· La sabiduría del chino Lao Tse y la sabiduría de Jesús o la del Bhagavad-Gita indio apuntan claramente a los fundamentos comunes del alma humana, al igual que el arte de todos los tiempos y de todos los pueblos. El alma del hombre con su capacidad de amar, con su fuerza para sufrir, con su anhelo de redención, se nos hace patente desde cada pensamiento, desde cada acción amorosa, en Platón y en Tolstoi, en Buda y en Agustín, en Goethe y en Las mil y una noches. Nadie debe concluir de ahí que debamos equiparar el cristianismo y el taoísmo, la filosofía platónica y el budismo, o que de la síntesis de todas las culturas distanciadas por las épocas y las razas, por el clima y la historia, pudiera elaborarse una filosofía ideal. Que el cristiano sea cristiano, y el chino, chino, y cada cual procure ser y pensar según su propio estilo. El reconocer que todos somos partes separadas del Uno eterno no hace superfluo ni un solo camino, ni una sola peripecia, ni una sola acción o sufrimiento en el mundo.
· Lo que Alemania tenía que dar al mundo después de la Edad Media, lo dio en la música. Cuando yo trato a veces de detectar lo que en mí guardo del cristianismo o dónde ha alcanzado este cristianismo su configuración última, me vienen a la memoria, indefectiblemente, las cantatas y pasiones de Bach: ahí, y no en la poesía, ha tomado forma, por vez postrera, el cristianismo.
· Hay dispersos en el mundo muchos creyentes y personas piadosas fuera de las iglesias y las confesiones, gentes de buena voluntad a las que afecta penosamente la decadencia de los valores humanos y la volatilización de la paz y la confianza en el planeta. Para tales personas no hay sacerdotes ni consuelos eclesiales; pero profetas en el desierto, santos y mártires sí hay, también, para ellas.
· Yo no comparto la creencia de que el estudio científico del ocultismo vaya a liberarnos de la superstición.... El remedio conta la superstición no es la ciencia, sino la fe. Una fe orgánica, de cualquier confesión que sea, es la única medicina válida contra la superstición, y las épocas sin fe son siempre propicias a las supersticiones, aunque cuenten con una ciencia altamente desarrollada. Lo que ya llamo fe no es el resultado del aprendizaje, sino reflejo de una visión sana del mundo, de una confianza en el orden del mundo.
· Lo que Alemania tenía que dar al mundo después de la Edad Media, lo dio en la música. Cuando yo trato a veces de detectar lo que en mí guardo del cristianismo o dónde ha alcanzado este cristianismo su configuración última, me vienen a la memoria, indefectiblemente, las cantatas y pasiones de Bach: ahí, y no en la poesía, ha tomado forma, por vez postrera, el cristianismo.
· Hay dispersos en el mundo muchos creyentes y personas piadosas fuera de las iglesias y las confesiones, gentes de buena voluntad a las que afecta penosamente la decadencia de los valores humanos y la volatilización de la paz y la confianza en el planeta. Para tales personas no hay sacerdotes ni consuelos eclesiales; pero profetas en el desierto, santos y mártires sí hay, también, para ellas.
· Yo no comparto la creencia de que el estudio científico del ocultismo vaya a liberarnos de la superstición.... El remedio conta la superstición no es la ciencia, sino la fe. Una fe orgánica, de cualquier confesión que sea, es la única medicina válida contra la superstición, y las épocas sin fe son siempre propicias a las supersticiones, aunque cuenten con una ciencia altamente desarrollada. Lo que ya llamo fe no es el resultado del aprendizaje, sino reflejo de una visión sana del mundo, de una confianza en el orden del mundo.
[Fuente: Herman Hesse. Lecturas para minutos, 2. Alianza Editorial, 2002.]
1 opiniones:
Interessant ressenya.
Sa fe és capaç de moure (casi) tot.
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