Volví a leer, después de unos cinco años también, el Asterios Polyp de Mazzucchelli. Y volvió a parecerme una obra maestra a años luz de otras novelas gráficas. Tan, tan impactante que no tengo palabras para hablar de él. Sí, ése es el problema. No puedo pensar. Pensé en recurrir, al menos como base, a la reseña que hice en su momento, pero me encontré con que era un texto muy corto (limitado por el espacio del periódico), pero además, falto de contenido, de ideas, de espíritu para lo genial que resultaba la obra. No puedo pensar. Escribí una reseña lo mejor que pude para Papel en Blanco, pero seguía siendo superficial, vacua, no me convencía en absoluto, pero no tenía más tiempo. Leer esta entrevista a mi amigo Nadal Suau (quien precisamente tuvo retenido casi un lustro mi copia del cómic que nos ocupa) no me ayudó. Y realmente es que no sé si puedo hacerlo mejor. Siento que no puedo pensar, que no soy capaz de concentrarme, y eso me paraliza. Pero más allá de ese miedo, subyace otro peor: el de hacer el esfuerzo, intentarlo hasta el fondo y comprobar que, efectivamente, no soy un crítico sino un divulgador mediocre. Por eso a veces es más fácil dejarlo todo de lado y lanzarse a las blancas estepas de Skyrim o a los rascacielos inmaculados de Mirror's Edge.
31.1.15
Diario de lecturas (V)
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26.1.15
El lado griego de mi mente (Hasta siempre, Demis)
Hoy es un día triste. Muy triste. Hoy todas las noticias parecían venir de Grecia. Primero, por la victoria de Syriza en las elecciones. Y luego, cuando he visto a Demis Roussos entre los trending topic, he querido pensar que era por algo bueno. Pero no.
Demis Roussos ha muerto a los 68 años.
Desde que tengo memoria, he escuchado las canciones de Demis en casa. En la primera adolescencia, cuando todavía estaba descubriendo la música, e iba tímidamente probando distintos géneros, Demis fue una constante. Machaqué de forma sistemática los dos cassettes que en casa había. Pero al igual que en abandoné otros tipos de música, a Demis nunca lo dejé de lado. Quizá, eso sí, me quedé estancado en sus primeros álbums. Pero no puedo evitarlo, son los que sin dudarlo mostraban el gran artista que Demis llevaba dentro.
Hoy quizá habrá chanzas sobre su peso y sobre el triki triki, que es lo único de lo que se acuerda la mayoría de la gente cuando se habla de él. Quizá habrá quien bromee con que el resultado de las elecciones griegas fue la causa de su muerte. Pero a mí todo eso no me hace gracia alguna. Ha muerto para mí alguien muy cercano, un amigo, uno de esos tíos postizos que todos tenemos. Llevo escuchando a Demis todas la vida, quizá incluso desde nacer, y tengo un montón de recuerdos asociados a sus canciones. Yendo de pequeño en el coche de mi padre, escuchando a Demis en uno de esos cartuchos de 8 pistas que sólo los más viejos recordaréis. Quedándome despierto hasta tarde haciendo los malditos trabajos de Educación Plástica con una cinta de Demis de fondo. Asociando nuestro tonto clan online de Delta Force con su versión de Carros de fuego en castellano. Bajando sus canciones en el vetusto Audiogalaxy, y luego en Edonkey, y luego volviéndolo a localizar en Spotify, y luego en Grooveshark. Casi llorando de alegría al bucear por Amazon y ver que sus primeros discos habían sido reeditados en cd, y comprándolos como si no hubiera mañana. Han sido muchos años en su compañía, y siempre he vuelto a sus canciones. Porque Demis tenía algo en sus composiciones que me llegaba muy adentro. No sé decir lo que era; si las letras tristes y melancólicas, su peculiar voz, o ese sabor inequívocamente mediterráneo de Aphrodite's Child y de sus primeros discos en solitario. Su primer largo On the Greek Side of My Mind (también llamado Fire and Ice en algunos países) es para mí su obra maestra, la condensación de ese estilo entre el folk y el rock progresivo que acogió sus mejores canciones. Hay algo en esas canciones que dibuja unos parajes del alma que me conmueve como muy pocos artistas han hecho. Y todo lo que me ha hecho sentir nunca se lo podré pagar. Sí, para mí ha muerto un amigo, un amigo que siempre estuvo ahí para mí. Hoy es un día muy triste.
Come with me, come with me and have no fear ...
And to its stories lend an ear...
For the tree spoke about ways that walk ...
On the Greek side of my mind ...
And to its stories lend an ear...
For the tree spoke about ways that walk ...
