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15.8.15

La niña del Louvre

He seguido, con una mezcla de curiosidad e indignación, las reacciones a un tuit de @davidHAjugadoco, donde aparece una fotografía tomada en el Louvre de París. En ella se ve a una niña de unos cuatro o cinco años usando un portátil a los pies de una estatua. El usuario comenta que la niña estaba viendo la película Big Hero 6 dentro del museo. Este es el tuit y ésta es la captura:

Hay reacciones para todos los gustos. Airadas e irónicas, las que más. Algunos claman por la ocurrencia de meter a la niña en el museo; otros se jactan de haber ido a París, hacerse una foto en la entrada del museo y no haber entrado, algunos señalan que evidentemente la niña estaría más interesada en ver la película que en los trozos de piedras que hay expuestas. Twitter favorece precisamente eso: el chascarrillo fácil, la digestión ultrarrápida, las respuestas mordaces, y a otra cosa.  En 144 caracteres tampoco da espacio para mucho más.
Mi primer pensamiento, y así lo retuiteé, fue que el problema no era que la niña estuviera viendo una película, sino directamente entrar en el museo con un portátil.
Pero luego le di más vueltas, de ahí que terminara descargándolo todo en este post. Para empezar: la presunción de que lo que nos dice el post sea real. Evidentemente da igual si estaba viendo Big Hero 6 o lo que fuera, eso es indiferente. Pero tenemos que fiarnos de lo que nos dice David. Primera consideración: el cuestionamiento de la veracidad de lo que vemos en internet (el chascarrillo que circuló ayer mismo sobre Sánchez Dragó teniendo relaciones sexuales en bares...  Todo muy divertido, pero por las pruebas que se aportan, podría ser todo un infundio).
Con todo, el hecho de que use el portátil es irrefutable (y no un mero portátil, es un Mac, ojo). Y aquí viene el problema que señalé yo al principio: ¿por qué entras en el Louvre con un Mac? De nuevo, la descontextualización de la imagen no nos lo permite saber (¿es un artista? ¿iba a trabajar con él dentro del museo?¿es un turista y no tenía donde dejarlo?), pero igualmente, ¿qué hace la niña usándolo? Y aquí me pongo en la piel de papá. Sí, puedes llevar a una niña de tres, cuatro o cinco años a un museo. Y le va a gustar. Sí, y si no es así es que has empezado a educarla muy mal, porque si a esa edad no tiene curiosidad, nunca la tendrá. Pero eso no quita que, al cabo de un tiempo, termine aburriéndose. Vamos, hasta nosotros nos llegamos a aburrir en los museos, confesadlo. Cuando yo visité el Louvre no tuve ni por asomo la intención de verlo todo, porque sería de locos hacerlo en una sola visita de un par de horas. Fui con unas amigas y seleccionamos las áreas que queríamos ver por intereses personales: una de ellas, cerámica antigua; yo, pintura del XIX. Pero con niños pequeños no puedes pretender que puedan estar dos o tres horas viendo obras de arte, es sencillamente imposible. ¿Y qué ocurre? Les das algo para que se entretengan. Alternativas: no vayas con los niños. O puedes ir, pero tienes que hacer descansos, sacarlos fuera, o algo así, yo qué sé. Este señor puede que le diera el portátil a la niña porque ésta estaba ya hasta el moño de estatuas romanas o ánforas griegas. No lo sabemos. ¿Era lo mejor? Cada uno sabrá.
Lo que me escama a mí de todo este tema son los comentarios que apoyan lo que hace la niña frente a la opción del museo, algunos considerando lo que he dicho más arriba, pero otros directamente descartando la opción: "el cine también es arte y también es cultura. Bastante más accesible para un chiquillo que un museo aburrido", dice uno. En algunas respuestas late en el fondo un desprecio por la cultura "canónica", una manifiesta ostentación de la ignorancia, que es lo que más asco me da de este asunto. Esta cuestión, como se ve, es cuestión de matices, y Twitter no hace más que señalar maniqueamente posiciones que tienen mucho más margen del que pensamos. Al final de darle vueltas mi conclusión es: claro que el cine es cultura, claro que la niña puede ver una película de Pixar, pero también claro que se puede ir a museos con niños pequeños, claro que una niña de cuatro años puede disfrutar de sus tesoros, y claro que terminará aburriéndose y pidiendo hacer otra cosa.
Claro que igual todo este asunto es intrascendente y en el fondo sólo un pasatiempo para crear polémica. El autor del tuit termina diciendo entre las reacciones "yo que subo chorradas para echarse unas risas y la peña se lo toma en serio". Pues nada. A otra cosa, siguiente tuit.

