17.4.03

HOMENAJE A CÉSAR VALLEJO

El Viernes Santo es el aniversario de la muerte del gran poeta peruano César Vallejo. De él basta decir que es uno de los más grandes poetas que ha dado el s. XX y que, a pesar de ello, su producción es -si se compara con la de otras grandes figuras como Neruda o Antonio Machado- más bien escasa. En vida sólo publicó dos libros, Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922). Sus otras dos grandes obras, Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz son póstumas. Vallejo fue un gran renovador de la poesía; sus libros pasan por el modernismo, la vanguardia más recalcitrante hasta desembocar en la poesía comprometida con la República en tiempos de la guerra civil española. Los heraldos negros, su primer poemario, es un conjunto bastante heterogéneo, de estructura selectiva y arquitectónica, que trata temas muy habituales de Vallejo -el amor y la vida, Dios, la muerte, la patria- y que parte desde el modernismo pero lo liquida totalmente creciendo hacia una voz que sólo a él pertenece. Especialmente bellos son los poemas que abren y cierran el poemario: Los heraldos negros y Espergesia. incluyo este último (que cierra el libro del que hablábamos):

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.


Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.


Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.


Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.


Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.


Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.


Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.


Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.


[Fantástico final, ¿verdad?. Un poco más sobre Vallejo aquí, en casa.]

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