24.6.10

Hansel y Gretel, vistos por Mattotti

La psicología les dirá que la historia de Hansel y Gretel muestra cuáles son las consecuencias de negar los problemas y no enfrentarlos. Una visión necesariamente pragmática para una ciencia que en algunos momentos ha intentado buscar tres pies al gato. Olvidan el placer de la narración, primera y auténtica motivación por la que fueron creados, aunque de ellos pudiéramos sacar alguna enseñanza.
Con todo, hay afirmaciones que no podemos obviar. Betelheim dice que el cuento de hadas es la primera fuente en la que el niño aprende a leer en su mente, gracias al lenguaje de las imágenes, "el único que le permite llegar a una buena comprensión antes de alcanzar la madurez intelectual. El niño necesita poseer este lenguaje y tiene que aprender a usarlo de manera plenamente responsable si quiere llegar a ser dueño y señor de su propio espíritu". Tenemos que concederle al menos en eso la razón al autor de Psicoanálisis de los cuentos de hadas.

Nada hay como el corazón de la tradición cuentística europea latiendo en historias como éstas
de los hermanos Grimm. Todos conoceréis la historia: dos hermanitos que, por las penurias de sus padres, se ven abandonados en mitad del bosque y una bruja intenta zampárselos. Una de esas narraciones prototípicas del acervo cultural occidental con el que Propp se fregaba las manos. Si revisitamos el cuento, vemos que, como muchos de los escritos o recopilados en aquella época, no tiene nada de políticamente correcto: en él, los padres deciden alegremente prescindir de sus hijos ante la hambruna; y cerca del final, Gretel no tiene reparos en cometer en un gerontocidio cuando la malvada vieja que quiere comérselos se pone a tiro. Insisto: cuentos tal como fueron escritos, sin edulcorar ni censurar, que han educado a nuestros pequeños desde hace generaciones y no creo que sean responsables, como alguna feminista ha dicho, de perpetuar roles caducos en nuestra sociedad.

El valor de cuentos como éste aumenta en la edición de Libros del Zorro Rojo, en una impresionante edición ilustrada por el italiano Lorenzo Mattotti (Estigmas) que usa un sobrio blanco y negro que sugiere, más que explicita, toda la naturaleza del relato. Mattotti, onírico, misterioso, carga de negros la página y crea noches oscurísimas, bosques impenetrables y lóbregos cuartuchos mal iluminados. Hansel y Gretel son apenas dos borrones sin identidad dentro del relato, como si el conjunto (ese acervo cuentístico, la narración en sí) fuera lo realmente importante. En fin, una magnífica joya de la edición (tapa dura, tamaño impresionante, tinta interior verde para el cuento, letras de oro en portada) que se aprecia con todos los sentidos.

Para terminar, un apunte curioso que da una lectura inquietante al relato. Al final de éste, cuando los hermanos han conseguido deshacerse de la bruja y vuelven a casa,
"entraron en la casa y se abrazaron a su padre. Desde que abandonara a sus hijos en el bosque (recordemos que todo era idea de su mujer), el pobre hombre no había tenido ni un momento de descanso. La madrastra, entretanto, había muerto."


¿Es posible, entonces, que madrastra y bruja sean la misma persona?

2 opiniones:

Lectora dijo...

Tal vez, en el fondo en los cuentos hay muchas figuras femeninas protagonistas, malas y buenas.
Y por cierto sí que muchos son políticamente incorrectos o un poco bestias, desde Caperucita donde el lobo se zampa a la abuelita y aún así se considera que acaba bien, pasando por el patito feo víctima del bullying etc...

Supongo que infravaloramos a los críos, y quizás son necesarios esa clase de cuentos que vienen a decirles que en la vida siempre va a haber alguien para putearlos pero con un poco de suerte y siendo listos tal vez acaben más omenos bien.

Cisne Negro dijo...

Yo creo que sí, Sonja. La corrección política no debería llegar a contaminar un legado narrativo que, por lo demás, no creo que sea lo nocivo que algunos sectores quieren hacernos ver, todo lo contrario.

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