21.7.10

La gorgona: el terror de la Hammer y el mundo clásico

Después de releer El príncipe de la noche de Swolfs, me entraron ganas de ver alguna película de la Hammer. La coincidencias entre ambas cosas se me hace patente: gusto por la ambientación finisecular, colorido característico, inimitable ambiente tétrico... Y nos decidimos por The Gorgon, también conocida como La medusa, La gorgona o La maldición de Vandorf, una producción de 1963. La película cuenta la historia de un pueblo, Vandorf, cerca de un castillo abandonado, donde desde hace unos años ocurren una serie de asesinatos que no han sido resueltos. La muerte de una joven pareja vuelve a poner sobre la mesa esos casos inexplicados. El padre del joven fallecido llega al pueblo para resolver el caso, pero él mismo se verá envuelto en un misterio que incluye a una criatura mítica que, al parecer, vaga por los alrededores.
En el reparto, destacamos a dos habituales de la Hammer: un frío Peter Cushing en el papel de doctor cómplice, y a un Christopher Lee disfrazado tras un bigote inverosímil y realizando un papel más vigoroso, aunque más secundario también.
También es de destacar que sea una de las pocas que apela a un mito clásico como fuente del horror (no digo nada que no se aprecie desde el mismo título del film). Normalmente, las películas de la Hammer giraban en torno a vampiros, hombres lobo y momias, pero ésta, cuyo terror proviene de una de las gorgonas, le da un punto diferente.
Quizá no es la mejor de las producciones de la Hammer. Reconozco que es lenta, apenas tiene un uso sensato del tempo narrativo, pero lo que fascina de ella, igual que el resto de cintas de esta productora británica, es la ambientación que consigue. La tétrica música, el mesmerizante canto de la gorgona, los saturados colores del Technicolor, los decorados de cartón piedra son parte insustituible de los atractivos de la película. Me gustan esos personajes misteriosos que la película sabe trazar, los maniquíes y los efectos especiales de pega que usa; ¡me encantan esos finales precipitados y de entrada de créditos fulgurante del final! Yo os la recomendaría, pero reconozco que la mayoría me la tiraría después por la cara... ¡No digáis que no os avisé!

14.7.10

Las Meditaciones de Marco Aurelio

Uno de los libros de mi biblioteca heredada que tenía pendiente de leer era el de Marco Aurelio: Meditaciones - Enseñanzas para una conducta moral. El libro, anotado previamente a mano por L.M., me ha servido tanto para conocer a este autor como a mi maestro un poco más. Las Meditaciones se dividen en doce capítulos (que a su vez están compuestos por secciones numeradas) donde Marco Aurelio va desgranando una serie de enseñanzas que van desde consejos para la vida cotidiana hasta citas literarias que considera de utilidad. Parece ser que el texto fue compuesto en los últimos años de vida del emperador y que lo digirió a sí mismo a través de una especie de desdoblamiento entre la voz que piensa y el tú al que aconseja, amonesta o critica.

Hay diversas reflexiones que destacan en la obra: una de ellas es la importancia de una interioridad inalterable. Marco Aurelio vuelve una y otra vez al guía interior, esa voz interna que debe hacer comportarnos rectamente y no hacer caso a la opinión. Insiste durante todo el libro en la importancia de las propias convicciones y en no atender al qué dirán:

Cuánto tiempo libre gana quien no mira lo que dice, hace o piensa el vecino, y sólo se preocupa de que sus propios actos sean justos y buenos.

