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· Studs Kirby, de Peter Bagge. Salvo por la decepcionante serie "Mundo Idiota", Bagge es mi autor favorito del underground americano actual. Si "Odio" es una de mis series preferidas, que ha tenido altibajos cualitativos en su devenir, pero que retrata los 90 como nadie, (sobre todo en esos magníficos tres o cuatro primeros álbumes), en esta obra, que fue realizando paralelamente a su trabajo estrella, se le ve más comedido pero no exento de esa fuerza que le caracteriza. Studs Kirby -un locutor de radio "ultraconservador, alcohólico, colérico, partidario de las armas... ¡La voz de América en persona!"- y sus amistades son los protagonistas de estas historias cortas que no dejan títere con cabeza sobre esos valores de la América profunda. Quizá no sea una obra tan cómica como otras, pero uno se parte con las reacciones de ese cobarde hipócrita de Studs Kirby. A su lado, Mena parece un párvulo de colegio de monjas.
· Maison Ikkoku 8, de Rumiko Takahashi. Un tomo más bien flojito, que incide en el triángulo amoroso, pero sobre todo en las decisiones que todos los afectados por él deben de tomar. Un número entre aguas, con el regusto dulce-amargo de la serie.
· Lamu (Urusei Yatsura) 1, de Rumiko Takahashi. Uno coge este tomo -de lo primero que realizó esta autora- tras el octavo de "Maison Ikkoku" y qué tremenda diferencia nota. Los años -y la experiencia- no pasan en vano. La Takahashi ya apunta lo que será su marca de la casa (enredos, destrucción de mobiliario escolar), pero aún le queda mucho por afinar. Estas primeras historias son precipitadas, rimbombantes, llenas de personajes exóticos, pero tienen ya el sentido de la exageración que será su característica más propia. Interesante por ahora.
· Fábulas: Rebelión en la granja, de Bill Willingham y Mark Buckingham. [Contiene spoilers] Esta serie ha tenido muy buena crítica, pero no veo por qué. He de decir que no he leído su primer volumen y quizá sea por ello que me equivoque. La premisa de que los personajes de las fábulas viven cerca de Nueva York me parece interesante, pero quizá sería una idea mejor tratada si se la dieran a un cuentacuentos genuino como Neil Gaiman para desarrollarla. En este segundo tomo se nos cuenta básicamente la historia de Orwell, ambientada en el pueblo de las Fábulas. Lo que no acabo de entender es cómo, tras aplastar la rebelión, Blancanieves ejecuta a los cerditos malos y se queda tan a gusto. ¿Debe de ser que en vez de Nueva York, están dentro de los límites de California? Al lado de esta Blancanieves, Mena es un gamberrito de patio de colegio privado. En el apartado gráfico, Buckingham está correcto y se ha librado ya (si es que alguna vez lo tuvo) del lastre de Chris Bachalo.
· Blankets, de Craig Thompson. A la hora de afrontar lo que supone la lectura de un tomazo como éste, es decir, 35 euros, la biblioteca pública va muy bien. Craig Thompson nos hace partícipes de su infancia, de su primer e intenso amor, y de los pensamientos que debaten a uno en la adolescencia, todo con su magnífico trazo, que además se permite algunas complejidades narrativas, como la que enlaza la explicación del mito de la caverna de Platón con la desintegración de su relación amorosa. Una lectura obligatoria en lo que se refiere al género autobiográfico.
· Iznogud: El gran visir Iznogud y Los complots del gran visir Iznogud, de Goscinny y Tabary. Que el alma de "Astérix" se encontraba en su guionista es algo que vemos muy claro al leer esta obra de Goscinny, que, acompañado del clásico Tabary, da rienda suelta a su talento narrativo en las historias cortas que conforman los álbumes del rastrero visir Iznogud. Humor clásico, viñetas de siempre, que no por ello dejan de ser efectivas. Algunas historias como la de "El genio" me han hecho reír de verdad.
