5.12.13

Esto se arregla con violencia

Lo llevo meditando hace tiempo, pero cuanto más tiempo pasa, más convencido estoy. El último informe del CIS constata que una de las mayores preocupaciones de la población es la corrupción. Somos uno de los países en que más ha crecido la percepción de esa corrupción, igualados a países en guerra o del tercer mundo. Los casos aparecen por doquier a cualquier lado de la bancada política, e incluso por parte de los sindicatos. No os cuento nada que no sepáis.

Los políticos siguen mintiéndonos. Siguen predicando austeridad y regulando recortes, y por detrás se suben los sueldos. Ayuntamientos que se fusionaron para ahorrar ahora gastan aún más que por separado. Vivienda de protección oficial construida con fondos públicos está pasando a ser explotada por intereses privados. Políticos enjuiciados que se libran de la cárcel, o peor, salen indemnes de sus corruptelas. Políticos mentirosos que tergiversan la realidad adaptándola a sus necesidades. Políticos puestos a dedo en altos cargos para los que no tienen ninguna preparación, que no tienen ni puta idea, y que deben confiar en unos asesores, también elegidos a dedo, que tampoco saben hacer su trabajo. Políticos que nos recuerdan que la única legitimidad democrática es la que dan las urnas. Que así es como funciona la democracia.

Y mientras tanto, todo cuanto puede hacer la ciudadanía cae en saco roto. Se recogen firmas: no sirve de nada; se sale a la calle a protestar, no sirve de nada; se llama a la desobediencia: no sirve de nada; se requiere a los políticos que hagan lo que tendrían que hacer: servir a su pueblo. No sirve de nada. Basta. Ya.

En la última obra de Manel Fontdevila, No os indignéis tanto, el autor reflexiona muy acertadamente, a mi juicio, entre otras cosas, sobre el cinismo de seguir llamando democracia a este sistema que da poder total a un partido en mayoría absoluta para hacer absolutamente cualquier cosa que le plazca, independientemente de si estuviera en su programa electoral. La gente se está cansando de esta impunidad. Y que aún no haya "pasado" nada es la prueba, como dice mi gran amigo Edu, de que la gente, el hombre, la humanidad, es buena por naturaleza. Sí, pero, ¿durará esta delicadeza siempre?

Como decía, Fontdevila, en No os indignéis tanto, dice una cosa con la que coincido plenamente, es más, aplaudí y vitoreé esa página al leerla. Al hilo de las protestas que hubo delante del Parlament de Catalunya el 15 de junio de 2011, y de cómo los manifestantes bloquearon al acceso a los políticos, que acabaron zarandeados e insultados, muchas de las opiniones tacharon este comportamiento de antidemocrático, de que se habían perdido las formas, que esto no podía ser, etc. Fontdevila dice, al ver estas reacciones: "No entiendo muy bien esto... ¡Era una protesta! ¡Tenían sus motivos! Forma parte de una dinámica: ¡unos abusan, otros protestan! No hay que salir con la idea de repartir leña, por descontado... Lo ideal... ¡Bueno, lo ideal es que no pase nada! ¡Pero algo puede pasar! Empujones, pedradas... ¡Puede pasar! Y si pasa, ¿qué? Pues entonces... Entonces... Que se jodan, ¿no?"

Exacto.

Que se jodan.

Que se jodan de una puta vez si alguien les insulta, o los empuja. Que se jodan si no pueden entrar al Congreso o al Parlamento. Que se jodan si ésa es la única forma de que vean de que no podemos seguir así, de que basta ya de ignorarnos. Si no podemos hacer nada, si movilizar a miles y miles de personas es para los políticos como oír llover, que se jodan si tenemos que ir más allá. Fontdevila quizá no diga explícitamente que apoya la violencia. Pero yo empiezo a pensar que sí es necesaria. Que necesitamos a un Robespierre, a un Guy Fawkes, a un V. La clase política necesita sentir miedo, si ésa es la única manera de que reaccione. Volver a ponerlos en su sitio. Que se acabe esta sensación de que, pase lo que pase, por mal que estemos, ellos parecen actuar sólo movidos por sus propios intereses. 

Y lamentablemente, creo que, si las cosas no cambian, llegaremos a ver esta situación en algún momento. Porque la cuerda se tensa, y tensa, y la hipocresía, el cinismo y la avaricia de esta partitocracia no tiene límites. Pero quizá se encuentren con el de la gente. Al tiempo.

[ADDENDA: La Gazetta del Apocalipsis escribe un muy interesante artículo también al respecto, explicando los mecanismos por lo que esta violencia no surge: Por qué no estalla una revolución. Imprescindible leerlo.]

2 opiniones:

Mari Pueyo dijo...

Y que si va a salir igual de caro tirar un huevo que una piedra, pues oye,vayamos pasándonos por la cantera, ¿no?

John Lucifero dijo...

Y lo de que un tribunal extranjero nos obligue a excarcelar un montón de asesinos múltiples, terroristas y violadores, en nombre de los "derechos humanos", ¿qué?

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