En el disco Streetcleaner de Godflesh (1989):
Aunque en su momento no me di cuenta, ahí va un parecido razonable entre las portadas de Cruelty and the Beast de Craddle of Filth, y la de Adore de Smashing Pumpkins. Curiosamente ambas son del mismo año y sólo distan unos meses (la primera es de abril; la segunda, de junio). A pesar de que en un primer vistazo, incluso podríamos aventurar que se trata de la misma modelo, en el caso de la portada de Craddle of Filth, la banda contrató al fotógrafo Stu Williamson para fotografiar a la propietaria de un club nocturno y modelo Louisa Morando, quien previamente había bailado para la banda en vivo.
El arte de Adore consistía casi en su totalidad en fotografías en blanco y negro tomadas por Yemchuk, muchas de las cuales presentaban a la modelo Amy Wesson. El parecido estilístico quizá se agudiza en esta portada alternativa:
Estoy en un punto de inflexión personal en la que no sé hacia dónde tirar. Como sabréis, llevo desde 2008 escribiendo en prensa y otros medios sobre cómic, pero últimamente el hacerlo no me satisface. La gran mayoría de novedades no me llama la atención y la mayor parte de lo que leo son títulos que he de reseñar y que en muchas ocasiones no hubiera leído por propia iniciativa. Hay sorpresas agradables (y de ahí surgen normalmente mis mejores lecturas del año), pero a cambio es mucho tiempo de leer cosas que realmente no me apetece leer. Al mismo tiempo, a pesar de que intento ser profesional a la hora de escribir sobre esos títulos, el impacto de lo que pueda decir yo es totalmente inapreciable, si nos atenemos a las frías estadísticas. Hay cientos de páginas que se dedican a lo mismo, pero lo hacen mejor, seguramente porque también lo hacen desde una pasión que hoy por hoy estoy perdiendo. Tampoco ayuda que en la web que dirijo, no estrictamente sobre cómics, me haya quedado prácticamente solo a bordo.
Quizá ha sido causa (¿o efecto?) de este distanciamiento del cómic el hecho de que también como autor de cómic estoy totalmente varado. El joven Lovecraft no puede seguir, pese a que habría material para ir haciendo un integral y una nueva entrega, porque Bart Torres está en un momento también complicado de su vida y pese a lo mucho que he insistido, insisto e insistiré, no se ve con fuerzas/tiempo/ánimo para seguir. Evidentemente, yo no continuaré EJL sin él. Al mismo tiempo, el resto de proyectos de cómic que he intentado empezar y que necesitan a una persona que dibuje, han caído en saco roto. No es culpa de nadie, yo entiendo que un/a dibujante tiene que comer y que embarcarse en un cómic sin una garantía de nada no es algo que dé seguridad. Aún así, me duele el haber sido rechazado por todas las personas a las que he propuesto un proyecto, aunque no sea ese rechazo algo personal (supongo).
He llegado a plantearme la posibilidad de pedirme unos meses de excedencia de mi trabajo real (soy profesor, como sabréis) para dedicarme a esos side projects, para escribir esa novela gráfica entera o diseñar ese juego y desde ahí poderlos mover de forma más segura. Pero no sé si es un lujo que valdrá la pena.
De la misma forma, en otras aficiones que también me llaman, y a las que me he acercado con vehemencia en los últimos años, recuperando alguna (rol), profundizando (juegos de mesa) o iniciándome (wargames) me siento un recién llegado que no tiene mucho que ofrecer en un panorama ya colapsado de contenidos. ¿Con qué autoridad puedo hablar de wargames si apenas llevo dos años en el mundillo y hay jugadores que llevan 30? Monto un podcast y apenas es escuchado por sus integrantes... ¿Por qué seguir?
