Comparto aquí breves impresiones de las últimas lecturas que me llevé de la Biblioteca Can Sales de Palma, que desde el año pasado ha renovado la comicteca ampliando su espacio y dedicándole un rincón temático en la planta baja. Es encomiable el trabajo que están realizando sus bibliotecari@s promoviendo la lectura del cómic en esta biblioteca.
El primer cómic que leí fue La levedad, de Catherine Meurisse (Impedimenta), más que nada por todos los compañeros críticos que la habían leído y hablaban excelencias de ella. Ojo, que ha vendido más
de 85.000 ejemplares en Francia en un momento en que las ventas no son las de antaño. La novela gráfica es un testimonio de Catherine Meurisse, una de las dibujantes del equipo de Charlie Hebdo. El día 7 de enero de 2015, la alarma de su
despertador no suena y eso hace que
llegue tarde a la reunión del equipo de diseñadores de la revista Charlie Hebdo que fue interrumpida por el conocido ataque terrorista que se saldó con la muerte de varios de los autores de la revista. Esta circunstancia del azar sirve a la autora para analizar sus sentimientos, que muchas veces aparecen en los supervivientes de la catástrofe, de vacío, de por qué yo no, de replantearse todo en lo que uno cree. Meurisse, con una risa amarga, en un estilo muy Charlie Hebdo, da cuenta de esas circunstancias de su día a día, desnuda su depresión, y las mil maneras en las que la encara, hasta encontrar algo en lo que apoyarse: la creación, la belleza. Efectivamente, mis compañeros tenían razón, se trata de un cómic fantástico, que sabe bucear en la psique de su autora sin resultar pedante ni autocomplaciente. Es un documento descarnado de un proceso de luto y reconfiguración, casi de resiliencia. Posiblemente hubiera votado esta obra como mejor del año 2017 si la hubiera leído a tiempo.
Como lo hubiera hecho con esta otra, Valerosas 1, de Penélope Bagieu (Dibbuks). El problema, muchas veces, es que uno no puede llegar a todos los cómics que querría por propia cuenta, y de tanto en tanto se escapan joyas como ésta. Nuevamente debo el mérito de haber descubierto esta obra a mis compañeros críticos de la ACDCómic, que llamaron la atención sobre este título, y afortunadamente lo encontré en Can Sales como nueva adquisición de este mes. De Pénélope Bagieu he de decir que he leído el resto de su obra publicada en castellano (Josephine, ¡Mi vida es lo más!, etc.) y es francamente olvidable: cómic a la moda actual para lectoras no habituales de este medio, en el que se frivoliza sobre las costumbres de la vida moderna de una mujer. Pero lo mismo que son cómics, podrían haber sido monólogos en un teatro. Pero en Valerosas, la autora usa un enfoque totalmente distinto. Se trata de breves biografías de mujeres que, como dice el subtítulo "sólo hacen lo que quieren hacer". Desde personajes más conocidas como Margaret Hamilton, la bruja de El mago de Oz, hasta Tove Jansson, autora de los Mumins, a otras desconocidas, Bagieu traza las vidas de estas mujeres de forma divertida e inteligente. No sólo es interesante el cómic por su trasfondo feminista, por el hecho de visibilizar a todo un colectivo de mujeres que, con pequeños o grandes hechos, han transformado el mundo, sino porque es un buen cómic: la autora emplea el lenguaje del cómic de una forma excepcional, y tanto la elipsis entre viñetas, cuidando siempre de la economía del lenguaje usado, como el humor están magistralmente administrados en este cómic. Otro título imprescindible.
