Quizá la única buena cifra (considerable) de 2022 en estos balances de ocio que hago aquí ha sido la de juegos de mesa: 668 partidas, que superan ampliamente las 511 anteriores. A ello ha contribuido, sobre todo, el poder abrir de nuevo el Aula de Juegos Immaculúdica del cole donde trabajo, y, al menos en la primera parte del año, gracias al horario ampliado del comedor debido al covid. De repente teníamos dos horas netas para jugar de lunes a jueves (excepto reuniones y otras cosas), y si a eso añadimos un grupito de 3º de ESO de gente muy guapa que me acompañó en todo lo que les propuse (euros, temáticos, rol...), no puedo sino estar agradecido. Este grupo ahora está en 4º y sólo me quedan 5 meses de disfrutarlos, así que espero que sigan queriendo compartir su tiempo conmigo. No saben el bien que me hacen.
Haciendo un comentario muy por encima de esta enorma lista, querría destacar algunos títulos. Uno de los títulos del año, sin duda, sería The Thing, el juego de roles ocultos que sacó este año GenX. Es una fiesta, muy temático, refleja muy bien la película y cuantos más jugadores, más divertido es.
Dos juegos solitarios que he disfrutado porque me han creado una extraña sensación de paz y tranquilidad mientras los jugaba: The Mission (HQ en español) y Silent Victory (GMT). Gestionando la cristiandad o hundiendo barcos japoneses en el Pacífico, los dos me han resultado muy amenos.
Un juego que me ha gustado y por el que me he interesado bastante por conocer la revolución norteamericana ha sido la serie Battles of American Revolution, con el tripack Guildford-Saratoga-Brandywine. No acabo de controlar las reglas del todo, pero estoy seguro de que, cuando vuelva, una vez leídos dos o tres libros sobre la época, aún me gustarán más.Tardó mucho en llegar, pero al final lo hizo: Dungeon Degenerates es un dungeon crawler con un estilo cafre-punk, dirección artística de cómic underground y paleta cromática para arrancarte los ojos. Muy interesante, con cientos y cientos de cartas de encuentros y enemigos, y con una rejugabilidad muy alta. No llega a ser rol (spóiler: ningún juego de mesa llegará nunca al nivel de jugar a rol de verdad), pero es muy divertido.
El año pasado ya destaqué The Lamps Are Going Out, y es que me gustan estos grandes estratégicos de la IGM, así que este año repetí con Imperial Tide, una especie de Senderos de gloria light, pero que sigue dando la impresión de jugar la IGM bastante bien.
Otros juegos que me han gustado jugados durante este año: Lock Up, un euro con temática carcelaria-fantástica que pasó muy desapercibido y que es muy divertido, con más interacción entre jugadores de lo que suele ser habitual; Band of Brothers, un táctico que me gustaría introducir en el cole; El dilema del rey, un legacy que gustó en nuestro grupo a pesar de que aún no lo hemos terminado.
Los fiascos del año: Karak, El jurado, Saladdin, 303 Squadron, y mención aparte, Hellboy. Mi propósito era jugar los 6 casos de este juego estas navidades, pero creo que al terminar el tercero lo desmonté y volveré a él más adelante. Lo estoy jugando con la MinionD10 y a ella le gusta, pero a mí se me está haciendo muy repetitivo y limitado. Edge cometió un error al sacar el core básico y nada más. Si lo hubiera editado ahora, en esta euforia que vivimos, seguramente habría podido vender la edición KS con toda su mandanga o al menos vender las expansiones aparte. Pero el juego básico es muy muy limitado, y enseguida te cansas de matar a las putas ranas todo el rato. Es una pena, el juego tiene unos componentes de 10, los dados, las fichas, las minis... Pero le falta más variedad.
Para
2023 me conformaría con llegar a los niveles de 2021, porque soy
consciente que la cifra astronómica de este año ha sido fruto de un
cúmulo de circunstancias que no creo que se repitan fácilmente. Una de
las cosas que me gustaría poder hacer es jugar más en grupo y menos
solo, e intentar profundizar aún más en los wargames en compañía. Tengo
esa esperanza.