Otra de las reflexiones que me ha llamado la atención es la que se refiere al tiempo y sus consecuencias. En este sentido, Marco Aurelio es muy barroco: insiste en que todo pasará, en que hoy puede ser nuestro último día en la Tierra.

Actúa, habla y piensa como si fueras a abandonar la vida en cualquier momento. Si un dios te dijera que ibas a morir mañana o pasado mañana, te daría igual un día u otro, a menos que fueras un cobarde, pues ¿cuál es la diferencia? Del mismo modo, no hay mucha diferencia entre morir mañana y muchos años después.
Marco Aurelio no habría aprobado la idea que tenía Manrique de la vida de la fama. En muchos de los capítulos, insiste en lo efímera que ésta también es:

Mínima es la fama póstuma, por larga que sea, y su existencia depende de una sucesión de hombres insignificantes que pronto mueren, que no se conocen a sí mismos y menos aún a quien murió hace tiempo. Todo es efímero, lo que recuerda y lo recordado.
En las Meditaciones hay líneas que convergen con el epicureísmo, el estoicismo, con la moral cristiana ("Sólo eres el alma que acarrea un cadáver"), con el budismo y el Tao ("por esto sólo: pensamientos justos, obras para el bien común, hablar sin engaño, aceptar todo lo que ocurre como necesario"), y hasta con las teorías de Einstein ("pues nada viene de la nada y tampoco nada desaparece nunca"). El bien común es una de las únicas aspiraciones que ha de tener el hombre digno ("Lo que no beneficia a la colmena, tampoco beneficia a la abeja").

Insiste en la contemplación meditativa y el autoconocimiento:
La gente se suele retirar al campo, a la costa o a la montaña. Tú mismo lo deseas a menudo. Pero es un tanto ingenuo, pues en cualquier momento te puedes retirar en ti mismo. En ninguna otra parte se encuentra más sosiego y quietud que en la propia alma.
Marco Aurelio nos advierte también de la naturaleza social del hombre, de la importancia de dar a las cosas el valor que realmente tienen; insiste en el recogimiento interior. Otro de los puntos centrales del libro es lo que los clásicos llamarían arte de bien morir: la importancia de encarar la muerte de una forma digna
¿Acaso te enfadas por no pesar trescientas libras? Haz lo mismo con el número de años que te toca vivir: igual que estás satisfecho con la parte de materia que te toca, haz lo mismo con el tiempo.
No desdeñes la muerte, sino acéptala con gusto, porque forma parte de lo que la naturaleza quiere. Igual que la juventud, la vejez, el crecimiento, la madurrez, la aparición de dientes, de la barba, de los cabellos blancos (...). Una persona acostumbrada a razonar, ni se enfada con la muerte, ni la rechaza con violencia ni arrogancia, sino que la espera como un acto natural más.
Algunas notas finales a modo de resumen:
No olvides el retiro que tienes en un rinconcillo, en ti mismo. Sobre todo no te inquietes ni te atormentes. Sé libre y examina las cosas como hombre como miembro de la comunidad, como quien debe morir. Y entre los principios que tendrás a mano y seguirás, pon estos dos: primero que las cosas no afectan al alma, están fuera, inmóviles; segundo, todo lo que ves cambiará enseguida y no existirá.
Te queda muy poco tiempo. vive como en una montaña, pues no importa vivir aquí o allí si se acepta que el mundo es una ciudad. Muéstrales un hombre que viva en auténtica armonía con la naturaleza. Que te maten, si no lo soportan. Será mejor que vivir como ellos.
Reflexiona sobre las causas desnudas; la finalidad de las acciones; qué son el dolor, el placer, la muerte, la fama; quién no es el autor de su propio malestar; cómo nadie es obstáculo para nadie; que todo es sólo opinión.
El libro tiene aún hoy en día una vigencia evidente y puede guiar al lector inteligente a repensar su filosofía de vida. Un libro que los modernos no titubearían en clasificar como de autoayuda. Os invito a conocer este libro de sabiduría y a embeberos en estas meditaciones.