On the Greek side of my mind ...
Αναπαύσου εν ειρήνη
Bonus track:
Lista de reproducción de mis canciones favoritas: Demis, my first music love en Grooveshark.
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22.1.15
Diario de lecturas (IV)
Me comprometí con El Terreno Converses a dar una charla algún día sobre Rubén Darío en Mallorca (en una de sus visitas estuvo alojado en el barrio de El Terreno, donde trabajo), tema al que mi maestro Luis Fernández dedicó su tesis. Pienso que debería ir leyendo para poder hablar del tema, y terminó buscando el nombre de Luis en internet. Sabía de la edición de Olañeta de las obras de Darío relacionadas con la isla con un estudio suyo, pero no había pensado nunca en consultar qué más escribió. He terminado leyendo un artículo que publicó en 1993 junto a Joan Miquel Monterrubio (otro muy buen profesor mío) titulado Los medios de incomunicación. En él, ambos hablan de la función del silencio en nuestra sociedad, y cómo en algunas ocasiones es un silencio forzado como un instrumento de control, y en otras es un silencio que nos falta para conocernos a nosotros mismos. Reconozco en las divagaciones del texto, llenas de referencias al cine y a la literatura, el carácter disperso y soñador de Luis. Pese a que está escrito antes del advenimiento de internet, resulta clarificador en muchos puntos de cómo las nuevas tecnologías han profundizado en este silencio, aunque parezca lo contrario ("estamos ante un nuevo silencio que es extraño y contradictorio al mismo tiempo, ya que se produce la mayoría de las veces por una saturación de sonido. El ruido acaba gestando el silencio"). Me gustaría haber visto cómo Luis analizaba todo el fenómeno de las redes sociales en auge o del whatsapp, que paradójicamente parece acercarnos cuando nos aleja más.
En las propuestas que Luis da al final del artículo (ninguna demasiada concreta, ya que sólo es una aproximación), compruebo que algunas de las actividades que hicimos en su clase las llevaba gestando como mínimo 7 años antes. En una nota a pie de página encuentro una referencia a un libro (La depresión y el cuerpo) que ha terminado en mi biblioteca, ahora sé por qué.
Echo de menos a Luis cada día.
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20.1.15
Diario de lecturas (III)
Algunos de los libros que tengo pendientes. Hay muchos más, pero reuní en un estante los que tienen prioridad. |
Tengo un montón de lecturas pendientes, todas me hacen muchas ganas, pero juntas son un enorme bloque que me aturulla sólo de observarlo. Tengo pendientes dos novelas de mi compañero y amigo Santiago Sánchez, dos volúmenes de la biografía de Lovecraft de S.T. Joshi. Tengo también los dos tomos de Danza de Dragones (convendría leerlos antes de abril, cuando empiece la nueva temporada de Juego de Tronos). Dos novelitas de Hellboy de Cristopher Golden, Aniquilación en inglés, La casa de hojas, Los Libros de Sangre de Barker, terminar el libro Black Metal: Evolution of the Cult, entre un montón más. Y esto sólo en el estante de "prioridades". Diseminados por la biblioteca, aún hay más libros que esperan su hora. De momento he arrancado con La fuerza de su mirada, de Tim Powers.
[Hoy, en Papel en Blanco, escribo sobre Bestiario, de Stéphane Poulin, un curioso libro gráfico que recopila las ilustraciones de inspiración surrealista de este autor canadiense.]
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18.1.15
Diario de lecturas (II)
Después de, como mínimo, creo, cuatro años de tenerlo retenido por un préstamo, volvió a mis manos la genial novela gráfica George Sprott, de Seth. Aproveché para releerla, y volví a disfrutarla como la primera vez. Lo que hace Seth en ella es impresionante: la biografía de un anodino presentador de una televisión local, antaño aventurero por el polo, se convierte en una historia poliédrica, llena de profundidad, una divagación sobre la vida y la muerte, los recuerdos, lo que dejamos en esta vida, los errores y la redención. Una narración fragmentada, pero magníficamente ensamblada por el impecable estilo del autor. Crear cosas así...
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17.1.15
Diario de lecturas (I)
No hay peor sensación que revisar los estantes de la biblioteca y comprobar cómo ha crecido, cuántos libros interesantes están pendientes de lectura (¡incluso algunos que fueron comprados y olvidados, y ahí siguen! ¿Cómo pude olvidaros?), y qué poco tiempo hay, y cuántos títulos tendré que anteponer por cuestiones profesionales. Me digo, este año tengo que hacer una lista de los libros pendientes de leer e ir recuperándolos. Como siempre, desiderata de año nuevo.
