Hoy es un gran día porque el Parlament catalán ha prohibido las corridas de toros a partir de 2012. Es una de las grandes noticias del verano, aunque Catalunya en esto no ha sido pionero: en Canarias llevan ya mucho tiempo con esa prohibición, cosa que los sectores críticos parecen haber olvidado, quizá porque en ese caso no se puede tirar de argumentos relacionados con el nacionalismo. Los diarios más rancios de nuestra prensa van a tener materia con la que llenar páginas y páginas a partir de hoy, especialmente El Mundo, que, desde que la polémica antitaurina ha crecido en revuelo popular, lleva casi cada día dos páginas dedicadas a la tauromaquia en su edición en papel.
Pero es más, porque leyendo hoy blogs donde se afirma que, a partir de ahora, en Catalunya se respetará más la vida de los torso de la de los no-nacidos, alguien escribe esto:
Pero es más, porque leyendo hoy blogs donde se afirma que, a partir de ahora, en Catalunya se respetará más la vida de los torso de la de los no-nacidos, alguien escribe esto:
Así que quizá entre la paja de los toros puede haber más de una viga, no sé si me entendéis.
En 1567 el Papa Pio V iniciaba su Pontificado disponiendo que los toros eran «espectáculos cruentos y vergonzosos, propios no de hombres sino del demonio»; el Papa anunció que castigaría la desobediencia con la excomunión, y que nadie que perdiera la vida corriendo un toro tendría derecho a sepultura cristiana.
Más info:
-Diario Vasco: «El Papa Pío V pidió a Felipe II que prohibiese los toros y éste se negó».
-La Vanguardia: Los toros, prohibidos por el concilio de Trento y san Pio V.
-La Información: El Papa que excomulgó a los toreros.
La noticia del día:
La Vanguardia: El Parlament de Catalunya aprueba gracias al voto de CiU prohibir las corridas de toros a partir de 2012
21 opiniones:
Jurl, ni que a los fetos o cigotos se les pusieran banderillas y se les recibiera a puerta gayola.
Pues la verdad es que no es en absoluto falso que en Cataluña se respete más a los toros que a los 'no-nacidos'. Recordad el caso de la clínica del doctor Morín (http://www.20minutos.es/noticia/313907/7/) en la que se practicaban abortos con fetos de 8 meses... (y conste que yo no soy contrario al aborto, pero hay comparaciones que despiertan sarpullidos).
Ahh, y que en la prohibición de los toros en Cataluña se da una connotación nacionalista que (creo) no se produjo en Canarias, la tenemos en el caso de los correbous, que a mi juicio es una burla más grotesca para el toro y que sin embargo se va a proteger por ley. ¿Alguien entiende que se nos caliente la boca con la protección de la dignidad del animal y se blinden los correbous?
saludos
Lo que pasa cuando hay demasiado en manos de los separatistas.
Hippeis, o sea que se puede matar a un niño y al toro? es el colmo, el mundo al reves. Arriba la vida!
Me hace particular gracia que se tome a Canarias como excepción ejemplar cuando somos otra excepción que nadie menta: la única comunidad de España, (junto a Andalucía por lo que he leído) y Europa donde aún se permiten las peleas de gallos. ¿La razón? Adivinen: es que se trata de una tradición arraigada en las gentes del archipiélago (qué gentes son esas no lo sé, desde luego en mi casa no), utilizado incluso por las instituciones para exaltar la canariedad durante la festividad autonómica.
La realidad es que aquí se prohibieron los toros porque apenas teníamos tradición taurina, pero de ecologismo y defensa de los animales, nada de nada.
¡Bravo!. Por fin, se implantó la coherencia al estado de derecho, de los derechos de los animales.
Disculpa, Farándula, pero yo también soy canaria, y las peleas de gallos a pesar de los pesares, sí que es cierto que no están prohibidas, pero son tan pocos los canarios que las practican, que pronto, Deseo, desapareceran de una vez por todas de nuestro pueblo.
Por otro lado, sí que es cierto que aquí nunca fue una costumbre arraigada la de los toros, pero también es cierto que los canarios, al menos los que yo conozco, que son muchos y relacionados con el mundo animal, sí que luchamos porque los animales tengan el derecho a ser libres, y a tratarlos con el respeto que se merecen. Me extraña que siendo canario/a, Farándula, digas que de "ecologismo y defensa de los animales, nada de nada", ya que, tanto, Adena, Ecologistas en Acción, como todos los nombres que aparecen en esta dirección: http://gias720.dis.ulpgc.es/Ecologico.html , y de los cuales conozco a bastante gente, luchamos día a día contra corriente porque en nuestras Islas se instaure el sentido común.