Algunos enlaces útiles:
· Magnífico esbozo biográfico en Imperivm Romanvm.
· En la misma web está disponible el texto íntegro de las Meditaciones.

20.4.10

Rotting Christ - Aealo (2010): guerra, gloria y horror

Are you ready to fight for freedom?
Are you ready to die for peace?

Tenía pendiende hacer una reseña del último disco de Rotting Christ, Aealo, que ha aparecido este 2010. Rotting Christ es quizá la banda de metal más conocida de Grecia, con permiso de Septic Flesh o In Thorns I Lay. Como muchas otras, ha sido una agrupación que ha ido variando su sonido, e incluso su logo. Nunca he sido un gran seguidor suyo, pero sí me gustó mucho su Sleep of the Angels (1999), un álbum donde practicaban un black más cercano al gothic metal, y cuya voz me llamó mucho la atención porque fue la primera vez que oía a un cantante cantar con una voz muy rasgada que casi se convertía en susurros. Desde entonces no había seguido mucho su carrera, pero este año me llamó la atención la portada de su nuevo trabajo, que parecía dar una vuelta de tuerca más a su música. En los últimos discos, la banda había vuelto a su antiguo y medio indescifrable logo, señal inequívoca de que volvía un sonido más crudo y extremo.

Un habitual de este blog, Kvaser, ha escrito en su blog Peregrinaje épico una reseña de
Aealo que comparto plenamente. Ante ella poco más queda que decir, por eso os la copio aquí y os invito a pasar por su blog para leer sus interesantes entradas sobre historia, cultura antigua, mitología, entre otras cosas.

Aealo es una batalla sangrienta, el entrechocar de la lanza con el escudo, el ruido ensordecedor de tambores y espadas. Rotting christ ha creado una de las más perfectas obras inspiradas no el arte de la guerra, sino en su violenta ejecución. En efecto, podríamos afirmar que estamos ante un disco inspirado por Ares, quien representa el ansia de sangre y la violencia impredecible, en lugar de Atenea que simboliza la estrategia de la guerra, la meditación previa a la batalla, elementos -estos últimos- que parecen totalmente lejanos al álbum que nos ocupa.
En la realización de este disco, la banda griega se ha rodeado de colaboradores de excepción, entre los cuales me interesa destacar por sobre todo a los músicos de
Daemonia nymphe. La participación de éstos me permite entender el fuerte elemento étnico presente en Aealo, sin el cual este sólo sería un disco de sonido genérico. En efecto, quizás el aspecto más llamativo del álbum sea la perfecta sincronía entre el black melódico y los sonidos más cercanos folk que dotan de una fuerte identidad griega a la placa. Así, los helenos despliegan toda su furia en temas como Eon aeanos, cuyo sonido de frenéticos tambores eleva la música tribal a cimas de inusitada agresión, para luego incorporar coros en griego como en Demonon vrosis o en la breve Dub-sag-ta-ke. Esta impronta se mantiene a lo largo de todo el álbum, logrando algo que pocas bandas de metal extremo logran realizar con éxito: impregnar a su música de la propia identidad cultural.
El trabajo como black melódico propiamente tal finaliza con
Santa muerte, pero el epílogo lo pone la grandiosa Diamanda Galas, quien presta su voz en Orders from the dead para darle un final escalofriante y desconcertante al disco, pues nos aterriza y deja de sacralizar la guerra, con su macabro canto sobre el genocidio armenio perpetrado por los turcos a principios del siglo XX. Así, una obra inspirada en la destrucción y la violencia, finaliza recordándonos el espanto del genocidio, el cual no debe ser olvidado.

