16.6.03

Entrevista inédita con R.L. Stevenson

La voz de los muertos - I - Stevenson

He terminado Stevenson bajo las palmeras de Alberto Manguel (Alianza, 2003), y no he podido evitar pensar en esta sección entre literaria y apócrifa, imaginando una conversación entre servidor y un escritor muerto. Robert Louis Stevenson será el que inaugure esta sección.

-Sr. Stevenson... La verdad es que no sé cómo empezar ni qué decirle. Simplemente que su obra me encanta, es usted una de las máximas plumas de la lengua inglesa.
-Muchas gracias, muchacho, pero creo que tus alabanzas son exageradas...
-Me ha venido usted a la memoria, es más, he tenido una imperiosa necesidad de hablar con usted después de leer una corta novela sobre sus últimas semanas de vida. Lo primero que se me ocurre preguntarle es, ¿por qué Samoa, usted que padecía de una salud tan quebradiza desde pequeño?
-Era una necesidad para mí. Sentía en lo más hondo que viajar era lo que mi espíritu necesitaba. Y la experiencia de vivir en Samoa me llenó con creces, créeme.
-Me ha impresionado mucho eso de usted. Enfermo, sin apenas poder escribir, allí en los Mares del Sur, a miles de kilómetros de lo que entonces se consideraba civilización...
-Tienes que perderle el miedo a la vida, hijo. Te veo apesadumbrado, no tienes que dejar que le miedo te venza. Mira lo que hice yo, mira mi vida: viví 44 años, pero puedo decir que lo hice plenamente...
-Por eso le admiro, sr. Stevenson.
-Dime, joven, no querría parecer presuntuoso, pero, ¿cómo se recuerda mi obra?
-La "Isla del tesoro" es considerada como una de las cimas de la novela de aventuras y la quintaesencia del relato de piratas. Por otra parte, su "Dr. Jeckyll y Mr. Hyde" está considerado como un auténtico mito moderno, un hito de la literatura de su siglo, porque encarna a la perfección la neurosis interna del ser humano contemporáneo.
-Mmm...
-¿Pero sabe qué es lo que más me gusta de su obra?
-¿"La flecha negra"? ¿Mis diarios de viaje?
-Sus poemas. Tiene uno que a mí, que vivo en una isla, me parece extraordinariamente bello. Dice así, "Hermosa isla, tu amado nombre / llega a mis oídos como la más suave música. / Amo ese mar, y alguna vez..."
-"...He fondeado en las islas del Paraíso." A mi también me gusta. Bonita traducción.
-O en el poema "Los horizontes de mi colcha". En él habla de lo importante que resulta la imaginación y la lectura...
-Sí... qué sería de nosotros sin los libros. No seríamos hombres. No concibo una infancia sin libros, sin imaginación, sin cuentos, sin leyendas... Qué triste ha de ser crecer sin eso, ¿verdad? Manguel lo ponía en mi boca en la novela: ¿por qué escribir? Básicamente, para hacer felices a los demás.
Me quedan tantas cosas en el tintero, sr. Stevenson, y tantas cosas por decir... Pero en estos momentos, una fina neblina empieza a rodearnos... Como advirtiendo el final de nuestra breve charla, Stevenson me hace un pequeño gesto tocando el ala de su sombrero. En ese momento, lo pierdo de vista en la niebla...

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