Que yo sepa, las escasas, afortunadamente, peleas de gallo que aún existen en Canarias, no son reclamo alguno para el turismo, ni el Gobierno ha hecho de ello un negocio. Sí lo son otros deportes, que no matanzas de animales, como la lucha canaria, el deporte del palo, tanto en lucha cuerpo a cuerpo como en saltos por las laderas, el trial, del cual uno de mis sobrinos es seguidor, y un largo etcétera (te recomiendo el libro "El Deporte en Canarias", editado por el CCPC hace unos años).
Sí, aún queda mucho camino por andar, y muchas ofensas por salvar, pero eso de decir que en canarias de ecologismo animal nada de nada, creo que es saltarse un poco a la torera, y nunca mejor dicho, el hecho de que aquí, en la Islas Canarias, sí que luchamos por los derechos de los animales, si no, por qué habrían de existir tantas asociaciones en contra del maltrato animal, como las que puedes ver en la página que he dejado arriba.
Un Saludo, Cisne Negro, y gracias por hacer público esta Gran Noticia.
¿Y porqué no hacen corridas incruentas? eso es lo que no comprendo, supongo que porque no entiendo de toros.
Por cierto debería también erradicarse la costumbre leridana de los caracoles a la catalana donde se les dejan 10 días sin comer y se les putea sistemáticamente.
Prohibidas finalmente las corridas de toros en Cataluña, víctimas del venenoso espíritu de resentimiento que alienta al nacionalismo catalán, podríamos hablar de las causas 'antropológicas' que recomendarían mantener en pie este antiguo ritual. Antes, unas palabras sobre los prohibicionistas, esa alianza de nacionalistas con animalistas, para los cuales (los animalistas) dicha prohibición no es más que un paso más en su proyecto de anestesiamiento angélico de la sociedad. Su finalidad no es otra que el guillotinamiento de las pasiones humanas (las que no vendrían citadas en el código penal), el establecimiento de una sociedad idílica y pura en la que todos seamos vegetarianos, circulemos por el carril bici, no fumemos, comulguemos con el multiculturalismo, no nos relacionemos con prostitutas, etc. Es decir, una versión rusoniana de la naturaleza humana que sigue unos caminos de aparente pureza que siempre, históricamente, han acabado desembocando en lo peor. Como dice Camille Paglia, los caminos de parten de Rousseau siempre desembocan en Sade, y es que reprimir los elementos más esenciales del hombre, nuestras pasiones de enfrentamiento, no consiguen más que agravarlas o redigirlas hacia otros fines (el odio al que aprecia los toros, al fumador, etc.). Como ejemplo, basta pensar en la violencia que muestran aquellos colectivos que dicen ser 'pacifistas' o 'antifascistas', y sin embargo no tienen el menor escrúpulo en atacar a sus supuestos enemigos o en arrasar el barrio completo de una ciudad en medio de una manifestación. No comprenden que el antagonismo es parte de nuestro ser, y que es mejor canalizarlo (limitando sus aspectos más destructivos) en rituales expiatorios que darle salida en la plaza pública.
En este sentido la tauromaquia representa algo similar al rugby: realista antropológicamente, es decir, reconociendo que en el hombre las pasiones violentas no pueden erradicarse sino únicamente controlarse o atenuarse, entiende que rituales como el de las corridas de toros juegan ese rol necesario en el que esas pasiones viscerales son puestas en juego y expiadas con la ceremonia que conduce , en este caso, a la muerte del toro en la arena. Cuando alguien asiste a una corrida de toros, a un combate de boxeo o a un partido de rugby, sale de allí vaciado, liberado de sus tensiones antagónicas. Ha mirado de frente lo que él en verdad es, un animal violento y sacrificial, ha asumido la realidad de su naturaleza, y tras esta puesta en juego se transforma (por un tiempo) en alguien mejor. Esa paradoja fundamental no la capta la supuesta mente privilegiada de los animalistas. Que vivamos en el siglo XXI no implica que podamos permitirnos el lujo de prescindir de rituales expiatorios de este tipo (ya digo: rituales que limitarían nuestras pasiones antagónicas a un cerco, impidiendo que éstas se desborden a través del tejido social).
