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2.5.23

El síndrome de la cornucopia o la sobreabundancia contemporánea


Escribo por segunda tercera vez este artículo después de que la versión original se perdiera en la purga de usuarios de La Voz en el Muro, un fallido proyecto de portal de contenidos creados por los usuarios.

Pero como Ramon Llull después del naufragio en el que perdió sus obras, sólo me quedan ideas de lo que una vez puse por escrito. El artículo hablaba sobre la instantánea disponibilidad de los contenidos en internet, la amplísima oferta, la frustración por no llegar a todo, y lo que todo ello nos hace sentir. Dejo por aquí las impresiones que recuerdo.

Actualmente, uno busca cualquier película, cualquier canción, cómic, videojuego... Y en la mayoría de los casos, con una búsqueda bien hecha, obtendrá lo que quiere en menos de diez minutos, incluida su descarga.

Hemos llegado a un punto en que tenemos muchísimo más de lo que podremos disfrutar en nuestra vida. Se le ha llamado síndrome de Diógenes digital, pero yo prefiero llamarle síndrome de la cornucopia, donde la red es una pradera del País de Jauja dispuesta a ofrecernos todo lo que queremos y más. No sé vosotros, pero yo tengo más videojuegos en Steam de los que podré jugar nunca (además de algunos en formato físico que compré y nunca llegué a instalar), más música de la que podré escuchar nunca (centenares de cds, y luego decenas de dvds llenos de mp3, y luego discos duros físicos de gigas y gigas de música, sumando miles o decenas de miles de álbums), más películas de las que podré ver (un montón de copias físicas de rebajas, incluso ediciones metálicas que no he estrenado, películas que tengo almacenadas en soportes rígidos o cds, algunas desde 2003 y sin haber visto; y ahora con las plataformas digitales ya es el acabóse) y más libros y cómics de los que podré leer en lo que me queda de vida. Ahora, a esto le podría añadir los juegos de mesa. Me engaño con la ilusión de que sí, pero no.

Siempre digo que, cuando compramos un producto cultural, sea una película, un libro, un juego... lo que en realidad querríamos comprar es el tiempo necesario para disfrutar de ese producto. Y eso no es así. Pensamos que "algún día", bajamos tal película o tal pdf "por si acaso luego tumban esa página* y no soy capaz de volverlo a encontrar", e incluso la más divertida: "cuando me jubile tendré tiempo", ¡cuando todavía nos falta media vida laboral o más! (*mira por donde, este pensamiento me vino bien cuando se cargaron el repositorio rolero The Trove.Net).

Afortunadamente, con algunas cosas he podido poner freno. En los videojuegos, las famosas rebajas de Steam no me afectan porque los videojuegos fue a lo primero que renuncié cuando entendí que mi vida se encapsulaba. No es que lo haya dejado del todo, pero es algo que tampoco echo mucho de menos. Con la música pasa otro tanto, antes bajaba un montón de novedades mensuales, gracias a las infinitas posibilidades de la descarga directa, sobre todo del mundo del metal, y apenas podía echarles alguna oída. Ahora compro muy pocos cds ya no compro cds (ya tengo suficientes, y siempre acabo escuchando lo mismo... cosas de la edad) y el ansia por bajar cosas la ha solventado el streaming gratuito en páginas como Deezer, Youtube o Bandcamp. Con los libros y cómics me he frenado mucho casi en seco, porque además con el trabajo en Papel en Blanco y Ultima Hora, tengo lectura de sobra sin pagar. El lado negativo de ello es que muchas veces leo cosas que no me interesan o que no hubiera leído por voluntad propia. (A este respecto, leed la entrada La focalización y el problema de las redes).

Este año [¿2019?] me propuse dejar un poco de lado la dictadura de la novedad y de la lectura por compromiso a la que me obliga mi trabajo para disfrutar un poco más personalmente de lo que quiero leer. Lo conseguí a medias, sí es cierto que intenté elegir más lecturas (y relecturas) totalmente voluntarias, pero al mismo tiempo con el rabillo del ojo veía como la pila de libros por leer iba subiendo hasta límites absurdos (calculo que ahora mismo ronda el metro y poco más de altura).

