Estaba dando yo una clase de inglés, cuando he reparado en un al parecer inocente dibujo que iniciaba un capítulo del tema 5, dedicado al carnaval, y cuál no ha sido mi sorpresa al observar que tras un dibujo infantil y una apariencia afable, se escondía un obsceno canto al pecado y a la mala vida.
No es ya que la unidad esté dedicado a un tema como es la fiesta pagana por excelencia, que se pierde en la noche de los tiempos y que en la Edad Media era la llamada "Fiesta de los locos", donde se comentían todo tipo de excesos y las rígidas normas de la época se transgredían por única vez, no, es que a poco que profundicemos semióticamente en la significación hallaremos pruebas incontestables de la decadencia en la que ha entrado el sistema de enseñanza.
En lo primero que me fijé fue en un detalle que en la imagen que aquí ofrecemos no puede apreciarse bien. Se trata del hombre (¿o mujer?) de jersei azul y delantal amarillo que está asando unas salchichas y hamburguesas en la zona superior izquierda. ¿Acaso no es extraño que una persona que maneja tales productos cárnicos y calóricos tenga unos pómulos tan marcados, síntoma de su débil dieta alimenticia? Ese mínimo trazo me dio una pista. ¿Estaría pues dando la pista de las supuestas y fatales excelencias de los transtornos alimentarios? La mala intención del dibujo entonces se me iba aclarando. Al lado de esta figura, hay otra, con gorra roja, jersei verde y delantal amarillo, sentada, empinando el codo. ¿Cómo? Efectivamente, el hombre del chiringuito se entrega a los placeres de Baco y por extensión a todos los elementos psicotrópicos y a su capacidad para "elevar el espíritu", representados simbólicamente por unos globos que flotan y están atados a, sí, otra botella de alcohol. Esto no es sino el principio de los mensajes cifrados que la imagen nos entrega, pues la carroza central azul está adornada por unas hojas verdes que remiten a las de la marihuana y en la parte posterior hay una banda de música, elemento ritual que no puede faltar en cualquier orgía bacante. En la parte de abajo, un rastafari con un gorro (con los colores típicos, pero también con el arcoiris homosexual) va feliz por la calle con unos auriculares de música diabólica.
Pero en esta orgiástica reunión callejera de sexo, drogas, y rock´n´roll nos falta el primer elemento. Pero no le faltan tampoco referencias, y de las más duras: a la izquierda del todo, dos chicos (un rubio y un moreno con la camisa rosa) se miran de forma acaramelada descubriendo su amor homosexual. Los integrantes de la banda de la carroza son claramente travestidos, en un alarde de transgresión natural. A la derecha y abajo, casi sin verse, una chica de color y vestido rosa mira con ojos atónitos un hot dog de claro simbolismo fálico. Y lo más monstruoso, solapado para que no levante sospechas, un chaval de camisa roja y amarilla, abajo a la derecha, se entrega al placer bestial del animalismo con un perro. El summum de la depravación.
Como veis, tras un inocente dibujo en un manual de inglés, se encuentran toda una serie de mensajes subliminales enfocados a pervertir la mente de nuestros infantes. ¡Cuidad de vuestros hijos!
Otros brillantes análisis: Los pitufos eran comunistas · Super Mario y la apología de los alucinógenos.
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