Este año no voy a hacer balance de lecturas ni de películas, porque no las he apuntado. Así que sólo queda hacer uno en cuanto a música, y aún así, lo voy a hacer un poco diferente porque no me apetece investigar qué he estado escuchando a lo largo. Así que voy a hacer una serie de apartados de destacados:
Durante este 2009 he seguido bajando y escuchando muchas novedades (gracias a la inmensa red de blogs con descargas directas de la que aún podemos disfrutar), sobre todo en lo que a metal se refiere. Son cosas que van por épocas, y este 2009 me ha pillado más bestia. A pesar de que ha sido un año de muchos e importantes lanzamientos. Una forma de valorar si ha gustado o no es la capacidad de saturación que produce. Por este último criterio es por lo que elijo Faith Divide Us - Death Unite Us de Paradise Lost como mi mejor disco del año: el grupo británico volvió con un discazo, dentro de su línea, con himnos rotundos como Frailty o The Rise of Denial. Desde el inicio de As Horizon Ends hasta la versión orquestada de Last Regret (en la edición especial) se constata que estamos ante un grandísimo disco, no tan doom quizá como algunos esperarían, pero con el sello inequívoco de la banda. Y lo más importante: sigo escuchando el disco y no me canso de él.
El último disco de Eluveitie destacó también por méritos propios, así como el de Katatonia; el de Wayne Hussey en solitario; el nuevo trabajo de Marissa Nadler, Little Hells; la antología de Nick Cave & Warren Ellis White Lunar, la vuelta de (The Lord Weird) Slough Feg y su heavy celta ochentero; el emergente supergrupo Them Crooked Vultures y su disco homónimo... Y no olvidemos el impactante regreso de los Sabbath de Dio en la forma de Heaven and Hell y su The Devil You Know, y de los reformados Alice in Chains, con un Jerry Cantrell dándolo todo en Black Gives Way to Blue.
Lo nuevo de los siempre interesantes Orthodox, con un disco inquietante, experimental e inclasificable, llamado Sentencia, y que se están ganando a pulso la fama que se merecen. Otros españoles, Der Blaue Reiter, facturaron este año Nuclear Sun, un disco de neoclassical/dark ambient inspirado en la tragedia de Chernobil en su línea, es decir, bastante destacable. También he descubierto algunos discos de funeral doom: concretamente, el de Ahab y el de Stabat Mater, que me han parecido muy interesante.
En materia de metal, me gustaría destacar algunos álbumes: Aeternam, que comenté hace poco, un disco de oriental death metal a la altura de unos Orphaned Land, aunque no tan progresivos, o Hollenthon. En lo que es viking-folk, fue agradable también llegar a Týr y a sus discos llenos de belleza y fuerza vikinga. En death metal, el nombre es In Mourning y su The Shrouded Divine, un grupo que dará que hablar con el tiempo.
En lo que no es metal, llegué a Beth Gibbons por una azarosa doble casualidad, y de ella a su banda mater Portishead. Qué maravillosa voz, qué preciosas canciones, que me han deparado tan buenos momentos y tan gratos recuerdos. Me alegro de haber reparado en ella. Una voz que me sorprendió fue la de William Elliot Whitmore: un joven cantante de folk/blues del Mississipi. Sus últimos discos entran muy fácilmente y dejan huella. Y un descubrimiento insólito más para mí: el alma del tango, Carlos Gardel, por el que me interesé por un cómic que fantasea sobre su vida y milagros.
Este año, gracias a Bart, volví sobre a bandas pioneras del doom y las disfruté como no había hecho antes. Se trata de Anathema, Paradise Lost (véase arriba) y My Dying Bride. Estos últimos editaron este año For Lies I Sire, un disco doom bastante bueno, lento y pesado, con unas cuantas canciones memorables, que sin embargo, se me ha hecho un poco difícil de escuchar reiteradamente. Pero el gran redescubrimiento de este año para mí fue Katatonia: a partir de una sola canción que llevaba grabada en la memoria, llegué a sus discos y aluciné. Y ahora álbumes como Last Fair Deal Gone Down, Viva Emptiness, The Great Cold Distance o su último Night is the New Day están ya entre mis favoritos. Y como olvidar el nuevo impulso a los Beatles que las reediciones de sus discos -y, todo hay que decirlo, su Rock Band dedicado- proporcionaron a este grupo ya inmortal.
Lo ultimísimo que he escuchado ha sido un disco de dark ambient en Spotify: una banda desconocida para mí, The Greater Curse, y su disco World War One (2008). Dark ambient minimalista y repetitivo que evoca la Gran Guerra y es un buen telón de fondo para algún juego ambientado en esa época. Aunque, de todas formas, no sabría decir hasta qué punto es un trabajo conceptual honrado y hasta qué otro ejercicio de Fruity Loops más o menos afortunado...
Y otro descubrimiento de última hora: Woods of Ypres. Se trata de un grupo canadiense que empezó como black metal y en su último disco, Woods 4 - The Green Album, mutan a una especie de doom metal con raíces black lleno de una tristeza hipnotizante. Temas como By The Time You Read This (I will already be dead) o Everything I Touch Turns to Gold (then to coal)son ejemplos de canciones tan depresivas como subyugantes.
Y supongo que me estoy dejando muchas cosas, pero mi intención no era ser exhaustivo, y creo que ya lo he sido demasiado. ¿Qué discos destacaríais vosotros de 2009?
En fin, con este post despido 2009, llegamos a los 201 posts en un año (récord absoluto en Cisne Negro), y nos vemos el año (que no la década) que viene. ¡Que tengáis una feliz entrada de año!
