Ando abrumado por la cantidad de lecturas que tengo que hacer. He dejado el volumen de Saki Los juguetes de la paz, editado para Valdemar, para más tarde, puesto que ya he encontrado el cuento que versionaremos para la siguiente revista Cthulhu. Saki es un autor que no había leído aún y que me ha gustado mucho: combina cuentos que pueden ser de terror, con otra línea de un humor que es el antecedente directo de Tom Sharpe o Roald Dahl; en todo caso es muy recomendable.
Con la avalancha de novedades en cómic, me he puesto a ellas. Leo con deleite el impresionante tomo de Patrulla-X: Segunda génesis, de Chris Claremont y Dave Cockrum, un tochazo de seiscientas páginas que engloba los primeros cuatro años de la serie, justo en su resurrección comercial tras casi ser suspendida por la falta de ventas. Me sumerjo en ese voluminoso tomo con la ilusión del niño que fui, disfrutando de esas aventuras que no recordaba -y sin embargo, las había leído ya en un coleccionable semanal de Planeta hace unos cuantos años. No puedo evitarlo, para mí los X-Men son una debilidad, puesto que por ellos entré el universo mutante y por extensión en todo el cómic de superhéroes americano, gracias al compañero Rorschach. Pero antes de eso, de mucho más pequeño, recuerdo haber leído un tomo de Vértice o Novaro de Patrulla-X (que se corresponde con el de Biblioteca Marvel X-Men #4), donde había una historia que siempre me impresionó: el malísimo Conde Nefaria encerraba la ciudad de los X-Men en una cúpula irrompible... Eso y sus extrañísimos ayudantes villanos me impactaron... También me he puesto con el American Splendor de Harvey Pekar que ahora edita de forma integral La Cúpula. Algunas de las historias que dibujó Crumb ya las había leído, pero la gran mayoría son nuevas para mí. Unas mejores, otras peores, es muy interesante leer el volumen para ser testigo de los inicios del género autobiográfico, cuando aún las cosas que se contaban, a pesar de ser trivialidades o historias costumbristas sin más, tenían cierto interés, no como en muchos de los cómics de este género que se editan ahora. Alguno me ha llegado especialmente, lo que demuestra la capacidad de empatizar de Pekar a pesar de las diferencias que pueda tener con el lector, y me ha renovado el interés por seguir leyendo su obra.
Y como nota bizarra, apuntar la lectura de El reino salvaje. Este cómic es desconcertante. ¿Es un ejercicio de surrealismo, es el arte abstracto llevado al cómic, o es que yo no me he enterado de nada? Me ha dejado tan sorprendido, tan anonadado, que aún no soy capaz de decir si me ha gustado o no... En todo caso, su valor experimental está fuera de toda duda.
Pero aún me quedan muchas cosas más por leer; lo peor es que después de diez minutos en la cama al acostarme, que es generalmente el único momento que tengo para leer tranquilamente, me quedo dormido del cansancio...
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