7.5.05

Entre la realidad y la metáfora, el balón

Entre la realidad y la metáfora, el balón

Los domingos estoy de corrector de las casi treinta páginas que el periódico donde trabajo lleva los lunes. Es algo aburrido, pero no me puedo quejar. Entre los vacíos de tiempo que me dan los redactores puedo escribir algún post para la semana entrante, o algunas tiras de "El joven Lovecraft", leer el diario del día o algún libro... Cuando entré, me advirtieron que el lenguaje que se usa en la sección es algo "poético", o más bien tirando a "heroico", porque claro, está el asunto de darle más vidilla a las crónicas de los partidos. Y, sí, en cierta forma, hay que hacerles una concesión al lenguaje empleado que, por ejemplo, no podría usarse nunca en Local o en Sucesos, por decir alguna otra sección. Pero llega un momento en que, claro, se produce el exceso. La metáfora se apodera de la crónica y se encadenan los sentidos figurados uno tras otro: es inteligible, por supuesto, al menos por una inteligencia media, pero si uno lo analiza fríamente, el abuso de la figura literaria es notable (estoy cansado, por ejemplo, de leer que tal equipo ha "pasado el rodillo" sobre otro para decir que ha ganado). Esta crónica del Mallorca-Espanyol me llamó la atención por esta razón. Os transcribo un resumen de los cinco primeros párrafos y os propongo un juego. Por un momento dejad dormir vuestra inteligencia lectora y tomad por su sentido literal el amplio repertorio de metáforas que el redactor. Es divertido. En códigos de colores van valoradas las más sangrantes:

"El Mallorca capturó un botín que le abre el cielo después de todo el curso en las tinieblas (...). No habría merecido el equipo el latigazo postrero en las carnes de Miquel Àngel Moyà. Aun con los momentos de espesura e imprecisión, en la primera media hora, el Mallorca fue mejor y más agresivo. (...) Campano provocó varios descosidos por la zona de Ibarra, Farinós lució galones. (...) Cúper encontró en Arango la llave para abrir la trinchera blanquiazul y el venezolano descorchó la botella con un zurdazo de lujo. Entre medias, Campano cerró el intenso duelo con dos latigazos a cámara lenta. (...) El Mallorca acusó el mazazo y aflojó la presión. El Espanyol robó el balón con insultante facilidad y pudo alimentar a sus artistas. Tamudo pudo sentenciar con un remate destinado a la videoteca que acabó en el larguero. Ese aviso despertó al equipo de Cúper de su letargo, el técnico tocó a zafarrancho y le dio las cartas a Farinós para que repartiera el juego. El valenciano completó una actuación repleta de luces y salió de las tinieblas. Se encerró en su despacho y dirigió las operaciones con una precisión matemática (...)"

(Esta última es brutal, ¿verdad?). Que conste que uno no es contrario al uso de un lenguaje más colorido para una crónica deportiva, sino más bien del abuso de estos recursos, que llevan a un extremo por lo menos hilarante. ¡Ay, cómo entiendo ahora al entrañable cascarrabias de Lázaro Carreter!

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