevista con el diseñador Stefan Ekström. Echadle un ojo si os interesa el tema.

29.4.22

Parecidos razonables (XLVI): Adore vs. Cruelty and The Beast

Aunque en su momento no me di cuenta, ahí va un parecido razonable entre las portadas de Cruelty and the Beast de Craddle of Filth, y la de Adore de Smashing Pumpkins. Curiosamente ambas son del mismo año y sólo distan unos meses (la primera es de abril; la segunda, de junio). A pesar de que en un primer vistazo, incluso podríamos aventurar que se trata de la misma modelo, en el caso de la portada de Craddle of Filth, la banda contrató al fotógrafo Stu Williamson para fotografiar a la propietaria de un club nocturno y modelo Louisa Morando, quien previamente había bailado para la banda en vivo.


El arte de Adore consistía casi en su totalidad en fotografías en blanco y negro tomadas por Yemchuk, muchas de las cuales presentaban a la modelo Amy Wesson. El parecido estilístico quizá se agudiza en esta portada alternativa:


26.4.22

La focalización y el problema de las redes

Esta es una entrada diferente a los demás porque tengo la necesidad de explicar la situación por la que estoy pasando.

Estoy en un punto de inflexión personal en la que no sé hacia dónde tirar. Como sabréis, llevo desde 2008 escribiendo en prensa y otros medios sobre cómic, pero últimamente el hacerlo no me satisface. La gran mayoría de novedades no me llama la atención y la mayor parte de lo que leo son títulos que he de reseñar y que en muchas ocasiones no hubiera leído por propia iniciativa. Hay sorpresas agradables (y de ahí surgen normalmente mis mejores lecturas del año), pero a cambio es mucho tiempo de leer cosas que realmente no me apetece leer. Al mismo tiempo, a pesar de que intento ser profesional a la hora de escribir sobre esos títulos, el impacto de lo que pueda decir yo es totalmente inapreciable, si nos atenemos a las frías estadísticas. Hay cientos de páginas que se dedican a lo mismo, pero lo hacen mejor, seguramente porque también lo hacen desde una pasión que hoy por hoy estoy perdiendo. Tampoco ayuda que en la web que dirijo, no estrictamente sobre cómics, me haya quedado prácticamente solo a bordo.

Quizá ha sido causa (¿o efecto?) de este distanciamiento del cómic el hecho de que también como autor de cómic estoy totalmente varado. El joven Lovecraft no puede seguir, pese a que habría material para ir haciendo un integral y una nueva entrega, porque Bart Torres está en un momento también complicado de su vida y pese a lo mucho que he insistido, insisto e insistiré, no se ve con fuerzas/tiempo/ánimo para seguir. Evidentemente, yo no continuaré EJL sin él. Al mismo tiempo, el resto de proyectos de cómic que he intentado empezar y que necesitan a una persona que dibuje, han caído en saco roto. No es culpa de nadie, yo entiendo que un/a dibujante tiene que comer y que embarcarse en un cómic sin una garantía de nada no es algo que dé seguridad. Aún así, me duele el haber sido rechazado por todas las personas a las que he propuesto un proyecto, aunque no sea ese rechazo algo personal (supongo). 

He llegado a plantearme la posibilidad de pedirme unos meses de excedencia de mi trabajo real (soy profesor, como sabréis) para dedicarme a esos side projects, para escribir esa novela gráfica entera o diseñar ese juego y desde ahí poderlos mover de forma más segura. Pero no sé si es un lujo que valdrá la pena.

De la misma forma, en otras aficiones que también me llaman, y a las que me he acercado con vehemencia en los últimos años, recuperando alguna (rol), profundizando (juegos de mesa) o iniciándome (wargames) me siento un recién llegado que no tiene mucho que ofrecer en un panorama ya colapsado de contenidos. ¿Con qué autoridad puedo hablar de wargames si apenas llevo dos años en el mundillo y hay jugadores que llevan 30? Monto un podcast y apenas es escuchado por sus integrantes... ¿Por qué seguir?

Y en todo esto me causa inquietud, desasosiego, malestar... el efecto burbuja de las redes. Veo a todo el mundo compartir sus partidas, y jugar a rol todas las semanas, gente que no deja de jugar, y publicar contenido, y sacar videos, y grabar podcasts y... Y yo aquí, con un grupo presencial que se ha disuelto, con unas Máscaras de Nyarlathotep que he tenido que abortar habiéndome dejado como 300€ entre la edición nueva de Chaosium y las props de la HPLHS... Con una situación personal que no me deja apenas huecos, huecos que no puedo compatibilizar con las pocas personas que tengo, con un entorno cargado amigos con hijos pequeños... Y yo mismo, claro, con dos niñas y una familia que me limitan mucho.  

Resumen: nada de lo que hago me parece que tenga mucho sentido. ¿Es cuestión de prioridades? ¿Tengo que dejar de hacer cosas? ¿Tengo que focalizar? Nunca se me ha dado bien centrarme en una sola cosa, y al mismo tiempo siento que si sólo me dedicara a una me aburriría terriblemente. Supongo que en último término la respuesta es hacer lo que te haga ganas sin mirar si tiene impacto o no, y en ese sentido cosas como el podcast de Inmacudados, aunque no lo escuche ni Cristo, sí que me gusta y me llena. ¿La clave es ésa? No lo sé. No sé nada.

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