24.3.09

200 años del nacimiento de Larra

No hace muchas noches que me hallaba encerrado en mi cuarto, y entregado a profundas meditaciones filosóficas, nacidas de la dificultad de escribir diariamente para el público. ¿Cómo contentar a los necios y a los discretos, a los cuerdos y a los locos, a los ignorantes y los entendidos que han de leerme, y sobre todo a los dichosos y a los desgraciados, que con tan distintos ojos suelen ver una misma cosa?
(De El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval.)

A veces, dos siglos no son nada. Cambian los nombres de los políticos y los burócratas, pero las miserias (“Vuelva usted mañana”, “Aquí yace media España. Murió de la otra media”) son las mismas. Se desvanecen los figurones de antaño, pero la impostura permanece (“Escribir en Madrid es llorar. Es buscar voz sin encontrarla...”). A veces dos siglos no son nada. No hay ejemplo mejor que el de Mariano José de Larra (1809-1837), de quien hoy se celebran los 200 años de su nacimiento. Fustigador de esa realidad que le rodeaba y le repugnaba, nos dejó, aparte del resto de su obra, maravillosos y lucidísimos cuadros de costumbres en sus Artículos. Hasta que finalmente, como romántico consecuente, se pegó un tiro a los 27 años. Recordémosle en su día.

[Fuente: El Cultural]
[Enlaces: Completísimo sitio web en la Biblioteca Virtual Cervantes. Proyecto Mariano José de Larra en internet.]

4 opiniones:

Medusa Dollmaker dijo...

Otro grande. Pero por Dios! Qué tenía ese ideal romántico tan retorcido que si la gente no tenía bastante con los precarios avances médicos, se autoenviaba a guerras exóticas en las que no pintaban nada o se quitaban de en medio al modo tradicional. Tan jovenes!

Hator dijo...

Lo cierto es que creo que la juventud en aquel tiempo no podía compararse con la de hoy en día. Y luego habría que verse de dónde salían aquellas personas. Fue un fenómeno cultural realmente complejo..

Cisne Negro dijo...

Eran otros tiempos. Ellos cumplían lo que ahora para los emos es una impostura de mierda.

Hator dijo...

Lo verdaderamente preocupante es que esos emos, como tantos otros jóvenes, carecen de todo interés político que subyacía, aunque quizás de forma difusa, en buena parte de las propuestas románticas.
Por no hablar del instinto vitalista del que solían participar varios de aquellos románticos y que chocaba frontalmente con la manera en cómo estaba constituída su sociedad. Aspecto en el que emos (de mierda, añadiría yo) y románticos divergían de forma absoluta.

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