Durante este 2009 he seguido bajando y escuchando muchas novedades (gracias a la inmensa red de blogs con descargas directas de la que aún podemos disfrutar), sobre todo en lo que a metal se refiere. Son cosas que van por épocas, y este 2009 me ha pillado más bestia. A pesar de que ha sido un año de muchos e importantes lanzamientos. Una forma de valorar si ha gustado o no es la capacidad de saturación que produce. Por este último criterio es por lo que elijo Faith Divide Us - Death Unite Us de Paradise Lost como mi mejor disco del año: el grupo británico volvió con un discazo, dentro de su línea, con himnos rotundos como Frailty o The Rise of Denial. Desde el inicio de As Horizon Ends hasta la versión orquestada de Last Regret (en la edición especial) se constata que estamos ante un grandísimo disco, no tan doom quizá como algunos esperarían, pero con el sello inequívoco de la banda. Y lo más importante: sigo escuchando el disco y no me canso de él.
El último disco de Eluveitie destacó también por méritos propios, así como el de Katatonia; el de Wayne Hussey en solitario; el nuevo trabajo de Marissa Nadler, Little Hells; la antología de Nick Cave & Warren Ellis White Lunar, la vuelta de (The Lord Weird) Slough Feg y su heavy celta ochentero; el emergente supergrupo Them Crooked Vultures y su disco homónimo... Y no olvidemos el impactante regreso de los Sabbath de Dio en la forma de Heaven and Hell y su The Devil You Know, y de los reformados Alice in Chains, con un Jerry Cantrell dándolo todo en Black Gives Way to Blue.
Lo nuevo de los siempre interesantes Orthodox, con un disco inquietante, experimental e inclasificable, llamado Sentencia, y que se están ganando a pulso la fama que se merecen. Otros españoles, Der Blaue Reiter, facturaron este año Nuclear Sun, un disco de neoclassical/dark ambient inspirado en la tragedia de Chernobil en su línea, es decir, bastante destacable. También he descubierto algunos discos de funeral doom: concretamente, el de Ahab y el de Stabat Mater, que me han parecido muy interesante.
En materia de metal, me gustaría destacar algunos álbumes: Aeternam, que comenté hace poco, un disco de oriental death metal a la altura de unos Orphaned Land, aunque no tan progresivos, o Hollenthon. En lo que es viking-folk, fue agradable también llegar a Týr y a sus discos llenos de belleza y fuerza vikinga. En death metal, el nombre es In Mourning y su The Shrouded Divine, un grupo que dará que hablar con el tiempo.
En lo que no es metal, llegué a Beth Gibbons por una azarosa doble casualidad, y de ella a su banda mater Portishead. Qué maravillosa voz, qué preciosas canciones, que me han deparado tan buenos momentos y tan gratos recuerdos. Me alegro de haber reparado en ella. Una voz que me sorprendió fue la de William Elliot Whitmore: un joven cantante de folk/blues del Mississipi. Sus últimos discos entran muy fácilmente y dejan huella. Y un descubrimiento insólito más para mí: el alma del tango, Carlos Gardel, por el que me interesé por un cómic que fantasea sobre su vida y milagros.
Este año, gracias a Bart, volví sobre a bandas pioneras del doom y las disfruté como no había hecho antes. Se trata de Anathema, Paradise Lost (véase arriba) y My Dying Bride. Estos últimos editaron este año For Lies I Sire, un disco doom bastante bueno, lento y pesado, con unas cuantas canciones memorables, que sin embargo, se me ha hecho un poco difícil de escuchar reiteradamente. Pero el gran redescubrimiento de este año para mí fue Katatonia: a partir de una sola canción que llevaba grabada en la memoria, llegué a sus discos y aluciné. Y ahora álbumes como Last Fair Deal Gone Down, Viva Emptiness, The Great Cold Distance o su último Night is the New Day están ya entre mis favoritos. Y como olvidar el nuevo impulso a los Beatles que las reediciones de sus discos -y, todo hay que decirlo, su Rock Band dedicado- proporcionaron a este grupo ya inmortal.
Lo ultimísimo que he escuchado ha sido un disco de dark ambient en Spotify: una banda desconocida para mí, The Greater Curse, y su disco World War One (2008). Dark ambient minimalista y repetitivo que evoca la Gran Guerra y es un buen telón de fondo para algún juego ambientado en esa época. Aunque, de todas formas, no sabría decir hasta qué punto es un trabajo conceptual honrado y hasta qué otro ejercicio de Fruity Loops más o menos afortunado...
Y otro descubrimiento de última hora: Woods of Ypres. Se trata de un grupo canadiense que empezó como black metal y en su último disco, Woods 4 - The Green Album, mutan a una especie de doom metal con raíces black lleno de una tristeza hipnotizante. Temas como By The Time You Read This (I will already be dead) o Everything I Touch Turns to Gold (then to coal)son ejemplos de canciones tan depresivas como subyugantes.
LA DECEPCIÓN
Lacuna Coil volvió triunfal, pero no hizo más que ahondar en lo que se va perfilando como el declive de su carrera. Shallow Life es un disco aburridillo; quizá a los fans incondicionales les interese el devenir de la banda por estos derroteros (al igual que el disco que editó este año The Gathering sin Anneke: The West Pole. Ni tan siquiera he querido escucharlo). Como también fue una decepción, aunque no por el contenido, sino más bien por la mezcla de la grabación, el The Miskolc Experience de Therion, un concierto en directo con una orquesta sinfónica que vino abajo con mis expectativas.Y supongo que me estoy dejando muchas cosas, pero mi intención no era ser exhaustivo, y creo que ya lo he sido demasiado. ¿Qué discos destacaríais vosotros de 2009?
En fin, con este post despido 2009, llegamos a los 201 posts en un año (récord absoluto en Cisne Negro), y nos vemos el año (que no la década) que viene. ¡Que tengáis una feliz entrada de año!