A veces uno encuentra alguna página interesante en la red, no se acuerda de recogerla en los Favoritos del navegador, y, cuando de verdad necesita esa página, se ha perdido para siempre en el océano infinito de la telaraña virtual. Es por eso que me ha venido a la cabeza el cuento de Borges; al igual que en su historia, navegando a veces uno tiene la impresión de que no va a volver a ver esa página nunca más.
En este caso no ha sido así. Quería ofrecerles una página sobre nubes y la he acabado encontrado: Cool clouds for kids of all ages, fotografías de nubes con azarosas formas que nuestro intelecto acaba por asociar a alguna forma conocida. Todo esto a cuento de una fotografía, la mía, que hice hace ya años desde mi ventana, en la que, si el lector quiere, puede verse a un hombre de perfil, delgado, con barba y de aguileña nariz. Siempre pensé que se parecía a Cervantes. Ah, el supremo Azar, al que daba las gracias el argentino en un poema...
En este caso no ha sido así. Quería ofrecerles una página sobre nubes y la he acabado encontrado: Cool clouds for kids of all ages, fotografías de nubes con azarosas formas que nuestro intelecto acaba por asociar a alguna forma conocida. Todo esto a cuento de una fotografía, la mía, que hice hace ya años desde mi ventana, en la que, si el lector quiere, puede verse a un hombre de perfil, delgado, con barba y de aguileña nariz. Siempre pensé que se parecía a Cervantes. Ah, el supremo Azar, al que daba las gracias el argentino en un poema...
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