Pero a lo que vamos: el enfrentamiento que quería exponer es el de la materia contra el tiempo. Cuando tengo un momento para instalar un videojuego, miro la lista de más de 400 títulos... y no sé qué poner, porque tengo 5 ó 6 opciones que me apetecen lo mismo. Hace poco leía sobre el juego de mesa de This War of Mine, basado en un videojuego. Me puse a comparar precios, y al ir a consultar el del videojuego... ¡Me di cuenta de que tenía el juego en Steam desde 2017 y ni siquiera lo recordaba! Cuando subo a la biblioteca y me apetece leer un libro, tengo tantas opciones, pero tantas, que me agobio. Repaso estanterías y baldas, y empiezo a localizar libros que tengo muchas ganas de leer: siete, ocho, nuevo, doce... Y me empiezo a poner nervioso, porque lo que tendría que ser el espacio más calmado, relajado y cómodo de la casa me está empezando a estresar. A veces husmeo en alguna balda, y descubro libros que ni recuerdo que tenía. Alguna vez he estado a punto de comprar un libro que ya tenía, si no es que lo he hecho realmente.¿Es sólo la parálisis del análisis lo que me afecta? Yo creo que es algo más: es el lado oscuro del consumismo riéndose de mí en la cara. ¿No querías todo esto? ¡Ya lo tienes! ¿Y ahora, qué? Es una lucha destinada al fracaso.
[Aquí se corta el borrador de mi digresión, pero ahora mismo no me veo capaz de seguirla. Sirva esta muestra para hacerse una idea de lo que quería decir.]

17.1.05

El visitante no deseado

¿quieres conocer a david 'mano de piedra'?
Bien, resulta que una chica usa mi mismo correo, sólo que en vez de hotmail.com, es msn.com. Por lo que parece, es una chica despampanante que ofrece su perfil en comunidades de usuarios para conocer a chicos, en páginas como gentemsn.com. Pero sus pretendientes no son muy sagaces, porque sistemáticamente confunden la extensión de su correo y me envían sus apasionados emails a mí. Quién me iba a decir que un nombre tan finisecular iba a llevarme tantos dolores de cabeza.

Ya llevo unas doscientas denegaciones de "agregar contacto" en el messenger. Pero lo más divertido del asunto es leer esos mails equivocados de pretendientes que quisieron en vano contactar con la chica del bikini, unos mails llenos de lírica y romanticismo. Como éste:

HOLA PRECIOSA Q GUAPA ERES M GUSTARIA CONOCERTE HABLAR CONTIGO POR AQUI T MANDO UN BESAZO Y TRES FOTOS MIAS

Bécquer estaría orgulloso de los avances en las artes de la seducción. Otro email:

HOLa wapetona e visto tu foto y ma gustao muxo y por eso e pensao k si tienes msn me agregaras para pder conocernos y tamien cambiar fotos ok? besoss

No es tampoco cosa desdeñable las fotos lúbricas que se adjuntan con algunos mensajes, algunas de ellas, protagonizadas por auténticos émulos del calvo musculoso con apellido de gasolina, que se retratan mancuerna en mano y sudorosos para mostrar lo machotes que son. Por ahora no he recibido ningún desnudo frontal total. Lo siento, chicas. En fin, las cosas de la red.

29.5.04

Cogito orkut sum

De fondo: Cowboy Junkies - "The Caution Horses" (¿Qué hago yo escuchando country? Malditas amistades...)

Llevo unos meses probando el experimento de redes sociales llamado Orkut. En esta página podréis encontrar un resumen rápido de qué es este invento, aunque la información esté ya algo desfasada. La verdad es que, en el fondo, le veo poca utilidad práctica al invento.

Orkut es una especie de cruce entre las comunidades MSN y Hot or Not. Entras por invitación de alguien que ya sea miembro (en eso es algo elitista), te creas tu perfil de preferencias y aficiones, y lo compartes con los demás. Puedes crear o unirte a comunidades basadas en alguna afición o gusto; escribir a los demás miembros, valorarlos (su aspecto, su "coolness", etc.), esas pijadas.
La verdad es que yo no he conseguido sacarle mucho provecho. A excepción de saber que hay más gente a la que le gusta la serie "Fairly Odd Parents" aparte de mí y de que tengo nueve guapísimas fans. He conocido a alguna persona interesante que he agregado al messenger, pero poco más. El problema de Orkut es que las comunidades suelen estar muertas: la gente se une a ellas, pero no hay debate. Los únicos mensajes que recibo son de "amigos de amigos" (lo que abarca a unas 300.000 personas en mi caso) que me dicen que visite su fotoblog, o que se marchan decepcionados de este invento. Cuando entiendo los mensajes, claro. La gran potencia que ha tomado posesión de Orkut ha sido la de habla portuguesa: es, con diferencia, la segunda lengua más hablada en el aparatejo. Y, pese a que también hay bastante gente hispana, los que hablan español son apenas un 1% de los usuarios.

De momento, seguiré acudiendo a Orkut cada tanto (borrando una treintena de mensajes, mirando si tengo algún fan más...), pero creo que le falta algo de chispa al invento. Quizá un servicio de mensajería instantánea, o un chat 3d tipo Habbo, una sala de subastas de órganos humanos, esas cosas. ¿Alguien sabe rentabilizar su tiempo en Orkut? Se aceptan sugerencias.

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