26.4.11

25 años de la catástrofe nuclear de Chernobil

Por muchos S.T.A.L.K.E.R. jugados o discos de Der Blaue Reiter escuchados, no debemos olvidar que el accidente nuclear de Chernóbil en 1986 fue real: una tragedia devastadora de la que aún pagamos el precio. Se conmemoran hoy los 25 años de aquel triste día. En Ucranía hoy se recuerda a todos aquellos que murieron por la catástrofe, ya sea por las secuelas, o bien porque, como auténticos héroes, dieron su vida -acaso sin saberlo, o plenamente conscientes- intentando sellar la planta nuclear en las horas siguientes al desastre, en un ambiente totalmente envenenado por la radiación. Lo cuenta hoy ABC:

 Chernóbil, el mismo paisaje 25 años después
En el área comprendida dentro del radio de 30 kilómetros alrededor de la central de Chernóbil es como si aquel 26 de abril de 1986 se hubiera detenido el tiempo. El ejemplo más evidente lo constituye la ciudad de Prípiats, situada a tan sólo dos kilómetros del reactor que hizo explosión.
Allí vivían los trabajadores e ingenieros de la planta y su población llegó a alcanzar los 50.000 habitantes. Tuvieron que abandonar el lugar deprisa y corriendo al día siguiente del accidente, llevando consigo poco más que el documento de identidad y el cepillo de dientes.

Hace tres años, aquellas personas recibieron por primera vez permiso para visitar su antigua ciudad, pero a condición de no coger nada de lo poco que los saqueadores dejaron en sus viviendas. Todos los objetos continúan estando contaminados por la radiación.

Una ciudad fantasma

El aspecto que Prípiats ofrece hoy día es fantasmal. La hierba crece a través de las grietas abiertas en el asfalto y las ramas de los árboles envuelven las fachadas de las casas. La parafernalia comunista continúa intacta. “Cumpliremos las decisiones del XXVII Congreso del Partido Comunista de la URSS”, dice uno de los rótulos instalados sobre el edificio de la administración local.
En el interior de las casas hay centenares de mascarillas antigás, que se emplearon para evitar la inhalación de partículas radiactivas, y botellas vacías de vodka. Creían que la ingestión de alcohol mitigaba los efectos de la radiación. En los descansillos de las escaleras sigue habiendo muebles que los pobladores de Prípiats intentaron inútilmente acarrear consigo el día de la evacuación.
Dentro de la zona de exclusión se encuentra también el pueblo de Chernóbil, enclavado a 13 kilómetros al sureste de la central. Tras su “desactivación”, que incluyó una importante tala de árboles y la demolición de edificios enteros, alberga actualmente los laboratorios de distintas organizaciones encargadas de limpiar la zona y realizar labores de observación.

Permiso para volver

El área acotada tenía entonces 120.000 habitantes y comprendía cerca de 200 aldeas. La mayoría están deshabitadas y otras, las más contaminadas, sucumbieron bajo las palas de los bulldozer. Hay, sin embargo, unas cuantas familias, compuestas fundamentalmente por ancianos, que recibieron permiso para volver a sus casas. Son los únicos habitantes permanentes de la “zona de exclusión”. Sus nietos suelen pasar con ellos el verano sin temor a los efectos que la radiactividad pueda ejercer sobre el organismo de los menores.
La escasa presencia humana ha hecho que aumente el número de animales silvestres, lo que indica que la valla de delimitación está rota en algunos sitios. La principal novedad es que, desde 2008, cualquiera que lo desee puede ir a una agencia de viajes y comprar una excursión de un día para ver la central, el sarcófago que recubre el reactor 4, la ciudad de Prípiats y algunas de las aldeas con sus pintorescos moradores.


Coincidiendo con esta trágica efeméride, Glénat acaba de publicar el cómic Chernóbil - La zona, de Natacha Bustos y Francisco Sánchez. Un cómic quese asoma a los huecos de la intrahistoria para contarnos tres casos relacionados entre sí de personas que se vieron afectadas por la tragedia. Gente sencilla, humilde, con sus sueños y esperanzas, que sufrieron el silencio y las mentiras de la administración soviética y más tarde las consecuencias de la radiación. Un cómic que retrata desde lo vivido por los testimonios de la tragedia con toda su crudeza. Acompañan al cómic un anexo con algunos datos tomados como investigación previa que ponen los pelos de punta. Una buena lectura si queréis acercaros a este evento que ha marcado de forma indeleble la historia del siglo XX. Podéis visitar aquí la miniweb que Glénat ha creado para el cómic.


Enlaces interesantes:
*El Chernobyl real:
· El blog de Carl Montgomery, un australiano valiente (o algo loco) que se dedica a visitar sitios peligrosos: aquí podéis ver su sección dedicada a su viaje a Chernobyl y su FAQ.
· Video del susodicho Carl Montgomery en Chernobyl.
· La ciudad de Prypiat en Google Earth/Google Maps.
· Fotos de Prypiat de 2009.


*El Chernobyl de la ficción:

· La saga de videojuegos S.T.A.L.K.E.R., que tiene como telón de fondo la central de Chernobil y la Zona de exclusión, analizados en Cisne Negro:
· S.T.A.L.K.E.R.: Shadow of Chernobyl, el suave apocalipsis.

· S.T.A.L.K.E.R.: Clear Sky, tras la sombra de Chernobil.

· S.T.A.L.K.E.R.: Call of Pripyat, se cierra el círculo.



· Análisis del disco temático Nuclear Sun, dedicado a la catástrofe nuclear, de la banda española de dark ambient Der Blaue Reiter.

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