El toque étnico que ha incorporado Rotting Christ en este disco (y que Kvaser comenta) le da una fuerza inusitada, una identidad propia que lo aleja de ser un disco de black metal más del montón. Sólo por los dos primeros cortes, Aealo y Eon Aenaos, ya lo demuestran llenos de fuerza, de una contundencia casi tribal, de letras casi escupidas a la cara del enemigo. Me encantan los momentos puramente étnicos que aparecen aquí y allá en el disco, y la conclusión del disco, con la colaboración de Diamanda Galás y su escalofriante denuncia del genocidio armenio, es un magnífico contrapunto para cerrar el disco. Después de la épica y la espartana glorificación de la guerra, la Galás nos invita a no caer en ensoñaciones bélicas. Su canción es una cruda muestra de lo que significa el enfrentamiento entre personas: muerte, tortura, horror a manos llenas. Conviene recordarlo.



Si tengo que ponerle una única pega al disco es la voz de Sakis, que sigue sin gustarme como canta y rima en algunas ocasiones (
Noctis Era, Demonon Vrosis), y el hecho de que el disco en sí sea algo reiterativo. Pero por lo demás, se trata un disco muy trabajado, que consigue transportar al oyente al campo de batalla y transmitirle esa energía primitiva que lo impregna.

La edición especial del disco, que veis aquí arriba, no está mal de precio. Se trata de un digipack de dos cuerpos, con la portada del casco de soldado troquelada, libreto con las letras, y un dvd adicional con material en video grabado por la banda (es muy divertido oír hablar al cantante en inglés con acento griego). Una buena compra, edita Season of Mist. Lo podéis escuchar íntegramente en Spotify.

11.10.09

Ágora, o cuando el cine español vale la pena


Tenía ganas de ver la película que nos están vendiendo en los medios como un bombazo, incluso se convierte en materia de los noticiarios de todas las cadenas. No me prodigo mucho por el cine, es verdad, pero las pocas películas que he visto este año me han gustado mucho. Una fue Up, otro peliculón, a pesar de lo que diga Vicente Molina Foix (ese onvre), y otra ha sido la recién estrenada Agora de Alejandro Amenábar. La película nos cuenta la historia de la filósofa Hipatia de Alejandría en un momento (s. IV d.C.) en que en dicha ciudad empiezan a convivir judíos, paganos y cristianos. Las diferencias entre ellos serán las que vayan agrietando la convivencia en una ciudad donde había estado la biblioteca más importante del mundo conocido. Al mismo tiempo, Hipatia se enfrenta a su reto personal: el estudio de los cuerpos celestes y la refutación de las teorías geocéntricas del universo.


De todo esto, Amenábar sabe crear una película bien narrada, llena de detalles inteligentes, técnicamente muy bien resuelta, que quizá no se casa con un determinado género, pero que tampoco lo necesita. Lo que retrata Agora con maestría es el sinsentido de los enfrentamientos por las creencias. Todas las religiones tienen orígenes humildes y puros, de hombres y mujeres que creen en lo que hacen, pero el poder las corrompe, y en la Alejandría de Agora, los cristianos han pasado de ser perseguidos y arrojados a los leones a ser un culto respetado por la autoridad romana. Ese poder hace que los perseguidos se conviertan en perseguidores y que los parabolanos, una especie de rama talibán cristiana, imponga su ley a sangre y fuego. En medio de todos estos odios y rencores entre credos, Hipatia intenta poner un poco de sentido común, apelando a la fraternidad entre los hombres, pero todo es en vano. Y mientras se matan unos a otros, la cámara se aleja y aleja hasta ofrecernos un plano del planeta entero, y en él vemos la futilidad de todas sus luchas, la vanidad de creerse superiores al resto, lo que ellos no ven: la unidad en la diversidad, que en realidad todos estamos subidos al mismo barco (ése que Hipatia se afana en intentar averiguar si se mueve o no). [Aviso: puede contener spoilers] Cuando Hipatia se ve forzada por uno de sus ex alumnos, ahora obispo, a convertirse al cristianismo para evitar ser atacada por brujería, le espeta: "no puedo hacerlo, porque tú no puedes cuestionar lo que crees, yo debo hacerlo". [Fin del posible spoiler]

