18.11.25

Vuelvo a cargar contra la IA, Tiktok y en general contra el turboconsumismo mediático

[AVISO: esta es un reflexión que seguramente repite y reitera cosas que ya he dicho previamente. El lector está avisado de mi obsesión, indignación e irritación con los fenómenos que comentaré.]

Hace poco me llegaba un estudio científico que resumía sus conclusiones de esta manera: cuanto más cortos son los vídeos que los usuarios consumen en redes, mayor es el daño a la actividad cerebral. [No es éste, pero aquí tenéis una buena explicación en español] No es la primera vez que menciono, creo, esta característica de los medios actuales: la atomización máxima de los contenidos. Primero fue pasar del texto a la imagen, de la lectura al vídeo, y finalmente, éste, cuanto más breve mejor. Reels, historias, shorts... Cuanto más corto mejor: 2 minutos, 1 minuto, 30 segundos... Shorts de ¡10 segundos! DIEZ SEGUNDOS. ¿Qué le estamos haciendo, voluntariamente, a nuestros cerebros? ¿Acostumbrarlo a ráfagas ultrarrápidas de información por lo demás trivial? La capacidad de concentración ha sido totalmente aniquilada. ¿Queremos que en clase permanezcan atentos una hora, 45 minutos, media hora? Hace tiempo que la didáctica nos dice que hay que hacer pausar, cambiar de actividades, limitar los períodos de lectura/estudio/explicación... Hace tiempo ya se indicaba, digo, mucho antes de esta debacle cerebral a la que asistimos actualmente. Ahora es infinitamente peor. En los muchos viajes en bus que hago desde que no tengo coche observo perplejo cómo la atención de la gente ha sido robada por estos engendros mecánicos: la mayoría está viendo flashes de vídeos que pasan a la velocidad,  cada uno de ellos sin relación con el anterior, sin sentido narrativo, sólo pulsos de bits destinados a satisfacer nuestra dopamina, memes, cancioncillas, bailes estúpidos, intentos desesperados de interacción y clickbait (pose femenina sensual y texto "si me vieras entrar en tu habitación así, ¿qué me harías?").

La escuela, la educación, tiene que enfrentarse a esto sin armas. Los más optimistas querrán entrar en el juego, que los docentes nos adaptemos a los tiempos y que creemos materiales didácticos acorde con esta nueva sociedad hiperveloz cuando no tiene que ser así, no, me niego. Estamos haciéndole el juego a las grandes empresas que han apostado por hacer dinero por toda esta tecnología, todo este contenido que nos hace más idiota, y les da igual. Les da absolutamente igual. Nos quieren consumidores, idiotizados, atentos sólo a la nueva novedad del mercado. Se está intentando imponer por cualquier medio el conjunto vacío mental, la nula capacidad crítica, la distancia reflexiva cero. Cada año, en clase, es más difícil leer textos, pero hace un par la capacidad de lectura y de comprensión ha caído en barrena, porque los alumnos y alumnas no leen, no leen en absoluto, el libro se convierte, cada curso más, en un animal mitológico. Contado con los dedos de dos (o una) manos que llegan con hábito lector a secundaria, se ha perdido totalmente el hábito, leer ya es una práctica arcaica, aburrida, obsoleta, ideada sólo para matar de aburrimiento a una sociedad ultrarrápida que no puede perder el tiempo en leer dos veces un poema que escribió un matao hace doscientos años. Cortamos de raíz con todos nuestros lazos con el pasado, las palabras se desvanecen, y no son reemplazadas más que por memes. Todos los indicadores nos lo dicen, los testimonios de cualquier persona que trabaje con niños y adolescentes nos llevará a lo mismo; se trata de una verdad constatada ampliamente, quien lo niegue quiere engañarnos. ¿Cómo puedo yo combatir todo esto sin un apoyo familiar, sin una familia que comparta mis ideales humanistas, sin que tengan en común conmigo el infinito valor de (¡o por lo menos, maldita sea, el respeto por!) la cultura, los libros, el arte, la música, la filosofía. 

Cada año el humanista que hay dentro de mí muere un poco más cuando nuevas generaciones apenas, lean bien esto, pueden recordar haber leído (o escuchado) un cuento tradicional, o visto películas consideradas "clásicas" (ya no hablo de joyas del cine, me basta el catálogo de Disney de los últimos 30 años), nada, el vocabulario es cada vez más parco, y en cada lectura que hacemos del libro de texto cada año las dudas con las palabras que desconocen son más. ¿Qué puedo hacer yo delante de esto? 

1ª Conclusión: Tiktok, los shorts y en general las redes que ofrecen vídeos ultrabreves son un cáncer para nuestro cerebro y nuestra forma de entender el mundo.

Tesis: ¿La simplificación a la que forzosamente someten estos contenidos hiperbreves la realidad de los hechos es culpable del auge de ideologías de extrema derecha, que muchas veces van acompañadas por otro tipo de creencias de naturaleza mítica, o por lo menos, irracional, como el movimiento antivacunas, el terraplanismo, los chemtrails, los negacionistas del cambio climático, etc? 

