8.4.04

H

H

El silencio abate sus alas rotas
sobre la ciudad dormida. Abajo,
en las calles muertas, los cuervos buscan
un cadáver sobre el que graznar
sus mentiras a los supervivientes.
Los edificios tiemblas como ramas
ante el estallido de las bombas.
Nuestro pelo está lleno de cenizas
amargas como el agua de los pozos.
Cuando nadie puede contar, el tiempo
se para. Sólo existe la eternidad.

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