Cuando leí alguna referencia a L'Apollonide: Souvenirs de la maison close, (traducida en español como 'Casa de tolerancia' o 'La casa de los placeres' (Bertrand Bonello, 2011), pensé que tenía bastantes elementos para gustarme: París, fin de siglo, ambiente decadente y prostibulario... Así que me dispuse a verla.
Menudo rollo.
La pelicula sigue el día a día de una casa de citas donde las chicas conviven y atienden a los clientes. Somos testigos de los caprichos de éstos, y de la relación de amistad que entre ellas se establece. Todo ello, regado abundantemente con generosas tomas de desnudos integrales femeninos. Hasta aquí todo bien. Pero el problema es que la pátina esteticista de la película no basta para sostenerla. El film apenas tiene trama, porque no sabe decidirse por ninguna historia en particular; es, más bien, como lo que Cela hacía en La colmena, no contar la historia de nadie sino la de todos, sólo que en este caso Bonello parece algo perdido. Una de las cosas en las que pone énfasis el director es en humanizar a las prostitutas: también ellas son personas, tienen sentimientos, sangran si les pinchan... Pero yo creía que eso estaba claro por lo menos desde los tiempos de Pretty Woman. También vemos las dos caras de la prostitución: la del glamour y el placer, y el de las miserias de las chicas que sirven en la casa, con algunas que idealizaban su profesión y que se han desengañado (o directamente han sido víctimas de horribles abusos), o las que sueñan con que un rico se case con ellas, o la madame que al mismo tiempo es mamá oca y vil casero.
Por detrás de todo ello, hay una insinuación de narrativa, cuando sabemos que a la madame le quieren cerrar la casa de citas. La película termina con una coda, totalmente innecesaria, en la que vemos a las chicas de hoy que hacen la calle, como diciéndonos: en aquella época, aquella prostitución al menos amparaba un poco a las mujeres que la ejercían, y hoy están más marginadas que nunca.
La cinta tiene algunos hallazgos interesantes, como el uso anacrónico de la música dentro de la historia, o algunos cortes en los que la pantalla se divide en cuatro para ver simultáneamente lo que están haciendo cuatro chicas, pero más allá de eso, y de lo dicho anteriormente, la cinta no tiene mucho más que ofrecer. Me recordó un poco a la fallida Klimt, donde de nuevo el único aliciente fue la perspectiva de ver cuerpos femeninos en el contexto finisecular. Vedla bajo vuestra propia cuenta y riesgo.
Por detrás de todo ello, hay una insinuación de narrativa, cuando sabemos que a la madame le quieren cerrar la casa de citas. La película termina con una coda, totalmente innecesaria, en la que vemos a las chicas de hoy que hacen la calle, como diciéndonos: en aquella época, aquella prostitución al menos amparaba un poco a las mujeres que la ejercían, y hoy están más marginadas que nunca.
La cinta tiene algunos hallazgos interesantes, como el uso anacrónico de la música dentro de la historia, o algunos cortes en los que la pantalla se divide en cuatro para ver simultáneamente lo que están haciendo cuatro chicas, pero más allá de eso, y de lo dicho anteriormente, la cinta no tiene mucho más que ofrecer. Me recordó un poco a la fallida Klimt, donde de nuevo el único aliciente fue la perspectiva de ver cuerpos femeninos en el contexto finisecular. Vedla bajo vuestra propia cuenta y riesgo.
1 opiniones:
Aunque no he visto esta película en particular, es común que esta clase de cintas pequen de exceso de cuidado por detalles accesorios de la historia, volviéndose simplemente descriptivas en lugar de narrativas. En mi opinión, el cine independiente debe aprender a veces (claro que hay excepciones) que contar una historia va más allá de juntar un monton de escenas políticamente incorrectas
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