[Visitad la blogoteca de Alonso Quijano para más información. Ahí también tenéis el fragmento inicial del primer capítulo.]
El primer capítulo del Quijote, el que empieza con esa frase que se sabe todo hispanohablante, es un magnífico ejemplo de síntesis y buena narración. En las pocas páginas que ocupa, Cervantes traza un retrato muy válido del protagonista, su hacienda, y el núcleo del conflicto. Empieza también el juego anagnórico del narrador, puesto que éste empieza a hacernos dudar de cuál era el nombre real de don Quijote -¿Quijada, Quesada, Quejana?. La confusión entre realidad y ficción empieza aun antes de que el protagonista haga su primera salida: para un lector como él, -qué magnífica frase, cuando el autor dice "así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio."- no hay diferencias entre el Cid o los personajes de los libros de caballerías, es más, don Quijote prefiere estos últimos a los primeros porque sus gestas son mucho más espectaculares.
En estos primeros capítulos que narran la primera salida de don Quijote, aún sin Sancho, parece que Cervantes tenía la idea de escribir una narración corta al estilo de las "Novelas ejemplares", pero que finalmente vio que daba mucho más de sí. De hecho, una de las cosas que más aburre a los lectores de la primera parte del Quijote es la inclusión de dos historias paralelas, dos pequeñas "novelas ejemplares", que son contadas por los protagonistas, pero que no aportan mucho a lo que es el avance de la narración principal.
Las notas a este primer capítulo son extensas y variadas según la edición que estemos leyendo. Ayudan a comprender, por ejemplo, que la armadura que don Quijote recupera para ponerse, es del tiempo de los Reyes Católicos y está totalmente desfasada, por lo que provoca mayor hilaridad ante quien la ve. El hecho también de que el protagonista use el "don", cuando en realidad no tiene categoría para usarlo -ni el propio Cervantes la tenía- es también motivo de burla. Y, como el "desocupado lector" del prólogo, Alonso es también un hombre sin muchas ocupaciones: "los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda". Como veremos en el transcurso de la obra, "Don Quijote" no es sólo una burla hacia los libros de caballería que tantas exageraciones e inversimilitudes habían llegadoa a contener, sino la crónica del final de un mundo basado en el feudalismo y el apogeo de la ciudad y una nueva sociedad burguesa.
Nos estamos retrasando en la lectura. Hay que adelantar capítulos, porque ya estamos a 19.
En estos primeros capítulos que narran la primera salida de don Quijote, aún sin Sancho, parece que Cervantes tenía la idea de escribir una narración corta al estilo de las "Novelas ejemplares", pero que finalmente vio que daba mucho más de sí. De hecho, una de las cosas que más aburre a los lectores de la primera parte del Quijote es la inclusión de dos historias paralelas, dos pequeñas "novelas ejemplares", que son contadas por los protagonistas, pero que no aportan mucho a lo que es el avance de la narración principal.
Las notas a este primer capítulo son extensas y variadas según la edición que estemos leyendo. Ayudan a comprender, por ejemplo, que la armadura que don Quijote recupera para ponerse, es del tiempo de los Reyes Católicos y está totalmente desfasada, por lo que provoca mayor hilaridad ante quien la ve. El hecho también de que el protagonista use el "don", cuando en realidad no tiene categoría para usarlo -ni el propio Cervantes la tenía- es también motivo de burla. Y, como el "desocupado lector" del prólogo, Alonso es también un hombre sin muchas ocupaciones: "los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda". Como veremos en el transcurso de la obra, "Don Quijote" no es sólo una burla hacia los libros de caballería que tantas exageraciones e inversimilitudes habían llegadoa a contener, sino la crónica del final de un mundo basado en el feudalismo y el apogeo de la ciudad y una nueva sociedad burguesa.
Nos estamos retrasando en la lectura. Hay que adelantar capítulos, porque ya estamos a 19.
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