De tanto en tanto vuelvo a la lectura de Kavafis, como antes hiciera con la "biblia" de José María Álvarez, "Museo de Cera", pero ahora sabiendo que bebo de una de sus fuentes. En los poemas del griego encuentro consuelo y la perfección de una poesía que quisiera que fuera la mía. Supongo que también influye el hecho de que la traducción sea del mismo J. M. Álvarez, pero se ve claramente que fue lo que le marcó de Kavafis: el resplandor en sus poemas de la historia del mundo antiguo, del recuerdo, del amor -del recuerdo del amor-, del deseo, del placer de la carne, de la rememoración de los cuerpos jóvenes y su deleitación. No es una poesía triste, o al menos yo no la considero así; es más bien una poesía que celebra los "beautiful bygone years" que cantaba Savina Yannatou. Por eso vuelvo, cada tanto, a pedir consejo al maestro, fijándome en un determinado verso o en el tratamiento de la anécdota. Kavafis es, para mí, una de la mejores muestras de poesía de principios del siglo XX.
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