He empezado el año bien; si miro mis anotaciones, en 2014 sólo pude terminar un libro durante enero (El caballero de las botas azules, de Rosalía de Castro). Ahora mismo ya llevo cuatro, pero es verdad que algunos son muy breves. Pero, hey, si está encuadernado, tiene autor, editorial e isbn es un libro.
Uno de los que me ha entusiasmado por mi (nula) faceta de juntaletras ha sido Mientras escribo, de Stephen King (On Writing en el original). Un libro sobre el propio oficio de escribir que desvela algunas de las entretelas del maestro del terror norteamericano. Leyéndolo, se me despejan las dudas de si tiene negros o no. Simplemente, es un tío constante, con una rutina bien establecida. Es un trabajador. Me gustaría tener la mitad de su tenacidad para mis proyectos.
Publiqué en Papel en Blanco los consejos de un tal Austin Kleon para leer más. Mientras lo preparaba, estuve leyendo algunas de sus entradas de su blog, en concreto una en la que hablaba de cuál era su rutina mañanera: desayuno, paseo de 5 km con su mujer, ducha, meditación, escribir/hacer un poema, cosas de internet. No sabemos qué hace por las tarde, pero pensé, maldito bastardo, realmente o eres un desempleado o tienes la vida solucionada para poder hacer tu magnífica rutina matutina. Por lo demás, antes del post nunca había oído hablar de él ni me sonaban de nada sus libros.
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16.1.15
Cerrando 2014: Las lecturas
Poco que añadir a lo que ya he dicho en las entradas en Papel en Blanco (libros) e Iconotropía (cómic). Este pasado 2014 ha sido otro de los años en los que más he leído pese a todo. He llegado a la impresionante (para mí) cifra de 60 libros, igualando el año anterior. La cifra que ha crecido mucho ha sido la de cómics que ha pasado de 90 en 2013 a 140.
Sí, realmente ha sido un buen año de lecturas. Textos modernistas que he disfrutado mucho, como la edición completa de las Sonatas de Valle-Inclán, o la novelita La cópula de Salvador Rueda. Clásicos que había postergado demasiados años, como El señor de las moscas, El vigilant en el camp de sègol o Alfanhuí. Una biografía fascinante como la de Philip K. Dick en Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos; poemarios muy, muy buenos, como Monstruos y otros, de Josep Lluís Aguiló, Batec, de Maria Antònia Massanet, o Cuaderno de vacaciones de Luis Alberto de Cuenca. O relecturas como La casa de Bernarda Alba o el Tao Te King. Cada vez más lecturas en inglés; este año Teach like a pirate!, Mockingjay, el volumen 1 de la revista de estudios sobre black metal Helvete, The Giver...
Para 2015 ya tengo una pila gigantesca de libros por leer. Me gustaría profundizar en todas las lecturas juveniles que me han recomendado y que no he leído aún; tengo pendientes los dos tomos de la biografía de Lovecraft de Joshi, y libros de Santiago Sánchez, la Diosa Blanca de Graves, el Panteón de Sisí, Mio Sidi de Ricard Ibáñez, y muchos, muchos más... Todo eso, sin dejar de atender las novedades que me interesen para reseñarlas en Papel en Blanco.
De cómic ya hice mi selección en Iconotropía, pero hubo muchos títulos más. A principios de año, los dos primeros tomos del integral de Hellboy (ya me espera el tercero). Un manga que me gustó mucho: Thermae Romae, y sus cuatro últimos tomos. Aproveché para releer y completar la lectura de Astro City con la edición de nuevos tomos. Un gran descubrimiento del que todo el mundo hablaba: la serie Saga de Brian K. Vaughan. Dos Tezukas: La canción de Apolo y Alabaster. Reenganché la nueva etapa de Daredevil con Mark Waid de guionista. Por fin pude leer Miracleman, la obra "perdida" de Moore, y completé la lectura de Los Doce. Leí Planetary entera, pero no me llamó la atención. Hubo muy buenos cómics españoles como Las meninas, Fútbol, La casa azul, Inercia o Murderabilia. Hice maratón de Bastien Vives en mi viaje a Madrid pernoctando en casa del editor de Diábolo. Y el final de año trajo buenas lecturas como el Caballero Luna de Ellis o Unahistoria de Gipi.
Para 2015, me gustaría poder recuperar lecturas que nunca he podido terminar, como el From Hell de Moore, o Promethea. Completar Hellblazer y leerlo todo seguido también sería genial, pero mi colección tiene muchos huecos. Todo ello sin dejar de lado todo lo que el nuevo año traerá.
En fin, que ha sido un año estupendo de lecturas, y espero poder estar a la altura en 2015.
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