24.5.05

LORD VADER... RISE!

Lord Vader

[Aviso: este post contiene spoilers, que, por otra parte, si uno conoce la saga de Star Wars, no son tales. Avisados están.]

Finalmente y después de las decepciones anteriores, volví a pisar una sala de cine por segunda vez en 2005 -al menos, que yo recuerde- y lo hice para ver el Episodio III: La venganza de los Sith. Y, sí, se ha de reconocer, que de esta trilogía es el mejor episodio con mucha diferencia. La película sigue sin tener un ritmo bueno -Lucas siempre ha adolecido de eso-, las tramas políticas son confusas y enredan a cualquiera que no sea un experto friki en la materia (y aún así), se abusa de la presencia de los personajes conocidos, o se les hace actuar a base de clichés para formar una suerte de continuidad... Fallos todos que son denominador común en esta primera trilogía cronológica de Lucas. Ya al inicio, la lucha de Anakin con Doorku recuerda descaradamente a la lucha entre Vader y Luke de El Retorno del Jedi. Asistimos en la película al cambio paulatino de Anakin, movido por las cuerdas de Palpatine, que va intrigando en los dos bandos y conspirando para tomar el poder, aunque el actor que encarna a Skywalker no acaba de convencernos en su actuación, que sigue en la vena del Episodio II. Lucas sigue basándonse en conceptos prototípicos de la narratología para contarnos una historia de amor y odio en tiempos de guerra, pero sin acabar de cuajar ninguna línea argumental. Me queda ahora el recuerdo de mucha batalla especial, mucha lucha de sable, mucho jedi cabreado, pero poco más.

¿Qué podemos decir más? Que en este Episodio, los jedis se acercan más que nunca a la doctrina budista. Yoda le advierte a Anakin que el apego y las pasiones le llevarán a la destrucción. Anakin se debate entre la pesadilla del destino incierto de Padme (¿azar? ¿sino? ¿u otra manipulación del Emperador?, en todo caso, una figura del cuento clásico: la predicción fatal) y el deber. Después, el juego de la verdad: ¿quién tiene la razón? ¿quién es el bueno, quién el malo? Algunas reflexiones rápidas y tópicas sobre la libertad, la democracia y la corrupción del poder.

Pero lo mejor de la película, sin duda, es el final. Los quince últimos minutos, a todo estirar, son de lo mejor. [Lo dicho, ahí van los spoilers más duros]. Grandioso el momento en que Obi Wan le dice a un Anakin derrotado que él era el elegido, y más grandioso aún el grito de rabia de éste: "¡Te odio!", que desgarra el alma. Y cuando asistimos al nacimiento simultáneo de los héroes (otra figura del folclore: los gemelos) y del némesis de éstos, al mismo tiempo que el pasado muere en las figuras de Padme y Anakin. El momento supremo en que es colocado el casco de Darth Vader, de ese negro brillante y magnífico; su primera respiración. La mesa de operaciones colocándose en vertical y ese Constantino Romero que surge de detrás del casco. Los pasillos de las naves imperiales y de la corbeta corelliana. Los tíos de Luke, recibiéndolo en el atardecer de Tatooine, de la misma forma que años más tarde él se despedirá de esos páramos. Todo encaja.

Lo dicho, señores. Cuanto más se acerca al Episodio IV, mejor es esta película. Olviden los bodrios infumables del I y del II, y si han de salvar una de las tres películas, salven ésta. Y que la fuerza les acompañe.

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