Fui a la Biblioteca Can Sales, donde hacía mucho que no acudía, porque mi pareja quería coger algunos libros. Aproveché para revisar su sección de cómic y comprobé feliz que ha ido aumentando con los años hasta alcanzar dos pasillos. No suelo usar mucho las bibliotecas públicas, pero el fondo de Can Sales de cómic está realmente bien. Ya que estaba allí, aproveché para tomar en préstamo algunos cómics de los que había leído reseñas de mi compañero Jaume Salvà en su La maquinació temerària, de los que hoy quiero hablar mínimante, siquiera para tener una referencia personal para el futuro.
No he leído mucho a Daniel Clowes; tal vez todo lo que ha aparecido a partir de 2008, que fue cuando empecé a escribir en el periódico (Wilson, por ejemplo). Con anterioridad se me escapan sus obras, puesto que nunca llegué a él ni por amigos ni por propias lecturas; pero Salvà comenta varios de sus cómics en sus reseñas y decidí saldar la deuda con una de sus obras más reconocidas, Como un guante de seda forjado en hierro (La Cúpula, 2007). Y efectivamente, es ésta un mindfuck en toda regla, un cómic en el que el surrealismo sucio propio del autor se abre paso para contar una historia enfermiza y desquiciada sobre un puñado de personajes estravagantes, en la que el personaje protagonista es tomado por una trama de pesadilla. Un cómic complicado si uno no conoce ya el talante del autor. Como a otro que ya conocía, Sean Murphy, autor de Off Road (Dibbuks, 2006). La obra, que sigue a unos jóvenes en una salida en todoterreno por el campo, no tiene el menor interés a nivel de argumento. El autor de Punk Jesus o Hellblazer: Ciudad de demonios debuta con esta obra en un titubeante lápiez que le debe mucho al manga pero que ya presenta su peculiar estilo de líneas afiladas Es increíble cómo en un lapso de seis años, Sean Murphy ha sido capaz de evolucionar tanto y tan bien, convirtiéndose en uno de los mejores del actual mainstream.
De Aude Picault había leído alguna cosilla (Travesía, Sins Entido 2010), pero no me había entusiasmado. Voy a ser sincero: cogí Papá (Sins Entido, 2010) porque me pareció un cómic fácil y rápido de leer. Y me encontré con un cómic que, en su sencillez, me cautivó. Picault se enfrenta en él a los fantasmas del suicidio de su padre, un tema que no es ajeno al mudo del cómic (que yo recuerde, así de pronto, me viene a la cabeza el extraordinario Funhome de Alison Bechdel). En su habitual estilo sencillo y minimalista, aunque a la vez barroco y lleno de líneas quebradas, Aude dialoga con su padre, busca razones, plantea su duelo, llora su pérdida de una forma muy sentida... Me ha gustado mucho, pese a la sobriedad de su propuesta.
Y para el final dejaba El misterio religioso (Zinco, 1995), de Grant Morrison y Jon J. Muth. Una obra que me sorprendió muchísimo porque nunca jamás había oído una sola referencia, imagen o portada de él, y eso a pesar de tener a dos autores importantes y a haber sido publicada hace veinte años en nuestro país. Que yo sepa, no ha sido reeditada nunca. Me la llevé con extraordinaria curiosidad. Y me encontré con un cómic de Grant Morrison en estado puro. El punto de partida: tras la representación teatral de un texto medieval, muere un actor. Concretamente el que hace de Dios. A la escena del crimen llega un agente para intentar solventar el misterio. Con esta propuesta (es decir, todo empieza con la muerte de Dios), Morrison escribe una novela gráfica corta en la que habla sobre la naturaleza de bien y del mal, del orden y el caos universal. El protagonista busca respuestas, pero el primer sospechoso interrogado le confirma que no las hay. El policía busca poner orden su mundo como justificación existencial, pero el orden no es posible en un mundo caótico como el que vivimos. Además, a eso le añadiremos que nada es lo que parece y que el protagonista oculta un secreto terrible. Una gran obra que, no sé por qué, ha quedado olvidada dentro de la carrera de Morrison, pero que es muy interesante, y a la que me gustaría dedicarle más tiempo en el futuro haciendo un análisis en profundidad. Algún día, quizá.