Agora no es un film antirreligioso ni anticatólico, ni siquiera de ciencia contra religión, es una película que nos dice que, por encima de todo, como los protagonistas repiten, es más lo que nos une que lo que nos separa, y nos hace pensar que, si cada uno respetara al otro a todos los niveles, si viviéramos nuestra diversidad como algo que nos enriquece y no que nos separa, si nos mostráramos abiertos a la cultura de los demás sin tener que perder la nuestra, posiblemente tendríamos un mundo mejor. Fantástica película, y también muy buen material para trabajar con adolescentes. Os la recomiendo.

31.8.09

Calígula, el emperado monstruo

De Calígula conocemos sobradamente las barbaridades que cometió. Es más, se le recuerda como una de las personas más crueles y salvajes de la Historia occidental. Suetonio, historiador romano poco al uso, dejó de Calígula un retrato no sólo del político y gobernante, sino también del hombre y del monstruo. Hoy es el aniversario de su nacimiento. He aquí unos fragmentos de su vida extraídos de Vida de los doce césares:

Hasta aquí he hablado de un príncipe; ahora hablaré de un monstruo. Se había rehecho llamar Piadoso hijo de los campamentos, padre de los ejércitos, César óptimo y máximo. Varios reyes, que habían ido a Roma a saludarle, disputaban entre sí a su mesa acerca de la nobleza de su origen; oyólos él y exclamó en griego: no hay más que un dueño, no hay que más que un rey; y poco faltó para que en el acto tomase la diadema, y en vez de las insignias de su autoridad, todos los signos de la realeza. Pero le dijeron que era superior a todos los príncipes y reyes de la tierra, y a partir de entonces empezó a atribuirse la majestad divina. Hizo traer de Grecia las estatuas de dioses más famosas por la excelencia del trabajo y el respeto de los pueblos, entre ellas la de Júpiter Olímpico, y a la cual quitó la cabeza y la substituyo con la suya. (Cap. XXII)

Expondré ahora los principales rasgos de su barbarie. Como costaban muy caros los animales para el mantenimiento de las fieras destinadas a los espectáculos, las alimentaba con la carne de los criminales, echándoselos vivos para que los devorasen; cierto día en que visitaba las prisiones, ordenó, permaneciendo en el rastrillo y sin consultar siquiera el registro en que constaba cada pena, que en presencia suya echasen indistintamente a todos los prisioneros a las fieras. A un ciudadano, que había hecho voto de combatir en la arena por la salud del emperador, le obligó a que cumpliese su promesa; asistió al combate y no le dejó ir sino vencedor y esto después de reiteradas súplicas. A otro, que había jurado morir por él si era necesario, le aceptó el voto, y viéndole vacilar, le hizo coronar como víctima, con verbena y cintas; lo entregó después a un grupo de niños que habían recibido la orden de perseguirlo por las calles recordándole su voto, hasta precipitarle desde la roca Tarpeya. Condenó a las minas, a los trabajos de los caminos y a las fieras a gran número de ciudadanos distinguidos, después de haberlos señalado con el estigma. Encerrábalos también en jaulas, en las cuales tenían que mantenerse en postura de cuadrúpedo, o bien los mandaba aserrar por la mitad del cuerpo. (Cap. XXVII)

No consintió que se castigara a nadie de una manera a la ligera, sino con frecuentes golpes, con la orden de siempre y ya conocida: "Hiere de tal forma que se dé cuenta de que muere". Habiéndose castigado a muerte por un error del nombre otro distinto del que había destinado, dijo que los dos habían merecido igual pena. A menudo repetía aquel verso de una tragedia: "Que [me] odien, mientras [me] teman." (Cap. XXX)


