Comenta Leandro Oberto, editor de Ivrea, en un artículo en Vagabond nº1, hablando de la problemática del manga -cómic japonés- en nuestra sociedad, "Otro problema es la imagen que damos al mundo "exterior" (...) de nosotros mismos: el consumismo de los salones llenos de gente que sólo piensa en comprar obsesivamente en vez de divertirse, las revistas especializadas que en vez de tener artículos objetivos (como todas las demás revistas especializadas de cualquier temática) tienen informes amateurs llenos de opiniones personales tan poco profesionales como "a mí esta serie me ha parecido una mierda", encima escritos por gente que se esconde bajo pseudónimos con nombres de personajes... por dios... hemos dado durante años una imagen ultra nerd, ultra friki capaz de ahuyentar a la mayoría de los lectores potenciales (...)".
Oberto ha dado donde más duele. A continuación transcribo un artículo mío, escrito debe de hacer ya un par de años, que nunca vio la luz, pero que viene muy bien para completar el comentario anterior sobre el mundo de la afición al manga en España, en especial sobre las revistas especializadas del tema que Oberto señala. Va para largo, pero espero que al menos sea interesante.
Releo con curiosidad viejas revistas dedicadas al anime [animación japonesa] y al manga y no puedo dejar de sonreir al ver la ingenuidad y a veces la prepotencia con la que algunas de ellas están hechas. Y sonrío porque se habla mucho de la marginación, de la censura del manga y el anime en nuestra sociedad, de aficiones radicales enfrentadas... algo que visto desde la perspectiva que ofrece el tiempo es terriblemente patético. De releer estas revistas surge este artículo, que intenta enfocar la problemática del mundo otaku [afición al comic japonés y derivados] desde un punto de vista a caballo entre el comprensivo del aficionado y el crítico del filológo.
El mundo del aficionado del manga es en buena parte un mundo de automarginación, de patética máscara masoquista: por una parte se intenta dar a conocer todo lo bueno del manga, hacer ver que la sociedad ha tenido una imagen falseada y parcial de él; por otro, la comunidad siente un secreto y oculto placer por estar marginada, por poseer algo que los demás no tienen: es la sensación sectaria de estar en posesión de la verdad -de hecho, así nació lo que conocemos por hermetismo, para crear un sentimiento de seguridad en el grupo-, la sensación de superioridad de unos aficionados ante otros, todos ellos demasiado narcisistas para favorecer ese pretendido acercamiento a otras vertientes del cómic o del arte. Sólo hay que fijarse en cada una de las revistas especializadas: siempre, en cada una de ellas, aparecerá alguna referencia a la marginación que sufre el mundo del manga en la sociedad.
Y, a pesar de que el mercado ha tenido períodos de crisis (podemos decir que el primer período de esplendor del manga se vivió en España entre 1992 -primera edición de "Dragon Ball"- hasta 1997, fecha en que el panorama empieza a retrotraerse hasta casi desaparecer; no obstante, a partir de 2000 empieza a apreciarse una notable regeneración de títulos y editoriales; L. Oberto apunta a que este nuevo período de bonanza se debe a que las tiradas se han reducido y los precios han subido de manera que las editoriales, con la suma de beneficios de sus títulos, van ganando lo suficiente para ir haciendo nuevas apuestas; de nuevo, el perdedor en esta pugna es el bolsillo del lector), a pesar de eso, digo, hemos de preguntarnos por qué de súbito [hacia 2001] aparecen hasta 10 revistas dedicadas al manga [a día de hoy, muchas difuntas, me temo], con un nuevo formato, el cd, tan cómodo como exitoso, que permite expandir el mercado de las revistas a un nuevo territorio virgen en España. Y debemos preguntarnos también cómo puede el mercado soportar una cantidad de revistas que se acerca peligrosamente al de mangas editados [este dato fue, por increíble que parezca, casi una realidad hace unos años]. La respuesta es la novedad de ese formato, el auge de la informática aplicada al mundo manga: el aficionado está ansioso por poseer vídeos, sonidos, imágenes y todo lo relacionado con su afición. Una de las cosas que demostró el nacimiento de estas revistas fue, aparte del nuevo fromato cd, fue que la capacidad adquisitiva de la juventud había aumentado (cada revista cuesta unos 5 €, más o menos). Pero una vez hecho el negocio, no todo es trigo limpio: se hace difícil llenar un cd de 650mb. cada mes de información manga; así que los contenidos empiezan a repetirse o a copiarse entre revistas, cuando el cd no va medio vacío.
