Se me acumulan los libros por leer. No es algo nuevo, pero últimamente he estado haciendo acopio de lecturas que tengo ganas de empezar y veo como, una tras otra, se van acumulando en mi habitáculo. Hace unos meses, en una librería de segunda mano compré "El lobo estepario" de Hesse y las "Penas del joven Werther" de Goethe. Sin embargo, después de acabar con "Defensa de la poesía" de Sir Phillip Sidney (un tratado renacentista sobre el arte poética), me dio por empezar la "Historia" de Herodoto. Aunque entre uno y otro tuve tiempo de volver a leer dos poemarios que me encantan: "La lágrima de Ahab" del culturalista José Mª Álvarez, y "Sin miedo ni esperanza" de Luis Alberto de Cuenca; dos poemarios que no debería releer tanto, porque luego mi estilo se resiente de ello. Al viajar a Madrid, por no llevarme el volumen griego, empecé "El palacio de la luna" de Paul Auster (el cual, como todo lo de Auster que he leído, me está deleitando. El libro, por cierto, tiene como secundario a quien después sería protagonista de "El libro de las ilusiones", el escritor David Zimmer). En la Casa del Libro de la Villa y Corte compré "Los mitos hebreos" de Robert Graves y R. Patai, un libro que quería desde hace tiempo y que he tenido que comprar en la edición nueva de Alianza. También en Madrid, gracias a mi novia, he descubierto la poesía de Nicanor Parra, y debo decir que me ha desconcertado y sorprendido agradablemente a partes iguales. Es uno de esos hallazgos que uno no espera hacer. Finalmente, he decidido terminar el libro de Auster y seguir después con Herodoto. Pero ayer, al recibir por correo las obras ganadoras de los certámenes Art Jove de Palma, me llenó de curiosidad el ojear la obra que ganó el premio de poesía en castellano (en la que yo participaba), escrita por Patricia Sánchez Elías. En el momento del veredicto, el poeta Felipe Hernández leyó algunos poemas que a mí me dejaron completamente frío. Pero al ver los 25 poemas de "Castillo de arena", veo por qué esta chica ha ganado el premio: es una poesía sencilla, vital, llena de imágenes sutiles, delicadas pero de gran impacto. Quizá sus poemas sobre el conflicto de Irak son demasiado circunstanciales, pero los de amor son francamente buenos. Y a mí, que soy partidario de poemas que empiecen con un verso sonado, me encantan incipits como el de "Te deslizaste en mis pensamientos/como el agua entre mis dedos" o "Me tiendo sobre la cama/y las sábanas me rechazan". Le doy mi más sincera enhorabuena desde aquí a Patricia (a la que no conozco, pero me gustaría) por el premio. Demasiado por leer, y tan poco tiempo...
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