La figura del héroe no tiene buena imagen en la actualidad. Nuestra cultura ha rebajado el nivel de las exigencias, y el heroísmo parece una estrepitosa petulancia que atenta contra el principio de igualdad. ¿Por qué se empeña el héroe en ser diferente? ¿Es que pretende afearnos la conducta a los demás? Creo que frente al igualitarismo como excusa hay que reivindicar una cultura de la distinción, y del sentimiento con que debemos acogerla: la admiración. La idea del heroísmo que expone Savater es cotidiana, casi humilde. Consiste ante todo en un acto de fe. Es la creencia -vívida y vivida- de que el bien es más poderoso que el mal, y la justicia más poderosa que la injusticia. Héroes son los hombres y mujeres que actúan con el conocimiento de que la virtud es la acción triunfalmente más eficaz. Y no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que estas personas nos son indispensables para sobrevivir con dignidad. Si sólo existieran los listillos, los gorrones, los que piensan que la única sabiduría es ir a lo suyo y desconfían de la generosidad, habríamos vuelto a una selva aún más inclemente que la natural. No me extraña que Fernando Savater, que escribió esta frase hace muchos años, esté tan comprometido públicamente en la defensa de las libertades en el País Vasco. Él y tantas otras personas que viven ese justo heroísmo merecen nuestra admiración. -José Antonio Marina.
Fuente: El Mundo, 17/11/02.
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