Y todo esto se produce, en la tauromaquia, dentro de un respeto reverencial, casi sagrado, por la figura de este prodigioso animal (respeto que no se produce, ni por asomo, en los catalaistas 'correbous', que el mismo Parlament está intentando blindar legalmente). Hay muerte, y el animal padece, eso no se puede negar (como hacen algunos taurinos timoratos), pero el sufrimiento del fantástico animal no es la finalidad exclusiva de este proceso, sino un elemento más de un sabio ritual que va más allá de su representación explícita, que conoce cómo es el hombre y los caminos por los que éste puede vaciarse de sus pulsiones destructivas. En cambio, los animalistas no saben nada, viven en un mundo enfermizamente resentido en el que sus valores de supuesta pureza no albergan más que la destrucción del género humano. Las fuerzas telúricas que siempre nos han caracterizado se habían dirigido, con el fin de proteger a la sociedad de sí misma, al vallado recinto ritual de la plaza de toros para su efectiva expiación, pero ahora han sido devueltas, gracias a la predicación pseudoevangélica de los animalistas, al centro mismo de la comunidad, infectando de tensiones destructivas a todo un país. El conflicto civil ya es una realidad en la entrada a cualquier plaza de toros en España, o en el mismo Parlamento de Cataluña. Ya tenemos una guerra más en nuestra vida de todos los días. A cambio de prohibir corridas de toros hemos ganado un enfrentamiento cada vez más agresivo a nivel nacional. Ninguna sabiduría hay en ello, sino la más estúpida de las presunciones de falsa sensibilidad y hueca mollera.
¿Todo este último rollo no se solucionaría con unas pajilas?
No estoy de acuerdo con Horrach (al menos no en todo, y por varias razones), pero me hace gracia el típico antiintelectualismo del comentario 11. Es muy castizo: ¡el orgullo del tercermundo: los razonamientos son pajas! Me enternece.
Noooo... no es antiintelectualismo. ¡Los razonamientos no son pajas, por Dios! Pero con unas pajillas todo eso de la violencia y el vaciamiento, ¿no se arreglaría antes?
@Valk
Cuando digo que, de ecologismo, nada de nada, no hablo de los canarios, sino de sus gobernantes, los que hicieron esa ley, la cual -por otra parte- iba fundamentalmente encaminada a la protección de los animales domésticos, tal como puede leerse en su artículo primero.
Claro que hay un fuerte movimiento ecologista ciudadano en Canarias, no he dicho lo contrario, precisamente porque con los atropellos hechos en nombre del turismo y en pro de la corrupción urbanística son más necesarios que en ningún sitio.
Lo que quiero decir es que si en Canarias los toros hubieran tenido la misma tradición que en la península, me juego el brazo a que no los habrían prohibido por miedo a la polémica. La prueba de ello es el beneplácito legal a las peleas de gallos. Cierto que son minoritarias, fíjate si deben serlo que hasta prácticamente el otro día (a cuenta precisamente de una conversación sobre los toros) yo ni sabía que estaban permitidas. Lo que no quita para que sea de una hipocresía suprema prohibir una cosa y permitir la otra para encima ir de Gobierno "modélico, adelantado a su tiempo y defensor de los animales", porque eso, simplemente, es falso.
1. A cada uno que le parezca bien o mal, pero es evidente que el Parlament de Catalunya tenía un interés identitario en este asunto.
2. Horrach dice cosas muy interesantes y que entiendo. Pero yo he visto corridas, conozco forofos taurinos, etc. Y seamos sinceros: la realidad de las plazas no es esa. No son egregios ciudadanos expiando nada, ni participando de un espectáculo casi sagrado. A estas alturas, eso ya no existe y todo es bastante más asqueroso. ¡Hay más sacralidad en el fútbol!. Por eso creo que se está pidiendo, mediante argumentos valiosos, que se conserven los toros para que realicen una función que, en realidad, no realizan. ¡Por Dios, si allí solo hay mugre!
3. No sé si los animalistas son resentidos, totalitaritarios, yihaidistas, etc. Entre los que yo conozco, algunos son extraordinarios. Y los que no, en general, es porque son tontos. Lo que sí creo es que el tema no es ese. El tema es que un ser racional, consciente de la existencia del dolor, produce dolor en otro ser vivo, con terminaciones nerviosas, y lo hace a conciencia. A mí lo que me vale es lo que ocurre en la conciencia de esa persona, de ese individuo que clava el estoque; lo demás son discusiones secundarias. Y yo no puedo pensar bien de quien asume el papel de torturador de un ser vivo, francamente. Al menos, cuando hace eso no está haciendo nada que a mí pueda parecerme defendible. Yo no lo haría.
