Siendo adolescente escribí un relato breve en el que el protagonista subía con una chica a un promontorio donde se dominaba una vasta llanura. Allí, como si fuera un nuevo Satán tentando a Jesús, le ofrecía todo lo que a la vista se ofrecía: la llanura estaba llena de ciudades mágicas, castillos, dragones, aparatos voladores, torres futuristas. El chico le ofrecía su mundo, todo aquello que albergaba su portentosa imaginación lo postraba ante los pies de la chica que quería. Deseaba hacerla reina de ese reino. Pero ella se limitaba a mirarle con ojos tristes y a decirle que aquello no era para ella y que, vamos, debía de ser un poco rarito, al tiempo que empezaba a descender la ladera por ponde habían subido. El chico, entonces, sabiendo que no había nada que hacer, se lanzaba al vacío. Era un relato de adolescente, muy trágico, muy romanticón. Qué puede escribirse con 15 ó 16 años si no se es Rimbaud.
Cuando vi Descubriendo Nunca Jamás, buscando una película que hablara sobre literatura y fin de siglo, encontré esa sensación que transmite un alma noble en sus obras, un escritor cuyo mundo le hace más grande, más poderoso. Detrás de James Barrie, como una aureola fantasma, flota la grandeza de su propio universo, de la salvación a través de la imaginación. No es escapismo: es simplemente otra forma de ver el mundo sin tenerte que pegar un tiro o precipitarse al vacío, como el protagonista de ese relato bobo que perpetré. Un hombre así a qué más puede aspirar. Aunque sea a través de una mentirosa película de Hollywood, este hombre se ha ganado mi respeto.
Hoy he vuelto a ver la película (la pasaban por TVE) y me sentí reconfortado al ver que sigo pensando lo mismo: más allá de trazar un retrato del creador de Peter Pan, la obra habla del poder absoluto de la imaginación; la creación en estado puro es lo que vertebra la película. De modificar la realidad. Hay dos momentos especialmente bonitos en la película [Atención, spoilers]. En el primero, después del estreno de la función, James le pide a Peter qué le ha parecido la obra. La gente de alrededor le dice "vaya, si es Peter Pan", a lo que él niño, con acierto, responde: "¡No! Peter Pan es él...". Y ya, en el momento en que Johnny Deep le susurra a Kate Winslet "Esto es Nunca Jamás", uno cae rendido definitivamente ante la película.
Os recomiendo la película; más allá de lo simplona que podría parecer, hay toda una reflexión sobre el papel de la literatura en nuestras vidas que os gustará.