Y ahora vamos al otro lado de la balanza. Tomé prestado también Chiisakobee 2, de Minetarô Mochizuki (ECC), una adaptación de una novela de Shûgorô Yamamoto ambientada en el periodo Edo que Mochizuki
opta por trasladar al Japón contemporáneo. La serie ha tenido bastante éxito, recibiendo el Premio a la excelencia en el Japan Media Arts
Festival de 2013, y siendo incluida en la selección oficial del Festival
Internacional de la Bande Dessinée de Angouleme 2016. De nuevo, en nuestro país mis compañeros de la ACDCómic la señalaron como una serie a tener en cuenta, y yo mismo leí su primer tomo cuando salió, pero decidí dejarlo ahí. Ahora tenía la oportunidad de seguirla desde la biblioteca y así lo hice. Sentimientos encontrados ante la lectura. Porque cuando estaba en medio de ella, entendí por qué no la continué. La historia del heredero de una constructora que decide trabajar por sí mismo, y de paso tiene que hacerse cargo de una serie de niños huérfanos... no termina de llegarme. Mochizuki cambia radicalmente de registro desde su genial Dragon Head, y se planta aquí con una historia costumbrista de ritmo totalmente japonés: es decir, pausada, con decenas de transiciones, con mucho mundo interior... Y al final del segundo tomo puede uno entrever el juego al que quiere jugar Mochizuki y entrar en él... Pero a mí me cuesta horrores. Y no es sólo una cuestión de tempo de la narrativa, porque pueden gustarme los mangas de este estilo... Es sólo que uno no acaba de empatizar con los personajes, todos me terminan pareciendo muy lejanos, entiendo poco sus motivaciones, y por tanto, me interesa más bien poco lo que pueda sucederles. Como son cuatro tomos en total, si puedo terminarla a través de la biblioteca, lo haré, para ver si el conjunto me hace cambiar de opinión.
Y finalmente, otra novedad del mes en la biblioteca que tomé prestada: Tormenta, tomo integral de la serie regular por Greg Pak, Víctor Ibáñez y Barrionuevo (Panini). Es una serie originalmente publicada en 2014-2015, cuando en Marvel, conscientes de que un nuevo píublico de mujeres podía tener interés real en los cómics, surgió esa explosión de series con protagonistas femeninas. Tormenta fue uno de esos personajes. No enfocado hacia nuevas lectoras como Chica Ardilla o Ms. Marvel, Tormenta tiene el handicap de tener que comulgar con una enorme continuidad a sus espaldas, y aunque en Marvel no han tenido reparos en obviar esas continuidades cuando han querido, éste no es el caso. Así que el cómic se queda entre dos tierras: parece dirigido al fan de siempre, que conoció a la Tormenta original de Claremont y Smith, cuando llevaba el peinado de cresta la primera vez. Pak hace un cómic al uso, es decir, los lectores acérrimos de Marvel no creo que puedan ponerle muchos peros a esta serie: aventuras independientes, hechos de la continuidad general Marvel que terminan afectando a la colección (la muerte de Logan, ¿eres de los que tampoco lo sabía, como yo? Felicidades), caras conocidas de toda la vida (Calisto, Forja, Gambito) que los más jóvenes posiblemente desconozcan... ¿El resultado? El resultado es regular. Pak hace un guion de oficio que ni destaca para bien o para mal. Bastante previsible en algunas ocasiones y demasiado enredado en el conocimiento previo de los lectores, para mi gusto. Los dibujantes españoles del tomo, especialmente Víctor Ibáñez (proveniente de la cantera Joso), hacen un buen trabajo. Ibáñez sobre todo, para el que ha sido todo un tour de force trabajar con Marvel. Su estilo me recuerda en ocasiones a Brent Anderson o a Neal Adams, aunque en la entrevista posterior al tomo el dibujante no los cita como influencias. Interesante esta charla, además, porque se comenta que desde la editorial se insistió en no sexualizar a la protagonista con grandes atributos, y eso está bien. Pero de la misma manera que se ha tenido esta perspectiva de género en el diseño, en el guion se podría haber explotado mucho más tanto esta perspectiva de género como la de raza, que en este cómic no tiene ninguna importancia. En resumen: un cómic Marvel de lo más normal. O al menos para mí, que ya a este tipo de obras les exijo un plus para poderlas recomendar.
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