... Y OTRA DE RELIGIÓN
Veo que está causando bastante revuelo el hecho de que el gobierno quiera que una asignatura de Religión o equivalente entre en la media de las notas del bachillerato. El Psoe se opone, y en casi todas las bitácoras o foros que he leído hasta hoy se pone el grito en el cielo por tamaña desproporción. Pero, qué quieres que les digan, yo no lo veo tan mal. Entiéndanme, no una asignatura confesional, en absoluto; pero no estaría nada mal que los chavales tuvieran una asignatura de Historia de las Religiones o una Historia del Cristianismo (esto último supongo que sería más del agrado de los sectores más conservadores), y no digo esto porque sea creyente -que no- ni de ideas retrógradas, sino porque para conocer dónde estamos, a qué hemos llegado y por qué somos lo que somos, no les iría mal tener un par de nociones de religión a los bachilleres. De la misma forma que sería esencial una asignatura de Mitología Universal, para conocer nuestros orígenes y desarrollar el pensamiento simbólico de los alumnos, una Historia de la Religión sería de mucho provecho. Los profesores de Literatura -especialmente medieval o del Siglo de Oro- así como los de Historia del Arte de las universidades están hartos de ver llegar nuevas generaciones de alumnos que no reconocen en las obras que analizan ni la escena más sobada del Antiguo Testamento. Y eso es un gran problema: falta una base de conocimiento esencial de nuestra cultura, que, aunque no nos guste, ha sustentado esta sociedad casi ocho siglos, en el caso del cristianismo en la Europa Occidental. Pero, claro, en la depauperada educación que sufren nuestros jóvenes con la LOGSE, sólo faltaba que se añadiese una nueva asignatura, ¿verdad? Vaya, quizá matemos de estrés a los pobres niños, que pronto acabarán el Bachillerato como los más viejos acabamos la EGB. Qué triste. Menos asignaturas optativas, que sólo dispersan al personal, y más horas de clase, más lengua, más literatura, más matemáticas. En cambio es al revés, y así, cada vez el listón está más bajo, y cada vez los niños dan menos de sí. Les han vendido un mundo en el que podrán conseguir lo que quieran sin esforzarse ("Aprenda inglés sin estudiar", "Hágase rico ahora mismo"), y se lo han creído. En fin. Qué asco.
Veo que está causando bastante revuelo el hecho de que el gobierno quiera que una asignatura de Religión o equivalente entre en la media de las notas del bachillerato. El Psoe se opone, y en casi todas las bitácoras o foros que he leído hasta hoy se pone el grito en el cielo por tamaña desproporción. Pero, qué quieres que les digan, yo no lo veo tan mal. Entiéndanme, no una asignatura confesional, en absoluto; pero no estaría nada mal que los chavales tuvieran una asignatura de Historia de las Religiones o una Historia del Cristianismo (esto último supongo que sería más del agrado de los sectores más conservadores), y no digo esto porque sea creyente -que no- ni de ideas retrógradas, sino porque para conocer dónde estamos, a qué hemos llegado y por qué somos lo que somos, no les iría mal tener un par de nociones de religión a los bachilleres. De la misma forma que sería esencial una asignatura de Mitología Universal, para conocer nuestros orígenes y desarrollar el pensamiento simbólico de los alumnos, una Historia de la Religión sería de mucho provecho. Los profesores de Literatura -especialmente medieval o del Siglo de Oro- así como los de Historia del Arte de las universidades están hartos de ver llegar nuevas generaciones de alumnos que no reconocen en las obras que analizan ni la escena más sobada del Antiguo Testamento. Y eso es un gran problema: falta una base de conocimiento esencial de nuestra cultura, que, aunque no nos guste, ha sustentado esta sociedad casi ocho siglos, en el caso del cristianismo en la Europa Occidental. Pero, claro, en la depauperada educación que sufren nuestros jóvenes con la LOGSE, sólo faltaba que se añadiese una nueva asignatura, ¿verdad? Vaya, quizá matemos de estrés a los pobres niños, que pronto acabarán el Bachillerato como los más viejos acabamos la EGB. Qué triste. Menos asignaturas optativas, que sólo dispersan al personal, y más horas de clase, más lengua, más literatura, más matemáticas. En cambio es al revés, y así, cada vez el listón está más bajo, y cada vez los niños dan menos de sí. Les han vendido un mundo en el que podrán conseguir lo que quieran sin esforzarse ("Aprenda inglés sin estudiar", "Hágase rico ahora mismo"), y se lo han creído. En fin. Qué asco.
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