Es inevitable. Cada cierto tiempo, en los periódicos locales de Mallorca, la polémica entre que si catalán o mallorquín escupe al lector en la cara en la sección de Cartas al director. En la edición de hoy de Última Hora, un tal Juan Vanrell, supuesto licenciado en Filología Moderna y Catedrático de Bachillerato se queja de que un senador -catalán, claro- denunciara la catalogación separada de los libros escritos en catalán, valenciano y mallorquín en la Biblioteca Nacional, un tema que dio bastante que hablar en las zonas de habla catalana.
Bien, pues este señor, que trata al senador de "inculto de remate", y que su denuncia le provoca "vergüenza ajena", se muestra tan diáfanamente erudito que se permite escribir: "Científicamente está demostrado y admitido que la mayor parte de nuestras palabras proceden del latín". Excelente, señor Vanrell, veo que aprovechó bien la EGB. Sigue: "La palabra vacatio-onis ha dado lugar a vacación, vacaciones en castellano y vacacions en Valencia y Balears. Que demuestre científicamente el Sr. Varela [el dichoso senador] que "vacacions" es palabra inculta provinente del avasallador castellano y que por tanto debe ser sustituida por la catalana "vacances", que es un galicismo. (...) Lo mismo para directio, que origina dirección y dirección, y se sustituye por "adreça" en catalán."
Bueno, vamos a ver. Vacatio evolucionó en las lenguas romances de distinta forma, en algunas partes como vacaciones, otras vacacions, vacances... Lo que este señor aprecia -y bien- es la tendencia que han venido sosteniendo algunos sectores más puristas del catalán (que los hay como los pueda haber en castellano) que, ante una palabra con doblete en catalán, por ejemplo vacacions y vacances, se prefiere la solución más lejana al castellano, por aquello de la contaminación... Esta solución, como verá el lector, es una papanatada, y sólo tiene motivos puramente ideológicos, y no lingüísticos: se busca la "pureza" de la lengua (que ya ves que purezas si resulta que vacances es otro préstamo, pero como es francés, ya no es el "enemigo").
Pero este señor se cubre de gloria cuando dice: "(...) Las derivadas de "noster, nostra, nostrum". Su evolución histórica ha sido "noltros" en mallorquín, "mosatros" en valenciano, y "nosaltres" en catalán." Sr. Vanrell, empieza a olvidar sus clases de gramática histórica: así como en castellano, "nosotros" viene de nos + otros, y no de noster (nuestro,-s), así en catalán, nos + altres da "nosaltres" y a partir de ahí la palabra evoluciona o degenera. Así de sencillo.
¿Qué ha pasado aquí? Que de nuevo se mezclan intereses políticos con cuestiones lingüísticas. Este señor, que, como todos los amantes del "mallorquín", escribe en castellano, lo que en realidad ha querido hacer es un ataque al catalanismo. Los ánimos están muy encendidos en nuestra comunidad sobre si el catalán es lo mismo que el mallorquín, que si independencias y otras gaitas. Muchas veces, las pobres lenguas se ven usadas como armas arrojadizas entre ambos grupos, tergiversando lo que es puramente conocimiento filológico y transformándolo mágicamente como el caso de este señor, el prestidigitador Vanrell. Es, me temo, una batalla perdida. En el ámbito puramente académico las cosas están más claras (bueno, al menos en la universidad, porque lo que nos cuenta este catedrático no dice mucho del academicismo), pero de puertas hacia fuera, todo el mundo opina, como si opinara de futbol, y no sabe lo que dice. Dejemos que los filológos hagan su trabajo.
Bien, pues este señor, que trata al senador de "inculto de remate", y que su denuncia le provoca "vergüenza ajena", se muestra tan diáfanamente erudito que se permite escribir: "Científicamente está demostrado y admitido que la mayor parte de nuestras palabras proceden del latín". Excelente, señor Vanrell, veo que aprovechó bien la EGB. Sigue: "La palabra vacatio-onis ha dado lugar a vacación, vacaciones en castellano y vacacions en Valencia y Balears. Que demuestre científicamente el Sr. Varela [el dichoso senador] que "vacacions" es palabra inculta provinente del avasallador castellano y que por tanto debe ser sustituida por la catalana "vacances", que es un galicismo. (...) Lo mismo para directio, que origina dirección y dirección, y se sustituye por "adreça" en catalán."
Bueno, vamos a ver. Vacatio evolucionó en las lenguas romances de distinta forma, en algunas partes como vacaciones, otras vacacions, vacances... Lo que este señor aprecia -y bien- es la tendencia que han venido sosteniendo algunos sectores más puristas del catalán (que los hay como los pueda haber en castellano) que, ante una palabra con doblete en catalán, por ejemplo vacacions y vacances, se prefiere la solución más lejana al castellano, por aquello de la contaminación... Esta solución, como verá el lector, es una papanatada, y sólo tiene motivos puramente ideológicos, y no lingüísticos: se busca la "pureza" de la lengua (que ya ves que purezas si resulta que vacances es otro préstamo, pero como es francés, ya no es el "enemigo").
Pero este señor se cubre de gloria cuando dice: "(...) Las derivadas de "noster, nostra, nostrum". Su evolución histórica ha sido "noltros" en mallorquín, "mosatros" en valenciano, y "nosaltres" en catalán." Sr. Vanrell, empieza a olvidar sus clases de gramática histórica: así como en castellano, "nosotros" viene de nos + otros, y no de noster (nuestro,-s), así en catalán, nos + altres da "nosaltres" y a partir de ahí la palabra evoluciona o degenera. Así de sencillo.
¿Qué ha pasado aquí? Que de nuevo se mezclan intereses políticos con cuestiones lingüísticas. Este señor, que, como todos los amantes del "mallorquín", escribe en castellano, lo que en realidad ha querido hacer es un ataque al catalanismo. Los ánimos están muy encendidos en nuestra comunidad sobre si el catalán es lo mismo que el mallorquín, que si independencias y otras gaitas. Muchas veces, las pobres lenguas se ven usadas como armas arrojadizas entre ambos grupos, tergiversando lo que es puramente conocimiento filológico y transformándolo mágicamente como el caso de este señor, el prestidigitador Vanrell. Es, me temo, una batalla perdida. En el ámbito puramente académico las cosas están más claras (bueno, al menos en la universidad, porque lo que nos cuenta este catedrático no dice mucho del academicismo), pero de puertas hacia fuera, todo el mundo opina, como si opinara de futbol, y no sabe lo que dice. Dejemos que los filológos hagan su trabajo.
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