El terror. Esa sensación, tan difícil de conseguir, que nos encanta encontrar en un libro. Hace mucho tiempo, alguien me decía que un libro no podía transmitir la sensación de miedo, no de la forma al menos en que lo hace una película. No, de esa manera quizá no, contesté. El cine tiene otras formas de hacerlo, porque además puede apelar a lo que ves y lo que oyes. Pero por supuesto que sí puede haber terror, y del bueno, en un libro. Es más, puede haber muchos tipos diferentes de terror entre las páginas de un libro. Recuerdo la poderosa sensación que me envolvió la primera vez que leí a Lovecraft en El horror de Dunwich. Una sensación claustrofóbica y amenazante me atenazó a la cama con aquellos lúgubres graznidos de los chotacabras. Recuerdo dejar un libro de Clive Barker de puro miedo, sin ya poderlo retomar, tal fue el impacto que tuvo en mí. Recuerdo la sensación de horror al leer El almohadón de plumas de Horacio Quiroga, a quien acertadamente se le ha llamado el Poe hispanoamericano. O el desasosiego de los cuentos de W.H. Hodgson, o el de los de M.R. James... Y podríamos seguir. Hace poco pude volver a sentir esa sensación en dos lecturas. Primero, con Fragmentos del mal, de Junji Ito (ECC), un manga de uno de los autores más malrolleros del panorama actual, junto con Shintaro Kago. Ito presenta diferentes historias cortas, pero todas con un nexo común: el terror latente que esconden. Y lo hace de muy diferente manera: el espectro va desde el terror más psicológico, con la aparición de difuntos de la familia, al más morboso (la chica que quería ser diseccionada), macabro (el hombre de la cabeza pendiente) o surrealista... Toda una aventura esto de adentrarse en Junji Ito. Y la otra lectura -nada que ver con la anterior- fue La oscuridad de Lemony Snicket (Océano Travesía), un cuento infantil muy corto sobre el miedo a la ídem que resulta exquisito. En él, hay un momento de descensus ad inferos del pequeño protagonista que es ciertamente inquietante y hasta cierto punto me hizo pensar si era adecuado para su lector. Pero la cosa se arregla enseguida y el autor consigue lo que quiere: hacernos partícipes de ese miedo para luego solventarlo. Dos lecturas muy diferentes que tocan a su manera el mismo género: ponerlos la piel de gallina y que, al acostarnos, nos preguntemos qué es esa sombra que nos ha parecido ver al fondo de la habitación.
1 opiniones:
Me he pasado esporádicamente por este blog por las reseña de cómic, pero llevaba tiempo sin hacerlo. Ha sido una sorpresa encontrar en una misma entrada a Junji Ito y Lemony Snicket, así que no tengo excusa para no comentar.
"Fragmentos del mal" Ya la he leído. No sabría decir si considero todas las historias terroríficas, pero algunas lo son sin duda. Para mi la más inquietante fue quizá "El ave negra".
Con "La oscuridad" tendré que hacerme cuanto antes. La mezcla de cuento infantil y miedo me apasiona.
Saludos y felicitaciones por el blog.
Publicar un comentario