Pero ésto sólo sería la punta del iceberg. La problemática del mundo del manga no se acaba en el plano puramente económico (cuando unos determinados gustos toman fuerza, el mercado se afana a sacar tajada, pero eso es siempre), sino que quizá lo más triste es que esta afición sirva de trampolín para la libre divulgación del pensamiento idioma. Lo veremos en próximas entregas.
[Este serie de posts consiguió el récord de visitas de este blog, que no ha sido superado. Así las gastan los otakuzombies...]
Oberto ha dado donde más duele. A continuación transcribo un artículo mío, escrito debe de hacer ya un par de años, que nunca vio la luz, pero que viene muy bien para completar el comentario anterior sobre el mundo de la afición al manga en España, en especial sobre las revistas especializadas del tema que Oberto señala. Va para largo, pero espero que al menos sea interesante.
Releo con curiosidad viejas revistas dedicadas al anime [animación japonesa] y al manga y no puedo dejar de sonreir al ver la ingenuidad y a veces la prepotencia con la que algunas de ellas están hechas. Y sonrío porque se habla mucho de la marginación, de la censura del manga y el anime en nuestra sociedad, de aficiones radicales enfrentadas... algo que visto desde la perspectiva que ofrece el tiempo es terriblemente patético. De releer estas revistas surge este artículo, que intenta enfocar la problemática del mundo otaku [afición al comic japonés y derivados] desde un punto de vista a caballo entre el comprensivo del aficionado y el crítico del filológo.
El mundo del aficionado del manga es en buena parte un mundo de automarginación, de patética máscara masoquista: por una parte se intenta dar a conocer todo lo bueno del manga, hacer ver que la sociedad ha tenido una imagen falseada y parcial de él; por otro, la comunidad siente un secreto y oculto placer por estar marginada, por poseer algo que los demás no tienen: es la sensación sectaria de estar en posesión de la verdad -de hecho, así nació lo que conocemos por hermetismo, para crear un sentimiento de seguridad en el grupo-, la sensación de superioridad de unos aficionados ante otros, todos ellos demasiado narcisistas para favorecer ese pretendido acercamiento a otras vertientes del cómic o del arte. Sólo hay que fijarse en cada una de las revistas especializadas: siempre, en cada una de ellas, aparecerá alguna referencia a la marginación que sufre el mundo del manga en la sociedad.
Y, a pesar de que el mercado ha tenido períodos de crisis (podemos decir que el primer período de esplendor del manga se vivió en España entre 1992 -primera edición de "Dragon Ball"- hasta 1997, fecha en que el panorama empieza a retrotraerse hasta casi desaparecer; no obstante, a partir de 2000 empieza a apreciarse una notable regeneración de títulos y editoriales; L. Oberto apunta a que este nuevo período de bonanza se debe a que las tiradas se han reducido y los precios han subido de manera que las editoriales, con la suma de beneficios de sus títulos, van ganando lo suficiente para ir haciendo nuevas apuestas; de nuevo, el perdedor en esta pugna es el bolsillo del lector), a pesar de eso, digo, hemos de preguntarnos por qué de súbito [hacia 2001] aparecen hasta 10 revistas dedicadas al manga [a día de hoy, muchas difuntas, me temo], con un nuevo formato, el cd, tan cómodo como exitoso, que permite expandir el mercado de las revistas a un nuevo territorio virgen en España. Y debemos preguntarnos también cómo puede el mercado soportar una cantidad de revistas que se acerca peligrosamente al de mangas editados [este dato fue, por increíble que parezca, casi una realidad hace unos años]. La respuesta es la novedad de ese formato, el auge de la informática aplicada al mundo manga: el aficionado está ansioso por poseer vídeos, sonidos, imágenes y todo lo relacionado con su afición. Una de las cosas que demostró el nacimiento de estas revistas fue, aparte del nuevo fromato cd, fue que la capacidad adquisitiva de la juventud había aumentado (cada revista cuesta unos 5 €, más o menos). Pero una vez hecho el negocio, no todo es trigo limpio: se hace difícil llenar un cd de 650mb. cada mes de información manga; así que los contenidos empiezan a repetirse o a copiarse entre revistas, cuando el cd no va medio vacío.
Pero ésto sólo sería la punta del iceberg. La problemática del mundo del manga no se acaba en el plano puramente económico (cuando unos determinados gustos toman fuerza, el mercado se afana a sacar tajada, pero eso es siempre), sino que quizá lo más triste es que esta afición sirva de trampolín para la libre divulgación del pensamiento idioma. Lo veremos en próximas entregas.
[Este serie de posts consiguió el récord de visitas de este blog, que no ha sido superado. Así las gastan los otakuzombies...]
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