4. Supongo que quien es antitaurino es vegetariano. Cualquier otra cosa es de una hipocresía y ridiculez realmente INCREÍBLE. O sea, el espectáculo público en el que el animal tiene un papel, un nombre propio y un aura de respeto os parece fatal, eliminable, vergonzoso, etc. Pero en cambio, os jaláis un bistec sin rebozo, sólo porque los medios de comunicación no muestran esto:
http://www.vimeo.com/igualdadanimal
Francamente, creo que hay debates a los que la gente se lanza de cabeza sin fundamentar bien sus posturas, ni revisar en profundidad su papel en el conflicto que se discute. ¿Prohibirá el Parlament de Catalunya la tortura sistemática y verdaderamente totalitaria de miles de cerdos en Olot? Supongo que no necesito responder.
5. Yo ni soy vegetariano ni me he volcado nunca en la causa antitaurina, todo sea dicho. Pero me hacen gracia quienes se van a dormir muy contentos de ser tan buenas personas después de ciscarse en los toros, sin abordar la complejidad del asunto. ¡Qué barata sale la buena conciencia! -¡Ojo! Todo esto no lo digo por Cisne, que es un tipo de ley-.
Realmente, me encanta su texto, último Anónimo. Tiene usted un criterio verdaderamente autónomo y lo expone muy bien.
A estas alturas debo confesar que un servidor jamás ha asistido en directo y en vivo a una corrida de toros (sólo por tv), y reconozco que tampoco me entusiasma la idea. Valoro de los toros todo lo que he he intentado explicar en mi texto (que es la última entrada de mi blog), pero lo hago un poco desde fuera, sin participar directamente. Entendiendo y valorando lo que hay de fondo, ciertos detalles de la escenografía me echan un poco para atrás (la musiquita, el traje de los toreros). Así que, contestando a su 2º argumento, le diría que lo que hay que hacer es 'reinventar' la tauromaquia para que responda a esa demanda irreprimible que tiene el ser humano. Que se cambie la 'mugre que dice usted (aunque no todos lo sean, sí que puede haber una mayoría) que asiste ahora a las plazas, es decir, aquellos que sólo lo hacen por la inercia de la tradición, por ciudadanos más conscientes de lo que hacen y por qué lo hacen en ese recinto. Convertir a la gente corriente en Boadella, Gimferrer, Arcadi Espada, etc.
Sobre el punto 3, me gustaría recordar que el torero, aun haciéndole daño al toro (aunque al mismo nivel que el matarife se lo hace al cerdo de las matanzas), no lo está torturando pues no se ensaña. En el torero, por lo que puedo ver y oír, no se manifiesta ningún odio por el toro, sino un respeto que puede resultar curioso o llamativo pero que existe.
saludos, un placer debatir con usted
Farándula, totalmente de acuerdo contigo. Disculpa, tal vez tomé tu comentario por la parte más radical. Un Saludo. Valk.
Horrach dice usted: "Que vivamos en el siglo XXI no implica que podamos permitirnos el lujo de prescindir de rituales expiatorios."
Bueno yo diría que aparte del rugby y los deportes en general la gran válvula de escape de la tendencia violenta humana es el cine, y como no la tv.
Precisamente hace escasos días viendo un fragmento de un programa donde enfocaban a una invitada asidua me sorprendí pensando en que su papel me resultaba similar al de los gladiadores, criaturas a las que se les paga y voluntariamente se arrojan a la arena para terminar destrozadas y siendo una caricatura de sí mismas
.
Y mientras el circo aplaude y beneficia o condena según sopla el viento.
Esa es otra forma de violencia, más practicada por el público femenino claro.
Es interesante su perspectiva, si bien algo inquietante, y supongo que en esta época de crisis tendrá que salir algún chivo de algún lado para culparle de la mala cosecha, por de pronto el presidente tiene bastantes números, supongo que por eso sale poco en los medios últimamente.
Querido Horrach, soy el "inadjetivable anónimo". Encantado también de debatir con usted, créame. Saludos.
Anónimo no tan anónimo: hay una diferencia entre los toros y los mataderos, y es la del sentido del espectáculo, el de la complacencia en la carnicería. Es decir, supongo que no hace falta llegar a tener que encomendar el alma del bicho al que mates para alimentarte al estilo indio americano, pero tampoco el ensañarse en la muerte del animal.
Perdóname, Horrach, pero yo todo este sentido simbólico de lucha y honor, etc. no lo veo.
Publicar un comentario