Si, como decía en una conferencia Guillermo Carnero o José Mª Álvarez -ahora no recuerdo-, son tan reales nuestros recuerdos vitales como los literarios (él rememoraba, como ejemplo, el viaje junto a Jim Hawkins en La Hispaniola, que le parecía tan real como sus estancias en otros países), entonces los que hemos vivido inmersos en los mundos del videojuego tenemos toda una serie de vidas paralelas que rememorar con orgullo. Sólo pondré algunas de mis referencias; estoy seguro de que muchos de vosotros las tendríais parecidas. Juegos que me absorvieron, que me hicieron parte de él, que recuerdo como si hubieran sido parte de mi vida. Volando en el arcaico "Chuck Yeager´s Advanced Flight Simulator" para MSX, donde todo el paraje era una masa gris que parecía sacada de las tramas usadas en el manga. Viviendo y muriendo en las gigantescas estepas yermas del "Delta Force 1", emboscados, parapetados en nuestra fortaleza, o colocando minas antipersonales... qué veladas. Paseando de aquí para allá en la eterna noche de Monkey Island. Llevando a mi entrañable Peña de muñecos en el hermético mundo de "Wizardy VII: Crusaders of Dark Savant", robando al barquero del río, aprendiendo a nadar, resucitando cada dos por tres a Totobi. Acelerando al máximo en "Need for Speed III" (o su segunda parte), dando esquinazo a las patrullas de policía, volando literalmente por el asfalto, mientras el "Imaginations from the Other Side" de Blind Guardian atrona de fondo. Siguiendo el ejemplo de las huestes romanas y acotando el terreno ganado al enemigo con murallas inexpugnables en "Age of Empires II". Encerrado en un inmenso castillo lleno de vampiros y sólo con una pistola de pedernal para defenderme, con las horas contadas para rescatar a los rehenes de Nosferatu: la cólera de Malaquías. Trabajando, haciendo virtud de la vida cotidiana de un semiorco, extrayendo piedra, forjando acero, parloteando con mi compadre enano Salt en "Neverwinter Nights". Y tantas otras experiencias que dieron una alternativa a mis horas de ocio. Son digitales, pero son también pruebas de haber vivido.
[Cisne Negro lleva la elegía a límites no conocidos en la literatura.]
Archivo: Nostalgia digital (I): pixel art.
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