Y en todo esto me causa inquietud, desasosiego, malestar... el efecto burbuja de las redes. Veo a todo el mundo compartir sus partidas, y jugar a rol todas las semanas, gente que no deja de jugar, y publicar contenido, y sacar videos, y grabar podcasts y... Y yo aquí, con un grupo presencial que se ha disuelto, con unas Máscaras de Nyarlathotep que he tenido que abortar habiéndome dejado como 300€ entre la edición nueva de Chaosium y las props de la HPLHS... Con una situación personal que no me deja apenas huecos, huecos que no puedo compatibilizar con las pocas personas que tengo, con un entorno cargado amigos con hijos pequeños... Y yo mismo, claro, con dos niñas y una familia que me limitan mucho.
Resumen: nada de lo que hago me parece que tenga mucho sentido. ¿Es cuestión de prioridades? ¿Tengo que dejar de hacer cosas? ¿Tengo que focalizar? Nunca se me ha dado bien centrarme en una sola cosa, y al mismo tiempo siento que si sólo me dedicara a una me aburriría terriblemente. Supongo que en último término la respuesta es hacer lo que te haga ganas sin mirar si tiene impacto o no, y en ese sentido cosas como el podcast de Inmacudados, aunque no lo escuche ni Cristo, sí que me gusta y me llena. ¿La clave es ésa? No lo sé. No sé nada.
· Kryptograf - Eldorado Spell (2022): como dicen en AMG, web de la que siempre parto para escuchar novedades, ésta es la enésima banda que de tíos que decide juntarse para declarar su amor incondicional a Black Sabbath. No es su primer largo, pero este Eldorado Spell de Kryptograf entra a la primera, cosa que es muy de agradecer y algo que se ha convertido casi en mi primer filtro: hay demasiadas novedades como para forzarle a uno a darle más y más oportunidades. Eldorado Spell se deja escuchar y efectivamente tiene ecos de Black Sabbath, "the closest comparator is Black Sabbath circa 1971, with the record’s fuzzy doom vibes echoing Master of Reality in particular", aunque también oigo ecos de Witchcraft. En todo caso, disco muy meritorio, que no es exactamente una mera copia del grupo de Ozzy y compañía, sino que tiene su particular mezcla de psicodelia y riffs doom que le permiten destacar diversos momentos muy chulos. Pistas destacadas: Asphodel, Lucifer's Hand.
Una de las cosas que más acusa su caída este año en mis actividades es el número de artículos escritos. Con las reseñas de Ultima Hora que han quedado reducidas a aparecer cada 15 días, su republicación en Papel en Blanco se ha resentido. La situación de Papel en Blanco ya la he mencionado en el post que resume el balance actual. El resto de divisiones personales sigue con cifras más o menos iguales al año anterior, en Bebé a Mordor logro con esfuerzo cumplir con mi post mensual, y me embarco en otra utopía que es El Desafío de las Águilas, un blog donde escribir sobre wargames y libros de historia bélica.
Iconotropía: 27*
Cisne Negro: 23
Immaculúdica: 6
*sin terminar de actualizar
Total: 139, una cifra que cae en picado considerando los 209 posts del año pasado y los 393 de 2018.
Este año, en cuanto a cómics, la tendencia ha seguido a la baja, pese a que recuperado la cifra de 2019 (121 cómics leídos) tras un 2020 en que toqué fondo (111), considerando que en 2018 llegué hasta 184 (y recordemos que esta cifra no incluye libros-libros). Como ya he señalado en otros posts de balance, este año he empezado a sentir más fuertemente que otros la desafección con el mundillo del cómic. Como en un círculo vicioso, el poco tiempo del que disponía para leer, y sobre todo para escribir, ha hecho que tampoco me interesara por las novedades editoriales (o, sabiendo de las pegas que ponen algunas editoriales, ya ni lo intentaba), y esto a su vez ha hecho que mis lecturas se limitaran a las que llegan por defecto, que a su vez no siempre son lecturas que haría por iniciativa propia, por lo que las iba demorando, y por tanto tenía menos tiempo para leer y escribir, con lo que volvemos a la situación inicial.
En fin, 121 cómics leídos, con un poco de todo, y el resultado, lo mejor del año, lo tenéis en este post de Papel en Blanco.