2.12.04

Deporte y filología

Trabajando como corrector en la sección de deportes de un periódico -y, dicho sea de paso, sin que los deportes como espectáculo me interesen lo más mínimo- uno se da cuenta de por qué el pobre don F. Lázaro Carreter se ponía como una fiera cuando leía esas secciones y no extraña, por ejemplo, que muchas de las entradas de su "Dardo en la palabra" estén dedicadas al mal uso que hacen los redactores deportivos en sus columnas.

Penitenciagite!
Ya no son los gerundios usados en sentido de posterioridad, ni los infinitivos usados alegremente (como siempre hacen en la revista Dolmen: "destacar que..."), ni tan sólo el carácter metafórico marcadamente épico que la prensa usa para las hazañas deportivas y que considero algo hiperbólico; lo que me molesta más es encontrar una serie de muletillas empleadas sistemáticamente cada semana. Ejemplos: el primero, todo un clásico. Se trata de cuando un equipo se ha mostrado "intratable". Releo la obra de Lázaro Carreter y me topo con que incluso le dedica una entrada de su libro en 1989 y vuelve a mencionar el problema en 1992: "Menos letal resulta que un corredor o jugador o nadador o jinete se muestre intratable, estúpido anglicismo que no lo califica de mal educado, sino de invencible." Otro adjetivo que se usa sin ningún tipo de mesura es "eléctrico". El choque (partido) fue "eléctrico", el triunfo fue "eléctrico", el final del partido fue "eléctrico", etc. Cuando dos equipos empatan a cero, es probable que se diga que "rinden culto al aburrimiento"... Habría más ejemplos, claro, pero últimamente no me los he apuntado. [Eso sí, que quede entre nosotros: hay que leer cada artículo de opinión que parece escrito por el mismísimo Satanás, y no por la mala intención que llevan...] El caso es que, si lo que quieren en las redacciones de deportes es originalidad, desde Cisne Negro les sugerimos que se inspiren en modelos clásicos, como los siguientes:

· Prosa cesariana: "Y, avanzando cerca de veinte pasos y acompañado por no menos de dos atacantes, rota la vanguardia contraria, la avanzadilla del equipo dispuso la oportuna jugada para marcar gol, pero, reaccionando inesperadamente la última línea de defensa enemiga, recuperan el balón y lo devuelven a la zona contraria con un fuerte disparo".

· Prosa modernista (o algo así) : " Por la verde pradera olímpica corre el preciado orbe diamántico, perseguido por los oscuros centauros que ostigan los dominios del cancerbero rival, presa éste de un dulce temor que resbala por sus lánguidas sienes mientras la estampida de botas y cascos se acerca retumbando como una tormenta invernal..."

· En verso:
"El delantero como un campeón
se lanza a por el balón,
asustado está el portero
por si un gol traicionero
se le cuela de vellón."
[Estas líneas se las debo a Leónidas el poeta]


Así, con innovaciones estilísticas de este calibre, la prosa deportiva sería mucho más original, y no tendría que recurrir a perversas muletillas o a neologismos innecesarios. [En toda esta descabellada sarta de ideas, agradezco la inspiración de los "Ejercicios de estilo" de Raymond Queneau, cuya lectura os recomiendo a todos.]

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