8.12.09

M. R. James, terror germinal

El miércoles pasado El País adjuntaba por un euro más un libro de M.R. James, una pequeña antología titulada Corazones perdidos. Resolví comprarlo y mi primera sorpresa fue que no era una edición prestada de Edaf, sino de Siruela, lo cual ya era una buena señal. Cuando llegué a casa comparé los cuentos que contenía con mis ediciones de Valdemar, y resultó que, todos, salvo uno, ya los tenía. Pero me entregué a la lectura, recordando que Historias de fantasmas de un anticuario me había gustado mucho. Pues bien, después de terminar el libro, no tengo más que reincidir en lo que ya pensaba: en el extraordinario valor como narrador de M.R. James. Este buen hombre, arqueólogo y director del Eton College, escribió cuentos de terror por puro pasatiempo -era un gran admirador de Sheridan Le Fanu-, pero acabó siendo aclamado como el maestro indiscutible del relato de fantasmas. Lovecraft dice de él en su El horror en la literatura que sus relatos "invocan suavemente el terror, partiendo del centro mismo de la prosaica vida diaria". No le falta razón a HPL. Es más, una vez releído a M.R. James, me convenzo de que éste fue una influencia decisiva, al igual que Hope Hodgson, para Lovecraft. Lovecraft fue una esponja que absorbió las más diversas influencias literarias: Poe, Machen, Dunsany... Pero en lo que son sus historias más recordadas, está claro que las influencia mayores eran las de William Hope Hodgson y el autor que nos ocupa. M.R. James era, además, anticuario y medievalista, por lo que de su experiencia nutre sus cuentos de iglesias en ruinas, frases ignotas en latín, libros misteriosos, tratados de brujería... Esos elementos son los que aportan a la vez originalidad y verosimilitud a sus relatos. Los personajes siempre son, como en Lovecraft, eruditos en su materia, en cuyo camino se cruza un descubrimiento horrible. En El tesoro del Abad Thomas, el autor hace gala del mejor relato de investigación al estilo de Poe y Conan Doyle, pero sabe darle un giro tétrico y apasionante. El maleficio de las runas es una historia que, por ejemplo, apreciará, y mucho, cualquier jugador habitual del juego de rol La llamada de Cthulhu. En fin, que he disfrutado enormemente volviendo a M.R. James con este librito de El País, he vuelto a sentir esa euforia lectora, esa excitación ante algo nuevo y terriblemente atractivo, que no había sentido en mucho tiempo con un libro. Por eso me atrevo a recomendaros a este autor, si aún no lo conocéis, y a rondar el quiosco a por más libros de esta colección. Un euro (dos con veinte en total, hay que comprar el periódico) no está nada mal por hacer estos (re)descubrimientos. Mañana toca E.T.A. Hoffman. (Aquí tenéis el plan completo).

2 opiniones:

Guadalupe dijo...

Hola Cisne, pues no tenía ni idea de este personaje... y mira que tenemos cosas en común: arqueólogo, medievalista y teólogo (bueno, yo no soy teóloga pero me interesa también el Cristianismo). Habrá que leerlo...
Besos

Cisne Negro dijo...

Pues sí. Te recomiendo los libros que hay en Valdemar - Club Diógenes. Fáciles de encontrar, buenas ediciones y buenos relatos.

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