· Studs Kirby, de Peter Bagge. Salvo por la decepcionante serie "Mundo Idiota", Bagge es mi autor favorito del underground americano actual. Si "Odio" es una de mis series preferidas, que ha tenido altibajos cualitativos en su devenir, pero que retrata los 90 como nadie, (sobre todo en esos magníficos tres o cuatro primeros álbumes), en esta obra, que fue realizando paralelamente a su trabajo estrella, se le ve más comedido pero no exento de esa fuerza que le caracteriza. Studs Kirby -un locutor de radio "ultraconservador, alcohólico, colérico, partidario de las armas... ¡La voz de América en persona!"- y sus amistades son los protagonistas de estas historias cortas que no dejan títere con cabeza sobre esos valores de la América profunda. Quizá no sea una obra tan cómica como otras, pero uno se parte con las reacciones de ese cobarde hipócrita de Studs Kirby. A su lado, Mena parece un párvulo de colegio de monjas.
· Maison Ikkoku 8, de Rumiko Takahashi. Un tomo más bien flojito, que incide en el triángulo amoroso, pero sobre todo en las decisiones que todos los afectados por él deben de tomar. Un número entre aguas, con el regusto dulce-amargo de la serie.
· Lamu (Urusei Yatsura) 1, de Rumiko Takahashi. Uno coge este tomo -de lo primero que realizó esta autora- tras el octavo de "Maison Ikkoku" y qué tremenda diferencia nota. Los años -y la experiencia- no pasan en vano. La Takahashi ya apunta lo que será su marca de la casa (enredos, destrucción de mobiliario escolar), pero aún le queda mucho por afinar. Estas primeras historias son precipitadas, rimbombantes, llenas de personajes exóticos, pero tienen ya el sentido de la exageración que será su característica más propia. Interesante por ahora.
· Fábulas: Rebelión en la granja, de Bill Willingham y Mark Buckingham. [Contiene spoilers] Esta serie ha tenido muy buena crítica, pero no veo por qué. He de decir que no he leído su primer volumen y quizá sea por ello que me equivoque. La premisa de que los personajes de las fábulas viven cerca de Nueva York me parece interesante, pero quizá sería una idea mejor tratada si se la dieran a un cuentacuentos genuino como Neil Gaiman para desarrollarla. En este segundo tomo se nos cuenta básicamente la historia de Orwell, ambientada en el pueblo de las Fábulas. Lo que no acabo de entender es cómo, tras aplastar la rebelión, Blancanieves ejecuta a los cerditos malos y se queda tan a gusto. ¿Debe de ser que en vez de Nueva York, están dentro de los límites de California? Al lado de esta Blancanieves, Mena es un gamberrito de patio de colegio privado. En el apartado gráfico, Buckingham está correcto y se ha librado ya (si es que alguna vez lo tuvo) del lastre de Chris Bachalo.
· Blankets, de Craig Thompson. A la hora de afrontar lo que supone la lectura de un tomazo como éste, es decir, 35 euros, la biblioteca pública va muy bien. Craig Thompson nos hace partícipes de su infancia, de su primer e intenso amor, y de los pensamientos que debaten a uno en la adolescencia, todo con su magnífico trazo, que además se permite algunas complejidades narrativas, como la que enlaza la explicación del mito de la caverna de Platón con la desintegración de su relación amorosa. Una lectura obligatoria en lo que se refiere al género autobiográfico.
· Iznogud: El gran visir Iznogud y Los complots del gran visir Iznogud, de Goscinny y Tabary. Que el alma de "Astérix" se encontraba en su guionista es algo que vemos muy claro al leer esta obra de Goscinny, que, acompañado del clásico Tabary, da rienda suelta a su talento narrativo en las historias cortas que conforman los álbumes del rastrero visir Iznogud. Humor clásico, viñetas de siempre, que no por ello dejan de ser efectivas. Algunas historias como la de "El genio" me han hecho reír de verdad.
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