Cierto día se colocó por burla al lado de la estatua de Júpiter y preguntó al trágico Apeles cuál de los dos le parecía más grande, y como vacilase en contestar, le hizo azotar acto seguido, haciéndole notar entonces que tenía la voz agradable y hermosa en las súplicas y hasta en los gemidos. (Cap. XXXIII)

En sus despilfarros superó la extravagancia de los más pródigos. Ideó una nueva especie de baños, de manjares extraordinarios y de banquetes monstruosos; se lavaba con esencias unas veces calientes y otras frías, tragaba perlas de crecido precio disueltas en vinagre; hacía servir a sus convidados panes y manjares condimentados con oro, diciendo que era necesario ser frugal o césar. (Cap. XXXVII)


[Describe su físico] Era Calígula de elevada estatura, pálido y grueso; tenía las piernas y el cuello muy delgados, los ojos hundidos, deprimidas las sienes; la frente ancha y abultada, escasos cabellos, con la parte superior de la cabeza enteramente calva y el cuerpo muy velludo. Por esta razón era delito capital mirarle desde lo alto cuando pasaba, o pronunciar, con cualquier pretexto que fuese, la palabra cabra. Su rostro era naturalmente horrible y repugnante, pero él procuraba hacerle aun más espantoso, estudiando delante de un espejo los gestos con que podría provocar más terror. No estaba sano de cuerpo ni de espíritu: atacado de epilepsia desde sus primeros años, no dejó por ello de mostrar ardor en el trabajo desde la adolescencia, aunque padeciendo síncopes repentinos que le privaban de fuerza para moverse y estar en pie, y de los que se recuperaba con dificultad. Conocía su enfermedad y había pensado más de una vez en curarse buscando para ello un oculto retiro. Se cree que Cesonia le dio un filtro para que la amara, que no produjo otro efecto que el de volverle furioso. Le excitaba especialmente el insomnio, porque nunca conseguía dormir más de tres horas y ni siquiera éstas con tranquilidad, pues turbábanle extraños sueños en uno de los cuales creía que le hablaba al mar. Así la mayoría de las noches, cansado de velar en su lecho, se sentaba a la mesa o paseaba por vastas galerías esperando e invocando la luz. (Cap. L)


[Muerte] El 9 de las calendas de febrero, cerca de la hora séptima (104 bis), mientras dudaba si se levantaría para comer, porque tenía el estómago cargado aún de la comida de la víspera, le decidieron a hacerlo sus amigos y salió. Tenía que pasar por una bóveda, donde se ensayaban entonces algunos niños pertenecientes a las primeras familias del Asia y que él había hecho acudir para desempeñar algunos papeles en los teatros de Roma. Detúvose a contemplarlos y exhortarlos a hacerlo bien, y si su jefe no le hubiese dicho que perecería de frío, ya retrocedía para disponer que comenzase el espectáculo. No están de acuerdo todos acerca de lo que sucedió después: según unos, mientras hablaba con los niños. Querea, colocado a su espalda, le hirió violentamente en el cuello con la espada, gritando: ¡Haced lo mismo! y en el acto el tribuno Cornelio Sabino, otro conjurado, le atravesó el pecho. Pretenden otros que Sabino, después de separar a todos por medio de centuriones que pertenecían a la conjuración, había, según costumbre, preguntado a Calígula la consigna, y que habiéndole dicho este Júpiter, exclamo Querea: Recibe una prueba de su cólera; y le descargó un golpe en la mandíbula en el momento en que volvía la cabeza hacia él. Derribado al suelo y replegado sobre sí mismo, gritó que vivía aún, pero los demás conjurados le dieron treinta puñaladas. La consigna de estos era ¡Repite!, y hasta hubo uno que le hundió el hierro en los órganos genitales. Al primer ruido acudieron a auxiliarle sus porteros con los bastones, así como también los soldados de la guardia germánica, que dieron muerte a varios de los asesinos, y hasta a dos senadores inocentes del crimen.

