TOROS Y MEDIA
Dos cosas me llaman la atención hoy -bueno, ayer, que es cuando escribí esto- en las noticias: la primera, la del resultado de los encierros de San Fermín en Pamplona de día 8. Cuatro heridos graves, tres de ellos extranjeros: dos americanos y un australiano borracho. Compárese esto con el idealismo del anuncio de San Miguel que escenifica un encierro de búfalos en el corazón de Nueva York -lo siento, no he podido encontrar imágenes para ilustrar el asunto-, con nuestros queridos guiris saltando entre taxis y esquivando a las bestias pardas con gran pericia. Qué bonita es la ficción, ¿verdad? Para hacer más realista el anuncio, sugeriría a los publicistas que incluyeran el típico despistado medio tarumba de camisa roja que cita al toro y se queda tan tranquilo a ver qué pasa.
La segunda, la confesión de A. Galán, "el asesino de la baraja" de Madrid, que resulta que no lo es tanto, o al menos, la idea no fue suya. Resulta que el supremo azar, que, como es costumbre, suele trastocar el más planeado esquema, hizo que cerca de uno de los primeros asesinatos que cometió este sujeto se encontrara un as de copas. Inmediatamente este detalle fue explotado sobremanera por la prensa, que vio enseguida la pauta de un pyscho-killer en potencia. Y no falló, salvo por un detalle: resulta que la idea de firmar con un naipe el resto de sus asesinatos ¡se la dieron los propios medios al asesino al ver la repercusión del hecho! Un detalle para pensar qué espantoso monstruo hemos creado (y cuando me refiero al monstruo, no me refiero al asesino). Mientras tanto, dejo la referencia de un libro que anoté hace años, pero aún no he encontrado: "El abrazo del sapo", de Arthur Koestler (Ayma Editorial). Mi nota dice así: "Fascinante biografía sobre Paul Kammerer, biólogo que sostenía que entre las leyes físicas que nos gobiernan figura la de las coincidencias. Pensaba que tras ellas había más que azar. Puede ser interesante." Ya saben.
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