16.7.07

Cristóbal Serra, uno de los nuestros

Cristóbal Serra, uno de los nuestros


Este domingo aparecía en el UH una entrevista a Cristóbal Serra, quizá el escritor mallorquín vivo más importante de nuestro panorama literario. La entrevista hace bastante justicia -considerando lo que pueden dar de sí cuatro columnas- a las conversaciones que se pueden tener con este hombre entrañable. Os la transcribo. (Del Dominical, sección de Gabriel Sabrafín).

-¿Qué es de su vida, don Cristóbal?
-Una hiperactividad permanente. Me levanto a las 6 de la mañana, desayuno, escucho un poco la radio y me pongo a trabajar. Escribo y leo -ahora releo- mucho con la ayuda de una lupa. Vivo sólo porque mi destino es la soledad que, como le pasó a Nietzsche, puede llevar a la locura, pero para mí es la mejor compañera.

-Sólo por curiosidad, ¿a qué hora se acuesta?
-Sobre las 12. Con cinco horas de dormir tengo suficiente porque hay que aprovechar el tiempo y dormir es perderlo.

-Una curiosidad más: ¿Nunca pensó escribir en catalán?
-No, porque no lo conozco -ni pretendo hacerlo- tanto como el castellano. Por otra parte, hasta ahora mis obras se han editado mucho más fuera de Mallorca que aquí aunque, actualmente, esta tendencia parece invertirse.

-A usted tampoco le han invitado a Frankfurt.
-Es algo que me tiene sin cuidado. Siempre he escrito esperando que no me leye¬ran pero ha ocurrido lo contrario y, por lo visto, tengo seguidores que me han sorprendido mucho como, por ejemplo, el cantante Albert Pla, que es un incondicional. Por otra parte, si estoy en la literatura en castellano es por propia elección y no pretendo otra cosa.

-Pues no podrá concurrir a los "Ciutat de Palma".
-No pensaba hacerla pero le diré algo: la lengua no es lo importante, sino lo que se dice en ella, como tanmpoco lo es un escritor por su idioma, sino por lo que escribe. Esta cuestión se ha politizado y cuando la mística acaba en política, mal asunto.

-¿Es cierto que usted se inventa palabras?
-En los dos tomos sobre «Cotiledónea» sí que lo he hecho. Son neologismos que yo defino como nótulas y aparecerán explicadas próximamente en «Abecé de micrologías», una especie de diccionario sobre cien voces contenidas en mis libros.

-Sinceramente, ¿no es usted un poco raro?
-Un poco no, mucho. Esto de «raro» es un remoquete que ya popularizó Rubén Darío y a mí, en una reedición de mi «Ars Quimérica» publicada por Círculo de Lectores, se me define como el escritor más raro de España, un creador de literatura inclasificable. Creo que es bastante exacto.

-¿Y provocador?
-Para algunos sí. Cuando apareció mi traducción de «Los orígenes ibéricos del pueblo judío», de Lubicz Milosz, se organizó una polémica porque esta teoría la sostengo hace tiempo.

-Vamos a ver si soy capaz de entenderla.
-La Biblia no se pronuncia sobre el origen de los judíos, pero existe constancia de una tribu prehistórica del norte de Iberia, también conocida como Habiru, Habiri o Eberus, que era la de los Euskaros. De allí partieron migraciones a los cuatro puntos cardinales y el hecho de que unas inscripciones sepulcrales escritas en arameo pudieran descifrarse por la similitud entre esta lengua y el euskera, es un argumento de peso.

-Hablando de la Biblia, ¿cómo se le ocurrió lo de que la fruta prohibida no era la manzana sino el higo?
-Porque el higo tiene más connotaciones sexuales que la manzana, más propia de los humedales del norte que de los países del sur. La Biblia habla de un fruto fibroso, de interior húmedo y color rojo y, además, la higuera es un árbol tentacular, con una irradiación concreta. Por eso lo elegí para plantar en la Universidad, cuando me nombraron doctor «honoris causa».

-O sea, no hay que fiarse de los libros sagrados.
-Lo que hay que hacer es interpretarlos, entenderlos. Los Evangelios, por ejemplo, dicen lo que hay que decir, pero no lo dicen todo. Por ejemplo, yo afirmé que Jesús
venía de familia esenia y me pusieron a caldo, ahora leo que el actual Papa lo afirma.

-¿Se considera un hombre religioso?
-Totalmente, pero no ortodoxo. El fenómeno religioso es esencial y su manifestación cristiana fundamental, lo cual no sucede con el catolicismo, que es una amalgama de judaísmo, cristianismo y romanismo, por lo que me quedo con el orientalismo cristiano, con más de esotérico que de exotérico. Tampoco me creo lo de la cristianísima España, porque éste es un país babélico.

-Babel acabó de forma apocalíptica.
-Hacemos nn mal uso de la palabra Apocalipsis que, en realidad, no tiene nada de catastrófico. Su significado es revelación, desvelar, quitar el velo o, según el Pentateuco, descubrir el sexo de un hombre o mujer. Internet, algo que sólo conozco de oídas, no desvela nada porque su información es de tipo científico mientras que la del Apocalipsis es extrasensorial.

-Estoy seguro de no equivocarme si digo que la politica no le interesa en absoluto.
-Sobre este particular tengo una mirada crítico-silenciosa. Pienso que la mayor parte de las ideologías están muertas, mortecinas o, en el mejor de los casos, amojamadas.

-Mi problema va a ser resumir esta charla, pero sería aún más complicado intentar definirle.
-Diga simplemente que, como buen melancólico, tengo nostalgia del pasado y me inquieta el futuro. En el fondo soy un antimoderno al que le gusta, por ejemplo, la vuelta del latín a los ritos religiosos.

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