Vivió Calígula veintinueve años y reinó tres años, diez meses y ocho días. Su cadáver fue llevado en secreto a los jardines Lamianos, lo chamuscaron en una pira improvisada, y lo enterraron luego cubriéndole con un poco de césped. Más adelante sus hermanas, vueltas del destierro, lo hicieron exhumar, lo quemaron y dieron sepultura a sus cenizas. Se asegura que hasta esta época aparecieron fantasmas a los guardias de aquellos jardines, y por la noche, en la casa donde le asesinaron resonaban espantosos ruidos. Su esposa Cesonia murió al mismo tiempo que él, asesinada por un centurión; a su hija la estrellaron contra una pared. (Caps. LVIII y LIX)

Podéis leer el libro entero dedicado a Calígula aquí.

8.6.09

Feminismo tonto: MujerHoy (again)

En la revista MujerHoy de esta semana, leo un artículo de Edurne Uriarte que comenta la iniciativa de unas mujeres en Kenia que han decidido poner fin a las disputas políticas de sus maridos iniciando una huelga de sexo, lo cual es calificado por esta señora como "patochada". Dice ella: "Tantos años reivindicando la igualdad sexual y resulta que las keniatas y su divertido coro de espectadores europeos dan por supuesto que el sexo es cosa de hombres."

Bueno, señora Uriarte, permítame contestar con una sola palabra: Lisístrata.

28.1.03

MR. AESOP, I SUPPOSE

Un gallo, escarbando la tierra para encontrar algo que comer, encontró una joya que alguien había enterrado. "¡Oh! -dijo- No hay duda de que eres un objeto bonito, y grande hubiera sido el gozo del que te hubiera encontrado. ¡Pero a mí...! ¡Dadme a mí un simple grano de maíz antes que todas las joyas del mundo!".


20.1.03

ANTÍSTENES DIXIT

Extraigo de la obra de Diógenes Laercio "Vida de los filósofos cínicos" un pasaje de las enseñanazas de Antístenes, el considerado precursor de los cínicos: <<Sus temas favoritos eran: Que es enseñable la virtud. Que los nobles no son más que los virtuosos. Que la virtud es suficiente por sí misma para la felicidad, sin otro apoyo más que la fortaleza socrática. Que la virtud está en los hechos, y no necesita largos discursos ni muchos conocimientos. Que el sabio es autosuficiente, pues los bienes de los demás son todos suyos. Que la impopularidad es un bien y vale un esfuerzo. Que el sabio vivirá no de acuerdo con las les leyes establecidas, sino de acuerdo con la de la virtud.>>
El texto puede encontrarse en el libro de Carlos García Gual "La secta del perro" (Ed. Alianza), que también incluye la obra de D. Laercio. Gracias a Emil por dejarme el libro.

10.1.03

-MATERCULA, QUO VADIS? -VADO DOMUM.

Seguimos con la cultura clásica. Mientras leo con interés el libro "La secta del perro" de Carlos García Gual, en otro, (una antología de la poesía modernista de la editorial Júcar, casi un incunable), encuentro una nota mía a mano: es una cita de Plinio el Viejo, que, con mucha razón decía "nullum ese librum tam malum ut non alique parte prodesset". Me van a perdonar si esta vez dejo la cita en latín y me quedo tan ancho.

7.1.03

VERRES MILITARES - ACTUALIDAD DE ESOPO

Un trompetista marchaba a la guerra en un carro del ejército e intentaba infundir valor a sus camaradas con sus tonadillas bélicas. Cuando fue capturado por los enemigos, suplicando piedad por su vida, les dijo: "No me matéis; yo no he matado a nadie, es más, no llevo armas y ni siquiera traigo nada conmigo, excepto mi trompeta". Pero sus captores le contestaron: "Esa es la mejor razón por la que deberíamos matarte, porque, aunque tú mismo no luchas, animas a los demás a hacerlo".

De las Fábulas de Esopo.
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