12.3.08

Increíbles The Cure

Increíbles The Cure


Intentar describir lo fantástico que fue el concierto del pasado lunes sería perder el tiempo. Como dice nuestro amado L.M., una imagen vale más que mil palabras, pero una experiencia vale más que mil imágenes. Así que me quedo con la experiencia, y para los que no pudierais asistir, os dejo esta reseña de La Vanguardia, que dice todo lo que ha de decir.

"El seguidor español te come, quiere participar, quiere ser uno más de The Cure". Robert Smith, líder de la banda británica, se frotaba las manos en una entrevista en La Vanguardia de hace una década ante la facilidad para calentar turbinas del público barcelonés. Anoche volvió a tomar nota. Más de 18.000 gargantas estallaron cuando las notas de Plainsong retumbaron en el Sant Jordi e hicieron trizas el silencio de cerca de una década sin tocar en suelo catalán. The Cure había vuelto a Barcelona. Y hubo tiempo para saborear el reencuentro.

El cuarteto inglés, liderado por Smith, con Simon Gallup y Porl Thompson en plena forma al bajo y la guitarra y Jason Cooper enorme a la batería, ofrecieron una demostración de rock y pop con oficio trufado de los éxitos de su dilatada carrera.

Cortes con años en la carretera como Prayers for rain o The blood, The end of the World con alt. end como única incursión reciente, encendieron la noche nada más empezar. Smith suele apuntar que la primera hora de sus conciertos sirve para entrar en calor. Anoche le sobraron sesenta minutos. A una hora del inicio, una sublime From the edge of the deep grand sea, se llevaba la enésima ovación de la noche. Pero sólo había sido un aperitivo.

Con su decimotercer disco a punto de salir del horno - se publicará el 5 de mayo- The Cure apenas avanzó dos novedades (Please Project y A boy I never Knew) y no reparó en clásicos para ganarse al público. La consigna era quemar toda la munición y no se anduvieron con tacañerías. Incluso el trío de éxitos Friday I´m in Love, In between days y Just like heaven, sirvió para dejar claro que Robert Smith es un verdadero animal del directo. Porque fuera de los escenarios, la voz de The Cure es un tipo normalito. Vive en su ciudad natal, con su novia de toda la vida y a tiro de piedra de su familia. Pero una vez en la tarima, vestido de negro y con los labios y los ojos a reventar de maquillaje se convierte en todo un líder capaz de poner el Sant Jordi boca abajo.

Con el peso del concierto en temas de sus álbumes más aplaudidos -Disintegration, Kiss me kiss me kiss me y Wish, principalmente- el concierto encaró unos bises palabra de honor [Nota de C.N.: con un primer bis guiño a la época oscura, y un segundo ya que hizo delirar al público con las principales canciones de Boys don´t cry]. Con el reloj asomándose a la una de la madrugada, continuaban despachando éxitos en un show de casi tres horas sin margen para el parpadeo. Incombustibles The Cure.
[Fuente: La Vanguardia, foto: Alex García]

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