Y a ello añadámosle a la combinación las IAGs. No dudo de que ahora mismo, y en el futuro, tendrán aplicaciones maravillosas que nos permitirán ocupar nuestro tiempo en tareas creativas, y se ocupen de labores pesadas o tediosas, maquinales, repetitivas, que no queremos hacer. Pero, ¡otorgarle el poder de crear algo artístico, joder, en qué estamos pensando! Toda vez que las IAGs no son originales, tienen que basarse en el expolio del trabajo robado a l@s artistas que con mucho esfuerzo y aprendizaje lograron, ellos sí, crear objetos artísticos. Quiero IAs que me generen informes reales, precisos y correctos sobre la información que les doy, o me localicen información dentro de ingentes cantidades de texto, o que me solventen dudas muy concretas de reglamentos muy intrincados. NO quiero que las IAs me hagan una imagen de Ulises en las playas de Troya al atardecer, ni quiero una foto mía con Scarlett Johansson, ni un avatar al estilo Ghibli... Nos han vendido la IA como un juguete con el que distraernos y hacer tontadas. Quiero a una IA trabajar en la secuenciación del ADN para encontrar vacunas para enfermedades incurables, la quiero desentrañando una manera de que el cáncer sea una enfermedad reversible, quiero una IA a la que se entrene para que de una vez sepamos si el manuscrito Voynich era una broma de bibliófilo o contenía algún mensaje oculto.

What Luddites can teach us about resisting an automated future | MIT  Technology Review 

Ahora mismo en Educación nos encontramos en un momento muy complicado, en el que algunos sectores han optado por abrazar esta nueva época y jugar con las nuevas cartas que la tecnología ofrece. Para este sector, los reticentes, los humanistas somos más o menos luditas chapados a la antigua con miedo al cambio. Creo que es un error de enfoque. Ahora mismo es demasiado pronto como para poder analizar con lucidez y perspectiva los errores que podríamos estar cometiendo a futuro introduciendo alegremente las IAs en educación. De cualquier forma, son herramientas al abasto de todo el mundo de las que ya están haciendo uso y abuso. Es urgente un protocolo de buenas prácticas, pero soy escéptico en este sentido. El mal ya está hecho. Uno no puede poner ningún tipo (NINGUNO) de trabajo para hacer en casa que no sea susceptible de ser hecho por la máquina. Está todo perdido. Los alumnos ven en las IAs la oportunidad que ninguna otra generación tuvo hasta ahora de que te hagan todo el trabajo rápido, fácil y casi sin que se note. Por el camino, sin darse cuenta, pierden toda la capacidad crítica, de trabajo, de reflexión, de creatividad, lo que es en suma un proceso de aprendizaje basado en el error, la reiteración, el esfuerzo. El mal se deja ver ya en todos los niveles: secundaria, bachillerato, universidad. En la universidad, ChatGPT es el rey de los trabajos. 

Contra toda esta inmediatez, este mundo de las respuestas rápidas, la información espontánea, donde todo tiene que conseguirse en segundos, tenemos que rebelarnos. Preguntarnos quién está espoleando esta filosofía de vida. ¿Somos nosotros mismos? ¿O es el consumismo quien nos lleva a una vorágine insostenible desde todos los ángulos? ¿No es acaso la cara más cruenta y salvaje de un tardocapitalismo que intenta agotar sus últimos cartuchos, algo así como morir matando?

 

Para finalizar, una nota personal, casi baladí respecto a todo lo que he dicho hasta ahora, pero indicativa de algo (de qué, no lo sé). En las últimas semanas, he encontrado una notable paz interior, cada noche, al irme a la cama leyendo la Historia de Heródoto. Una lectura que empecé un poco por obligación se ha abierto a mí como una ventana a otra época, exigiéndome una atención y una paciencia pero recompensándome con una grandísima paz mental y una satisfacción lectora que no había tenido en mucho tiempo. Heródoto es algo así como un protohistoriador, y su "investigación" sobre Grecia y el Próximo Oriente me devuelve a un horizonte en el que nada de lo que he hablado más arriba existe y en el que me siento cómodo y como en casa. Su libro no tiene nada que ver con la agitación del s. XXI de la que hablábamos. Se convierte en un bálsamo en el que sumergirse, en un verdadero antídoto, un acto de rebeldía, de revolución, de disidencia. Sólo quien haya tenido esa sensación, creo, me entenderá.

 

Bibliografía:

· Efecto del consumo de videos de formato corto en las funciones ejecutivas en adolescentes.

·  Advertencia de la Sociedad Española de Neurología sobre el excesivo uso de redes sociales (2025)

· Michel Desmurget presenta una tremenda cantidad de datos, estudios y bibliografía en La fábrica de cretinos digitales y Más libros y menos pantallas, libros ambos que recomiendo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...