27.12.13

Cerrando 2013: las películas

Llega el final del año y es hora de empezar a hacer balance. Empiezo por las películas; aunque quizá dé tiempo a incluir alguna más, los visionados del año han sido éstos. La mitad que el año pasado, pero si tenemos en cuenta que hemos visto mucha más series que películas, que hemos leído mucho más, y la inclusión de un nuevo miembro de la familia, creo que está bastante bien.

1. Dentro del laberinto. El tiempo ha tratado bien a una de las cintas fantásticas más memorables de los años 80, con David Bowie y una jovencísima Jennifer Connelly. Me alegra comprobar que verla tras más de veinte años sigue siendo fascinante.

2. White Noise. Los espíritus ya pasan de la ouija, en el 2005 lo más "in" era dejarse ver en la estática de la tele o la radio (ese "ruido blanco"). Un Michael Keaton que se deja ver más bien poco es la estrella de la típica peli cuyos sustos los protagoniza principalmente el volumen tramposo del audio.

3. Cristal oscuro. Otro clásico de Jim Henson que marcó los 80 de muchos de nosotros, aunque a mí particularmente no me llama tanto como Laberinto.

4. La dimensión desconocida (la película). Intento de resucitar la famosa cabecera a mediados de los 80 con una cinta que cuenta cuatro historias cortas, todas bastante amables y con un sentido moralista (al estilo americano) muy marcado.

5. ¡Piratas! Tuvimos que verla en dos sesiones, porque en la primera me dormí, pero me resultó muy entretenida y con un humor que no me esperaba en una película de este tipo. Muy recomendable.


6. Verano de corrupción. Vuelta de nuevo a las adaptaciones de Stephen King, en una historia en la que un chico descubre que un vecino suyo es un oficial nazi retirado. Película que habla sobre lo inhumano que puede ser el hombre y cómo pueden cambiar las tornas.


7. Atrapados en Chernobyl. Ya sabéis de mi fascinación por Chernobyl, Prypiat y todo el universo Stalker. Esta peli envía a unos tontos turistas americanos de paseo por la ciudad abandonada... y claro, se lía la cosa. Aparte del trabajo de ambientación, la película contiene algún susto y poco más.

8. Dreamhouse. Peli de intriga con el nuevo 007 y la chica de Agora, más que terror es un thriller psicológico con algunos giros de la trama realmente bruscos. Pasable.


9. Thinner. Otra adaptación de King, esta vez de mediados de los 90, en la que una maldición gitana hace a un abogado sin escrúpulos adelgazar más y más... Curiosa.

10. El hombre invisible (1933). Clásico de la ciencia-ficción de James Whale donde lo más destacable son los efectos especiales (de croma) y lo malísimo que es el protagonista.

25.12.13

"He only knows one word."


Otro chiste a costa de nuestro querido Poe.
[Visto en http://www.poeforevermore.com/]

5.12.13

Esto se arregla con violencia

Lo llevo meditando hace tiempo, pero cuanto más tiempo pasa, más convencido estoy. El último informe del CIS constata que una de las mayores preocupaciones de la población es la corrupción. Somos uno de los países en que más ha crecido la percepción de esa corrupción, igualados a países en guerra o del tercer mundo. Los casos aparecen por doquier a cualquier lado de la bancada política, e incluso por parte de los sindicatos. No os cuento nada que no sepáis.

Los políticos siguen mintiéndonos. Siguen predicando austeridad y regulando recortes, y por detrás se suben los sueldos. Ayuntamientos que se fusionaron para ahorrar ahora gastan aún más que por separado. Vivienda de protección oficial construida con fondos públicos está pasando a ser explotada por intereses privados. Políticos enjuiciados que se libran de la cárcel, o peor, salen indemnes de sus corruptelas. Políticos mentirosos que tergiversan la realidad adaptándola a sus necesidades. Políticos puestos a dedo en altos cargos para los que no tienen ninguna preparación, que no tienen ni puta idea, y que deben confiar en unos asesores, también elegidos a dedo, que tampoco saben hacer su trabajo. Políticos que nos recuerdan que la única legitimidad democrática es la que dan las urnas. Que así es como funciona la democracia.

Y mientras tanto, todo cuanto puede hacer la ciudadanía cae en saco roto. Se recogen firmas: no sirve de nada; se sale a la calle a protestar, no sirve de nada; se llama a la desobediencia: no sirve de nada; se requiere a los políticos que hagan lo que tendrían que hacer: servir a su pueblo. No sirve de nada. Basta. Ya.

En la última obra de Manel Fontdevila, No os indignéis tanto, el autor reflexiona muy acertadamente, a mi juicio, entre otras cosas, sobre el cinismo de seguir llamando democracia a este sistema que da poder total a un partido en mayoría absoluta para hacer absolutamente cualquier cosa que le plazca, independientemente de si estuviera en su programa electoral. La gente se está cansando de esta impunidad. Y que aún no haya "pasado" nada es la prueba, como dice mi gran amigo Edu, de que la gente, el hombre, la humanidad, es buena por naturaleza. Sí, pero, ¿durará esta delicadeza siempre?

Como decía, Fontdevila, en No os indignéis tanto, dice una cosa con la que coincido plenamente, es más, aplaudí y vitoreé esa página al leerla. Al hilo de las protestas que hubo delante del Parlament de Catalunya el 15 de junio de 2011, y de cómo los manifestantes bloquearon al acceso a los políticos, que acabaron zarandeados e insultados, muchas de las opiniones tacharon este comportamiento de antidemocrático, de que se habían perdido las formas, que esto no podía ser, etc. Fontdevila dice, al ver estas reacciones: "No entiendo muy bien esto... ¡Era una protesta! ¡Tenían sus motivos! Forma parte de una dinámica: ¡unos abusan, otros protestan! No hay que salir con la idea de repartir leña, por descontado... Lo ideal... ¡Bueno, lo ideal es que no pase nada! ¡Pero algo puede pasar! Empujones, pedradas... ¡Puede pasar! Y si pasa, ¿qué? Pues entonces... Entonces... Que se jodan, ¿no?"

Exacto.

Que se jodan.

Que se jodan de una puta vez si alguien les insulta, o los empuja. Que se jodan si no pueden entrar al Congreso o al Parlamento. Que se jodan si ésa es la única forma de que vean de que no podemos seguir así, de que basta ya de ignorarnos. Si no podemos hacer nada, si movilizar a miles y miles de personas es para los políticos como oír llover, que se jodan si tenemos que ir más allá. Fontdevila quizá no diga explícitamente que apoya la violencia. Pero yo empiezo a pensar que sí es necesaria. Que necesitamos a un Robespierre, a un Guy Fawkes, a un V. La clase política necesita sentir miedo, si ésa es la única manera de que reaccione. Volver a ponerlos en su sitio. Que se acabe esta sensación de que, pase lo que pase, por mal que estemos, ellos parecen actuar sólo movidos por sus propios intereses. 

Y lamentablemente, creo que, si las cosas no cambian, llegaremos a ver esta situación en algún momento. Porque la cuerda se tensa, y tensa, y la hipocresía, el cinismo y la avaricia de esta partitocracia no tiene límites. Pero quizá se encuentren con el de la gente. Al tiempo.

[ADDENDA: La Gazetta del Apocalipsis escribe un muy interesante artículo también al respecto, explicando los mecanismos por lo que esta violencia no surge: Por qué no estalla una revolución. Imprescindible leerlo.]
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